[Reto Diario] 26-31 y 34/34: Retazos - Frase 1-9 (Kaikan Phrase)

Jan 07, 2011 23:26

Título: Retazos
Fandom: Kaikan Phrase
Personajes: Yukimura Aine, Ookouchi Sakuya y otros personajes
Palabras: 251 (frase 1 -día 26-) + 178 (frases 2 y 3 -día 27-) + 137 (frases 4 y 5 -día 28-) + 207 (frases 6 y 7 -día 29-) + 110 (frase 8 -día 30-) + 159 (frase 9 -día 31-) + 5505 = 6547
Notas: Basado en el anime, que es bastante diferente del manga en muchas situaciones. Forma parte de una tabla de frases con la que estoy ahora mismo ocupada, y aunque quería publicarla una vez estuviera completa, me he dado cuenta de que no la terminaré a menos que me centre por completo en ella, con lo cual no puedo ponerme a escribir otra cosa. Abarca la serie entera, así que puede haber spoilers. Las notas, al igual que en la de Sanada/Sakuno, irán bajo cada entrada con asteriscos. Vale para el

Resumen: Aine podía claramente decir que había un antes y un después en su vida tras conocer a Sakuya.

1. Hablar (día 26)

La fiebre estaba bajando, y Aine dormía profundamente, por lo que Sakuya finalmente se permitió relajarse y descansar, deslizándose desde su asiento en la cama al lado de su novia hasta el suelo, estirando las piernas sobre la moqueta y apoyando la espalda en la barra del somier; tras unos segundos con los ojos cerrados, se levantó para servirse un vaso de agua y en su camino a la cocina sus ojos tropezaron con el móvil de la joven, que había depositado sobre la barra de la cocina cuando se había caído del bolsillo de su falda mientras la cambiaba de ropa, y en un impulso, lo pulsó: ni una llamada -algo extraño dado que ya era bien entrada la madrugada-; se giró hacia la cama y contempló la silueta bajo las sábanas por un segundo, sin entender cómo sus padres podían no echarla siquiera de menos durante la noche -lo más probable, como ella le había contado una vez, es que su madre estuviera durmiendo en casa de su abuela y que su padre se hubiera quedado en la oficina otra vez, con lo que ni siquiera sabían que ella no estaba allí-, cómo no se molestaban en hablar con alguien tan dulce y que tenía tanto que decir, que había conseguido abrir una puerta cerrada hacía mucho tiempo en su interior, y que le estaba enseñando todo un mundo nuevo, y se prometió a sí mismo que pasara lo que pasara, jamás la haría sentirse sola otra vez.

2. Tocar (día 27)

Sus dedos aún rozaban su piel cuando despertó de su sueño, acurrucada junto a la cama de hospital donde yacía Sakuya tras la operación a vida o muerte a la que había sido sometido; se embelesó en sus ojos brillantes, en su sonrisa, pero sobre todo el la calidez de aquel cuerpo que durante horas creyó que no podría volver a abrazar.

3. Recuerdo

Antes de salir, Aine se dio la vuelta y recorrió con la mirada la casa en la que había vivido durante tantos años, y a la que no tenía pensamiento de volver más; había sido un lugar tranquilo y familiar cuando había sido una niña, pero aquello ya no eran más que simples recuerdos que vivían en los rincones y en su mente, y se alegraba de dejar todo aquello atrás, porque la esperaba una nueva vida junto a Sakuya y Lucifer, siendo la primera parada en su camino a la cima del mundo, Londres, y la última un pequeño apartamento o una casa en un barrio tranquilo junto a la persona que amaba.

4. Vainilla (día 28)

Aquella colonia juvenil había asido el último regalo que su madre le había hecho antes de estar tan ocupada y estresada con los problemas con su padre como para olvidar su cumpleaños; si embargo, ella seguía comprándola y poniéndosela todos os días, con la esperanzar de que algún día aquel suave olor a vainilla la hiciera levantar la cabeza y saludarla con una sonrisa.

5. Chocolate

Aine dio un mordisco a la tableta de chocolate y dejó que el trozo se derritiera sobre su lengua antes de perderse en aquella textura espesa de sabor ligeramente dulce, recostándose en la silla y cerrando los ojos con un suspiro; a veces no necesitaba nada más para alejarse de la realidad por unos segundos, imaginando que su vida era perfecta y que no necesitaba nada más para ser feliz.

6.Medios (día 28)

Durante su estancia en el hotel, en uno de los cortos descansos que hacían para comer, Aine le había preguntado a Sakuya cómo había conseguido encontrarla tan rápido después de que desapareciera del concierto donde Lucifer había cantado “C no Binetsu” por primera vez, y aunque él limitó su respuesta a “pura suerte” y una sonrisa algo arrogante, luego supo por Atsuro y Santa que había removido cielo y tierra, empleando todos los medios a su alcance para averiguar a qué instituto de Tokyo pertenecía su uniforme.

