Por que hoy es el maravilloss día en que nació
abaut_time y hay que celebrarlo como se merece, porque la quiero y me gusta hacerla feliz. Para ti he obligado a la musa sentarse a mi lado y mirar atenta como hacía este wallpaper y este fanfic. Con todo mi amor y lujurdia ♥ , espero que te gusten y los disfrutes ^^
Autor:
yokana_yanovickFandom: Lie To Me
Pairing: Cal/Gillian
Spoilers: 2x21
Palabras: 3.218
Besos, mentiras y cintas de vídeo
GILLIAN
Gillian se llevó la mano a los labios. No supo cuanto tiempo estuvo acariciándose con la yema de los dedos.
Había sido extraño.
Mentiría si negara que había deseado que sucediera. A veces, con una intensidad casi feroz. Incluso durante la discusión más agresiva aquel pensamiento estaba siempre ahí, escondido, latente, dispuesto a acallar sus labios con los suyos propios, si tuviera la oportunidad o el valor.
Cal podía sacarla de sus casillas muchas veces, pero aun así…
Se cubrió la cara con las manos y sonrió, incluso en la soledad de su apartamento aquel pensamiento la hacía enrojecer.
Empujó a un lado esa idea sólo para volver a recrearse en ese pedazo de su fantasía que se había vuelto realidad. Desde luego había sido extraño pero sin duda había sido agradable, más aún, hambriento, deseado. Por un segundo había perdido la noción de la realidad le había besado, una, dos, tres veces… y aun tras haberse separado no pudo mantener una farsa, que no estaba dispuesta a pensar más en ello para no volverse loca, pero en aquel preciso momento no lo era. ¿Lo habría notado?
Seguro.
Cal siempre lo hacía.
Había estado tan ensimismada disfrutando de la sensación que cuando terminó, el esfuerzo por centrarse de nuevo en el caso la hizo olvidar en que tenía que haberse fijado más en su reacción. Tan sólo tenía un vago recuerdo, ¿vergüenza? ¿nervios? No estaba segura de si podía fiarse de sí misma. Se maldijo por no haber estado más atenta.
No besaba mal. No besaba nada mal, de hecho. Conocía su olor, pero el tacto suave de sus labios la sorprendió. Siempre había pensado que un beso de Cal tenía que ser más áspero, casi agresivo. Era tan sumamente nervioso que no podía imaginárselo haciendo algo con calma. ¿El sexo con él sería igual?
"Oh, por dios Gillian, ¡cállate!" -se reprendió mentalmente con la risa amenazando por estallar en su garganta.
Acostumbrada a tener sexo su cuerpo lo echaba en falta. Con su divorcio esa sensación había sido diferente, había quedado tan aliviada con ello que esa parte de su vida fue mucho más llevadera entonces. Ahora que había perdido a Burn, y no por propia decisión, le echaba de menos y su cuerpo se lo hacía notar convirtiéndose en un mar de revolucionadas hormonas. Esto sumando al hecho de que siempre había sido fácil, excitante y divertido fantasear con Cal, no ayudaba a mantener su autocontrol.
Suspiró.
Ya que aquella noche no iba a ser capaz de centrar su mente en nada más que en lidiar con pensamientos que mejor mantenía ocultos, ni siquiera se molestaría en hacer la cena, cogió el teléfono dispuesta a satisfacer su frustración con una pizza, ¡y helado!
Había comenzado a marcar cuando la puerta sonó y la sacó de su ensimismamiento.
Abrió para encontrarse a un desenfadado Cal Lightman frente a su puerta con las manos en los bolsillos y una mueca en la cara.
CAL
Caminó por las calles de la ciudad con el viento en la cara. Los paseos nocturnos siempre le habían despejado las ideas.
“La deseo de la peor manera posible…”
Había puesto más verdad en aquellas palabras de lo que nunca pensó que iba a estar dispuesto a admitir.
Estaba celoso.
Estaba realmente celoso, y ni siquiera se había dado cuenta de ello hasta que se había visto obligado a pensar en ello. Tuvo que reconocer que fue una liberación admitirlo.
