(no subject)

Mar 26, 2007 00:36


FANDOM: Heroes

PAREJA: Nathan/Peter

RATING: NC-17 (sí, temblad)

SPOILERS: Post-Parasite, esto es, todos los que no hayáis visto 1x18, FUERA. I mean it, tú también, Neus, que te jodo la serie.

NOTAS: Como digo, esto es post-parasite, justo después del capítulo. Gracias a
sineh, que es una santa y me lleva aguantando toda la noche xD

I look at you,
You look at me,
We bite each other.
And with your bitter words you kick me in the gutter.
But my troops are bigger than yours
'Cause you'll never stand my fight.
Ours is a family that's based upon tradition
But with my careless words I tread upon your vision.
Are five kids better than one, who doesn't like to be gone?

(Stuck in the middle, by Mika)

***

A veces le parece que son dos realidades muy distintas. Está el mundo real y están los Petrelli.

El mundo real pasa demasiado rápido y casi nunca tiene sentido, últimamente lo tiene aún menos. Te golpea y te golpea y luego te ancla al suelo para que puedas observar cómo te desangras sin poder hacer nada para evitarlo.

Petrelli. Es más que un apellido. Es un concepto hermético y continuo, la única constante dentro del universo. Mezcla de sangre y mentiras y amor y un toque de sadismo. Los Petrelli tienen su propia maraña de códigos morales y estructuras prioritarias. Los Petrelli van primero, luego pasa el mundo.

Últimamente, los dos conceptos se entremezclan, y Nathan tiene la sensación de que es sólo otra imaginativa forma del universo para joderle un poco más la vida.

***

No se espera encontrar a Peter en su estudio. De hecho, no se espera encontrar a Peter en absoluto, en ningún lugar, porque es Peter, y siempre tiene un método nuevo para conseguir que la muerte le pise los talones.

Es por eso que lo que menos le sorprende de la situación es la línea de sangre seca en medio de la frente, y el hecho de que no hay ninguna cicatriz.

- Peter...

Está en la esquina del estudio, en el suelo. Rodillas pegadas al pecho, blanco y escarlata, temblando por dentro y por fuera. Nathan quiere preguntarle de quién es la sangre, pero ya tiene demasiados asesinatos encima por un día, cometidos o no, y todo lo demás se acumula en su mente. LindermansimoneclairePETER. Aunque siempre está esa constante que prevalece. La sangre. Petrelli. Peter.

Repite el nombre y esta vez Peter levanta la cabeza, despacio, como a punto de quebrarse, y la voz rompe el aire poco a poco. “No sabía a dónde ir”, aprieta las rodillas contra el pecho.

De repente, Peter tiene seis años y ha roto uno de los jarrones de la casa. Se esconde en su habitación y espera a que el temporal pase. Nathan y Peter, y ese es el lazo que sirve de punto de partida a todas las cosas.

Se pone en cuclillas, frente a él, y Peter le rehuye su mirada. Le coge la barbilla con la mano y le levanta el rostro hasta que Peter no puede evitar mirarle, hasta que no puede esconderse.

- ¿Estás herido? - niega con la cabeza, Nathan continúa examinando - ¿De quién es la sangre?

- Mía - es casi un susurro, y, si el estudio no fuera puro silencio condensado, Nathan no lo habría oído.

No pregunta, y tiene la sensación de que Peter tampoco quiere contestar. Le tiembla el rostro bajo los dedos, y tiene los ojos rojos, como si quemaran en contacto con el aire.

- Pete... - su tono tiene eso, como un sentimiento contenido. Rabiaenfadofrustración. No sé lo que has hecho, Pete, pero podrían haberte matado.

Y de algún modo es suficiente, porque Peter se rompe bajo el contacto, y es él quien tiene que sujetar los pedazos. Como siempre.

***

Al final termina por no contar los minutos. Cuanta las convulsiones de Peter, el número de manchas de sangre que le está dejando en el traje. Las veces que intenta decir algo, cualquier cosa, Pete, y tiene la garganta demasiado seca, demasiado agarrotada. Dios.

La conversación con Linderman resuena en su mente, y tiene que mandarla callar, porque no es momento de que actúe el mundo real. Ahora es Peter, los Petrelli y nada más. Nada. Sangre y familia y Peter.

Peter se le agarra como si fuera un ancla. Y quizá lo es, en su mundo. Siempre lo ha sido, y lo sabe. Se ha aprovechado de ello muchas -demasiadas- veces, y no se arrepiente en absoluto. Peter es suyo, lo que él le ha hecho que sea. Y quizá es arrogante -inmoral, enfermo-, pero es lo que hay.

- Tienes que contarme lo que ha pasado, Pete.