7.Creencia

Aine pronto comprendió la conveniencia de que todos creyeran que quien componía las letras de Lucifer era un hombre: Aine Yukihiko era objeto de admiración de todas las fans, que se maravillaban de cómo podía captar tan perfectamente los sentimientos de una mujer, y de otros grupos y productores, que desbordaban con peticiones de colaboraciones con “él” a los asistentes encargados del grupo; sin embargo, la única vez que había sido tan descuidada como para acercarse a Sakuya durante una sesión fotográfica al aire libre para mostrarle unas correcciones, había sido abordada y amenazada por unas groupies; sí, pensó Aine mientras se asomaba a la ventana de su habitación aquella noche, aquello era lo mejor.

8.Entretenerse (día 30)

La página se posó sobre la bandeja de la impresora y Aine la cogió, releyéndola, y sonrió levemente, con cierta melancolía, deseando que ojalá no hubiera tenido que recurrir a aquello para poder expresar lo que sentía; prefería mil veces que alguien escuchara todo aquello, comprendiendo sus inseguridades, sus miedos, sus dudas... su soledad, y recibir una palabra de ánimo, un gesto de cariño, algo que le dijera que no se encontraba tan sola como en realidad estaba: al final, aquel ordenador y aquel papel se habían convertido en sus confidentes y lo que había comenzado como un mero entretenimiento se había convertido en su única vía de escape.

9.Iluminación (día 31)

Todo era hipnótico en aquel lugar, los haces de luces de colores danzando por el escenario, iluminando las siluetas del grupo en el escenario, la música potente, ruidosa, la letra, atrayente y sensual, y Aine se vio sobrecogida por el encantamiento de los Lucifer, de los que tanto había oído hablar aquellas últimas semanas; luego, todo se volvió blanco mientras el cantante anunciaba su último single y comenzaba la melodía, tan diferente de la anterior, y se mezcló con el rosa cuando las palabras desgranadas le sonaron tan familiares que su corazón comenzó a latir a una velocidad que creía imposible, bajando las escaleras tan rápido como se lo permitieron sus tensos músculos; entonces, bajo aquella luz brillante, sus ojos ámbar se encontraron con los de él y lo vio sonreír, como si hubiera sabido que ella acudiría a su lado, sin saber que a partir de aquel momento, su mundo blanco y negro se llenaría de color.

10.Adorno (día 34)
Aine colocó el último adorno en el arbolito de Navidad que había puesto en su habitación del hotel donde estaba alojada y, apagando la luz, enchufó las pequeñas bombillitas, que llenaron de color la habitación; puso la radio y se sentó en la cama, contemplándolas mientras apoyaba la barbilla sobre las rodillas y una suave sonrisa se dibujaba en su rostro, dejándose llevar por la canción que ella misma había compuesto, escuchando las voces de los Lucifer en la entrevista de aquella emisora el día después de que anunciaran que el número uno de la Billboard Hot 100 americana era para el nuevo single de Lucifer.

*La Billboard Hot 100 es una de las listas americanas más importantes de canciones*

11.Coup de Foudre

Sentado en el suelo de su apartamento y con la espalda apoyada en la cama, Sakuya contempló a Aine, que daba cabezadas en su hombro tras pasar horas junto a él trabajando en una nueva composición, y sonrió levemente cuando murmuró algo en sus sueños y el bolígrafo que tenía entre los dedos se deslizaba rodando por su falda hasta el suelo; había habido varias mujeres en su vida, pero ninguna había aparecido tan repentinamente ni tenido un impacto tan grande en su vida como ella; tampoco creía haberse enamorado de alguna, y cuando había llegado el momento de la separación se habían ido quedando atrás sin que les hubiera dedicado otro pensamiento, mientras que aquella niña, con su inocencia y su dulzura, había conseguido seducirlo prácticamente desde el principio y que depositara en ella los secretos que nunca antes había confiado a nadie y, aunque había luchado consigo mismo para resistirse, tras su viaje lejos de Lucifer y de ella, había vuelto a Japón convencido de que si la felicidad existía, él no podría conseguirla más que con ella a su lado.

*Coup de Foudre tiene dos significados en francés (según decía el diccionario): 1)un suceso inesperado y repentino, y 2)enamorarse, así que decidí usar los dos, porque en esta serie las cosas son así ^^*

12.Pórtico

Aine se frotó las manos para desentumecerlas y miró a un lado y a otro de la calle, que a aquellas horas estaba casi desierta; en parte se arrepentía de haberle contado a Sakuya que quería hacer la visita al templo de Año Nuevo pero que no tenía con quién ir, ya que el cantante se había ofrecido inmediatamente a acompañarla a pesar de los riesgos que aquello conllevaba y que habían hecho que Sasaki pusiera el grito en el cielo, pero en parte se alegraba, sin importarle que hubieran tenido que buscar un santuario pequeño y apartado de los grandes barrios, porque podía compartir aquel momento con él y, pensó con un ligero sonrojo, arreglarse para la ocasión llevando el furisode que le había regalado su abuela hacía varios años, y que no había tenido ocasión de ponerse; el ruído de una moto al acercarse la sacó de sus pensamientos y sonrió al verlo detenerse frente al pórtico de entrada junto al que esperaba, y contemplarla durante varios segundos a través de la visera del casco antes de encaminarse hacia ella mientras se lo quitaba y susurrarle al oído lo hermosa que estaba.