Había estado dándole vueltas desde que sus sentimientos le golpearon en la cara para poder salir a la superficie, pero había conseguido domarlos cuando asumió que no estaba dispuesto a arriesgar nada, y menos un ápice de su relación con ella. Se había auto-convencido tanto casi lo había dejado a un lado hasta que el siguiente caso se le presentó. Hasta que “tuvo” que besar a Gillian. Hasta sentir sus labios acariciándole, su aliento en la boca, la insistencia y la pasión real con que lo había besado. Hasta sentir su mano dándole calor en la parte interna de su muslo. Estuvo a punto de sufrir un shock de la sorpresa con la que el deseo anidó en él por algunos maravillosos segundos. Y más que en otra cualquier fantasía que se permitía tener, se habría dejado llevar por aquella sensación al fin del mundo, con público o sin él.
Desde entonces pensar había sido un esfuerzo sobrehumano.
¿Había sido real? ¿Lo había imaginado? Tuvo que reconocer que la sensación había nublado su juicio por algunos segundos.
Creía haber vislumbrado el deseo en sus ojos. No estaba seguro, no quería estarlo. La verdad había comenzado a trastornarlo y el miedo amenazaba con asomar las orejas. Habían trazado una línea por un buen motivo. Definitivamente Gillian era más inteligente que él.
Levantó la vista y se encontró frente a su puerta.
Por desgracia eso nunca había evitado que cometiera locuras de vez en cuando.
Sin pensarlo dos veces levantó la mano y llamó.
***
Los pequeños placeres son los mejores. Levantó la vista y allí estaba, vestida de manera casual, sonrojada y sorprendida de tenerle allí. No sabía si era su nerviosismo el que notaba o el hecho de estar allí plantado sin una buena razón.
-Hey, pasaba por aquí y me preguntaba… -“si te encontrabas bien, si te sientes diferente, si habías pensado en el beso que nos dimos…”- …si ya habías cenado.
Gillian sonrió con suavidad.
-Estaba a punto de encargar la cena, ¿quieres unirte? -tentó con un moviendo de cabeza hacia su apartamento.
-¿Comida china? -dijo acompañando el comentario con una mueca de asco.
Su compañera rió. -Nada de comida china, prometo que será algo que te guste.
Definitivamente no tenía dudas de ello.
-Bien, porque me muero de hambre -se hizo a un lado dejarle pasar.
Era agradable entrar en su apartamento, tan ordenado, tan elegante, tan acogedor y armónico, tan… Gillian.
-¡Vaya! ¿Algo que celebrar? -hizo un ademán con la cabeza para señalar la copa de vino que había sobre la mesa.
Gillian cerró la puerta tras él y se volvió para mirarle. -Oh, a veces con celebrar el fin de un día es suficiente -se rió entre dientes.
-¿Celebras que se haya terminado? -la miró burlonamente alzando las cejas.
Su compañera le dio una cariñosa palmada en el pecho -Sabes a lo que me refiero.
-Y yo que pensaba que besaba bien… -dijo fingiendo estar compungido mientras la miraba de reojo la reacción de su disparo a bocajarro. Pudo ver como se ruborizaba al tiempo que le rellenaba otra copa para él. Sin embargo, su comentario no la amedrentó, en su lugar alzó la copa para dársela y acompañar el gesto con un comentario. -Tanto como para perder el sentido -dijo riéndose.
Tomó la copa que le ofrecía con una sonrisa.
-Entonces no todo está perdido -y bebió mientras mantenía su mirada en ella. No había sido su intención al entrar en su casa, ni si quiera había sido su intención el hecho de llegar a su casa, pero literalmente se estaba pasando de la raya. ¡Y qué demonios!, por una vez quería saber hasta donde le dejaban llegar.
Gillian agarró su copa y para su sorpresa mantuvo su mirada mientras bebía. Después de saborear el vino con una parsimonia que estaba poniendo a prueba sus nervios, se lamió los labios tranquilamente y finalmente contestó.
-¿Lo estuvo alguna vez?
Casi se atraganta.
Y eso provocó otro ataque de risa por su parte.
