Mil veces tengo que pediros perdón por tardar tanto!
Lo siento!!
En fin; al grano:
8.
Cuando Danny le pidió que se acercase al pueblo para hacer un par de recados, Steve supo que era el momento idóneo para aprovechar y comprar un regalo para Grace y buscar las piezas que necesitaría para acabar con el arreglo de aquel tractor de una vez por todas. El rubio le había dicho que no se diese prisa en volver, ya que esa tarde no tenían muchos alumnos y se las arreglarían bien sin él “como hemos hecho todos estos años, Steven”
Eso no quitaba que el marine sintiese la imperiosa necesidad de estar junto a su rubio favorito en todo momento, porque estar sin verlo diez minutos, tan solo, hacían que lo echase de menos.
Jamás hubiese creído que su vida pudiese dar un giro tan radical por un acontecimiento fortuito como el hecho de encontrar una foto.
Tan sumido se encontraba en sus pensamientos sobre la vida y sus misterios, que no se dio cuenta del coche patrulla que aparcaba cerca de él, ni de que alguien se había apeado del mismo y se le acercaba con paso tambaleante.
-¡Eh!, ¡Soldadito!
El marine puso los ojos en blanco antes de girarse para encarar a un Graham en claro estado de embriaguez.
-¿Qué pasa ahora?- quiso saber mientras los curiosos se detenían y les observaban.
-¿A mí? Eres tú quien tiene una especie de obsesión con mi ex. ¿Qué quieres de él?
-¿Especie de obsesión? No soy yo quien se mete en su vida e intenta controlarla. Vuestra relación es historia. Pasado. Él ha rehecho su vida, haz tú lo mismo con la tuya.
Graham se acercó bruscamente y le agarró de la camiseta. Steve se cuadró y respiró hondo para no hacer nada de lo que se pudiese arrepentir. Mientras, un hombre de uniforme había salido del coche patrulla y trataba de hacer razonar a Graham con paciencia.
-Aléjate de Danny. Él es mío.
-Danny no quiere saber nada de ti. Debiste pensarlo antes de tratarlo como lo has hecho.
-Tú que sabrás…
-Sé mucho. Me lo ha contado él porque confía en mí.
-¿Ah?, ¿sí? ¿Confía en ti? ¿Crees que puede confiar en ti?
-Por supuesto que puede.
-Eres un sucio mentiroso- Graham comenzó a zarandearlo y acto seguido le dio un puñetazo en la mandíbula. Steve trató de no reaccionar-. Eres peor que yo.
El SEAL apretó los dientes y se dejó golpear una segunda vez sin reaccionar. El otro policía continuaba con sus súplicas mientras se acercaba con cuidado por detrás.
-Vamos, Graham- decía-. No seré yo el que lidie después con Williams. Vamos a casa y duerme la mona.
-Haz caso a tu amigo, Graham.
-No me digas lo que debo hacer, maldito farsante. ¿Qué crees que dirá Danny cuando le diga que llegaste aquí enseñando una foto suya?
El marine lo miró con los ojos muy abiertos. Tan sorprendido estaba que el último golpe de Graham le pilló completamente desprevenido y su instinto reaccionó por él.
Cuando se quiso dar cuenta, tenía al policía inmovilizado, sangrando por la nariz y gritando para que le soltase mientras su compañero se acercaba sin saber qué hacer. Steve soltó a su presa empujándolo con desprecio.
-No te vuelvas a acercar a mí- dijo.
Con una mirada agradecida, el compañero de Graham levantó al hombre del suelo y lo arrastró hasta el coche mientras le decía a la gente que se había agolpado alrededor de la escena que se marchase a su casa, que no había nada que ver ahí. Estaba claro que pronto todo el pueblo estaría hablando del encontronazo y, sinceramente, tenía más miedo de la predecible reacción de Danny, que de cualquier represalia que pudiese tomar el Capitán contra Graham.
Y es que todos en comisaría eran muy conscientes del carácter fuerte del rubio.