13.Destino

Se les oía llenos de entusiasmo por su próximo debut, deseosos de acercarse al público, cómodos los unos con los otros como viejos amigos, aunque por lo que contaban no era así, pero habían compartido muchos momentos, buenos y malos, y esa circunstancia les había hecho unirse estrechamente; el cantante tenía la voz bonita, ligeramente ronca pero atrayente, y Aine pensó, antes de sucumbir al sueño, que quizá compraría su primer single para ver qué tal sonaban; nunca imaginó que, meses más tarde, su destino se enlazaría con el de Lucifer por un desengaño amoroso y el poema que llevaba en el bolsillo de su chaqueta.

14.Pulso

El pulso entre Lucifer y E.Mu la tuvo inquieta no sólo durante las dos semanas en que el número de singles vendidos decidía quién se hacia con el ansiado concierto en el Tokyo Dome, sino en las anteriores, cuando sobre ella recayó la responsabilidad de componer las letras que cantarían los dos grupos y se sentía incapaz de cargar con lo que podía ser el fracaso de la banda, de las personas que ya eran como una familia para ella y del hombre que amaba, y en el proceso de creación de la música, en la que todos se reunían en casa de Sakuya intercambiando ideas, escuchando la música y haciendo arreglos y cambios sobre la marcha; y aunque confiaba en ellos y compartía su entusiasmo al verlos tan involucrados en el proyecto, y trataba de disimular su angustia, notaba que el cantante procuraba estar con ella todo el tiempo posible, mimándola y tratando de que sintiera que ambos eran personas normales en una relación, y ella, agradecida, intentaba mostrarle su mejor sonrisa, contándole todas las anécdotas que ocurrían en el instituto, hasta hacerle reír.

*Tokyo Dome es un gigantesco estadio de 55.000 asientos donde, aparte de partidos de béisbol se juegan partidos de baloncesto, fútbol americano, torneos de lucha libre, artes marciales, carreras, etc. así como como conciertos, exhibiciones, y todo tipo de eventos.*

15.Sobre

Todo su cuerpo había comenzado a temblar, y las piernas por poco le habían fallado, haciéndola casi caer en su apresurado camino a la casa, cuando había visto su nombre, escrito claramente en letra masculina, en aquel sobre de correo aéreo con matasellos de Hong Kong, y aunque ya suponía quién era el remitente, el corazón se le desbocó al darle la vuelta y ver el nombre de Sakuya en el espacio destinado a él; se dio prisa en subir a su dormitorio y se sentó en la cama, respirando hondo, no queriendo imaginar qué podría pasar si trataba de abrirla estando de pie.

16.Frío

A veces, Aine sentía un frío en su interior que no conseguía hacer desaparecer ni con la calefacción de su cuarto ni bajo las mantas de su cama, hecha un ovillo; entonces se preguntaba si no estaría comenzando a morirse por dentro, si su corazón no se estaría congelando, si llegaría el momento en que fuera incapaz de sentir y de amar, y si alguna vez aparecería la persona que la sacaría de su soledad y le daría el cariño que siempre había anhelado.

17.Necesidad

Depositando una nueva compresa fría en la frente de Aine, Sakuya suspiró cansadamente recostándose otra vez contra el lateral de la cama, echando el cuello hacia atrás, rozando la cabeza contra su hombro, como si el hecho de no sentirla pudiera engañar a sus sentidos sobre la presencia de la joven allí; no sabía cómo había pasado, pero aquella niña se había vuelto el centro de su universo -con sus dulces sonrisas, su inocencia y el brillo de sus ojos cada vez que algo la hacía feliz, por muy pequeño que fuese-, no estaba tranquilo si no la veía, sentía la necesidad de tenerla cerca y de protegerla de todo sufrimiento; sonrió irónicamente y ladeó la cabeza para poder mirar su rostro mientras dormía: Yukimura Aine había sellado el destino de los dos cuando había pisado aquella avenida en la que estuvo a punto de atropellarla con la moto, porque no estaba dispuesto a dejarla marchar de su lado.

