Autor:
vejibraReto: Encuentro para
crack_and_roll Fandom: Avatar: The Last Airbender
Parejas: Zuko/Katara, Aang/Toph, Sokka/Azula, Tylee/Kuei (rey del reino tierra).
Título: Equilibrio
Palabras: 3547
Advertencias: Post Avatar, Drama, Infidelidad.
Notas: Necesita ciertas correcciones que haré en el momento, la situación se ubica en una fiesta de compromiso en el palacio real del imperior de la tierra. Los comentarios y reviews son bienvenidos :D.
Disclaimer: Derechos Reservados de Avatar:The Last Airbender a creada por Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko y la cadena internacional Nickelodeon. La historia no tiene fin de lucro es solo por entretenimiento.
"El punto de equilibrio de una relación es el amante"
- Anónimo
“Equilibrio”
Las risas y conversaciones inundaban el entorno del gran salón imperial, mientras las sombras ocultaban el rostro y las figuras que parecían inundar con secretos cortejos sus viejos romances. En la penumbra más oscura, cerca de uno de los grandes balcones, los ojos azules intensos brillaron acariciando la mejilla quemada del hombre a su lado, mientras esté besaba con delicadeza sus dedos morenos.
El sonido de pasos que se acercaban, hicieron que la joven pareja se ocultará en las sombras con ahínco, como si de un par fugitivos se tratará. En silencio observaron al grupo de maestros tierra que pasaban hablando de cosas vanas y sin sentido, cuando finalmente desaparecieron, ambos se relajaron.
Los ojos dorados del joven hombre se intensificaron tratando de grabar en su memoria la silueta delicada de la muchacha. Temerosa de un posible descubrimiento, la muchacha maestro agua, intentó salir a la luz de la fiesta sin ser notada, sin embargo una mano -fuerte- sostuvo su muñeca.
-No es el mejor momento -susurró la joven mientras trataba de alejarlo-. Podrían vernos y realmente no quiero ocasionar un escándalo en el aniversario de la liberación del reino tierra...
-Katara -un escalofrío recorrió a la muchacha al escucharlo pronunciar su nombre-. Nadie nos verá -abrió sus ojos dorados para ella, mientras la voluntad se le iba de las manos. Acercándola nuevamente hacia él, el muchacho tomó sus labios y la beso con intensidad, siendo correspondido por la joven a los pocos segundos.
La pasión quemo en sus cuerpos como un agobiante deseo. Sus manos recorrían rincones que no estaban permitidos, mientras los labios masculinos descendían entre las faldas de la muchacha, deseaba tocarla, sentirla, ya que si imagen parecía desaparecer con cada mañana que despertaba sin ella a su lado. La joven lo detuvo, moviendo sus manos lentamente hacía otra dirección. Los ojos azules llevaban un tinte melancólico en ellos.
-No podemos aquí... -susurró tomando su mano y acercándola hacia sus labios, saboreando el delicado aroma masculino que su piel emanaba. Cerrando sus ojos, el viento helado de primavera sopló sobre sus morenas mejillas-. Vamos al jardín... -estaba perdida en su mirada dorada, simplemente no podía tener control de sus acciones.
-Vamos -susurró él, extendiendo su mano hacia su mejilla, acariciándola uno segundos, sus ojos dorados expiraban un fuego frágil que lentamente lo estaba consumiendo. En silencio, ambos caminaron hacia las afueras de los balcones imperiales y se dirigieron al oscuro jardín.
- - -
La fiesta era colorida a su alrededor, varias personas habían saludo a su persona, una y otra vez, mientras el joven monje trataba de mantener su sonrisa habitual en todo momento. Buscaba con su mirada la figura de su prometida, que horas antes había desaparecido. Por un momento suspiro de no hacerlo, pues tenía otros asuntos personas que resolver. Pasando una mano por su cabeza pelada, el muchacho se preguntó ¿qué exactamente era lo que estaba haciendo?. Cerró sus ojos grises tratando de calmar el latido de su corazón, pero fue inútil cuando otra figura femenina se acercó a su lado.
Llevaba el cabello suelto hasta la cintura, resaltando con contraste las facciones de su rostro además del color de su piel porcelana. Los ojos ciegos se mantenían inertes mientras una sonrisa secreta se daba entre los dos. Aang sostuvo su mano, entrelazando sus dedos en un grato silencio. Había un mensaje entre ambos, algo secreto que solo dos podían saber.
En ese momento un par de soldados se acercaron a la pareja, haciendo que ambos se soltarán. Un saludo formal se hizo presente y ambos jóvenes se miraron el uno al otro, una vez que los presentes se retiraron, se miraron.
