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Shocking Blue - Demon lover 13 - Rosas = Amor
Las manos de Jongin se deslizaron de arriba abajo por el pecho de Kyungsoo.
Habían estado tantas horas en cama que era difícil contarlas, la mayoría del tiempo estuvo en completo silencio, excepto por un gemido ocasional y por lo general, con las manos traviesas de Jongin, los gemidos salían de sus labios.
Aún no podía entender como había llegado tan rápido ahí. ¿Cuántas veces había soñado con el cuerpo desnudo de Jongin a un lado del suyo en la cama? Más veces que los segundos que había en un día. Todo era perfecto a pesar de su situación en la escuela, pero de nuevo, eso no le molestaría, si él no dejara que lo molestara. Hasta este punto no podía importarle una mierda, exacto, todo estaba perfecto.
Los dedos de Jongin se entrelazaron con los de él y plantó un beso en el pecho de Kyungsoo que subió por su cuello hasta detenerse en sus labios. El más bajo le sonrió.
Jongin le dio una media sonrisa. “Te ves feliz.”
“Estoy feliz.” Suspiró Kyungsoo.
“Por mí, ¿verdad?” Jongin se rió.
El otro puso los ojos en blanco. “No, por el techo.”
Jongin levantó la mirada al techo. “Demonios, desearía ser el techo.”
El mayor sujetó las mejillas de Jongin, demandando su atención y Jongin hizo lo mismo con las de Kyungsoo, sus ojos centelleaban con algo que el más bajo no podía recordar haber visto en ellos antes.
“Eres un tonto.” Le dijo a Jongin.
“¿Y tú no? Estás aquí conmigo, ¿no?”
Kyungsoo ríe. “Lo haces sonar como si fuéramos una pareja hecha en el infierno.”
“Quizás lo somos.”
Jongin se inclinó y lo besó, fue algo más que solo una anticipación al sexo o para que se liberara de su frustración sexual. Significaba algo, era completamente nuevo y Kyungsoo no tenía ni idea de qué.
Este duró una eternidad a comparación de los besos que Jongin siempre le daba. Era muy gentil y muy dulce, la respiración de Kyungsoo se atoró en su garganta mientras sus labios se movían lento y suave contra los de Jongin.
El menor se separó con los ojos cerrados y Kyungsoo lo observó con la boca abierta para emitir suaves respiraciones. Jongin abrió un ojo y comenzó a reír.
“¿Qué es tan divertido?” Kyungsoo ladeó su cabeza.
“Nada.” Jongin se giró para recostarse sobre su espalda. “Dime, cerebrito… ¿qué te parecen los viajes por carretera?”
“No voy a ir a ningún lado contigo,” respondió Kyungsoo.
“¿Por qué no?”
“Porque tengo toneladas de mierda que limpiar en la escuela.” Masculló Kyungsoo, sentándose. “¿Cómo controlas a los bastardos, Jongin?”
El menor se sentó también, recargándose sobre sus manos. “Depende, si alguien te lastima, cerebrito, dime. Yo me encargare de ellos por ti.”
“Ya te dije que no quiero que lo hagas,” dijo Kyungsoo. “Es raro, mis calificaciones están arruinadas, mi reputación está llena de manchas y es humillante. Pero aun así, no me importa.”
Jongin enterró su rostro en el cuello del otro y suspiró en la piel del mayor. “Lo que sea que te interese es en lo que debes enfocarte, quizás nunca te gustó la escuela, quizás solo prosperaste por la atención que te dio el ser presidente.”
Kyungsoo consideró el comentario y aunque Jongin estuviera en lo correcto, la escuela siempre había sido su experiencia preferida.
Antes de que llegara Jongin, para ser más preciso. Ahora que el menor estaba ahí, todo parecía sencillo, sentirse bien era fácil, obtener placer era fácil, ahogarse en la atención de otros era tan sencillo como dar un respiro.
Kyungsoo encontró algo más interesante que la escuela. Jongin era como un libro que acababa de empezar a leer, un nuevo capítulo. La escuela era una novela que debió abandonar desde hace tiempo y todo lo que esta implicaba.
Cerró sus ojos cuando los labios de Jongin se posaron con suavidad sobre su piel. Besos flotaron por la expansión de piel de su mejilla hasta que al final terminaron de nuevo en sus labios. La repentina gentileza de Jongin era enervante. No se sentía bien para Kyungsoo, cuando Jongin era rudo y taladraba su culo, ese era Jongin. Ahora se estaba comportando como un príncipe de algún cuento de hadas que trataba de ser delicado con su princesa.