18.Bebido

Cuando se recostó en la cama tras volver a casa aquella noche, notó cómo su abdomen se quejaba dolorosamente. Saki y ella habían ido a la cafetería que había cerca de la estación a tomar unos donuts, y aquel día había una oferta de que por cada unidad, regalaban la consumición, y había bebido tanto té que podría criar peces de colores en el estómago; pero había sido divertido, y había regresado con nuevas energías y dispuesta a sentarse a seguir escribiendo el poema que había comenzado el día anterior; sin embargo, al tratar de incorporarse, le pareció incluso que notaba el líquido y los dulces moverse en su interior, por lo que volvió a acostarse y se quedó muy quieta; tal vez lo hiciera en un rato, de momento se tendría que conformar con crear las imágenes en su mente y relajarse para evitar una indigestión.

19. Máscara

Hacía tiempo que Aine había aprendido que llorar, enfadarse o quejarse no le servía de nada, la soledad y la tristeza seguían allí con ella cuando aquellos sentimientos se desvanecían, así que había decidido esconder todo aquello de los demás tras un máscara de silencio y suaves sonrisas, que la protegían de ser herida con cada decepción y cada desengañó que sufría.

20. Rosa

Tras la llamada de Kai avisándola de que ya estaban en la fiesta, Aine se removió nerviosa en el asiento del taxi y miró por la ventanilla; no entendía bien porqué los miembros de Lucifer habían querido que los acompañara, y no sabía el maquillaje que se había aplicado era excesivo o si iba bien vestida con aquel vestido rosa de tirantes con la falda abullonada por encima de la rodilla que había comprado a toda prisa en una tienda juvenil: tal vez era demasiado infantil, tal vez debía haber escogido uno largo, pero ya era demasiado tarde, sólo esperaba no hacer demasiado el ridículo; y al parecer no sería así, cuando, una vez allí, sintió las miradas de los cinco jóvenes, vestidos de elegante esmoquin, sobre ella y Kai asintió, dándole su aprobación.

21.Dos

Echada en la cama de aquel lujoso hotel donde estaba con Sakuya, recordó con un ligero sonrojo las palabras del cantante sobre cómo sus dos mundos, el de las letras de Aine y el de él se unían en uno solo cuando trabajaban juntos en las canciones, sin embargo, no debía hacerse ilusiones de que aquello pudiera tener otro significado: eran tan diferentes como la noche y el día, siendo él brillante, carismático y famosos, ye ella un a simple estudiante de bachillerato, reservada y anhelante de cariño; sin embargo, le dijo una voz en su mente, mientras aquello no afectase a su trabajo y a su relación con él, podía darse el lujo de soñar.

22.Fresco

Respirando hondo el aire fresco de la noche, Aine se sintió renovada y no pudo evitar que una suave sonrisa se dibujara en sus labios mientras caminaba desde la productora a la estación, para coger un tren de vuelta a casa: había conseguido que el plan para el video del concierto que había ideado fuese aceptada y se sentía pletórica, aunque gran parte de su éxito se lo debía a Yuka, que la había ayudado a calmarse y le había dado algunas indicaciones de cómo enfocarlo; el ruido de una moto deteniéndose cerca de ella la hizo volverse y Sakuya, sin quitarse el casco, la saludó y le tendió uno idéntico al suyo, indicándole que subiera, y la joven compositora obedeció, sintiendo que todo el frío que había inundado sus pulmones segundos antes, se desvanecía ante el sonrojo que se extendió por sus mejillas cuando él le ordenó que se sujetara fuertemente a él, antes de partir a toda velocidad.

23.Soborno

Yuko y Saki habían tratado, entre risas, de sobornarla con dulces para que les presentara a los Lucifer, y ella sólo había podido prometerles que hablaría en las oficinas para que, aunque sólo fuera eso, obtener pases de entre bastidores para ellas durante el último concierto que Lucifer daría en Tokyo; pero al escucharla hablar con Sasaki, que se había negado en rotundo a su petición, Sakuya sugirió que podrían reunirse con ellas en casa de Aine durante una hora que tenían libre entre una entrevista y un programa de televisión, argumentando que lo lógico era complacer a las fans más antiguas y fieles del grupo, algo que apoyó el resto del grupo, aunque la joven compositora supo, por la mirada que le lanzó el cantante, que no se estaba refiriendo a sus amigas.

24.Error

Supo que había sido un error aceptar ir a ver el rodaje del drama tan pronto como el director dio comienzo al rodaje; Sakuya y Ayako no parecían recitar frases de un guión, sino declarar su amor, mirándose a los ojos, y cuando se abrazaron, se sintió tan angustiada que tuvo que refugiarse tras uno de los decorados que no se estaban usando para que nadie la viera a punto de llorar.