-¿Cómo has estado pies ligeros? -la muchacha sonrió acomodando su largo cabello negro. Aang sonrió al viejo sobrenombre.
-Bien, Toph, bastante... bien.
-Escuché noticias -susurró la muchacha aparentando cierta comodidad, la vista que tenía del lugar era figuras en movimiento, sonidos, formas que sus pies podían sentir al contacto con las vibraciones, era como ella veía el mundo. Sin embargo ante la expresión silenciosa de su acompañante aclaró su voz-. No tienes que explicarme nada -mantuvo la voz en calma-. No es tu responsabilidad, se supone que debía suceder de está forma... -hubo un largo silencio. El avatar frunció el ceño.
-Tenemos que hablar -una pareja paso a su lado, el muchacho sonrió en ese instante mientras la joven maestro tierra se mantenía firme.
-No creo que sea el momento adecuado pies ligeros, si Katara nos ve...
-Ella desapareció hace unos momentos, y no creo que piense nada negativo al respecto de dos viejos amigos...
-¡Claro! -respondió con ironía la muchacha tomando entre sus manos la tela de su vestido, se sentía extraña con aquellas ropas, sentía que no era ella misma-. ¿Desde cuando dos viejos amigos hacen viajes juntos?... mintiendo a sus parejas actuales sobre lo que realmente...-silencio, la joven no pudo continuar lo que quería decir, realmente estaba molesta ante toda la situación-. No creo que debo dar explicaciones -sonrió, una sonrisa demasiado placentera para el joven avatar.
Aang estaba preocupado por ella, sostuvo su mano en silencio mientras trataba de arreglar toda la situación. Katara era su prometida, pero no estaba al momento y aunque sabía que amaba a la maestro agua, algo lo había comenzando a dirigir intensamente hace meses hacia la maestro tierra. Las manos del avatar temblaron, al sostener con cuidado la tela del vestido de la muchacha.
-¿Algo sucede...? -preguntó dudoso dirigiendo su mirada a la muchacha.
-Tenemos que hablar -murmuró la muchacha seria, algo poco habitual en ella, los ojos grises sin vida lo observaron, aunque ella no veía físicamente, podía observar el corazón-. En privado, es algo... importante -dicho esto se retiró en dirección contraria, buscando una sala conjunta al gran salón para conversar. Aang miró en todas direcciones antes de seguir a la joven mujer.
- - -
Sus mejillas se sonrojaron por la intensidad de los besos, sus manos entrelazadas sobre su largo cabello mientras su respiración cálida penetraba el aire que parecía consumirlos. Los ojos azules del muchacho miraron con cierta devoción la imagen irrevocable de la dama bajo su cuerpo, mientras el sudor cubría sus sienes.
No sabía últimamente que era lo que estaba sucediendo con él y con sus propias acciones ni el mundo que lo rodeaba, solo comprendía que no se supone que debía hacer lo que estaba haciendo y mucho menos cuando había alguien que esperaba por su retorno a la isla de Kyoshi.
Sin embargo su presencia era intoxicante como la presencia del sol que había olvidado hace mucho tiempo, y aún así trataba a la vez lo aterraba. Ella que alguna vez había sido un monstruo encarnado no era más que una joven solitaria cuya mente parecía aun no adecuarse al nuevo mundo al que pertenecía.
Y él estaba perdido en su presencia porque realmente no debía estar en ese lugar ni en ese momento, debía estar junto a su hermana y el prometido de su hermana, celebrando el aniversario de la liberación del reino tierra, y también su mundo.
Se levantó con lentitud, alejando su cuerpo de la joven mientras acomodaba su ropa desarreglada, los ojos dorados lo observaron con cierta fragilidad. En su mente recorrieron pensamientos confusos y arrepentimientos de un viaje que no debía realizar, entre ellos una promesa que parecía estar perdiendo sentido se hizo presente.
La muchacha a su lado se levantó de su posición entrecerrando los ojos color dorado mientras extendía una mano hacia él, intentando tocarlo. El muchacho de la tribu de agua desechó aquel contacto, dejando a la joven confundida.
Hubo un instante en el silencio de la noche oscura, detrás de los jardines principales del palacio imperial, que la joven princesa comprendió. Talvez en su derecho por anhelar algo que no debía tener, había perdido la cordura y ahora no era más que una caja vacía de lo que solía ser, dejando a merced de los depredadores que por un segundo quisieran enseñarle lo que ella carecía, pero al parecer ya era tarde para los dos.
-¿Estas arrepentido? -preguntó peligrosamente mientras entrecerraba su mano en un puño. El joven dio un largo suspiro.
-No es exactamente la situación, es solo que...
-No sabes lo que realmente quieres, supongo -susurró lentamente mientras acomodaba su vestido-. Aún así viniste a mi, la hija de la nación del fuego, la hija corrupta y demente que mantienen bajo vigilancia veinticuatro horas al día en una desesperada acción para evitar que pierda el control, y cuyo guardián personal se suponía no tocarla… -una risa cruel provino de sus elegantes labios mientras trataba de mantener la cordura. Los ojos azules la observaron.
-Me tentaste...
-Sokka, hermano de la futura esposa del avatar, realmente eres un idiota -sonrió con crueldad servida en sus palabras, pero una tristeza reflejada en sus ojos-. Está era una fiesta monumental, dónde si te complacía ni siquiera debías acercarte a mi, pero aún así me seguiste, al marco monumental de este solitario jardín -sus labios mostraron una mueca seductora-. No me habrías tomado si realmente no me desearás... -se levantó con cuidado arreglando su vestido color cofre, mientras su cabello negro caía sobre su cuerpo-. Además que daño puedo hacer ahora, que el avatar me ha quitado todo derecho a mi poder de nacimiento... soy tan solo la descendiente corrupta de la nación del fuego -lentamente se acercó al joven colocando ambas manos alrededor de el rostro masculino. El muchacho se movió a un lado evitando mirar en la atractiva visión de la princesa, era una tentación, un deseo que lo estaba consumiendo.
-Esto no está bien -se quejó momentáneamente y recordó lo que una vieja anciana vidente le había mencionado, estaba destinado a sufrir catástrofes, por su propia voluntad. Angustiado intentó huir sin embargo la princesa de la nación del fuego, la prisionera de sus propias habilidades lo acorraló, posando sus labios carnosos sobre los suyos.
-Shhhhh… -susurró, acariciando lentamente los hombros del muchacho-. Déjate llevar por este momento, solo es nuestro, únicamente nuestro... -y sin darse cuenta estaba convencido de que la princesa sería su condena.
- - -
Admiró el decorado alrededor del trono dorado del rey. La joven de ojos castaños estaba segura de que nunca había mirado algo tanto bonito, el trono del rey era sin duda una de las cosas que sabía admirar a plenitud.
Lentamente paso una mano por el asiento principal, mientras un ligero nerviosismo la cubría. No estaba realmente segura de lo que estaba haciendo, pero en el fondo de su ser, sabía que este era el momento adecuado. Una suave voz, delicada y amable le habló.
-¿Te encuentras bien, querida mía? -la ex acróbata de circo y guerrera Kyoshi observó a su prometido con dulzura. El rey de la tierra era un hombre mayor, pero era agradable y cuando se retiraba aquellos lentes delicados sin duda era atractivo, al menos para sus ojos y para Tylee lo importante no era el físico de la persona, sino lo que él sentía hacia ella. Jamás se había sentido tan amada y respetada como él la hacía sentir.
-No realmente no lo estoy, todos mis amigos vinieron a la fiesta, incluso Azula fue liberada para está ocasión -la muchacha sonrió, pensativa-. Aunque creo que tenía un guardia protector especial, el hermano mayor de Katara, para mantenerla bajo control, ya sabes como puede ser Azula... -sonrió nerviosa ante su declaración.
-Por supuesto, quería mía, aún no olvido lo que sucedió en la ocupación tiempo atrás de mi reino -sonrió suavemente por lo que la joven guerrera se sonrojó con mayor intensidad-. ¡Ah! Sobre eso…
-Shhh -el rey de la tierra colocó un dedo sobre los labios rosados de la muchacha-. No es algo que deba importar, no ahora que nos encontramos en nuestra fiesta de compromiso -Tylee cerró los ojos ante el suave contacto del hombre, quién lentamente inclinó su cabeza y depositó un suave beso sobre los labios de la joven.
-Kuei -susurró.
-¡Shhh! -el hombre hizo un ademán de silencio mientras sus mejillas de cubrían de color carmesí. Ambos dirigieron sus miradas hacia el gran salón. Entonces, la muchacha y futura reina captó ciertas actitudes de sus invitados especiales que mucho antes no había notado. Un ejemplo claro estaba en que Mai se encontraba sola conversando con el jefe de seguridad de la nación del fuego, mientras Zuko no podía verse por ninguna parte, sin embargo por un leve segundo a la distancia entre las columnas en medio de la oscuridad, la joven de ojos castaños pudo divisar la figura de un hombre muy similar al soberano de la nación del fuego. Sin embargo al instante, su figura desapareció por lo que la muchacha pensó que lo había imaginado.
