Recuerdo #4 - Soledad

Apr 05, 2008 16:41

Por fin escribí el recuerdo #4 x3~

Autor: saki_riddle
Título: El inicio de una nueva vida.
Tabla: Tabla de recuerdos (04- Soledad)
Fandom: Historia original - dimensión 1313
Claim: Damian.
Summary: 'La vida es más sencilla cuando no sabes casi nada'

El inicio de una nueva vida

Lo primero que supe al entrar al orfanato fue que vería poco a mi hermana -“poco” dentro de mis parámetros.

-En el orfanato separamos a los chicos en grupos- Me explicó una amable mujer, que no conocía, el día que entré a Pluia. -Te tocará estar con un grupo de tu edad, y con él compartirás las clases. Pero no te preocupes, cariño, podrás seguir viendo a tu hermana.

Era fácil decirlo, pero yo había vivido gran parte de mi corta existencia pegado a Milena, y no estaba acostumbrado a los grupos de personas. Es cierto que los niños se adaptan con más facilidad a lo nuevo, pero no estaba dentro de mis características ser sociable. Nunca lo estaría. Y más allá de eso, la confusión y el desconcierto con respecto a los sucesos más recientes de mi vida, no me ayudaban a que intentara ajustarme a mi nuevo hogar.

En un principio estaba completamente solo. Me asignaron un grupo de chicos de mi misma edad, mas los primeros días que estuve en ese lugar, me mantuve observando a mis nuevos compañeros de lejos.

No me aburría viendo a los demás divertirse y corretear por el edificio. Las personas que no estamos habituadas a los grupos de gente, disfrutamos simplemente observando. La espera silenciosa que mantenía por mi madre, deseando que volviera por nosotros y nos explicara todo con su apaciguadora voz, provocaba que no tuviera deseos de socializar.

Pero un día, una chica de mi grupo se acercó a hablarme. Inevitablemente, eso ocurriría tarde o temprano, porque los niños suelen ser demasiado inocentes y curiosos como para alejarse de aquello que les es desconocido.

-¿Por qué te quedas allí?- Me interrogó.

La examiné con la mirada. Era un poco más baja que yo, tenía unos grandes ojos del color del chocolate, y su cabello era corto y negro como el azabache. Su hablar había sido atropellado, y su pronunciación mala en muchos casos, como sucede a todos los niños.

Yo simplemente me encogí de hombros, al no hallar las palabras para expresar el motivo.

-¡Ven con nosotros!- Exclamó ella sonriéndome. No me dejó contestar, se aferró a mi brazo y me arrastró con los demás del grupo.- Podemos ser amigos ahora, y así ya no estarás solo. ¿Te parece?

Simplemente asentí. Lo bueno de ser niño, es que los términos “confianza” o “traición” son desconocidos aún para uno, y se puede simplemente dejarse llevar por los impulsos y las emociones. Hasta que aprendamos.

claim: damian, mil trescientos trece, 04-soledad, tabla de recuerdos

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