Tadaima!
Niou dio por finalizada la sesión de apaleamiento del espía, ahora un amasijo de golpes y huesos desencajados y, cogiéndolo como si se tratase de una bola de papel arrugado, lo arrojó a través de una de las ventanas con los cristales rotos. El individuo, a pesar de las heridas, corrió despavorido, cojeando, hasta perderse en la penumbra.
Yagyuu, que lo había contemplado todo sentado en una silla, mientras afilaba su navaja y la probaba con el relleno de un sofá viejo, lo miró con desaprobación y negó con la cabeza. Yukimura pareció coincidir con él.
- Te gusta demasiado salpicarlo todo de sangre. - dijo el Caballero, moviendo su asiento hasta colocarlo junto a Oshitari, que se revolvió al oír el sonido del filo arañando el metal.
- No es nada. - rió Niou, hundiendo el dedo en un pequeño charco de sangre y sonriendo al ver la yema teñida de rojo. Sostenía el bate sobre el hombro, donde el fluido todavía goteaba, manchando su camisa. - Limpiarlo también puede ser entretenido.
Un golpe sordo se oyó al otro lado de una puerta, junto a aquella por la que habían salido Marui y Jackal. Durante un instante, los tres fijaron su atención en aquello. Oshitari aprovechó para intentar hacerse con un trozo de cristal puntiagudo que había bajo la silla de Yagyuu. Sin embargo, Yukimura volvió a fijar su vista en él antes de que pudiera siquiera tocarlo. Oshitari le devolvió la mirada, desafiante, mientras apoyaba la espalda en la pared y flexionaba las rodillas.
- De modo que no eres una leyenda. - habló en tono arrogante. A Yukimura le pareció divertido. - Por ahí se dice que unos chicos como los tuyos solo permanecen unidos porque tienen un jefe que los supera a todos.
- Veo que has oído la historia. - respondió Yukimura, complacido, acomodándose en el sillón y cruzando las piernas. - ¿Te han contado la segunda parte?
- Sí. Dicen que estás enfermo, y por eso no te dejas ver nunca.
Yukimura se echó a reír. Oshitari ya sabía que lo haría, y lo imitó. Niou y Yagyuu seguían a lo suyo. Yukimura, suspirando, se puso en pie y atravesó la sala con pasos lentos, en dirección a Oshitari. Este, ligeramente inquieto, se dispuso a levantarse sin despegarse del muro, pero entonces sintió algo frió pegado a su cuello.
- Yo que tú no me movería demasiado. - le avisó Yukimura, haciendo a la vez un gesto a Yagyuu para que bajase la mano. - Niou es un escandaloso y prefiere las fiestas largas - el aludido ladeó la cabeza y dejó escapar una carcajada -, pero Yagyuu es de los que terminan pronto y se van a casa sin más.
Oshitari captó el mensaje enseguida y, no sin antes pasar un dedo por el filo de la navaja para comprobar su calidad, puesto que, al fin y al cabo, él también adoraba esos juguetitos, volvió a sentarse.
- ¿Para qué…? - comenzó a preguntar, pero entonces se le ocurrió algo mejor. - ¿Cuál ha sido el honor que me permite asistir a esta magnífica celebración?
- Oh, tal y como pensaba, eres genial. - Yukimura continuó acercándose a él. - Me encantan las personas que lo comprenden todo a la primera. Lo siento mucho por este recibimiento tan desafortunado. - Oshitari no logró descifrar del todo si hablaba en tono irónico o no. - Permíteme que te explique aquello de lo que aún no te has percatado.
- Por favor. - apuntó Oshitari, todavía provocándolo. En realidad, sí que quería saber si iba en serio.
- Puede que sí que esté enfermo.
Yukimura se agachó hasta quedar a la altura de Oshitari y apoyó una mano en el muro, sobre su hombro. Oshitari no se movió. Yukimura se inclinó hasta que Oshitari pudo sentir su aliento húmedo sobre el cuello y se le erizó el vello. Después de unos segundos en los que Oshitari aguardó a que dijese algo más, Yukimura rozó el lóbulo de su oreja con la punta de la lengua para, acto seguido, atacar la tierna carne con sus dientes, apretando hasta que Oshitari dejó salir los gritos que había contenido durante todo el proceso. Luego, mientras Oshitari trataba de recuperar la compostura, Yukimura regresó a su sillón.