También vio a otra joven pareja, muy reconocida del avatar y la maestra tierra ciega que se encaminaban a una de las salas externas del lugar, había una seriedad impredecible en la joven que nunca antes había visto Tylee.
En ese instante vio entrar en la sala principal a Azula, acompañada del joven guerrero agua, la princesa tenía una expresión lúgubre en su rostro que asustaba a unos cuantos presentes, sin embargo mantenía una sonrisa satisfactoria. Después de perder sus poderes la muchacha se había quedado con nada más que su orgullo. Instintivamente Tylee corrió hacia la princesa de la nación del fuego, alejándose de su prometido. Efusivamente la abrazó aunque Azula no correspondió dicho abrazo.
-¿Sigues molesta? -preguntó con timidez la muchacha acomodando su cabello castaño.
-¿Debía no estarlo? -Respondió con ironía-. Si mal no recuerdo me encuentro en mi estado actual, sin posición ni habilidades porque ciertas “amigas” decidieron traicionarme.
-Azula… -bajó la cabeza herida.
-De todos modos, era mi obligación venir a celebrar lo que sea que tengas ahora... además, el viaje no fue nada desagradable… -el tono de su voz era insinuante mientras sus ojos dorados dirigían una mirada inquisitiva al guerrero agua. El joven se sonrojó unos instantes, aclarando su voz.
-Yo... iré a buscar a Katara -dicho esto se retiró de la escena.
-¿Qué fue eso? -preguntó curiosa la muchacha.
-Nada en particular, solo, digamos que aún tengo cierto poder sobre los hombres.
-¡Azula! -las mejillas de la muchacha se sonrojaron, mientras la princesa sonreía ampliamente-. No soy la única que hace esto Tylee, si supieras los secretos de mi “adorado” hermano… -una sonrisa cruel-. Mai se arrepentirá de haber elegido a Zuko en lugar de a mi.
La insinuación era clara, pero la joven se hizó de oídos sordos, realmente lo había comprendido hace mucho tiempo, pero deseaba algunas veces que lo que Zuko hacía no hiriera a Mai, sin embargo en un mundo como aquel, eso no era posible.
- - -
Se mantuvieron en silencio mientras recogían sus ropajes, las vestiduras color rojo y azul esparcidas en el pasto. La luna brillaba en los cielos mientras los ojos azules la observaban. Un par de brazos se colocaron alrededor de si cintura desnuda.
-Debemos detenernos... estamos hiriendo a dos personas que apreciamos -el susurró de su voz era como un lamento, el contraste entre el color de si piel era evidente, la de ella era morena, la de él pálida.
-Katara… -susurró tomando su mentón entre sus dedos-. Desearía que las cosas fueran diferente, que me hubiera dado cuenta de lo que siento antes, no ahora cuando...
-Es demasiado tarde... -sus labios se unieron-. Lo sé, pero no quiero seguir ocultando estó, lo que pasa entre nosotros, siento... nos está destruyendo -los ojos dorados la miraron impacientes mientras acariciaba su mejilla.
-Realmente no sé lo que hago, pero cuando estoy a tu lado el mundo parece diferente... yo...
-Aang me pidió matrimonio -la declaración era directa, ocultando sus sentimientos. Hubo un largo silencio en lo que ninguno pronunció palabra-. Zuko, ¿dime lo que piensas?
-¿Qué quieres que diga al respecto? -su voz era dura, pero era sincera, su relación no era más que un secreto en la oscuridad de cala pilar, pasillo o jardín en la que se encontraban, además de las cartas secretas que se enviaban-. Ya tomaste tu decisión, lo más seguro es que contraigas matrimonio en la próxima primavera…
-Zuko -la muchacha frunció el ceño-. No hables de esa forma... Aang, nosotros... -hubo una pausa en sus palabras mientras trataba de encontrar las adecuadas-. No puedo lastimarlo, no ahora, él me necesita, nosotros...
-¿Qué hay sobre nosotros? -preguntó inquietante el maestro fuego.
-Estas casado.
-Puedo pedir una disolución.
-Es mentira, no la pedirás, porque Mai es importante, no quieres dañarla, lo mismo que me sucede a mí con respecto a Aang -lentamente terminó de recoger sus ropas y colocarlas sobre su cuerpo, no le gustaba estar sin ellas, porque el deseo aún era latente en los ojos de Zuko-. No… podemos hacer nada.