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Solo quería llegar a casa, envolver el regalo de Grace, meterse en cama y no hablar con nadie pero, por supuesto, las noticias vuelan en todas partes y Danny le estaba esperando en las escaleras de la entrada a la cabaña con los brazos cruzados y algo parecido a un aura de enfado a su alrededor.
-¿Qué demonios ha pasado, Steven?
El marine suspiró, ni siquiera había sido culpa suya, ¿por qué el rubio le miraba así?
-Santo Cielo, mírate- la expresión de los ojos azules que le miraban con seriedad se suavizó al reparar en los golpes que el marine tenía en el rostro que, a pesar de ser recientes, ya empezaban a adquirir un tono amoratado. Se puso en pie y se colocó junto a él. Con sumo cuidado, giró la barbilla de Steve para examinar su mandíbula con atención- Stuart me dijo que habías hecho gala de un gran autocontrol.
-¿Stuart?
-Era el policía que estaba con Graham. Lo fue a recoger al bar porque había bebido más de la cuenta.
-Pues podía haber intervenido.
-Lo sé. Se lo he dicho. Has aguantado de más. Yo le hubiese dado- susurró haciendo sonreír al SEAL.- No hagas caso a sus provocaciones ni a sus amenazas. Nunca tuvo posibilidades de volver conmigo. Ni siquiera creo que se hubiese planteado volver conmigo antes de aparecer tú. Hubo algún intento, pero nunca tan insistente. Creo que su cama estaba fría aquellas veces que lo intentó. Ahora soy la versión humana de esa pelota que un niño no quiere hasta que ve a otro jugar con ella.
-Si es listo, querrá volver por mucho más que eso.
-No es listo. Ha intentado pelear con un Navy SEAL que le saca dos cabezas.
-¿Le he hecho mucho daño?
Danny soltó una carcajada.
-Le dislocaste un hombro, babe. En dos movimientos, o eso dijo Stuart.
-Fue sin querer. Una reacción instintiva.
-Oh. Tranquilízate. Lo que más le duele ahora mismo a Graham es su estúpido orgullo.
-¿No tendrás problemas por esto, verdad?
-¿Problemas? ¿Yo? Para nada. Había demasiados testigos como para que se les ocurra decir que fuiste tú quien inició la lucha. Y luego está Stuart. Que no se va a inventar mentiras para ayudar a Graham. Creo que le aterra más discutir conmigo que el hecho de que suspendan a Graham por una temporada por conducta inapropiada. Ahora vamos dentro. Te pondré hielo.
-No hace falta.
Danny le dirigió una mirada que no admitía discusión.
-Vamos. Y después te daré un par de razones de peso que te convencerán de que no debes preocuparte por las tonterías de Graham.
Steve le sonrió de forma seductora
-¿Un par?
-Un par. Me gusta dejar las cosas claras con muchos buenos argumentos.
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Después de pasarse la noche convenciendo a Steve de que no tenía ningún interés en volver con Graham, a Danny le costó levantarse de la cama. Cuando por fin lo hizo, pudo comprobar que:
1- Se le hacía tarde para preparar todo lo necesario para el cumpleaños de Grace, que era esa tarde.
2- Si generalmente Bob se burlaba de él, con esa mañana ya tenía para un mes de bromitas sobre el amor juvenil y sus euforias.
Así que se vistió a toda prisa y le dijo a Steve que era libre de hacer lo que quisiese hasta la hora de la fiesta.
El marine aprovechó para envolver el regalo de la pequeña con esmero y después fue a por su némesis, el tractor, con la idea de arreglarlo con las piezas nuevas que había traído del pueblo. Después comió algo y se preparó para la fiesta. Iba a salir cuando recordó que hacía días que había querido sacar la foto de Danny de su escondite bajo los libros y no había podido hacerlo - no pudo evitar sonreír al pensar que no había tenido tiempo porque hacía días que no dormía solo-, así que ese era el mejor momento para hacerlo.
Levantó los libros y no pudo creer lo que estaba viendo.
O mejor, lo que no estaba viendo.
La foto no estaba ahí.