Confesiones erróneas. - (6/?) parte II.

Jul 05, 2012 02:13





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Tal y como el bebé le informa, a partir de ese momento Gokudera Hayato comienza a fastidiarlo con tus tonterías y absurdas propuestas (o patéticos intentos, mejor dicho) para que salga con él, porque aquello parece cualquier cosa menos eso, una propuesta, aunque tampoco le sorprende.

Es el herbívoro rebelde después de todo y él no es Sawada Tsunayoshi por lo que esta vez no hay declaraciones románticas ni ramos de flores de por medio.

- ¡Hibari!

Y hablando de... el molesto herbívoro aparece. Y está enojado por lo que ve.

¡Qué novedad!

- ¡Bastardo, te dije que hoy a las cinco de la tarde en el parque de Namimori y tú ni tus luces, sigues aquí! -da dos pasos más hacia su persona, queriendo gritarle más o zarandearlo. Lo primero que atine a hacer.- ¡Me puedes decir por qué diablos sigues aquí! ¿Eh?

- Jamás dije que iría, ¿o sí?

La calma que muestra, su respuesta, y la media sonrisa burlona que pone sólo consiguen que Gokudera se enoje más y quiera ahorcarlo en ese mismo momento.

- ¡Tú, maldito…!

Y es que este es el tercer intento consecutivo que hace, la tercera vez que cita a Hibari en un lugar y hora en específico, ¡y el bastardo no más no se presenta!

Siempre lo encuentra ahí, en la secundaria de Namimori cuando va a buscarlo para reclamarle luego de estarlo esperando por cinco minutos en el lugar en turno, y su respuesta sigue siendo igual de indiferente que siempre.

¡Lo odia!

Pero no por eso se va a rendir. No, hasta conseguir lo que quiere, que Hibari salga de una maldita vez con él.

- ¡Da igual! -se controla un poco o al menos hace el intento al recordar los consejos de Reborn-san.- ¡Mañana, a las cuatro de la tarde en la cafetería principal de Namimori, y Hibari…! -hace una pausa en la que lo mira fijamente a los ojos y una sonrisita de autosuficiencia curva sus labios.- ¡Más te vale que estés ahí, o comenzaré a pensar que me tienes miedo!

- Hn.

El gesto es compartido por el prefecto, dándose la vuelta y escuchando después como el herbívoro se va de la azotea.

Interesante.

Ahora Gokudera Hayato trata de provocarlo, de meterse con su orgullo para hacer que vaya, pero que adivine qué.

Aun así no irá.

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Al día siguiente, y quince minutos después de la hora establecida, escucha desde lo lejos los gritos frustrados y molestos que el herbívoro da. Grita su nombre y lo insulta al mismo tiempo que camina por los pasillos de la escuela.

Gracias al clima, es que esa tarde se encuentra en su oficina y no en la azotea o el patio de la escuela donde generalmente suele estar y patrullar a esa hora.

- ¡Hibari...! ¡Pero qué mierda pasa contigo!

Cuando el herbívoro abre la puerta e ingresa sin llamar, se da cuenta de que aparte de estar enojado también está empapado y es que todo el día ha estado lloviendo. Así que por alguna extraña razón (quizá no llevaba un paraguas o le dio igual usarlo) es que ahora tiene ante sí a un Gokudera Hayato empapado de la cabeza hasta los pies, con el cabello revuelto y mojado, y su ropa estilando hilitos de agua en el piso al detenerse del otro lado de su escritorio.

- ¡Por qué diablos… estás aquí, bastardo! -le reclama, una vez que su respiración se normaliza un poco.

Venir corriendo desde la cafetería hasta la escuela con aquella lluvia y el frío que la acompaña le ha robado el calor de su cuerpo y el aliento. Pero rápidamente se recupera de esto.

- ¡Por qué no fuiste! ¡Por qué diablos no te presentaste! ¿Acaso me tienes miedo? ¡Sí, ha de ser eso! -se convence y saca sus propias conclusiones al inclinarse y apoyarse con ambas manos en su escritorio para fulminarlo con la mirada.- ¡Por eso no fuiste! ¿Cierto? ¡Cobarde!

Hibari ignora sus insultos y palabras, entrecerrando tranquilamente sus ojos antes de ponerse de pie.

- Estás siendo muy molesto, herbívoro. Además... estás mojando mi oficina, sal de aquí ahora mismo o te morderé hasta la muerte.

- ¡Hah! -a Gokudera le da igual su amenaza. Sin embargo es el sonido de su móvil dentro de su pantalón mojado lo que atrae su atención.

Saca su celular sólo para comprobar que aún sirve y leer entre las gotas de lluvia y la pantalla ligeramente empañada quién le manda un mensaje. Curioso. Es su Décimo.

Ante eso, no tiene opción.

- ¡Esto no se quedará así, Hibari! ¿Me oyes?

Sin dudarlo ni un momento se da la media vuelta para salir de ahí, pero no porque el idiota se lo haya dicho sino porque quiere saber qué es lo que necesita su capo. Después de todo sigue siendo su Mano Derecha y siempre estará con él cuando lo necesite. Y esa no será la excepción.

- ¡Esto no ha terminado!

Es la última advertencia que le da, dejando a Hibari solo de nuevo en su oficina.

- Ese herbívoro…

Se gira hacia la ventana, observando minutos después como éste se va corriendo bajo la lluvia cubriéndose únicamente con uno de sus brazos hasta desaparecer de su vista al girar hacia la derecha en la entrada principal.

La imagen de verlo completamente empapado le recuerda a aquel día en el que él mismo se presentó a la supuesta cita, pensando por un efímero momento que quizá ya están iguales.

Que el herbívoro rebelde ha pagado por su falta después de dejarlo plantado tantas veces al grado de terminar en ese estado, pero disipa de inmediato este pensamiento pues nunca estarán iguales.

La humillación y aquel golpe a su orgullo jamás desaparecerán, y tampoco lo olvidará mientras el herbívoro siga existiendo. Así que no. Nunca estarán iguales.

- Hn.

Vuelve a girarse y tomar asiento en su silla. Mejor se centrará de nuevo en los papeles y asuntos que tiene que atender y no es esas tonterías de "herbívoros".

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Desde entonces, transcurre una semana más en la que la Tormenta cita al prefecto en todos los lugares imaginables de Namimori y con cuantas palabras y amenazas se le han ocurrido pero él nunca ha ido, nunca se ha presentado y parece que nunca lo hará.

Pero este día será diferente. Este día será la última vez que Gokudera lo intente y se jugará el todo por el todo como el Arcobaleno le ha recomendado el día anterior.

Ya no hay marcha atrás, por lo que va a buscar al de ojos azules. Considera que ya ha sido suficiente tiempo para que Hibari se dé cuenta del pequeño detalle.

Como es de suponerse, lo encuentra en la azotea mirando el cielo medio nublado y como en busca de algo. Él se hace una idea del qué.

- ¿Se te perdió algo, Hibari?

La presencia casi oportuna (nótese el sarcasmo) y las palabras burlonas de Gokudera Hayato tras su espalda lo hacen girarse hacia él y afilar su mirada pues sabe que él tiene que ver con la desaparición de Hibird.

¿Quién más sino?

- ¿Qué hiciste? ¿Dónde está, herbívoro?

En cuestión de segundos Hibari va hacia él, amenazándolo con una de sus tonfas por el cuello mientras que con la otra mano lo retiene con fuerza de la camiseta negra que lleva debajo de la camisa blanca del uniforme escolar.

Pese a eso, Gokudera mantiene su expresión y deja escapar una risita burlona y desafiante.

- ¿Quién? ¡De qué rayos me hablas!

- No te hagas el tonto conmigo o te irá muy mal, Gokudera Hayato.

- ¡Oh! -finge sorpresa al creer entender a lo que Hibari se refiere.- ¡Quizá te refieras a esto! ¿Cierto?

Le muestra una imagen en su celular, siendo nada más y ni menos que una foto de Hibird con la fecha de ese día.

- Dime dónde está. -lo ataca con su tonfa, logrando esquivar la Tormenta a duras penas su ataque al retroceder.

- ¡Je! -se ríe al ver que ahora tiene toda su atención. Justo lo que necesita.- ¡No sólo te diré dónde está sino que también te lo regresaré cuando hagas una cosa, Hibari!

- ¿Qué cosa?

- Hn. -y sonríe un poco más porque el gran momento ha llegado.- ¡Quiero que salgas conmigo de una maldita vez!

La respuesta del prefecto no se hace esperar.

- No.

- ¡Bien! ¡Entonces no te diré dónde está tu ave!

- Te morderé hasta la muerte, herbívoro, y te obligaré a decírmelo por las buenas o por las malas.

- ¡Inténtalo! -le desafía.- ¡Aun así no te diré nada, y tú lo sabes!

El de ojos azules lo fulmina con la mirada. Estúpido herbívoro, lo quiere morder hasta la muerte en ese preciso momento pero se contiene. Hay algo en su expresión, en el tono de sus palabras que le dice que de todas formas no va a ganar nada con eso. Claramente esa ha sido una idea del bebé, y muy buena.

