Título: El Destino, es solo una palabra.
Fandom: Sailor Moon
Pairing: Seiya | Serena
Raiting: T
Summary: Después de que Galaxia hubiera sido vencida, la paz ha regresado al universo. O eso, es lo que todos creen. Un enemigo del pasado regresa en busca de venganza, y solo las Sailor Senshin junto con su Princesa serán los únicos que podrán enfrentarse. Pero no solo ellas lucharan, viejas alianzas se retomaran.
+ Indice:
Aquí El Destino, es solo una palabra
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PRELUDIO
(Parte Única)
Existe una leyenda, más allá del tiempo y del espacio. Una historia que narra un amor prohibido, un encuentro acompañado de varios desencuentros, la unión de dos almas y su eterna separación. Un alma que fue separa en dos, unidas eternamente por un único hilo pero distanciadas por los primeros espíritus, aquellos que dieron vida y dieron muerte a los astros del génesis.
Es un relato que habla sobre una luz, hermosa, poderosa, eternamente brillante; la cual fue dividida en dos semillas estelares. La primera, fue sembrada en lo más profundo del espacio, dando vida al cálido titán conocido como el Sol. La segunda, fue sembrada en una tierra desolada, fría y distante, inmersa en la oscuridad del espacio. Sin embargo, al brotar en esa tierra seca el primer retoño de plata, curo con su humilde brillo a las bestias que se ocultaban en las tinieblas, permitiendo que floreciera la dulce reina de la Luna.
Chia y Zuhé, eternos amantes. Ambos nacidos de la misma semilla brillante, separados por las tinieblas y atados por el destino. Sus semillas brillaron, amándose de lejos, sabiendo que su amor perduraría eternamente a pesar de la distancia.
En aquellos tiempos primarios, la luz de la Luna y el Sol iluminaba un pequeño rincón del espacio, pero era tan potente que pudo servir como faro para aquellos solitarios que recorrían a tientas la oscuridad del universo. Su luz los guio hasta ellos, permitiendo el nacimiento de los grandes reinos. Provocando la admiración de aquellos que apenas comenzaban a brillar y la envidia, de los que estaban condenados a la tinieblas.
Cuenta la leyenda, que su amor duro millones de años, adorándose desde la lejanía de sus reinos. Y mientras se mantuvo, el universo vivió una era de paz y harmonía. No obstante, los celos y la envidia provocaron que las tinieblas se armaran, se prepararan para pelear y mandaran a sus más poderosos soldados contras los reinos de luz. La primera guerra entre la luz y la oscuridad, se desato.
Y Zuhé, el primer y último emperador del Sol lucho en ella. Peleo hasta que no quedo ningún soldado del Dorado, su gran imperio. Lo hizo, hasta que sus manos sangraron por tanto sujetar su espada y su luz se extinguió. Lucho, hasta que el último de los guerreros de las penumbras pereció ante sus ojos, y supo que su hermosa Reina Lunar estaría bien, aunque él ya no estuviera para protegerla. En ese momento, se dejo caer entre los fuegos abrasadores de su reino, observando -de lejos, siempre de lejos- la luz de la Luna a la distancia y lloro. Luego, su fuego se extinguió.
Dicen que esas lágrimas se convirtieron en estrellas, que salpicaron el firmamento e iluminaron la negrura del espacio profundo. También cuentan que el Imperio del Sol sigue ardiendo en honor a su legítimo Rey, él cual murió por proteger a su amada y todo aquello en lo que creyó. Y que en la Luna, la reina Chia se deleita con su belleza, esperando que algún día su amado regrese.
Así sea, al final de los tiempos.
Los relojes, nunca se detienen.
- Es una historia muy hermosa, princesa.- La voz conmovida de Sailor Star Fighter, resuena en toda la estancia, provocando que la princesa de cabellos rojizos se voltee solo para observar como una de sus guardianas se inclina ante ella. Sonríe dulcemente, negando un poco con la cabeza.
- Te he dicho miles de veces, Fighter, que no es necesario tales reverencias para mí.- Le reprende suavemente, cerrando el libro en su regazo, ante los ojos atentos de varios pequeños que observan la escena curiosos.
- Lo siento, princesa.- Dice la Sailor, enderezándose y sin poder evitar dirigirle una sonrisa a su soberana.
- No te disculpes…- Le susurra, antes de voltearse y encarar a sus atentos escuchas.
Observa los rostros inocentes de los pequeños a su alrededor, tres niñas de ojos brillantes y cuatro niños de sonrisas traviesas, todos ellos hijos de su reino. Aquellos que tras el ataque de Galaxia, habían quedado huérfanos de padre y madre, y ella había jurado proteger así fuera con su propio ser. A pesar de todo, no puede evitar sentir una punzada de dolor en su pecho al verlos; aun tenía demasiadas cosas que arreglar, antes de que su planeta volviera a ser la maravillosa nación que era.