25.Apetito

Aine había perdido la cuenta de cuántas veces había dejado de cenar o de desayunar por falta de ganas, porque la mesa vacía y el silencio de la casa hacían que sintiera un pellizco en el estómago que le provocaba nauseas; sin embargo, una vez que empezó a trabajar para Lucifer y comenzó a hacérsele tarde en las oficinas de la productora, bien escribiendo y trabajando con ellos, bien en reuniones que se extendían hasta altas horas de la noche, y traían la cena de cualquier restaurante, recuperó el apetito, porque nada era más satisfactorio que disfrutar de una comida entre personas a las que apreciaba y que la hacían sentir como una más de aquella cálida “familia”.

26.Contenerse

Más de una y dos veces, Sakuya había tenido que contenerse para no ir a casa de Aine y decirles varias cosas a sus padres, viendo la melancolía que muchas veces se reflejaba en los ojos de la joven cuando estaba absorta en sus pensamientos sin darse cuenta de que él la estaba observando; y se prometió a sí mismo que cuando llegara el momento, compensaría con creces toda aquella soledad que sentía y se entregaría por completo a hacerla feliz para que no volviera a pensar en aquella familia que la dejaba de lado como si su existencia no fuera importante, cuando para él ella era la vida misma.

27. Familia

No recordaba la última vez que había sentido que eran una familia: hacía tiempo que su padre apenas pasaba tiempo en casa, entregado por completo a su trabajo, buscando la satisfacción que no encontraba allí en el ascenso que rozaba con la punta de sus dedos, y su madre, aburrida de ser un ama de casa, había vuelto a trabajar de secretaria en una oficina modesta; apenas los veía ni hablaban, y por eso Aine, en la oscuridad de su habitación, cuando no podía dormirle, fantaseaba con tener la suya propia, en la que sus hijos jamás se sentirían solos, su marido encontraría tranquilidad después de un duro día de trabajo, y todos cenarían juntos.

28.Afligir/Apenar

Nada afligió a Aine más que ver la cara de Sakuya cuando entró en la enfermería y la vio en aquel estado, con la ropa arrugada, herida y las lágrimas pugnando por salir de sus ojos; su desesperación cuando la abrazó le habló de su sentimiento de culpabilidad, su rabia y su dolor por haberla mezclado en todo aquello, porque el simple hecho de enamorarse de ella hubiese llevado a aquello; y haciendo acopio de todas sus fuerzas, ignorando las quejas de su cuerpo magullado, lo rodeó con sus brazos, tratando de transmitirle su amor, consolándolo y asegurándole que estaba bien.

29.Vapor

Aine puso la campana para evitar que el vapor que salía del guiso que estaba cocinando se extendiera por el pequeño apartamento de Sakuya, bajó el fuego, para que al cantante le diera tiempo a terminar de ducharse y cambiarse, y comenzó a poner la mesa; se había familiarizado con todo rápidamente y a veces se sentía culpable al darse cuenta de que se comportaba como si estuviera en su propio hogar, y se preguntaba si aquella actitud molestaría a su novio sin que ella se percatara de ello; movió de nuevo el contenido de la olla, probando el caldo para darle un toque final en caso necesario y se volvió a tiempo de verlo apoyado en la pared, observándola con una cariñosa sonrisa a la que ella respondió mientras le indicaba que se sentara a la mesa; tenía la sensación de que no, de que, por primera vez, sus acciones eran bien vistas por la persona a la que iban dirigidas.

30.Té

El café y el té que había preparado se habían enfriado, las tazas yacían sobre la mesa, colocadas sobre sus platitos, y la nata que cubría la tarta hacía rato que había empezado a deshacerse tras dos horas sobre la mesa; ni una llamada, ni una disculpa, y Aine, sentada sobre la alfombra, con la cabeza apoyada en las rodillas, fijaba su mirada en el teléfono que no sonaba; tras unos minutos más se levantó y comenzó a recoger mientras las lágrimas comenzaban a caer silenciosa, por sus mejillas, pensando excusas en su desesperado corazón de por qué sus padres no estaban en casa para celebra su doce cumpleaños.

31.Medicina

Obedientemente, tras la comida que le había preparado Sakuya, Aine se tomó la medicina y volvió a meterse en la cama, al comprobar que aún tenía la fiebre algo alta; se mantuvo quieta, alternando su mirada entre el techo y su novio, que en la cocina terminaba de fregar los platos y recoger, hasta que notó sus pasos sobre la madera y se volvió con una ligera sonrisa, al tiempo que él depositaba una palangana en el suelo y cogía la compresa que tenía sobre la frente para cambiársela; luego, trató de persuadirla para que durmiera y se sentó, apoyándose en la cama y cogiendo una revista; la joven lo contempló por unos segundos antes de obedecer a un impulso y, con lentitud, hundir los dedos en sus negros cabellos, sabiendo que lo había sorprendido levemente cuando la miró de reojo por encima del hombro, pero la dejó hacer, y cuando sus yemas rozaron su mejilla y en un susurro le pidió perdón, él le cogió la mano y la besó suavemente antes de volver a su lectura y ella cerró los ojos, suspirando aliviada, antes de volver a rendirse al sueño.