- ¿Qué me dices, Hibari? ¡Tú aceptas y sales conmigo y yo te regreso a Hibird, así de sencillo!

Hibari lo piensa por largos segundos pensando que por fin el bebé y el herbívoro rebelde se han salido con la suya. Y es que jamás se lo esperó.

Jamás se imaginó que para hacerlo cambiar de parecer el herbívoro rebelde se metería con Hibird. Lo mordería por eso en cuanto pudiera. No se le iba a olvidar.

- Bien. -un deje de molestia y su expresión seria acompañan su respuesta.- Pero te advierto que después te morderé hasta la muerte por tu insolencia y no me contendré, herbívoro.

- ¡Claro! ¡Ya lo veremos!

Gokudera no puede reprimir la pequeña sonrisa de victoria en sus labios.

¡Por fin lo ha logrado! ¡Por fin ha logrado que Hibari salga con él!

"¡Reborn-san lo logré!".

Y ni siquiera la amenaza de Hibari lo preocupa en absoluto. En lugar de eso quiere gritar y celebrar su victoria pero se contiene al ver la expresión asesina que el Guardián de la Nube le dirige en ese momento.

- Muévete, herbívoro.

Es todo lo que le dice, pasando a su lado para iniciar con esa tontería de la cita lo antes posible y que termine de una vez para tener de nuevo a Hibird con él, y después, poder morder a gusto al herbívoro rebelde por su insolencia.

- ¡Ya sé!

Gokudera va tras él, sin poder reprimir en ningún momento la sonrisa que tiene en sus labios. La sensación de ganarle por una vez en la vida a Hibari se siente de maravilla que ni siquiera puede creer que sea cierto, pero lo es.

"¡Por fin podré terminar con esto!".

Piensa, bajando ambos las escaleras para dejar la escuela.

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Diez minutos después, Gokudera ya no está tan emocionado.

Y es que los dos llevan caminando ese tiempo por el centro de Namimori y Hibari no se ve muy feliz que digamos.

¿Cómo estarlo? Si el herbívoro rebelde ha secuestrado a su ave.

"El terrorismo y secuestro en Namimori están prohibido".-piensa, aumentando las ganas de morder en ese instante a Gokudera Hayato que va dos pasos delante de él.

Más él ignora esto. Por eso es que sencillamente le pregunta:

- ¡Hey! ¿A dónde quieres que vayamos?

- ... .

Y como es de esperarse el prefecto no dice nada y lo ignora, consiguiendo que una venita palpite en su frente.

- ¡Hibari, te estoy hablando!

- ¿Qué? -se detiene y se cruza de brazos al hacer lo mismo el herbívoro, mirando indiferente hacia otro lado.- ¿Fuiste tú el que me invitó a salir y no tienes ni siquiera una idea de a dónde iremos? Hn. Patético.

- ¡Maldito! -la Tormenta gruñe por lo bajo, girándose y señalando lo primero que ve al ser cierto. Esta vez no pensó adónde ir, sólo se centró en hacer que saliera de una vez por todas con él y ya.- ¡Iremos ahí y punto!

Lo que tienen enfrente y señala es el cine, por lo que el bombardero se encamina hacia allá con pasos largos y decididos.

"¡Maldición, esto no está saliendo bien!".

Piensa, siendo seguido dos pasos más atrás por un serio y molesto Guardián de la Nube.

Al ver la cartelera de las películas que se están exhibiendo, Gokudera voltea a ver a Hibari. Su ceño fruncido en ningún momento se va y su usual tono de voz no llega a cambiar. ¡Dios! No quiere preguntarle esto pero tiene que hacerlo, es una cita después de todo, ¿cierto?

- ¡Hay alguna película que quieras…!

No obstante, Hibari pasa a su lado y lo ignora, yendo a recargarse en uno de los pilares unos metros más allá.

Gokudera entiende que al prefecto le da igual, que le importa un comino cuál película vayan a ver y por cierto, que él tendrá que pagar su entrada al invitarlo.

- ¡B-Bastardo! -le da un tic en su ceja izquierda al verlo a la distancia, girándose y yendo a comprar los boletos.

Si el idiota se está comportando así, entonces elegirá la película que él quiera ver y Hibari tendrá que aguantarse. Que luego no se queje, eso sí.

Por suerte, hay una película que él quería ver y aún está en cartelera; no es de aliens, pero sí se ciencia ficción por lo que sonríe un poco. Al menos no tendrá que ver una estúpida película romántica con Hibari Kyoya.

