Autora:
riathaFandom: Harry Potter
Pareja: Ginny/Luna
Rating: G
Notas: Basado en la parte 48 del Canto a mí mismo de Walt Whitman (de hecho, la frase en cursiva pertenece al poema); escrito en medio de clase, totalmente incoherente y parra de la ostia; no tengo dinero para abogados, así que, no me hago responsable.
No es que Ginny no crea en Dios; de hecho, ni siquiera le ha dedicado suficiente tiempo como para formarse una opinión. Tampoco es que crea; están en guerra, no podría.
Ginny no lo sabe (aunque quizás si Hermione estuviera allí se lo hubiera explicado algún día), pero su filosofía de vida es Carpe Diem, vive el momento, disfruta el presente, no pienses en el futuro; de hecho, si puedes evitarlo ni siquiera pienses, joder. Pero no puede evitar pensar que quizás no haya mañana (tampoco puede evitar pensar en Ron, lo que condice a Harry, y es ahí donde inevitablemente su pensamiento se corta, y no puede evitar darle gracias a ese Dios en el que ni siquiera cree).
No sabe lo que es la metafísica, ni la teología, ni la espiritualidad; es más, no le interesa. Cuando Luna lee sus libros de poesía en voz alta bajo el Sauce Llorón que emite lamentos reales el día 25 de cada mes, ella no entiende nada (Ginny diría que no entiende una mierda, expresión sacada seguramente de los gemelos) pero le gusta como suena, y le gusta la voz de Luna cuando pronuncia las palabras Dios, cuerpo, alma; encogiendo un poco el sonido, alargando las sílabas, deleitándose en el significado de las palabras, adorándolas.
Ginny cree (y no como si de un Dios se tratara, sino más bien como una opinión) que Luna no cree en dios pero que le gustaría creer; casi tanto que duele. Lo sabe por como Luna pone esa mirada soñadora cuando habla de Dios; la misma mirada que pone cuando mira a Ginny creyendo que ésta no se da cuenta (sólo que sí se da cuenta aunque finja lo contrario).
Cuando Luna lee sobre Dios y la religión le parece que pueda incluso llegar a creer; pero son sólo palabras, y se las lleva el viento y la memoria.
Ginny desearía que Luna pudiera creer porqué intuye que de esa forma toda la desazón que Luna tiene en su interior (ese interior que deja ver tan pocas veces que Ginny a veces teme que sea sólo fruto de su imaginación) se calmaría un poco. Sólo un poco, y aún así, Ginny daría su vida por ello.
Aunque a Ginny no le interese la religión sabe que a Luna sí le interesa; y sólo por eso (porqué ella sí se interesa por Luna) desearía que hubiera un Dios; un Dios en el que Luna pudiera creer y que pudiera aliviar el dolor de Luna.
El dolor que a veces asalta por la noche a Luna y le impide dormir (crisis espiritual, le llaman).
Luna no lo sabe, pero Ginny reza por las noches por ella. Aunque no crea (o quizás sí, no lo sabe), Ginny reza porqué Luna no sabe hacerlo, y cree que si ella reza por Luna, alguien allí arriba (o abajo, eso tampoco lo sabe muy bien) aliviará un poco el nudo en el pecho de Luna.
O al menos, podrán compartir su carga entre las dos (eso es lo que hacen las amigas).
Al fin y al cabo, para Ginny es mucho más importante (y le asusta un poco descubrir cuanto) la amistad de Luna que la existencia de Dios.
Y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo.