Los caramelos Pictolín, un amigo se los comía tal cual si fueran cacahuetes: masticaba y tragaba como si no hubiera un mañana. A duro el par de caramelos, una vez, por su cumpleaños, cogimos cien pesetas y le regalamos una bolsa llena hasta arriba. Veinte duros, cuarenta caramelos, y el muy cabrón se los acabó de una sola vez. Tendríamos once o
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