- Niños - Les llamo, captando su atención de inmediato.- Mañana les contare otras historias, pero por hoy, pueden ir al jardín a jugar.-
Las sonrisas que iluminaron los rostros de los pequeños, pareció borrar todas las preocupaciones del rostro de la Princesa Kakyuu, siendo reemplazadas por un brillo de esperanza y felicidad en sus ojos. Los niños salieron alborotados, bromeando y riendo, siendo seguidos por los ojos atentos de la princesa y su guardiana.
- Se ven felices.- Afirmo la Sailor, justo en el momento que el ultimo pequeño desaparecía por la puerta.
- Son felices, o por lo menos lo intentan.- Le respondió la princesa, dejando su puesto en los escalones donde se encontraba sentada y caminando lentamente hasta su trono, el cual se encontraba al final de dichas escaleras, sobre una pequeña tarima.
- Aquella historia…- Susurro la morena, viendo fijamente el lugar por donde los niños habían partido. Viendo sin ver.
- ¿Si, Fighter?- Dudo, pero igualmente la incito a continuar.
- Habla sobre la Luna y el Sol del Sistema Solar ¿verdad? - Le interrogo la guerrera, provocando que la sonrisa en su rostro fuera reemplazada por una expresión cargada de tristeza y preocupación.
- Si, amiga. Habla de ellos.- Contesto, agachando la cabeza para evitar la mirada que en ese momento le dirigía la Starlight .
- ¿Por qué?- Cuestiono, un poco sorprendida.- ¿Por qué les lee a nuestros niños una historia perteneciente a aquel lugar?-
- Mi querida guardiana…- Comenzó, más se calló tras unos minutos. No era el tiempo para ese tipo de explicaciones, sobre decisiones que ni si quiera ella comprendía del todo, menos cuando había algo más importante en juego. Suspiro.- En el momento dado, te lo explicare Fighter. Pero no te solicite por ello.
La Sailor asintió, obediente. Más su mirada permaneció clavada en el suelo, de manera que la princesa no podía saber en que estaba pensando su amiga y guardiana.
- ¿Qué necesita, Princesa?-
- ¿Dónde está Maker y Healer?- Le respondió a su vez con una pregunta. Necesitaba ordenar sus ideas, saber que iba a decir antes de comenzar.
- Maker se encuentra inspeccionando la construcción del nuevo hospital, mientras que Healer de las viviendas. No sabía que también las había solicitado.- Admitió la guerrera, un poco apenada por no haberle informado a sus compañeras y desviando la mirada hacia ella.
- En realidad no, quería hablar contigo antes de informarle a ellas.- Explico seriamente, provocando que su compañera la mirada asombrada y un tanto preocupada, como la delataba el entrecejo fruncido. Entendía perfectamente su reacción, dado que era la primera vez que le ocultaba algo a sus queridas Sailor. Ojala, no me esté equivocando por ello. Pensó para si.
- ¿Qué sucede, Princesa?- Pregunto nuevamente. La princesa noto en su tono de voz como se palpaba un deje de preocupación. Observo a su guardiana, la más hermosa y fuerte entre las StarLight, y la única que sería capaz de desobedecer todas sus ordenes por aquel tesoro que dejo atrás. La única que daría la vida por alguien más a parte de ella.
- Últimamente… - Susurro, cerrando los ojos y perdiéndose en sus propias emociones. Volviendo a sentir el miedo, la crueldad y la destrucción, pero sobre todas esas sensaciones: el dolor causado por la guerra.-… he estado sintiéndolo, aquí en mi interior.-
- ¿Qué cosa?- Pregunto la Sailor enseguida. La actitud de su princesa, comenzaba a preocuparla realmente.
- Mi corazón me lo dice a gritos.- Afirmo, llevándose las manos al pecho.- Una nueva guerra se aproxima.-
- ¡¿Qué? ¡Pero si a penas estamos superando el ataque de Galaxia?- Chillo Fighter, perdiendo la compostura que había mantenido y dejándose caer al piso.- ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Está segura Princesa?-
Asintió. Algo muy malo se había liberado en el universo, un mal que no se desataba desde los primeros tiempos. Lo podía sentir en su interior.
- Sí, no me puedo equivocar.- Sus ojos se abrieron lentamente, sus pestañas revolotearon como mariposas y sus ojos castaños se posaron fijamente en los azules de Star Fighter.- El planeta Tierra corre un gran peligro.-
Y aquella afirmación termino por derrumbar todas las defensas de su guardiana estelar.
