Cójase un tema elevado, preferiblemente que separe bien lo profano, ya que hay que implicar al lector con los líos y escarceos amorosos de los protas de buen ver, y lo sagrado, puesto que tenemos que otorgar al libreto un aura de trascendencia cutre para que el sufrido lector del montón lo asimile y tenga su momentillo de gloria interna. Pártase de
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