Kyungsoo no era una princesa, al carajo con la teoría de Tao sobre ser la Cenicienta.
El mayor se alejó, el labio inferior de Jongin sobresalió para formar un dulce y pequeño puchero. Kyungsoo lo vio y no pudo detener las risitas que amenazaban salir de su boca.
“Ahora, sobre ese viaje en carretera,” continuó Jongin de nuevo. “Solo piénsalo, viajar en motocicleta por todo Corea por un par de días, teniendo sexo una y otra vez, ¿eh?”
“Podemos hacer eso aquí,” Kyungsoo señaló alrededor. “Y tengo que quedarme, tengo que arreglar lo que he hecho, siendo honesto el Sr. Lee me asustó.”
El alto bufó y se volvió a recostar. “¿Con qué te asustó? ¿Suspensión? ¿Expulsión? ¿A quién le importa? He sido suspendido y expulsado y echado de muchas escuelas y aun no parece que alguien se moleste por eso.”
“¿Qué fue lo que hiciste?” preguntó Kyungsoo, bajando la mirada hacia él. “¿Por qué te echaron?”
Jongin observó el techo mientras recordaba las razones. “Me expulsaron de la primera secundaria por fumar en el pasillo, de la segunda por que unos idiotas nos reportaron a un amigo y a mí cogiendo en el baño.”
Celos ardieron en Kyungsoo por un momento, luego murieron como una flama.
“De la primera preparatoria, hice enojar a un maestro y algunos estudiantes, la segunda, simplemente me salte todas las clases, cuando era estudiante de segundo año en la tercera, le dispare una bolita de papel con saliva al director durante una asamblea. Y la anterior antes de venir aquí, me echaron por vender y hacer drogas.”
Kyungsoo se movió nervioso al igual que sus dedos. “¿Qué no tu ultima escuela se quemó?”
Jongin se giró para poder ver al mayor. “Sí, ¿y?”
“Nada, escuche a alguien hace poco hablar sobre eso.” Kyungsoo jugueteó con sus uñas. “Tú no lo hiciste, ¿verdad?”
Jongin lo meditó. “No.”
Kyungsoo asintió, más para procesar la respuesta que para aceptarla.
Echo una mirada al reloj, ya era hora de ir a casa. Sus padres llegarían pronto y no quería escuchar de nuevo el sermón de su padre debido a la hora.
Tan pronto sacó sus piernas de la cama, Kyungsoo sintió los dedos candentes de Jongin, sujetar su muñeca. Volteó la mirada hacia el menor y la expresión de Jongin parecía triste.
“No te irás ahora, ¿verdad?”
“Por mucho que me encantaría tener la ronda trece,” respondió Kyungsoo, “sí, lo hare. Tengo que irme.”
Jongin lo soltó de la muñeca y se sentó de nuevo, vio a Kyungsoo levantarse, su cuerpo brillaba por la luz en la habitación. Y se lamió los labios al ver la piel aun enrojecida del trasero del bajito por todas las fuertes embestidas.
Kyungsoo fue al baño para recoger su ropa, no se molestó en asegurarse de no oler a sexo, sus padres ya se habían acostumbrado al aroma inusual. Se puso sus pantalones mientras regresaba al cuarto. Y Jongin aún estaba recostado desnudo en su cama, de costado con su cabeza sobre la mano apoyándose sobre su codo y le sonrió a Kyungsoo.
“Deberías venir un poco más temprano mañana, antes de que empiecen las clases.”
“No vas a cogerme antes de la escuela, idiota.” Kyungsoo abotonó su camisa del uniforme. “Los maestros ya no aceptan ropa un poco rasgada o arrugada.”
“Y aun así ignoran restos de semen.” Se burló el menor.
“Supongo.” Kyungsoo tomó su mochila. “Te veo mañana.”
Jongin le lanzó una almohada mientras caminaba hacia la puerta. “Adiós, cerebrito.”
Kyungsoo corrió escaleras abajo y salió de la casa de Jongin. El auto de sus padres aun no llegaba, buena señal de que aún tenía tiempo.