32.Polilla

A veces, contemplándose en el espejo, Aine no veía nada especial para que Sakuya se fijara en ella: tanto su pelo como su rostro eran corrientes, su cuerpo aún estaba creciendo y desarrollándose y era muy diferente del de las mujeres que había frecuentado, y no era una rutilante estrella, sino una estudiante de bachillerato que pasaba los días entre libros y sueños; se sentía como una polilla atraída por la brillante luz que él desprendía, deslumbrada por su talento, y seducida por su voz y la intensidad de sus ojos azules, y sabía muy bien que por mucho que tratara de acercarse a él, jamás conseguiría ser nada más que alguien que lo impulsaba en su camino al estrellato, haciéndolo más hermoso a los ojos de los demás, y más inalcanzable para ella.

33.Perfecto

Aine puso las manos alrededor de la taza de café recién hecho que Sakuya había depositado frente a ella y suspiró contenta; no importaba que no pudieran ser como las parejas normales y tomarlo en una cafetería, pasear por la calle tranquilamente, ir al cine o de compras, o hacer un pícnic en el parque bajo los cerezos en flor, cosas que siempre había soñado con hacer cuando encontrara un novio con el que compartirlas, y por no poder hacerlas realidad él ya se había disculpado -era lo que tenía una relación con alguien famoso-; lo que no sabía Sakuya era que ella había dejado de darle importancia a todo aquello hacía tiempo, se sentía feliz simplemente con estar a su lado en aquel pequeño apartamento escasamente amueblado, discutiendo los detalles de una letra o una melodía, comiendo mientras se contaban anécdotas de sus vidas o lo que habían hecho aquella semana, escuchando música o jugando a las cartas con sus risas llenando la habitación, o simplemente en silencio, sintiendo el reconfortante calor del otro mientras contemplaban, a través del enorme ventanal, la caída de la tarde.

34.Cuerda

Hubo un tiempo en que ella también había aplaudido y sus ojos brillaban con ilusión cuando su padre le compraba globos en aquellos lejanos días en que frecuentaban los festivales de verano y su madre se los ataba en la muñeca para que no lo perdiera mientras ella reía a carcajadas, y la llevaba de la mano para que no se perdiera; y aunque no sentía amargura cuando recordaba aquellos momentos felices de su vida, sí la invadía una ligera nostalgia cuando veía a Sakuya hacer aquello mismo con su hijo, que gorjeaba alegre mientras tiraba de la cuerda y corría hacia ella entusiasmado para enseñárselo, que se desvanecía arrollada por un inmenso amor por ambos cuando éste acariciaba su vientre con cuidado mientras le hablaba a su hermanita, que dormía en su interior, y su marido le pasaba la mano por los hombros, besándola en la sien y agradeciéndole sin palabras que estuviera a su lado.

*El hecho de que Sakuya y Aine tengan un hijo lo he tomado del manga, aunque sus caracteres siguen siendo los del anime*

35.Viento

El viento indicaba que el tifón anunciado en la televisión estaba muy cerca y Aine decidió volver a casa en cuanto sonara el timbre que indicaba el final de las clases; en su camino de vuelta, un papel se le enredó en los pies y cuando lo cogió comprobó que era el anuncio de un concierto al aire libre en un parque de Shinjuku de una banda llamada Lucifer; una ráfaga de aire hizo dar dos pasos atrás, y dobló el papel, metiéndoselo en el bolsillo de la falda, volviendo a avanzar: no hubiera sido un mal plan para acudir con Yuko y Saki, siendo ambas fanáticas de los grupos de rock, pero con aquella tormenta, ninguna iba a arriesgarse a ir, los trenes habían suspendido su servicio y ellos, seguramente, habían cancelado la actuación para otro día.

36.Encrucijada

Cada vez que tenía que mentir a sus amigas, Aine se sentía en una encrucijada: sabía que estaba mal ocultarles los motivos de sus continuas ausencias y su falta de tiempo para ellas, no compartir sus miedos y su ilusión ante los sentimientos que Sakuya despertaba en ella y hacerse la desinteresada cada vez que la conversación derivaba hacia Lucifer y sus conciertos, pero no tenía más remedio; no estaba acostumbrada a compartir su vida con los demás, y la habían abandonado tantas veces que había llegado a un punto en que no sabía si podía confiar una vez más o si podía entregar su cariño sin que lo pisotearan una y otra vez, si eran verdaderas o si, una vez conocieran la verdad, la utilizarían para acercarse a Lucifer hasta que ya no les fuera útil y la dejaran de lado, robándole la felicidad que en aquel momento sentía.

