Para
izanaizuki Fandom:
Crucio RPG.
Personajes: Celeste, Liam, Erika, Jared, Nathan.
Palabras: 1.166.
Notas: también responde al reto 3 del
segundo nivel de
torre_eidos.
¡Feliz Navidad!
Es lunes por la mañana en Hogwarts y, como cada lunes por la mañana, Celeste se encuentra agradeciendo a Salazar Slytherin que decidiera construir su sala común en las mazmorras y, así, privar a sus alumnos de la cruel luz del sol que se filtra entre las cortinas de las habitaciones de todas las otras casas.
Como cada lunes por la mañana, alguien sin clemencia alguna descorre el dosel verde y plateado que separa su cama del resto del mundo y, como cada lunes por la mañana, Celeste protesta sonoramente y amenaza con llenar de poción decolorante el bote de champú de camomila de la alemana. Como cada lunes por la mañana, Erika hace caso omiso de la amenaza y tira del edredón de Celeste, exponiéndola sin piedad al proverbial frío inglés.
- Algún día me vengaré, tenlo por seguro -rezonga la italiana enterrando, como cada lunes por la mañana, la cabeza bajo la almohada.
- Dices eso todos los días -Erika conjura con la varita una jarra de agua y, como cada lunes por la mañana, obliga a su amiga a salir de la cama a no ser que quiera recibir una ducha con cubitos de hielo.
Como cada lunes por la mañana, Celeste se mete en la bañera con los ojos todavía semicerrados y aguanta el parloteo incesante de Juliette mientras se pasa con cierta dificultad un peine por el pelo. Finalmente se da por vencida y, como cada lunes por la mañana, baja a la sala común con la melena llena de nudos y el poco maquillaje que Erika ha conseguido aplicarle antes de que saliera despavorida del baño.
Como cada lunes por la mañana, Nathan y Jared las esperan apoyados en el respaldo de una butaca, brazos cruzados y cara de sueño. Como cada lunes por la mañana, Erika hace un comentario al azar sobre las ojeras, el estado del pelo o de la corbata de McKendrick; siempre encuentra algo que criticar en “ese loco irlandés”, como lo llama ella.
Como cada lunes por la mañana, tienen que esperar a que Su Majestad Halder termine de arreglarse para dirigirse al Gran Comedor todos juntos. Sin embargo, rompiendo la rutina de todos los lunes por la mañana, Liam aparece dando saltos, con las pupilas dilatadas y los botones de la camisa abrochados en ojales que no les corresponden.
- ¿Liam? ¿Qué te pasa, tío? -pregunta Jared, poniendo cara de sorpresa al ver a Liam abrazando a Celeste como si le fuera la vida en ello.
- ¡Celeste! -grita en su oído, estrechándola entre sus brazos con fuerza. La italiana rompe a reír y trata de desasirse, pero es imposible: Liam la tiene bien agarrada.
- ¿Estás bien? -dice, un leve tono de preocupación en su voz, no mucho. Es Liam, y le gusta hacer cosas como ésta.
- ¿Que si estoy bien? ¡Ahora estoy bien! ¡Ah, como te había echado de menos!
- … La viste hace menos de diez horas, tío -señala Nathan, compartiendo una mirada extrañada con Erika.
- ¡¿Diez horas?! ¡Eso es una eternidad para estar sin mi Cele!
- … ¿Tu Cele? -la chica por fin consigue soltarse y lo observa con los brazos en jarras y el ceño fruncido-. En serio, Liam, ¿qué coño te pasa?
- Pero, ¿qué me va a pasar? ¡Que te quiero, naturalmente! Como quería Merlín a Morgana, como quiere el Sol a la Luna y todas esas cosas.
- Pasando por alto la invención histórica -interviene Erika, que si de algo sabe es de moda y cotilleos, ya sean actuales o de hace un milenio-, tú no estás bien. Fijo que anoche tuviste fiesta privada y no nos lo dijiste. Sorpréndenos: ¿con quién?
- Tiene pinta de afterparty con alguna Ravenclaw porrera.
- Pues fijo. ¡Liam!
Liam ha empezado a besuquear a Celeste pese a la resistencia de ésta. Con la ayuda de Jared por un lado y Nathan por el otro, Erika consigue separarlos antes de que la viole en medio de la sala común.
- ¡No oséis separarme de mi amada! ¡¿Cómo os atrevéis?! ¡Soltadme, malditos cabrones!
- ¿Qué pasa aquí? ¿Qué es este alboroto?
- ¡Profesor Slughorn! -la alemana esboza la mejor y más convincente de sus sonrisas-. Nada, nada, qué va a pasar… Es sólo que el señor Halder, aquí presente, parece no entender que la señorita Taramelli y él cortaron hace mucho.
- ¡¿Cortar?! ¡¿Mi Cele y yo?! ¡Eso es imposible! ¡Si la quiero con todo mi corazón!
- Con el debido respeto, señorita Schwenk, esto parece más bien el efecto de un filtro de amor.
- ¿Un filtro de amor? -Celeste, incrédula, observa al jefe de su casa con los ojos como platos-. Pero, ¿quién querría hacer que Liam se enamorase de mí… otra vez?
- ¿Aparte de ti? -pregunta Jared inocentemente, lo que le hace ganarse una mirada envenenada de la italiana-. Uhm, pues no se me ocurre nadie más…
- ¿Y no podría ser un filtro de amor fallido, por así decirlo? -sugiere Nathan-. Al fin y al cabo, no es nada fácil prepararlos, ¿no es así, profesor Slughorn?
- Tiene usted toda la razón, señor Ross. De hecho, yo apuesto por esa opción.
- ¿Quiere usted decir que el objetivo del filtro no era yo, sino otra persona?
- Precisamente. ¿Tiene usted idea de quién podría ser el autor, señorita Taramelli?
Celeste y Erika cruzan una mirada y ven en los ojos de la otra lo que ellas mismas están pensando.
- ¡Chabert! -exclaman al unísono, y corren escaleras arriba en dirección a su dormitorio para atraparla antes de que salga, mientras Liam, sujeto por Jared y Nathan, exige a voces que su amada regrese a su lado.
*
Media hora más tarde, Liam está en el despacho de Slughorn tras haber tomado una poción para contrarrestar los efectos del filtro amoroso de Chabert. Observa confundido al jefe de Slytherin mientras éste le explica lo ocurrido.
- ¿Enamorado yo? ¿De Celeste?
- Así es. Enamoradísimo.
- Pero, ¿cómo puede ser?
- Ya se lo he dicho: un filtro de amor que la señorita Chabert preparó para que usted se enamorase de ella. Pero cometió un error y, al final, acabó usted loco por la señorita Taramelli.
Liam tarda en responder, pensando. No recuerda nada de lo que el profesor le está contando, y por un momento baraja la opción de que todo sea una gran broma de las de Celeste. Pero no. Por persuasiva que sea la italiana, de ninguna forma conseguiría meter a Slughorn en una de las suyas.
- Pero debo decirle algo, señor Halder.
- ¿El qué, profesor Slughorn?
- Los filtros de amor no funcionan a no ser que el sujeto muestre cierta predisposición a enamorarse de esa persona. O que ya lo esté, claro está.
Liam traga saliva y observa la sonrisa sibilina, digna de un auténtico Slytherin, de Slughorn.
- Puede estar tranquilo, Halder: no desvelaré su secreto. Ni siquiera a nuestra encantadora italiana. Le dejo el honor.