Corrió al interior de su casa y directo a su cuarto, tan pronto soltó su mochila en una esquina, Kyungsoo se dirigió a su escritorio y prendió una pequeña lámpara sobre el mueble. La verdad no tenía ganas de hacer ninguna tarea, pero honestamente, en serio, el pensar en ser echado de la escuela tantas veces como Jongin, lo estaba carcomiendo como lo harían un montón de gusanos.
Tomó el montón de tarea que no se había molestado en hacer las últimas dos semanas y sacando una pluma, se sentó a trabajar. Esto no se sentía tan divertido como solía sentirse. Ya iba a la mitad de la tarea cuando escucho que se abría la puerta escaleras abajo. Entonces Kyungsoo levantó la cabeza cuando escuchó pasos subiendo. A juzgar por lo débiles que sonaban, eran del Sr. Do.
El hombre se detuvo en la habitación de Kyungsoo y cuando lo vio en su escritorio, haciendo tarea, en el rostro del Sr. Do apareció una sonrisa que Kyungsoo no había visto en años.
Y ahí fue cuando supo porque la escuela le había importado antes, no era por él, era para hacer a sus padres orgullosos. Todos los trofeos que había conseguido y todos los créditos que había juntado habían hecho felices a sus padres.
Wow, wow, wow. Entonces, ¿qué demonios había para él? Kyungsoo ya no encontró satisfacción en eso. ¿Acaso lo estaba haciendo solo para que sus padres le besaran el trasero? Como fuera, Kyungsoo se volvió hacia su tarea de la Guerra de Corea y el Sr. Do ni se molestó en tocar a la puerta, solo entro a la habitación, pero Kyungsoo ni lo volteo a verlo.
"Hey, amigo."
"Buenas tardes." Kyungsoo borró un error ortográfico.
El Sr. Do se recargó con su hombro sobre la pared y sonrió. "Es bueno verte trabajando de nuevo."
"Es bueno estar trabajando de nuevo."
"He escuchado que has tenido algunos problemas en la escuela," dijo el Sr. Do. "Algunos de tus maestros hablaron hoy, al parecer te metiste en una pelea con un chico llamado Byun Baekhyun. ¿No fue tu contrincante en las elecciones?"
"Sí."
"¿Lo golpeaste, Soo? ¿En la cara?"
"Sí y sangró. Me siento arrepentido."
"Es bueno saber que estas arrepentido," suspiró su padre. "Así no es como te comportas, Kyungsoo."
"Lo sé."
"¿Es debido al hijo de los vecinos? Has estado mucho con él estos últimos días. ¿Cuál es su nombre? Eh, Jongin, ¿verdad?"
"Sí." Kyungsoo tomó otra hoja de trabajo y continuó. "¿Podrías dejarme, por favor? Estoy algo ocupado."
"Muy bien, amigo, espera un momento." el Sr. Do se acercó al escritorio y se inclinó a su lado. "No vine aquí para interrogarte. Escucha, por mucho que quiera gritarte ahora, vine a hablarte de algo más importante."
Kyungsoo se volteó hacia él. "¿Qué?"
“Quiero hacer algo especial por el cumpleaños de tu madre,” dijo el Sr. Do. “¿Qué crees que sea mejor? ¿Un pequeño crucero por el rio o un restaurante elegante?”
Oh maldita mierda.
Kyungsoo se puso pálido, había estado tan metido en las cosas que había estado haciendo con Jongin que se olvidó del cumpleaños de su madre. Sus ojos se sorprendieron un poco y su boca estaba un poco entreabierta.
Este era el primer año que se le olvidaba, de todas las cosas que podía hacer, esta era la peor. Ya había lastimado a su madre (cuando ella encontró los cigarrillos) y no quería pasar por eso de nuevo.
“C-Crucero.” Kyungsoo tragó. “A ella le encanta el agua.”
“Eso es lo que pensé también.” El Sr. Do se levantó de nuevo. “¿Tú qué le conseguiste? Apuesto a que es algo especial como todos los años.” Alborotó el cabello de Kyungsoo.
“Es una… sorpresa.”
“Está bien, amigo,” se rio el Sr. Do. “Ya no te molestare más, no te duermas tan tarde.”
Kyungsoo dejó caer su cabeza contra el escritorio tan pronto el Sr. Do cerró la puerta detrás de ellos.
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Los tenis de Jongin patinaban sobre el piso del gimnasio.