Tiene los ojos cerrados, contra el traje. Las mejillas saladas y rojizas, y las convulsiones siguen ahí, incluso cuando ya no hay lágrimas. Nathan se quiebra un poco más por dentro. Lo siento, Pete.

Al final se aparta, se queda contra la pared y Nathan no deja de tocarle la cara. Es casi un ritual a estas alturas. Contacto físico continuo, firme y rugoso. Su propia manera de decir sigo aquí y no voy a dejar que te pase nada, incluso cuando acaba de traicionarle. Le traza las mejillas con los pulgares y Peter respira hondo y se inclina contra el contacto.

Para llegar al bien de muchos hacen falta ciertos sacrificios, Nathan. Quizá Linderman tiene razón, pero aún queda mucho para eso. Y puede encontrar otra manera, sabe que hay otra manera.

Peter palpita bajo el tacto, caliente y exhausto, y asiente con la cabeza, casi imperceptiblemente. Nathan no aparta la mano.

Le habla sin sentido. Sylar y Suresh y Me mató, Nathan. Me abrió el cráneo y lo sentí y lo... lo... La voz se quiebra, y Nathan asiente y traga saliva. Como si estuviera bien. Todo está bien.

- No sé cómo lo hice, Nathan. Y no sé... - traga saliva - Mohinder estaba destrozado.

- ¿Está...? - y por un momento Peter parece confuso.

- Está bien. Creo. Lo llevé al hospital - apoya la cabeza contra la pared, cierra los ojos -. Dios, no sabía que... Esto se me está yendo de las manos, Nathan. Casi muere, y muero y... Y...

Le atrae hacia sí, con la mano en la nuca, y Peter entierra el rostro en su cuello y desliza las manos por debajo de su chaqueta. Nathan dice “está bien, Pete”. En su mente suena a joder. Joderjoderjoder, y lo único que puede hacer es apretar más a su hermano.

***

Peter casi le muerde cuando insinúa algo sobre acompañarle a limpiarse un poco la sangre y cambiarse de ropa. Como si presentarse en casa de tu hermano con un ataque de pánico y lleno de sangre fuera lo más normal del mundo. Estoy bien, Nathan, y le tiemblan tanto las piernas que le dan ganas de pegarle una bofetada.

Puede que lo haga, después. Ahora lo que necesita es respirar.

Le presta una sudadera y unos vaqueros, pensando que tienen suerte de que Heidi y los niños no estén allí. Habría sido curioso de explicar.

- ¡No manches nada! - se lo grita desde fuera del baño, antes de dejarse caer encima de la cama y enterrar el rostro entre las manos.

Apocalipsis, hija ilegítima y hermano perseguido por un psicópata, todo en un mismo día. Cuando escriba su autobiografía tendrán que colocarla en el estante de ciencia ficción, y aun así se quedarán cortos.

Respira.

Respira.

Demasiado para asimilar, demasiados datos. La vida era más fácil cuando podía ignorar estas cosas, cuando el mundo giraba alrededor de los Petrelli y no al revés.

- ¿Estás bien?

Peter le observa desde el marco de la puerta, con una maraña de ropa en las manos y rostro demacrado, pero limpio. Nathan le escruta con atención.

- ¿Qué le ha pasado a tu pelo?

Sonríe de medio lado, como tembloroso, y se lleva una mano a la frente.

- Corte radical - pausa. Nathan se levanta de la cama -. Necesitaba un corte de pelo, de todas formas.

Se lame los labios con la punta de la lengua cuando Nathan está a dos pasos, aparta la mirada. “Siento haberme presentado así en tu casa. No quería montar esta escena” y no queda ni rastro de la sonrisa en sus labios.

Nathan no sabe qué hacer, ni qué sentir. Miedo, preocupación, rabia, asco. Todo se entremezcla, y Peter suelta la ropa ensangrentada cuando Nathan le acorrala, cuando le empuja con fuerza contra la pared y le muerde los labios.

No dejes que te maten, y Peter le besa, manos temblando, explorando y sacándole la camisa del pantalón. Busca la piel, como si necesitase el contacto. Busca y encuentra, y le araña la espalda cuando le empuja más cerca, cuando le besa, frenético e impaciente, con toda la boca y casi por inercia. Murmura “no lo haré” contra sus labios y Nathan no sabe si ha hablado en voz alta o no. La verdad es que le da igual.

Le agarra el pelo con una mano, tira lo suficiente para dejar su cuello expuesto. Palpitando y caliente, y Peter gime con los ojos cerrados cuando lame la piel, el agua y los restos de sangre. Cuando besa y hunde los dientes y nodejesquetematenporfavor una y otra vez. Necesitado y patético, y ha llegado a un punto en el que ni siquiera le importa. No en lo que concierne a Peter.