Estupendo, ahora era ella quién se reía de el, sonrió para sus adentros.
-Estaba a punto de pedir una pizza, ¿te apetece? -alzó la voz mientras se dirigía hacia el teléfono.
-En realidad… -dijo posando su copa sobre la mesa- ¿no te apetecen tortitas?
Gillian se volvió hacia él con las cejas alzadas -¿tortitas?
-¿Sabes lo que me gusta ponerme mandilones de flores? Después del sexo es el vicio más grande que tengo, puedo volverme loco si junto las dos cosas… -le dedicó una mueca.
La vio reírse y sacudir la cabeza -Tu mayor vicio es volverme loca a mí… -dijo señalándose con un movimiento exagerado.
-Eso es totalmente cierto, querida -y lo que pretendía ser una broma terminó en un susurro casi seductor, en una décima de segundo la vio abrir los ojos más de lo normal ante la sorpresa y decidió que no iba arriesgar tanto, por ahora… Dio una palmada y adoptó el tono más dicharachero que tenía. -¡Ahora bien! Te lo voy a compensar cocinando para ti.
Gillian le permitió esa pequeña retirada y sonrió con suavidad.
-¿Necesitas un pinche? -dijo sacando sus utensilios de cocina para ponerse manos a la obra.
-¿Te importa mancharte las manos?, es mas divertido hacer las cosas entre dos -se encogió de hombros cuando ella le miró para ver si esa afirmación acompañaba algún doble sentido. Por una vez no era así. Porque sí era cierto, todo era más fácil con Gillian a su lado.
Cocinaron mientras bebían, y bebieron mientras cocinaban, todo al ritmo suave y lento de una balada de Edith Piaff que sonaba de fondo en el tocadiscos de Gillian. Si hubiese sido por él se habría pasado la mitad de su vida así, la otra mitad… sonaba irrespetuoso incluso decirlo en su cabeza.
-Entonces… Entre Locker, Burn y yo… ¿Con quién te casarías, con quien tendrías sexo desenfrenado y a quién tirarías por un barranco?
A aquellas alturas de la noche habían cenado sentados en la mesa de la cocina, bebido una botella y media de vino blanco y las carcajadas de su compañera era toda la música que necesitaba escuchar.
-Ohh… ¡por favor, Cal!
-¿Qué? ¡Pero si este juego es muy divertido…!
-Que cara mas dura -dijo riéndose.
-Venga, si me contestas te voy a por el postre -alzo las cejas intentando hacerla caer en la tentación.
-Eso es trampa...
-¡Exactamente! Diez años después empiezas a conocerme -dijo con gracia.
Gillian meneó la cabeza y la vio ceder sin palabras.
-Esta bien, veamos -se acercó a su lado de la mesa para rellenar la copa de vino.
Se apoyó a su lado para pensar detenidamente la respuesta.
-Oh, venga… ¿en serio tienes que pensarlo tanto? -le dio un leve empujón en el hombro con el suyo propio.
-En realidad no. Me casaría con Locker, tendría sexo con Burn y a ti… ya sabes lo que te toca -dijo sonriendo ladinamente mientras se acercaba la copa a los labios.
-¡Hey! ¿¿Me tirarías a mí por el barranco?? -dijo abriendo los ojos como platos- No me lo puedo creer -se llevó la mano a la cara fingiendo estar ofendidísimo.
-Te aseguro que a veces no será por falta de ganas -e inclinó su copa para brindar con la que él sostenía con una sonrisa de oreja a oreja.
-Y lo peor de todo no es eso, ¡sino que te cases con Locker! No me dejarías mas remedio que renacer de entre los muertos para impedir ese matrimonio…
-Pobre Eli, deberías dejar de meterte tanto con él.
-Bah, en el fondo le gusta.
-Y en la superficie te gusta a ti -puntualizó ella.
-Eso también -dijo sonriendo-. Pero además sería más acertado invertir la posición entre Locker y yo en tu decisión.
-¿Y eso por qué? -y por una vez le miró realmente sorprendida.