-Y pese a ello no puedo vivir sin ti -sujetó su muñeca fuertemente, mientras la apegaba a su pecho-. Katara…
-¡Katara! -un gritó los interrumpió, lentamente se arrinconaron a la maleza que los cubría cuando la figura de Sokka asomó en la esquina. La muchacha frunció el ceño. Debía ir con su hermano antes de que los descubrieran, sin embargo Zuko no la dejaba ir.
-Déjame ir... -susurró con tristeza-. Si no lo hago él nos descubrirá.
-Prométeme que no te irás, no hasta que terminé la fiesta... Katara yo...
-Lo sé -susurró lentamente acercando sus labios a los del joven, el aliento cálido de Zuko era un afrodisíaco para ella. Sin despedirse o decir palabra alguna salió de los matorrales y se dirigió hacia su hermano, quién notó su nerviosismo.
--¿Pasa algo...?
-Nada, solo quiero buscar a Aang, la fiesta se está tornando aburrida… -su mirada azul se dirigió unos segundos hacia el escondido joven, había un dolor y una esperanza en su contacto visual. Cerró sus ojos. No podía dejarlo, él era su condena, y su equilibrio.
- - -
El muchacho abrió sus ojos grises asustado de lo que acababa de decir la maestra tierra, trató de acercarse a ella y sujetar su brazo, incluso abrazarla porque lo necesitaba, sin embargo ella lo rechazó.
-No tienes que preocuparte por nada al respecto -susurró-. Haru y yo, hemos estado... tomando las cosas suavemente, pero no está noche, no habrá ninguna diferencia y... ¿quién mejor para más mentiras que yo? -los ojos grises se abrieron en sorpresa.
-No estas insinuando que...
-Dormiré con Haru está noche, así nadie sabrá de... mi asunto.
-¡También es mi asunto Toph! -el maestro aire tomó un largo respiro pasando su mano por el cuello-. Realmente, yo... Toph.
-Dijimos que solo duraría un verano pies ligeros, y fue así como sucedió, solo que no esperaba que... hubiera consecuencias al respecto -una sonrisa leve se curvó en sus labios-. Solo espero que cuando crezca no haga ademanes de controlar tan desastroso elemento como el aire.
-¡Toph! -sus mejillas se tiñeron de rosa. Suavemente e inesperadamente la maestra tierra lo besó apasionadamente.
-Recuerda el verano entre nosotros, siempre -susurró con lentitud y se alejó hacia la puerta-. Le diré la verdad cuando sea grande, ahora creo que no lo necesita -dicho esto cerró la puerta, Aang intentó correr hacia ella, porque en el fondo sabía que sus sentimientos estaban claros pero por miedo a herir a Katara no los había declarado. Intentó alcanzarla, pero al abrir la puerta se encontró frente a frente a su prometida.
La maestra agua frunció un ceño, mirando a su Aang confundida.
-¿Sucede algo?
-Nada, absolutamente nada -pese a su sonrisa, el guerrero agua notó que algo era diferente, sin embargo el anuncio oficial del compromiso retumbo entre los presentes por lo que ninguno pudo conversar más. Finalmente todos se dirigieron al salón principal.
Aang se mantuvo junto a Katara, tomando su mano, mientras en la distancia un par de ojos dorados los observaban. Zuko se encontraba junto a su esposa, que colocaba ausente y perdida en la presencia de su esposo su cabeza en su hombro. Era un momento pacífico, pero no era ciega a las miradas distantes y inquisitivas que se daban entre la maestro agua y Zuko. Sin embargo era preferible no ver ni escuchar. Había aprendido eso de su propio padre, algunas veces si quieres mantener algo, debes callar.
Toph se sujetó de uno de los brazos de su novio, Haru, mientras sonreía fingidamente, colocando una mano sobre su vientre, en la distancia podía sentir las vibraciones que la presencia del avatar le daban. Dando un largo suspiró aplaudió ante la celebración de la feliz pareja.
Azula los observaba a todos con detenimiento, todos eran unos tontos, sin embargo sabía perfectamente lo que era vivir una doble vida. Cerrando sus ojos levantó una copa ante la aburrida celebración. Todos era unos idiotas, perdidos, sin embargo hasta ella en medio de la fiesta sonrió a la leve mirada azulada que le dirigió el joven guerrero agua.
El equilibrio era necesario, aunque estuviera devastado de engaños. Bebió de su copa celebrando el compromiso de Tylee con el rey del Ba Sing Se. Si, el equilibrio siempre era necesario.
-Salud.
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