Sus músculos brillaban por el sudor mientras pasaba flotando frente al resto del equipo, la pelota driblaba entre sus pies, corriendo a la velocidad de un súper héroe hacia la canasta.
Kyungsoo lo observaba con atención, pero a pesar de que sus ojos estaban sobre su novio, como lo había prometido, su mente estaba en otro lugar.
Primero, estaba temblando al estar tan cerca de Chanyeol. El gigante se movía lento en comparación de Jongin, demasiado lento. Era obvio que había algo mal con él y Kyungsoo temía que de verdad fuera su culpa.
Siempre que Chanyeol lo observaba, sus ojos se llenaban con la necesidad de algo que Kyungsoo no podía explicar. Había un vacío en él. Un agujero que, parecía, Kyungsoo había provocado.
Baekhyun no estaba en la práctica. ¿Era por qué Kyungsoo estaba ahí? No, seguro no. Baekhyun ya había dejado claro que estaba perdiendo a Chanyeol, quizás solo no quería ver caer los últimos bloques del muro de su relación.
Y luego estaba el asunto del regalo de cumpleaños de su madre. Aún no podía creer que lo había olvidado, y ahora, estaba forzado a ir de compras con Jongin. Ya sabía a dónde es que lo llevaría el menor, el destino más obvio era donde fuera que vendieran dildos y vibradores. Kyungsoo estaba preparado para esas sugerencias.
Pronto, Chanyeol aplaudió para juntar al equipo y Jongin trotó hacia ellos, guiñándole un ojo a Kyungsoo cuando pasó frente a él. Las mejillas del mayor se sonrojaron.
El equipo de juntó en un apretado circulo, Kyungsoo podía ver a Yifan y Chanyeol sobresalir del grupo, con Jongin apenas siguiéndoles en tercer lugar en cuanto a estatura.
“Chicos, el juego es en dos días,” dijo la profunda voz de Chanyeol. “Tratemos de hacer nuestro mejor esfuerzo y de verdad conseguir nuestra meta cuando estemos ahí. Todo ha estado yendo muy bien, así que mantengámonos así.” Algunos chicos animaron cuando hizo una pausa. “¿Algunas palabras, Yifan?”
“Vamos a patear traseros.”
Chanyeol asintió con una cara que solo gritaba “idiota.” “Así es, hasta luego, chicos.”
Jongin saludo a Kyungsoo tan pronto el equipo de dispersó, ambos fueron a los vestidores después de los demás, Kyungsoo escondiéndose detrás de Jongin hasta que Chanyeol estuviera fuera de vista.
El menor abrió su casillero y se deshizo de su playera para luego lanzársela a Kyungsoo quien estaba sentado en la banca. Este tuvo que parpadear para asegurar de aun estar vivo después de oler el hedor que venía de la playera.
“¿Ya pensaste en que le vas a comprar a tu madre para su cumpleaños?” preguntó Jongin mientras se ponía su camisa.
Kyungsoo vio como desaparecía la piel del menor. “No.”
“¿Por qué no le compras unas esposas?” Sugirió Jongin. “Creo que le encantaría esposar a tu padre en la cama y poder hacer lo que le plazca con él.”
Kyungsoo entrecerró sus ojos y observó el rostro de Jongin. “No le voy a comprar esposas a mi madre, Jongin.”
“Entonces, ¿Puedes comprarme unas esposas a mí?” se burló el menor. “¿Para así poder usarlas contigo?”
Kyungsoo cruzó sus brazos sobre el pecho. “¿Cómo las usarías conmigo?”
Sonrió ampliamente y se trepó sobre Kyungsoo como un león al acecho. Sus manos se posaron sobre sus hombros y luego se deslizaron de arriba abajo sobre sus brazos. El mayor sintió un hormigueó por todo el cuerpo y sus pantalones estaban más apretados de lo que deberían estar.
“Esposaría tus dos muñecas,” Susurró con voz ronca en el oído del bajito. “Y luego besaría cada centímetro cuadrado de tu cuerpo…”
Kyungsoo giró su cabeza con su rostro arrugado. “Después de que tomes una ducha, por supuesto.”
Jongin chistó con la lengua. “Por supuesto.”
Kyungsoo lanzó la playera sobre la cabeza del menor y tan pronto Jongin se la quitó de encima, el mayor cerró el casillero por él y tomó las mochilas de ambos.