-Porque conmigo, más o menos, ya estás casada -le guiñó un ojo y levantó su copa-, por diez años de una unión que nos ha dado maravillosos momentos juntos, alguna discusión y una niña preciosa.
Volvió a escuchar su bonita risa al tiempo que brindaba con él por el Grupo Lightman.
-Ha sido la mejor decisión que he tomado en mi vida -Gillian habló mientras miraba su copa de vino, ensimismada en algún pensamiento mucho más profundo, más serio.
-¿Decirme “sí, quiero”? -tentó para sacarle una sonrisa más.
Por primera vez en la noche levantó la vista y le miró de una manera que podía haberle quitado el hipo de haberlo tenido, como no lo tenía, del calor lo que le apetecía era quitarse la camisa.
Se inclinó sobre él y lo cierto es que no supo discernir en que podía estar pensando, estaba apoyado en la mesa y Gillian se cernía sobre él a una lentitud que conseguiría provocarle una parda cardiaca. Después de invadir su espacio personal y antes de llegar a sus labios, habló a pocos centímetros de él tras dejar su copa sobre la mesa. Si se hubiese dado cuenta antes de la finalidad el movimiento no se habría puesto a hiperventilar antes de la cuenta.
-Decirte “sí, quiero” se ha convertido en lo mejor de mi vida -y el susurro llegó como aire cálido hasta sus labios. La miró a los ojos, estaban levemente vidriosos, hacía un par de copas que se había pasado de su tope y por eso, ahora, se inclinaba ante el una Gillian Foster bebida y si sus facultades no le fallaban, deseosa… Sonrió, ¿quién estaba seduciendo a quién?
Apartó la copa de ella antes de volver a hablar y a poner su autocontrol bajo llave, dadas las circunstancias.
-Estás bebida, cariño.
-Como tú -volvió a susurrar con esa voz suave que podría llevarle a la locura.
-No es verdad.
-Técnicamente lo es -dijo señalando la copa que tenía en las manos.
-Touché -dijo sonriendo, quizá no lo estaba tanto después de todo.
Se acercó un poco más a él, invadiendo por completo su espacio personal.
-Creí que habías dicho que me ibas a dar el postre si te contestaba a la pregunta.
-Sí -a aquellas alturas sólo podía pensar en lo bien que olía su pelo.
-¿Y?
-Dije que te lo iba a traer.
-No necesitas ir a ninguna parte para darme algo que me gusta… -ronroneó.
-Definitivamente estás bebida, amor -susurró suavemente casi contra su boca.
Y entonces le dedicó la sonrisa más deslumbrante que había visto en mucho tiempo.
-Definitivamente, sí.
Y entonces le besó.
Con suavidad, con mimo, como sólo Gillian sabía besar. Sabía a vino, a sal, sus labios estaban haciendo que su corazón tratara de salir del pecho de lo fuerte que golpeaba contra él y podía notar como la sangre comenzaba a quemarle las venas.
No tuvo la fuerza ni las ganas para negarle nada y a pesar del alcohol enterró la mano en su pelo y abrazó su cintura con tanto cuidado que la mujer que tenía entre los brazos gimió de frustración.
Una alarma en su cabeza saltó de manera dolorosa e incesante, un aviso de que probablemente no fue la mejor idea continuar con aquel delicioso postre. Con el poco autocontrol que había conseguido acumular rompió un beso que le estaba haciendo perder los papeles.
-Gill… -y antes de continuar ella le puso un dedo sobre los labios.
-Lo sé, Cal… -apoyó su frente contra la suya, acarició su mejilla con la nariz, besó suavemente su labio inferior y repitió -…lo sé.
-Te deseo… -gruño contra sus labios.
-…de la peor manera posible -sonrió.
-De la peor -sonrió a su vez y no fue capaz de aguantar más.
Giró para apoyarla contra la mesa y la besó con la pasión que había estado acumulando durante diez largos años. Gillian gimió ante la sorpresa pero no tardó en coger el ritmo, enterró las manos en su pelo y presionó su cuerpo contra el suyo, comenzó a quitarle la camisa con una urgencia que no se habría imaginado ni en mil años viniendo de ella.