37.Verano

Las vacaciones estaban pasando excesivamente despacio, pensó Aine mientras se sentaba en el alféizar de su ventana, respirando la suave brisa que de vez en cuando refrescaba el ambiente, y veía a los niños jugar al fútbol en su calle y a sus vecinos regando los jardines o paseando a sus perros; había terminado toda la tarea que le habían mandado, a excepción de un diario de cocina que tenía que entregar en Economía Doméstica, había escrito tres poemas y no sabía qué más hacer con su tiempo: sus amigas estaban fuera de la ciudad y su novio, que se le había declarado justo antes del verano, estaba ocupado con las clases de recuperación tras suspender tres asignaturas; se removió inquieta y tomó un sorbo del zumo frío que tenía en la mano, reflexionando en la ironía de que mientras todos esperaban aquellos días con ilusión, ella estaba deseando que comenzara el instituto otra vez.

38.Caramelo

Cuando era niña, Aine siempre iba al mismo lugar a comprar golosinas, una tienda tradicional regentada por una anciana, donde vendían caramelos de leche con azuki y con kinako; años más tarde, nada más volver a Tokyo tras su estancia de varios años en el extranjero, cogió a su hijo de la mano y lo llevó al lugar para que él también pudiera disfrutar de aquellas pequeñas chucherías que eran uno de los pocos recuerdos felices de su infancia.

39.Fotografía

Era la única fotografía que Sakuya tenía en su apartamento; estaba enmarcada y puesta sobre el mueble que tenía junto a la ventana, cerca del equipo de música: en ella, los cinco miembros oficiales de Lucifer posaban con actitud despreocupada, sus ojos llenos de sueños y de ilusión, y a su lado, la sexta componente, la que había estado en la sombra todo aquel tiempo y que antes de marcharse a Londres le había confiado a ella el cuidado del grupo; y una sonrisa se dibujaba en el rostro de Aine cada vez que la veía: ella siempre había estado ahí, los conocía mejor que nadie, los amaba más que nadie, y por aquella simple razón, Aine jamás podría sentir celos de Yuka.

40.Cuchara

Con una taza de chocolate caliente, Aine subió a su dormitorio, cerrando la puerta tras ella para no ser tan consciente del silencio que inundaba la casa; se sentó frente al ordenador, y mientras esperaba a que iniciara, tomó un poco, soplando para no quemarse, sacando la cuchara despacio y dejándola sobre sus labios, pensativa, dejando que su cuerpo se restableciera ante la sensación de calidez que recorrió su interior, y que su mente se sumergiera en aquel mundo de palabras en que la imaginación era libre y podía expresar todo lo que estaba guardado bajo llave en su corazón; nada más abrir el documento en blanco, bebió otro sorbo y comenzó a escribir.

41.Bosque

Sakuya tenía el día libre y le había sugerido que hicieran una pequeña excursión fuera de Tokyo; y mientras ella se había encargado de preparar una cesta de pícnic con gran variedad de bocadillos y té frío, él había planificado y hecho todos los preparativos para llevarla a unos bosques cercanos a la cordillera Kageita, donde podrían estar tranquilos sin que nadie lo reconociera, y sin miedo a que alguna fan radical pudiera fijarse en ella.

*La cordillera Kageita es a la que pertenece el Monte Fuji, y está al oeste de Tokyo*

42.Espejo

Cuando Aine se miró en el espejo del cuarto de baño del apartamento de Sakuya, notando todavía sus mejillas enrojecidas, sin saber bien si era por la fiebre o por los besos que habían compartido cuando él le había impedido volver a tratar de convencer a Ayako de que no le dificultara más las cosas, se dio cuenta de que no llevaba puesta su ropa y que aquella camisa blanca, a la que al principio no le prestó atención por estar familiarizada con la suya del uniforme escolar, que llevaba puesta casi todo el día, definitivamente no le pertenecía; ahora se daba cuenta de que bajaba hasta cubrirle parte de los muslos, que las mangas eran demasiado anchas y los puños estaban doblados, y también de que aquella prenda conservaba el olor de su colonia, algo de lo que no se había percatado al despertar en su cama y con la discusión que habían tenido; notó su rostro caliente una vez más, porque podía sentir como si él la estuviera abrazando una vez más.

43.Humo

La discusión llegó hasta sus oídos desde la planta baja, y Aine suspiró cansadamente, recostándose contra el respaldo de la silla: de nuevo era por el mismo motivo, un divorcio que su madre pedía y su padre se negaba a darle por no perder prestigio en la oficina, en la que estaba a punto de ascender a jefe de sección; y la joven se preguntó cómo era posible que el amor se disolviera como el humo en el aire, cómo podía irse transformando en aquella aversión que notaba en sus padres, y si ella alguna vez tendría el valor de enamorarse, sabiendo que al final del camino podía esperarle el mismo destino que a ellos.