Una vez con los boletos en su mano se dirige hacia donde está el prefecto. Desde ahí, puede sentir el aura oscura y densa que lo cubre. Sigue molesto, por lo que pasa saliva antes de llegar con él.

- ¡Aquí está tu…!

- Hn.

El prefecto vuelve a ignorarlo y dejarlo con las palabras en la boca, encaminándose él solo hacia la entrada del lugar.

- ¡Maldición! -la Tormenta gruñe por lo bajo, cansado de su maldita actitud.

Quizá obligarlo a salir de esa forma con él no fue la mejor opción, pero ya es tarde para retractarse. Como se mencionó antes no hay marcha atrás. Tiene a Hibird capturado, y Hibari lo sabe y por eso ha accedido a salir con él.

Sin más lo sigue, deteniéndose en la dulcería para comprar algo a diferencia del Guardián más fuerte de la Familia que se abre paso al llevar sus tonfas afuera y asustar al tipo que recoge los boletos y lo deja pasar.

Así que cuando él llega a la sala diez y encuentra en las últimas filas a Hibari se da cuenta de un pequeño y ridículo detalle.

Ha elegido uno de los asientos a la orilla de la larga fila pero a su lado izquierdo donde se supone que él debería sentarse al ser el segundo asiento de la fila está una de sus tonfas y al siguiente, la otra. Un claro mensaje de que no lo quiere a su lado.

"¡Pero qué mierda…!".

De verdad que unas ganas intensas de matarlo y hacerlo volar con sus dinamitas se instaura en su mente, teniendo que reprimirlas con mucha dificultad. No caerá en su trampa para hacer que aquella "cita" o lo que se supone que debería de ser termine de una forma tan abrupta y dramática así que cuenta hasta veinte.

- ¡Bien! -pasa a su lado con una charola con dos refrescos y dos botes de palomitas claramente para cada uno de ellos, continuando con su camino.- ¡No te daré nada, entonces!

Y Hibari por fin le contesta.

- En lo que a mí respecta, herbívoro… no te pedí nada y tampoco quiero nada que venga de ti.

El enojo de la Tormenta no hace más que aumentar del mismo modo que su venita en su sien.

- ¡Qué bueno! -le grita, atrayendo la atención de toda la sala.- ¡Por qué no te daré nada, bastardo!

Gokudera termina sentándose en el quinto asiento por su propia voluntad, lo más alejado que puede del prefecto y eso porque los demás asientos ya están ocupados que si no, se sentaba al otro extremo de la fila.

- ¡Ese idiota, lo odio! -murmura por lo bajo enojado, llevándose un puño de palomitas a la boca y luego otro.

Y aun así, Hibari logra escucharlo pero le da igual. Al diablo con Gokudera Hayato.

Cinco minutos después y de tanta tensión entre los dos… la película por fin comienza.

Ninguno de los dos se cambia de lugar en lo que dura ésta, pero de vez en cuando y sin poder evitarlo Gokudera mira fijamente a Hibari que sigue igual de indiferente mirando la película sin hacer ni decir nada.

Si está ahí para ver una película entonces eso hará, sin importarle o molestarle en absoluto las constantes miradas del herbívoro rebelde sobre su persona.

Allá él si quiere verlo a él y perderse las escenas de aquella cinta que no está tan aburrida como pensó que estaría. Pero eso nunca se lo dirá.

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Hora y media después de que la película termine, y cuarenta y cinco minutos más al darle una vuelta al lugar y entrar Gokudera a algunas tiendas es el tiempo total que les toma aquella "cita" y eso porque Hibari se mantuvo en silencio y apartado en todo momento fastidiando con ello al de cabellos grises y empeorando su mal humor al ver que aquello ha sido un total fracaso.

Duda seriamente en llamar aquello "salir" porque ha sido todo menos eso.

¿Pero por qué le sorprende? Es Hibari Kyoya ante todo.

Aun así, no puede parar de quejarse porque ha sido una perdida de tiempo y una gran decepción, aunque esto último no lo admitirá ante nadie más.

- ¡Maldición! ¡Ha sido la cita más aburrida de toda mi vida! -la primera en realidad y posiblemente la última debido al éxito obtenido, pero omite esta parte.- ¡No sé por qué a las mujeres les gustan tanto, no es la gran cosa!

El prefecto escucha sus palabras, y sin embargo las pasa por alto como si nada al salir del lugar y notar como el sol está por ocultarse para dar paso a la noche. ¿Ya es tan tarde? Se detiene y se gira en cambio para ver al Guardián.

- El juego terminó, herbívoro. Dame a Hibird, ahora.