Notó como le empujaba levemente hacía atrás y se alejó por miedo a hacer algo que ella no deseara. Gillian le alejó lo justo para jadear contra su boca una sola palabra “cama”. Habría querido cogerla de la mano, acariciarle la cara y guiarla por su casa en penumbra hasta tumbarla suavemente sobre el colchón, pero se ve que no era sólo suya la urgencia que corroía su cuerpo. A diferencia de eso, trastabillaron por el pasillo sin apartar las manos el uno del otro, dejando en el transcurso un rastro de prendas y de cordura.
Cayeron en la cama con una mezcla de suspiros y besos. Quiso parar, pero solo para comprobar que realmente estaba pasando, que realmente era ella. Quería capturar aquel momento para siempre. Beso su cuello, lamió sus pechos, acarició la curva de sus caderas que tantas veces había mirado contonearse por su oficina y cuando estuvo a punto de dar el paso definitivo, de cruzar la línea de manera absoluta, paró. Detuvo todo movimiento sólo para mirarla a los ojos, para saber que iban a estar bien. La aprobación llegó a modo de sonrisa, como siempre, suave, tierna, acarició su cara y besó sus labios mientras sus caderas le instaban a que continuara. No necesitó nada más. Se hundió en ella, despacio, sin reservas, completamente, capturando cada emoción, cada gemido… Enterró la cabeza en su cuello, besó el lóbulo de la oreja y se contuvo de susurrarle aquello que sentía. Sus piernas se enredaron alrededor de su cadera y comenzaron a moverse lentamente, al son de una balada casi inaudible, al de sus corazones latiendo aceleradamente.
El movimiento era tan suave que no tardaron en compenetrarse completamente, como siempre, como era habitual en ellos, como no podía ser de otra manera.
Aceleró sus embestidas cuando la noto moverse con ahínco bajo él, pero pareció no ser suficiente porque le empujó contra la cama y le montó a horcajadas. Tenerla encima cabalgando sobre él, ondeando sus caderas, balanceando sus delicados pechos, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos, sencillamente disfrutando del momento pudo con él. La abrazó, la besó mientras sus jadeos resonaban contra su oído izquierdo. Dios… podría morir así.
Apoyó sus manos en las caderas para acelerar el movimiento. Podía ver su orgasmo acercarse a pasos agigantados, y por fin, a la vez que Gillian gritó, escondió la cabeza contra su hombro, le agarró el pelo en una mano, clavó sus uñas en su espalda con la otra, y sus paredes apretaron a su alrededor de una manera casi feroz, todo al mismo tiempo. Fue entonces cuando creyó morir de placer. Con tal cantidad de estimulaciones su propio orgasmo no tardó en hacer aparición y se liberó en ella aún cuando sus espasmos daban los últimos coletazos.
Cayeron en la cama exhaustos. Hubiera querido evitarlo, pero no podía dejar de sonreír, y eso no era muy habitual en él. La miró de reojo.
-¿Quieres hablar…? -tentó.
-Sí -susurró soñolienta.
La abrazó y comenzó a acariciarle el pelo, porque le gustaba poder hacerlo, porque tenía miedo que fuese la última vez.
-Dispara, cariño.
-Definitivamente, sí.
-¿Qué…? -La miró sin comprender.
-Definitivamente Locker se va por el barranco… -le miró con una sonrisa mientras intentaba mantener sus ojos abiertos.
Se le escapó una carcajada.
-¿Ves? A veces incluso tengo razón… -dijo hinchando el pecho.
-Y una cosa más -dijo acariciándole el pecho.
-Dime…
-Me ha encantado mi postre, así es imposible desengancharse de las cosas dulces…
Sonrió y ella le besó.
-Duerme, Cal, aún seguiré aquí por la mañana -susurró contra sus labios.
Por una vez en mucho tiempo, durmió durante toda la noche, sin pesadillas, sin tormentos, con el calor suave de un cuerpo desnudo a su lado y un sentimiento permanente en el pecho. Durmió profundamente tan sólo para despertar y comprobar, como siempre, que ella siempre permanecía a su lado.