Había ido a la práctica solo porque Jongin le prometió acompañarlo de compras si este iba. Se paró ahí con ambas mochilas, esperando, con una mano en la cadera.
Jongin tomó su mochila y la deslizó por sus hombros. “Vamos a comprar esa mierda.”
Entrelazó sus dedos con los de Kyungsoo mientras caminaban hacia la puerta para salir de los vestidores y los ojos de Kyungsoo observaron todo el lugar en busca de Chanyeol.
El gigante estaba hasta el final en su casillero, estaba de espaldas hacia todos mientras se cambiaba, era una costumbre. Chanyeol jamás permitía que nadie viera su parte frontal mientras se cambiaba de camisa.
Kyungsoo separó su mano de la de Jongin por un momento. “¿Debería hablar con él?”
“¿Con quién?”
“Chanyeol,” respondió Kyungsoo. “Baekhyun dijo que estaba lastimado y que eso era mi culpa.”
“No es tu culpa,” Jongin dijo entre dientes. “Es la culpa de Chanyeol, sino fuera un debilucho, no estaría “lastimado.””
Jongin tomó toda la mano de Kyungsoo de nuevo y lo arrastró fuera de los vestidores.
Jongin los había llevado a la escuela a ambos en su motocicleta esa mañana. Se había quedado encadenada. Y el brazo de Kyungsoo cayó a un lado cuando Jongin lo soltó para poder desencadenar la motocicleta.
No había cascos esta vez, no había necesidad de eso. El mayor se montó detrás de Jongin y este giró las manijas para encender la moto.
Luego, salieron sobre el camino, algo que Kyungsoo siempre encontraba excitante.
Enredó sus brazos alrededor de la mochila y cintura de Jongin, era incomodo, pero se las arregló. Podía vivir con eso, el viaje no era tan largo después de todo. Jongin los llevó a las tiendas del centro y se detuvo frente a un centro comercial (uno de los lugares que más detestaba en el mundo) y se bajó junto con Kyungsoo.
“Entonces, ¿A dónde primero?” preguntó Jongin mientras dirigía la moto a la zona de bicicletas del edificio.
“Flores, en definitiva necesito flores. Y quizás alguna ¿joya?” Kyungsoo se golpeteó la barbilla. “¿Qué le comprarías a tu madre?”
“Nada,” dijo Jongin. “Nunca le compro nada a mi madre, deje de hacerle esas cosas cuando ella me cacheteó en mi cumpleaños.”
“¿Por qué hizo eso?”
“Me atrapó fumando.” Jongin sacó la cadena para asegurarse que la moto estuviera bien sujeta. “Mi amigo me dio un cigarro por mi cumpleaños y yo quería probarlo.”
“Bueno, ¿qué edad tenías?”
“Diez.”
“¡Diez!” gritó Kyungsoo. “¡Bueno ahora sé porque te cacheteó!”
Jongin se encogió de hombros. “Como sea.”
Kyungsoo se mordió el labio. ¡¿Diez?! ¡Jesús! ¡Él ni siquiera podía oler el humo del cigarro a los diez años! ¡Ni siquiera pudo fumar apropiadamente a su edad actual! ¿Cómo demonios Jongin podía manejarlo?
El menor pasó un brazo alrededor de Kyungsoo y deslizó su mano por el bolsillo trasero del mayor. Kyungsoo ya estaba tan acostumbrado que ya ni siquiera se estremecía. Placer era lo que se esparcía por su espina dorsal ante el toque.
Entraron al centro comercial juntos, Kyungsoo con su cabeza recargada en el hombro de Jongin mientras caminaban hacia una pequeña tienda de flores algunas tiendas más al fondo. El menor no habló de nada sucio durante el camino, era raro y Kyungsoo se quedó a la espera de “Mierda, Soo, tu trasero es tan dulce,” o “Demonios, me encantaría cogerte justo ahora.”
Nada, Jongin se estaba comportando como una persona decente. Kyungsoo levantó una ceja cuando se acercaron a la tienda. La fragancia de las flores los golpeó con fuerza a ambos, Jongin se separó de él para dejarlo caminar libremente.
Kyungsoo de inmediato se aventuró a los refrigeradores con rosas. Abrió uno y floraciones frescas y rojas se posaban frente a él en sus bases con agua.
Cada una lucía tan perfecta, tan delicada. No sabía cuál elegir.
