Titulo: Ménage à trois
Fandom: Axis Powers Hetalia
Claim: Hong Kong/Taiwán/Macao
Tabla: Reacciones
Prompt: Furia
Advertencias: Incesto, angst, poliamor
Palabras: 625
Disclaimer: Axis Powers Hetalia no me pertenece, es de Hidekaz Himaruya. Hago esto por mera diversión.
Resumen: "Hogar de tres", eso era lo que el hogar del maestro significaba para los tres. Hasta el día en que son separados. Ahora todo lo que puede hacer Hong Kong es añorarlos mientras los recuerda.
Notas Adicionales: [1/3],
aquí las notas de la autora.
1-. Furia
Eran los tres juntos. Unidos. Siempre. De pequeños se habían prometidos estar juntos hasta las últimas consecuencias. Los tres, como debía ser.
Al menos, era lo que hermana mayor les había prometido a ambos antes de dormir todas las noches.
Ella siempre había sido su alivio. Su salvación.
“- Hermana mayor ¿te casarías conmigo algún día? -Esa noche no había hecho un escándalo para dormir. Quería ser un niño bueno cuando ella los cuidaba en lugar de China. Y quería, por sobre todo, que ella lo viera como a un posible esposo, no como su hermano menor y consentido-. Taiwán…
Ella se llevó la mano con esa larga manga rosada a la boca, mejillas sonrojadas y párpados que se cerraban ensoñadores, fugaces como aleteos de mariposa.
-Hong Kong…
- ¿Te casarías conmigo también? -Macao apareció del otro lado del biombo, ya vestido para dormir al contrario de Hong Kong, a quien Taiwán trataba de cambiar pero él se negaba. Hong Kong, viendo a su hermano inmiscuirse, frunció el ceño inflando las mejillas. Molesto, muy molesto con su intromisión-. Sería muy feliz si te conviertes en mi esposa. Taiwán.
Ella rió nerviosa para disimular, pero era demasiado evidente que no sabía qué responder.
-Está bien. Me convertiré en las esposa de ambos con una sola condición: tienen que irse a dormir los dos ahora, antes de que el maestro vuelva. O no podré volver a cuidarlos.
Sin dudar ellos obedecieron. Ella le dio un beso en la frente a cada uno y les deseó felices sueños libres de pesadillas. Cuando se fue, Hong Kong y Macao se quedaron mirando en la misma cama grande. Sin parpadear, sin desafiarse como antes. Soñando despiertos. Esperando despertar a la noche siguiente y ser los hombres de esa mujer a la que tanto querían.”
Taiwán debió haber sabido que no hay promesas que se tomen más en serio que esas, menos las que se hacen a dos niños decididos a volverlas realidad.
Para desgracia de ellos, el destino quería meterse en medio y los separó a los tres. Un hombre de grandes cejas al que ahora debía llamar hermano mayor en lugar de a China lo arrebató de la casa en la que había vivido toda su vida para obligarlo a vivir en un mundo extraño. De malos cocineros, trajes ridículos y vándalos piratas que se hacían llamar caballeros. Así mismo, supo que Macao también había corrido con una suerte similar solo que en lugar de estar bajo el cuidado de Inglaterra estaba bajo los dominios de un hombre llamado Portugal.
Y Taiwán… ella se había quedado con el maestro, con el que no se llevaba bien en absoluto, quién no la apreciaba como ella merecía para luego ser arrebatada de su lado por Japón, ese infeliz.
Separados, los tres… esto tenía que ser parte de una horrible pesadilla. Qué era de Taiwán, qué era de Macao. Todos decían que la guerra no iba a acabar nunca. Mientras, los imaginaba a ambos. A él y a ella como él, solos, tristes, furiosos con el destino, necesitados del amor que solo entre ellos podrían darse. Tocaba sus labios, necesitados de los besos de ella. Cerraba los ojos y agudizaba el oído tratando de escuchar las palabras de su hermano mayor.
Golpeó la pared a su lado y dejó un hueco a causa de su fuerza. Era incapaz de sentirlos. De llamarlos. La desesperación de no saber si estaban bien o si estaban tan heridos como él era incuso más hiriente que sus propias marcas cicatrizadas. Odiaba a ese hombre que lo tenía en ese sitio, odiaba la guerra, estaba furioso y enojado con todo el mundo.
Solo quería verlos… otra vez. ¡¿Era tanto pedir acaso?! ¿Lo era?