- Serena.- Fue lo único que la Princesa Kakyuu pudo escuchar de sus labios.
- ¿Estás segura que ellos nos protegerán?- Preguntó una voz en la oscuridad, cuya figura vestida con una larga toga de negro, la cual delataba su femineidad. Sus manos, sujetaban fuertemente contra su pecho, lo que parecía un bulto de mantas blancas.
- Su luz es la más brillante del universo, es la única oportunidad que tenemos.- Afirmo una segunda voz, un poco más gruesa que la anterior.
- Tengo miedo.- Declaro la mujer, sin dejar de apretar aquel bulto contra su pecho.
- Yo también.- Dijo la segunda voz, la que provenía seguramente de un hombre. En el momento, en el que pudieron completar por primera vez, la magnificencia del planeta Tierra en medio de la oscuridad del espacio exterior.- Pero no nos queda de otra, que buscarla a ella, la Sailor más poderosa.-
La mujer asintió con su cabeza, logrando que el bulto de tela se moviera perezosamente entre sus brazos, revelando un bebe de ojos verdes en el momento en el que la tela se deslizo hasta caer.
- Todo va estar bien, pequeña. Lo estará.- Le susurro la mujer al infante en sus brazos, el cual le sonrió sin entenderle realmente lo que sucedía.
La luz que se colaba por las cortinas, baño con su calidez el interior de su habitación y cayo directamente sobre su rostro. Sus pestañas se batieron como las alas de una mariposa moribunda, antes de que sus parpados se abrieran lentamente y la niebla en su mirada desapareciera, permitiéndole observar el amanecer que se apreciaba a través de la hendidura entre sus cortinas. El sol se alzaba entre las casas y edificios, brillante, cálido, esplendoroso. Y sus rayos golpeaban lentamente las puertas de aquellos hogares, mientras la oscuridad se iba desvaneciendo segundo a segundo.
Serena lo observo maravillada, mientras su mente aun atontada por el sueño se iba despejando lentamente. Y mientras eso sucedía, algo extraño parecía querer despertar en su interior. Algo cálido y olvidado. Algo relacionado con el sueño que había tenido minutos antes, el mismo donde una persona la observaba a los lejos, separado de ella por una laguna que brillaba por los rayos del sol. Una persona, que parecía adorarla desde la distancia. Alguien que ella también amaba.
Se incorporo lentamente, sacudiendo la cabeza desechando aquellas ideas tan raras y se dedico a observar el caos en su habitación, Luna aun durmiendo a los pies de su cama. El lugar seguía tal cual lo había dejado la noche anterior: su ropa regada en el suelo de madera, unos libros posicionados de todas las maneras sobre su pequeño escritorio y unas cuantas fotografías de sus amigas adheridas al espejo. Sus ojos se posaron en la fotografía a un lado de su cama, en la mesita de noche, donde Darien, Rini y ella aparecían sonrientes.
La observo por unos minutos, hasta que su mano se alargo hasta ella y tomo el portarretratos, acercándolo a ella. En su interior su corazón se agito, acelerando el ritmo de sus latidos en el momento que una loca idea cruzaba por su cabeza. Sus ojos azules se llenaron inexplicablemente por lágrimas mal contenidas, que pronto comenzaron a rodar libremente sobre sus mejillas. Sollozos silenciosos, que lograban estremecer su cuerpo. Aquel pensamiento martilleando duramente todos sus sentidos.
- ¿Serena?- Escucho la voz de Luna, quién la observaba preocupada. Acababa de despertarse, pero tan solo ver a su princesa con aquel aspecto, su mente adormilada dejo de estarlo completamente.- ¿Qué ocurre, Serena?-
Ella le miro fijamente, sus ojos anegados en lágrimas y una expresión extraña en su rostro.
- Esto está mal, Luna. El destino no debería ser así.-
Y antes de que la gata pudiera responderle algo, una explosión sacudió la habitación en el momento en el que la luz del sol fue opacada por una oscuridad impenetrable y una nube de humo se formaba en el centro de Tokio. Serena grito, sintiendo como el dolor se apoderaba de cada una de las extremidades de su cuerpo, junto con el miedo, el cual se extendió por su alma como un mortífero cáncer.
"¡SERENA!"
Logro escuchar, cuando sus ojos se cerraron y su cuerpo quedo abandonado, inerte, sobre el piso de su habitación. Unos pasos más allá, Luna también yacía inconsciente y sangrante, la cama volcada, la ventana completamente destrozada y los fragmentos de un portarretratos regados en el piso, y su fotografía completamente olvidada. En el exterior, un infierno se había desatado.
Los relojes nunca se detienen.
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