44.Brillar

Aine salió de la estación de Shibuya y se detuvo asombrada; en cada uno de los edificios de los cuales colgaban anuncios de actores famosos, había un póster gigantesco con la portada de C no Binetsu, anunciando que los Lucifer habían alcanzado el número uno de ventas con aquella canción, y aunque en un primero momento se sintió intimidada, enseguida una secreta sensación de satisfacción por haber sido ella quien había escrito aquella letra la inundó, sintiendo que nuevas fuerzas llenaban su corazón y su mente, y que podía lograr escribir letras que los hicieran aún más brillantes de lo que ya eran en el firmamento musical.

*Para los no seguidores de la serie, C no Binetsu es el primer tema que escribe Aine para Lucifer. Y no creo que haga falta hablar del barrio de Shibuya ^^ *

45.Globo

El día que volvieron para establecerse definitivamente en Japón, Aine le regaló a Sakuya un globo terráqueo que tenía una marca en cada uno de los países que habían visitado y que Lucifer había conquistado, arrasando en las listas de ventas y alzándose en el número uno de las listas de música más prestigiosas; había costado incalculable esfuerzo y empezar de cero muchas veces, pero al fin, el grupo que había empezado con un sueño que parecía inalcanzable, y que había superado multitud de dificultades a lo largo de su carrera, estaba en la cima del mundo.

46.Vid/Enredadera

Aine contempló fascinada aquella pequeña casita de aspecto antiguo con las fachadas cubiertas de enredadera que Sakuya había decidido alquilar a las afueras de Londres para los dos; era cierto que hacía varias semanas que habían emprendido su vida en común, desde que habían dejado Japón para abrirse paso en el mercado internacional, empezando de cero, pero hasta aquel momento habían estado alojados en hoteles, cada uno en su propia habitación, ocupados hasta la extenuación en buscar lugares donde pudiera cantar el grupo, traduciendo las canciones que ya tenían y componiendo otras en inglés, promocionándose, y tratando de hacerse un hueco en la escena indie en los dos meses que se habían marcado de plazo, y ahora que lo habían conseguido e iban a estar viajando entre Tokyo, para no descuidar a sus fans de siempre, y Londres, donde habían decidido establecer su base hasta llegar a la cima, era el momento de dar un paso más.

47.Mariposa

A veces, cuando contemplaba el atardecer desde la ventana de su cuarto, pensaba que su vida se parecía mucho a la de una mariposa: había sido como una oruga durante mucho tiempo, yendo de un lado a otro, insegura y temerosa, buscando el cariño que sus padres, poco a poco, habían dejado de brindarle, luego había empezado a ver los días pasar, sin ilusión, sin atraer la atención de nadie, buscando llenar su soledad con el afecto que podían darle sus amigas o un novio, dejándose llevar y escondiendo sus pensamientos y deseos, convirtiendo su cuerpo en una crisálida que protegía al ser que ocultaba en su interior; pero entonces, había conocido a Sakuya y el caparazón había comenzado a resquebrajarse mostrándole un mundo brillante en el que sentir que podía llegar a millones de personas con sus letras y en el que no debía temer abrir sus alas y volar, porque ya no estaba sola.

48.Guantes

El primer regalo que le había comprado a Sakuya habían sido unos guantes negros de piel forrados por su cumpleaños, lo máximo que pudo permitirse con el dinero que tenía ahorrado, y aunque al principio le había dado un poco de aprensión darle algo tan simple y poco original, la sonrisa que se dibujó en sus labios cuando ella le entregó el presente, había sido más que suficiente para borrar sus temores de que no le gustara.

49.Veneno

A menudo, Sakuya no entendía aquella resignación de Aine ante su soledad; ni tampoco cómo podía seguir intentando una y otra vez unir a su familia y tratarlos con dulzura sin que se le envenenara el corazón, como le había ocurrido a él tras la muerte de su madre; quizá por ello se sentía tan irremediablemente atraído por ella y la luz que emitía, y podía mostrarse con ella tal y como había deseado ser si hubiera tenido una infancia feliz, sabiendo que, por muchas cosas que hubiera en su pasado de las que no estaba orgulloso, ella jamás lo despreciaría.

50.Permanecer

Aunque el hecho la alegrara, y también la aliviara, Aine no entendía por qué los productores no intentaban poner algún tipo de traba a la relación que había iniciado con Sakuya; sabía que aquello no era un manga para chicas, pero había comprobado de primera mano lo crueles que podían llegar a ser las cosas en aquel mundo, y también que alguien como ella nunca beneficiaría a la fama del grupo más que con sus letras -que a ojos del público estaban escritas por un hombre- que un fracaso podía poner en peligro la estabilidad de la banda, y que se había convertido en el punto débil del cantante, al que atacarían los que deseaban hundirlo, como había hecho Ralph; sin embargo, estaba decidida a permanecer a su lado, a hacerse más fuerte y poder un día ser el mismo apoyo que él era para ella en aquel momento.


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