Fandom: Twilight
Título: Suegros
Comunidad:
musasenelclaroClaim: Carlisle/Leah
Notas mías: mis musas se están cansando. Sentí que tenía que escribir algo o se estancarían. Con esta palabra estaba trabada, y quedó algo extraño me temo. Espero opiniones.
Leah odiaba muchas cosas. Las mentiras, las traiciones, los fríos, el destino, la imprimación... y las formalidades. A ella le gustaba correr por el bosque, usar jeans desgastados y camisetas frescas, llevar el cabello corto y revuelto por el viento, y no preocuparse por maquillaje, confiando en su belleza natural. Le gustan las fogatas donde todos se reúnen a hablar, las tardes de carne asada y las excursiones a la playa...
Por eso odia actividades como esas cenas formales para las que debe usar vestido, maquillarse y “comportarse”. Las odia todavía más cuando no tienen nada que ver con ella, y en especial, cuando tiene que ver con los fríos.
Aniversario de bodas de Edward y Bella Cullen. Ella no tenía nada que hacer ahí… Excepto que su madre era ahora la pareja del padre de Bella, y estaban invitados a una cena en casa de sus consuegros, los Cullen.
Era tan estúpido… Su madre no estaba entusiasmada, pero como muchas enamoradas, estaba dispuesta a ir porque para Charlie era importante mantener el contacto con su hija. Seth estaba emocionado, como siempre que iba a casa de los vampiros. Ella había ideado mil maneras de escapar, pero sabía que al final terminaría yendo.
No se esmeró demasiado al alistarse. Un poco de brillo en los labios, un vestido sencillo y un bolso pequeño. Siguió a su madre fuera de la casa ignorando las risitas de Seth por su atuendo.
-Me debes una grande - le había susurrado a su madre al pasar junto a ella. Sue rodó los ojos pero no replicó, sabía lo que pensaba su hija de aquella ocasión.
La cena fue agradable. Al menos no sintió demasiadas veces el impulso de ahogarse con alguna patata. ¿En la mente de quién se hacía una cena donde la mitad de las personas no comían? Su madre estaba tensa, Charlie parecía ignorar dónde estaba metido realmente, Seth hablaba con Edward como si no hubiera más gente en la mesa, Nessie acaparaba a Jacob, Rosalie no se molestaba en evitar su expresión de fastidio mientras Jasper parecía al punto de un colapso.
Antes del postre decidió que necesitaba un descanso. Se excusó antes de levantarse de la mesa y dirigirse hacia el baño, aunque finalmente se desviara hacia un balcón de la casa. Salió y tomó aire profundamente. ¿Faltaba mucho para que se terminara la noche? ¿Cuánto más había que aparentar? ¿Escuchar los talentos musicales de los vampiros pacifistas? ¿Tomar juntos una copa de vino y decirse lo encantador que todo había estado?
La noche estaba tranquila y nublada, como era de esperar en Forks. Sin embargo el aire fresco y el silencio eran reconfortantes. Cerró los ojos deseando poder quedarse allí hasta que terminara la velada. Sin embargo, un chasquido detrás suyo le indicó que tenía compañía. La puerta se cerró de nuevo.
No necesitó girarse para saber que se trataba de un frío. El olor era inconfundible.
-Está perdiéndose las anécdotas de su padrastro sobre el encantador pueblo de Forks.
Leah chasqueó la lengua.
-Estoy muy vieja para hablar de padrastros. Es el novio de mi madre, eso es todo, doctor.
-Si es la pareja de su madre...
La chica rodó los ojos y se giró para verlo de frente.
-Cualquiera creería que ser un vampiro le permitiría librarse un poco de tantísima formalidad… Es enfermizo, y falso.
Carlisle no acusó las palabras de la chica como un golpe. Le gustaba hablar con Leah porque siempre era así. Directa, clara, ácida y sin máscaras.
-¿Me considera falso, Leah?
Ella resopló.
-¿No lo cree usted? Todo esto, esta noche… es una mentira. Edward no es su hijo, ni Jasper, ni Rosalie, ni Alice… de hecho sería realmente enfermizo si todos los fueran. Se ha formado una familia que no existe realmente.
-Tal vez no tenemos la misma sangre, pero…
-¿Sí la misma ponzoña?
Carlisle sonrió ante la acotación de la chica. Era una sonrisa de medio lado, que iluminaba su mirada de manera particular, como Leah pudo notar.