Y sintió el pecho de Jongin golpear en su espalda, el aire frio del frigorífico se mescló con el aliento cálido de Jongin que flotaba sobre su piel. Kyungsoo en verdad esperó que nadie los observara.
“¿Le gustan las rosas?”
Kyungsoo trató de alcanzar unas mientras los brazos de Jongin lo envolvían. “Las ama.”
“¿Sabes que es lo genial de las rosas?” dijo Jongin. “Ellas simbolizan muchas cosas. Pasión, silencio, confidencialidad, amor-“
“Y yo amo a mi madre,” interrumpió Kyungsoo. “Por eso las rosas.”
“¿Y qué hay de mí?” preguntó Jongin. “¿Me comprarías rosas por mi cumpleaños?”
Kyungsoo jadeó con fuerza ante la pregunta. “Yo… ¿Qué me estas preguntando?”
“Nada.”
Kyungsoo se dio la vuelta en el abrazó de Jongin, el aire frio ahora golpeando contra su espalda. El menor bajó la mirada hacia él, sus ojos cafés llenos de emoción.
“Te amo.” Salió más débil de lo que le hubiera gustado a Kyungsoo. “Estás arruinando mi vida, pero aun así te amo, ahí está, ya lo dije.”
Una comisura de los labios de Jongin se levantó en una sonrisa. “Entonces, ¿eso es un “sí” a las rosas?”
“Sí.”
Los labios de Jongin se curvearon en una sonrisa completa y el otro jadeó al verlo, sin creer lo que acaba de decir. El menor rió con suavidad y apretó su abrazo alrededor de su novio.
“Para que conste,” dijo Jongin, inclinándose hacia el oído de Kyungsoo, “también te compraré rosas.”
Parecía que Kyungsoo estaba pasando más tiempo en la cama de Jongin que en la suya. Cuando se despertó a la mañana siguiente, sabía que no estaba en su cuarto. Estaba seguro que su padre le gritaría por haber estado toda la noche afuera, de nuevo.
Y una cálida respiración golpeó en su cuello, cabello suave cosquilleando en su mejilla, brazos sosteniendo con suavidad su cintura, como si el dueño tuviera miedo de ser abandonado en medio de la noche.
Sintió el latido de Jongin golpear contra su espalda desnuda, el ritmo era errático, casi descontrolado. Kyungsoo temía que cualquier cosa que el menor estuviera soñando, le ocasione un paro cardiaco.
El florero de rosas que había comprado para su madre un día antes estaba en el alfeizar de Jongin. La luz del sol acariciaba cada uno de los pétalos rojo sangre. Fue el único regalo que pudo obtener antes de que el “dulce” acto de Jongin, los debilitara y la lujuria los poseyera.
Ahora ambos estaban cubiertos en pétalos de rosas después de las pequeñas evasiones de la lo noche anterior. Jongin los baño a ambos con los pétalos hasta que ambos estuvieron llenos de sombras rosas, rojas y blancas.
Y ayer en la tienda… él había… ¿había dicho que lo ama?
Dios, Kyungsoo básicamente había confesado sus sentimientos. Sin ninguna droga de por medio. Fue genuina y sincera y cualquier otra palabra que exprese la honestidad de aquellas palabras.
Y Jongin le había respondido con un maldito acertijo. Sí o no, Te amo o no. No era tan difícil.
Al carajo. Kyungsoo estaba en la cama con una bestia sexual. ¿Qué más podía pedir?
Las pestañas de Jongin parpadearon contra su piel, y el mayor se giró para verlo cuando el otro se agitó. Jongin le sonrió adormilado.
“Buenos días.”
“Aun necesitas tomar una ducha.” Dijo Kyungsoo.
“No te quejaste del olor de mi cuerpo ayer en la noche,” respondió Jongin. “Solo te quejabas de que iba muy lento.”
Kyungsoo se sonrojó terriblemente. “Cállate…”
Jongin rió y acarició con la nariz el cuello de su novio. “Deberías mudarte a mi habitación, en serio.”
“Quizás.”
“Siempre eres bienvenido,” dijo Jongin. “Siempre hay un espacio para ti.”
“¿Solo para mí?”
“Solo para ti.”
Jongin agarró un puñado de pétalos y los soltó sobre la cabeza de Kyungsoo.
Capítulo 14 → ← ---------------------------------------------
Estúpido y romántico Jongin ;;♥