- ¡Ya lo sé! -se enoja, frunciendo más el ceño y haciendo un puchero enojado.- ¡No tienes que decírmelo de nuevo, ahorita mismo iremos hacia allá! ¿Contento?

- Hn.

Sin decirse nada más ni uno ni otro, retoman su camino en completo silencio siendo ahora Gokudera quien va dos pasos adelante al guiarlo, y al ir ahora sí por Hibird como le prometió en un principio que haría luego de salir con él.

El Italiano suspira al meter las manos en sus bolsillos, pensando que ahora debería de estar feliz o como mínimo satisfecho, aunque no es así. La cita, salir con Hibari… no ha sido como se imaginó por lo que no puede estarlo.

En realidad quiere que aquello acabe para poder seguir adelante como si eso nunca hubiera ocurrido por su propio bien.

Aquella vez…

Recuerda de pronto y se replantea, pensando con detenimiento en eso al pasar por su mente en ese momento.

Si se hubiera presentado a la hora indicada aquel día en el que supuestamente quedaron, ¿cómo hubiera sido la cita con Hibari? ¿Igual que está o… muy diferente?

Por más que lo piensa y se lo imagina, jamás lo sabrá. Fue algo que no ocurrió y ahora sabe que nunca volverá a ocurrir.

- ¡Ah, ya casi llegamos! -dice de repente al darse cuenta por las calles oscuras que caminan.

Un par de minutos después, por fin llegan a su casa.

- ¡Espérame aquí, idiota, ahorita te lo traigo!

Gokudera saca sus llaves y abre la puerta, esperando el prefecto fuera de aquel departamento que claramente es del herbívoro rebelde.

Esta es la primera vez que está ahí. Ni sabía ni dónde vivía éste, aunque tampoco importa.

Un par de minutos pasan cuando escucha un:

- ¡Mierda! ¡Maldición!

Aquellas palabras son suficientes para saber que algo ha pasado y lo peor de todo es que se hace una idea del qué.

Sin más entra al departamento, buscando al molesto herbívoro.

- ¿Qué es lo que te lleva tanto tiempo, herbí...?

Sus palabras quedan inconclusas al ver a Gokudera Hayato con la mitad de su cuerpo del otro lado de la ventana al pretender escapar por ésta.

- ¿Eh? -la Tormenta voltea a verlo con una expresión de sorpresa en el rostro al verse descubierto.- ¡H-Hibari, te dije que te quedarás afuera! ¿Qué parte de…?

- Olvídate de eso. -le interrumpe, yendo hacia él y jalándolo de la camisa para hacer que entre de nuevo.- ¿Qué crees que estás haciendo? ¿A dónde pretendías ir, y... dónde está, Hibird? Dámelo, ahora.

La extraña expresión de nerviosismo y culpa que el herbívoro tiene en el rostro le dice todo a Kyoya.

Una de sus cejas se alza a modo de molestia y le llama la tensión por eso.

- Herbívoro.

- ¡Lo sé! ¡Ya te escuché, maldición! -también se enoja, apartando de su brazo la mano que el prefecto aún tiene sobre él.- ¡Te juro que lo dejé aquí en la jaula pero ya no está! ¿Ves?

Le enseña la jaula vacía donde se supone que debería de estar su ave, y Hibari no sabe qué es lo que lo molesta más. Que el herbívoro haya secuestrado en un principio a Hibird, que lo haya puesto en una jaula o que lo haya perdido.

Si lo piensa unos segundos entiende que son las tres cuestiones y muchas más.

Como respuesta, un aura asesina cubre su persona.

- Te voy a morder hasta la muerte, herbívoro. -sisea con dificultad, antes de lanzarse hacia él con sus dos tonfas listas.

Esta vez Gokudera Hayato no la va a contar.

- ¡Eh! ¡Hibari, espera! -retrocede varios pasos quedando acorralado contra una de las paredes y él.- ¡No era mi intención…!

- Cállate. Eres muy molesto.

Justo cuando lo iba a golpear con una de sus tonfas el timbre de un móvil frena su acción a centímetros de su cara. Los dos se miran fijamente y no saben qué decir.

- ¡Ah, es el mío!

Y con esas palabras, Gokudera toma la llamada.

La persona al otro lado de la línea y las palabras que le dicen a la Tormenta lo sorprenden realmente a tal punto de hacer que el móvil se le resbale de las manos y cambie por completo su expresión.

Lo único que puede hacer Gokudera es decir su nombre a su particular manera al no creer lo que ha hecho y por qué.

Aquello, simplemente no puede ser.

Continuará…

a: katekyo hitman reborn!, p= 1859, p: hibari kyoya, p: gokudera hayato

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