-Nos queremos como una gran familia.
Leah rodó los ojos.
-¿Lo ve? Necesita las etiquetas. Necesitaba casarse con Esme para que fuera su pareja oficialmente, aunque no existan recursos de ustedes en ningún lado ni haya un alma que salvar de por medio - rodó los ojos ante el sin sentido de ese pensamientos - Tiene que llamar a Edward “hijo” para justificar su relación de mentor, igual que con los otros, y con ello vienen una nuera, una nieta… y consuegros y…
Leah se detuvo frunciendo el ceño un momento y luego resopló.
-Bueno, al menos no está relacionado conmigo.
Carlisle alzó ambas cejas y ahí estaba esa sonrisa de nuevo, que logró poner a Leah algo incómoda y desviar la mirada, continuando la exposición de su punto de vista.
-Es pura formalidad y mentira. Parece desesperado por ser normal doc, cuando usted y yo sabemos que aquí nadie tiene nada de normal.
-¿Ni siquiera su pad… Charlie?
Leah rodó los ojos.
-Claro, es muy normal ser un humano cenando con ocho vampiros, dos hombres lobos, una híbrida y una de las mujeres del grupo de sabios de los quileutes. Cómo pasarlo por alto.
Carlisle rió un poco. Leah tuvo de nuevo esa sensación extraña que le producía su risa cuando era ella quien la causaba. No sabía cuando había empezado a tenerla pero ya no le molestaba, se había vuelto natural en ella.
-Leah, ¿alguna vez le han dicho que es usted muy cínica?
Ella sonrió satisfecha. Aunque no estaba segura de si aquello era una apreciación, un insulto o un cumplido, decidió tomarlo como la última opción.
Carlisle se acercó un poco y se apoyó en el borde del balcón, junto a ella.
-¿No desea a veces algo de normalidad en su vida? ¿Un poco de estabilidad? ¿De control, tal vez?
Leah suspiró y se apoyó en el borde del balcón, imitándolo.
-¿No desea a veces quebrar con tanta formalidad? ¿Vivir como un ser libre e inmortal con un mundo de posibilidades fuera del nublado y triste pueblo de Forks?
Carlisle la miró a los ojos.
-¿Le encantaría que le dijera que sí, no es cierto?
-Lo consideraría sincero si lo hiciera - señaló la quileute, mientras lo retaba con la mirada.
No esperaba la respuesta que obtuvo. Esa mano fría en su barbilla, ese dedo largo y delicado acariciando su mejilla, los ojos clavados en los suyos acercándose, respondiendo a su reto. Esos labios finos y fríos tocando los suyos.
Sintió el frío del cuerpo que se pegaba al suyo, y sin embargo, la sensación de calor que la embargó era incontenible. Sus labios se entreabrieron dando paso al peligro, lo odiado y lo desconocido. Estaba siendo besada por un frío, uno que sabía besar malditamente bien. Como si tuviera siglos de experiencia en hacerlo.
Cuando se separó de ella pudo ver el vaho de su propio aliento, y la intensidad de la mirada de él podría haberla hecho sonrojar si no hubiera estado tan agitada.
-¿Puede considerar eso como una respuesta positiva?
Fue el turno de ella de reír. Carlisle nunca había logrado que riera para él, y eso le hizo sonreír también.
En ese momento la puerta se abrió. Ninguno de los dos se giró sobresaltado, aunque tal vez deberían haberlo hecho al escuchar la suave voz de Esme.
-Carlisle cariño, ya he servido el postre, deberían volver…
Leah contuvo una sonrisa que amenazaba en convertirse en una carcajada, mientras el hombre asintió con formalidad.
-Estaremos allí en un momento, querida.
Esme sonrió con calidez y se marchó. Leah vio la puerta cerrarse pensativa.
-Después de todo no es tan correcto y formal como pretende, doctor.
Él la miró a los ojos y contuvo una sonrisa.
-Tal vez no. - le ofreció la mano con gentileza - ¿Me acompaña de vuelta al salón?
Leah resopló, se dirigió a la puerta y volvió a la casa sin tomar su mano. Sin embargo, le dedicó una sonrisa de medio lado antes de dejarle atrás y volver al salón.
Carlisle sonrió a su vez antes de seguirla. Algo en ese beso le había dicho que posiblemente, habrían otros más.