“Dios, Nathan...” va a medias entre un susurro y un gruñido, y Nathan deja rastros de saliva por su mandíbula mientras su mano busca los pantalones. Mío. Besa y empuja, con la cadera y el pecho, con una mano entre medias y tanto calor que teme que vaya a fundirse allí mismo. Muerde míomíomío y Peter jadea debajo de él. Saca las manos sólo para intentar arrancarle la chaqueta, y Nathan se las aparta de un manotazo. Le sujeta las muñecas con una mano enorme, áspera, y Peter le mira divertido. “¿Qué estás haciendo?” casi riéndose. Las sostiene por encima de su cabeza “esto no es un juego, Pete”, y gruñe antes de trazar sus labios con la punta de la lengua. No lo es. No somos niños y ya no se juega. Las manos intentan soltarse cuando Nathan mete la otra mano entre medias de nuevo. Gilipollas. Baja la cremallera de los pantalones y palpa su erección por encima de la tela. Podrías estar muerto, Pete.

- Lo sé - contesta en un murmullo, con la cabeza contra la pared y los ojos cerrados. Cuello desnudo y labios demasiado rojos -. Lo sé - parece a punto de romperse, y Nathan no ha visto nada más bello en toda su vida.

- Pues no actúes como si te diera igual.

Mete la mano bajo la ropa interior, y Peter sisea. Acaricia lento, apenas sin rozar, notando las cosquillas del vello púbico en sus nudillos y sosteniendo las manos de Peter mientes éste intenta soltarse. “Nathan, por favor...” y Nathan apoya la frente sobre la suya, respira encima de su rostro y continúa el ritmo, sin dejar que Peter le roce cuando se mueve, cuando intenta buscar la fricción y Nathan le sujeta la cadera contra la pared. Mío, pero en realidad dice “shhh...” y Peter murmura “tuyo” casi antes de darse cuenta.

Nathan arde. Debajo de la piel y encima. Duro contra los pantalones y fuera de esa barrera que le separa de Peter. No separa la frente cuando agarra la erección de Peter, firme y áspero, moviendo despacio y acariciando la punta, y Peter está húmedo y mordiéndose los labios para que no se oigan los gemidos. Nathan respira entrecortado, garganta seca y dedos húmedos, ritmos constante y palpitando tan fuerte que cree que se oye en otro estado.

Sabe que Peter va a correrse cuando el ritmo deja de ser lento y comienza a ser casi frenético, sin que él pueda evitarlo. Cuando Peter tiene los labios semiabiertos y tiene que besarle con toda la boca, rápido y casi sin saliva, porque está ardiendo y tiene la boca seca. Pero le mete la lengua entre los labios y sus pechos casi se tocan. Largo y agresivo, con mordiscos y la lengua entrando y saliendo al mismo ritmo que la mano de Nathan. Explora y saborea y mío y Peter lo vuelve a repetir. Dice “tuyo” una y otra vez contra sus labios y la boca ocupada, ahogándose en su garganta, pero Nathan lo oye de todas formas.

Peter se corre en sus manos, pero se deshace en su boca, e inmoral nunca ha sabido tan bien.

***

- Tengo una hija.

No sabe por qué lo dice. Suena extraño, alienígena. Siempre es tengo dos hijos. Tengo una mujer preciosa. Tengo dos hijos increíbles. Ahora le suma tengo una hija, y sabe extraño al dejar su lengua.

Están tumbados en la cama. Ropa arrugada, demasiado cerca, y la habitación huele a sexo y a incesto. A Nathan no le importa, está acostumbrado a ello. Se apoya sobre su codo, rostro en la palma de su mano.

Una de sus piernas está entrelazada con la de Peter, y cuando le mira confuso, Nathan le retira el pelo de la frente.

Respira irregular, cansado.

- Tiene dieciséis años - continúa, y Peter no dice nada. No sabe qué es mejor -. Se llama Claire.

Su hermano sonríe como si algo fuera terriblemente irónico, y se deja acariciar. Nathan no aparta la mirada ni un segundo.

La habitación se queda en silencio, Nathan continúa metiendo los dedos entre el pelo de Peter. Demasiado largo, mutilado en el frente. Bueno, alguien lo tenía que hacer tarde o temprano.

- Puedo leer la mente - dice Peter. Suena como si hablase sólo para romper el silencio y se humedece los labios con la lengua, mirándole desde abajo.

- Ya lo había notado - casi tiene ganas de sonreír. Es posible que lo haga, en algún momento.

De momento se contenta con eso. En esa habitación, al menos, su lógica es simple, y se reduce a Peter, vivo y con él. Realmente es lo único en lo que quiere pensar en ese momento. Y si el universo decide volver a mezclar el mundo real y a los Petrelli en algún futuro cercano... Bueno, digamos que cruzará ese río cuando llegue a él.

fandom: heroes, tipo: slash, pareja: petrellicest

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