- No sabes cuánto. - bromeó, contagiando la risa a sus compañeros. - Y, por eso, te necesitaba aquí esta noche.
¡Muchas gracias por leer! Cuidaos, ne?~~
Yagyuu, que lo había contemplado todo sentado en una silla, mientras afilaba su navaja y la probaba con el relleno de un sofá viejo, lo miró con desaprobación y negó con la cabeza. Yukimura pareció coincidir con él.
- Te gusta demasiado salpicarlo todo de sangre. - dijo el Caballero, moviendo su asiento hasta colocarlo junto a Oshitari, que se revolvió al oír el sonido del filo arañando el metal.
- No es nada. - rió Niou, hundiendo el dedo en un pequeño charco de sangre y sonriendo al ver la yema teñida de rojo. Sostenía el bate sobre el hombro, donde el fluido todavía goteaba, manchando su camisa. - Limpiarlo también puede ser entretenido.
Un golpe sordo se oyó al otro lado de una puerta, junto a aquella por la que habían salido Marui y Jackal. Durante un instante, los tres fijaron su atención en aquello. Oshitari aprovechó para intentar hacerse con un trozo de cristal puntiagudo que había bajo la silla de Yagyuu. Sin embargo, Yukimura volvió a fijar su vista en él antes de que pudiera siquiera tocarlo. Oshitari le devolvió la mirada, desafiante, mientras apoyaba la espalda en la pared y flexionaba las rodillas.
- De modo que no eres una leyenda. - habló en tono arrogante. A Yukimura le pareció divertido. - Por ahí se dice que unos chicos como los tuyos solo permanecen unidos porque tienen un jefe que los supera a todos.
- Veo que has oído la historia. - respondió Yukimura, complacido, acomodándose en el sillón y cruzando las piernas. - ¿Te han contado la segunda parte?
- Sí. Dicen que estás enfermo, y por eso no te dejas ver nunca.
Yukimura se echó a reír. Oshitari ya sabía que lo haría, y lo imitó. Niou y Yagyuu seguían a lo suyo. Yukimura, suspirando, se puso en pie y atravesó la sala con pasos lentos, en dirección a Oshitari. Este, ligeramente inquieto, se dispuso a levantarse sin despegarse del muro, pero entonces sintió algo frió pegado a su cuello.
- Yo que tú no me movería demasiado. - le avisó Yukimura, haciendo a la vez un gesto a Yagyuu para que bajase la mano. - Niou es un escandaloso y prefiere las fiestas largas - el aludido ladeó la cabeza y dejó escapar una carcajada -, pero Yagyuu es de los que terminan pronto y se van a casa sin más.
Oshitari captó el mensaje enseguida y, no sin antes pasar un dedo por el filo de la navaja para comprobar su calidad, puesto que, al fin y al cabo, él también adoraba esos juguetitos, volvió a sentarse.
- ¿Para qué…? - comenzó a preguntar, pero entonces se le ocurrió algo mejor. - ¿Cuál ha sido el honor que me permite asistir a esta magnífica celebración?
- Oh, tal y como pensaba, eres genial. - Yukimura continuó acercándose a él. - Me encantan las personas que lo comprenden todo a la primera. Lo siento mucho por este recibimiento tan desafortunado. - Oshitari no logró descifrar del todo si hablaba en tono irónico o no. - Permíteme que te explique aquello de lo que aún no te has percatado.
- Por favor. - apuntó Oshitari, todavía provocándolo. En realidad, sí que quería saber si iba en serio.
- Puede que sí que esté enfermo.
Yukimura se agachó hasta quedar a la altura de Oshitari y apoyó una mano en el muro, sobre su hombro. Oshitari no se movió. Yukimura se inclinó hasta que Oshitari pudo sentir su aliento húmedo sobre el cuello y se le erizó el vello. Después de unos segundos en los que Oshitari aguardó a que dijese algo más, Yukimura rozó el lóbulo de su oreja con la punta de la lengua para, acto seguido, atacar la tierna carne con sus dientes, apretando hasta que Oshitari dejó salir los gritos que había contenido durante todo el proceso. Luego, mientras Oshitari trataba de recuperar la compostura, Yukimura regresó a su sillón.
- No sabes cuánto. - bromeó, contagiando la risa a sus compañeros. - Y, por eso, te necesitaba aquí esta noche.
¡Muchas gracias por leer! Cuidaos, ne?~~