El tiempo en verde: Capítulo 3 - Azul

Aug 16, 2009 22:00

Siguiente capi de la cosa verdosa esa. Por fin Harrycin hace acto de presencia.
Beteado por la maravillosa sirem, muchas gracias!!!
Por cierto, el próximo capi estará en un futuro lejano :P

Capítulo 3: Azul

Narcissa caminaba tranquilamente por uno de los jardines de la mansión, después de todo la cita era a las cinco, aun había tiempo. Lucius la había acompañado y justo ahora alimentaba a los pavos. Como era usual, Lucius, Pansy y ella irían a encontrarse con ellos; Blaise se quedaría a cuidar a Draco, aunque sin que éste lo supiera. No podían arriesgar más en esto.

Pronto el momento llegó y los cuatro desaparecieron a los ojos de Draco. Segundos más tarde, un camuflado Blaise se encontró de nuevo en la mansión, para después aparecerse en Hyde Park y seguir a Draco hasta un edificio rojo con blanco al cuál no pudo entrar; probablemente tenía que ver con las protecciones del lugar y el hecho de que impedían que personas con hechizos ilusionadores entrasen. Blaise no pudo evitar maldecir, esperaba que Draco estuviera seguro y que no hiciera nada estúpido.

**

Pansy, Lucius y Narcissa aparecieron en un salón confortable, uno que era lo bastante amplio para celebrar la reunión que pronto se iniciaría. Tomaron asiento y esperaron a que ellos llegaran.

Unos minutos pasados de las cinco ellos aparecieron, saludaron con una ligera inclinación de cabeza y se sentaron en los lugares disponibles.

―Tarde Potter, no me sorprende ―dijo Lucius de la manera acostumbrada. Una reunión como ésta no estaría completa sin el reproche inicial.

―Discúlpame Lucius, espero comprendas que el resto de los mortales tienen cosas más importantes que hacer que sólo alimentar pavos reales. ―Tampoco estaría completa sin la debida contestación.

―Bien, ahora que la reunión ha sido oficialmente iniciada vayamos al grano ―dijo Narcissa antes de que Lucius pudiera replicar.

―¿Cómo está Draco? ―dijo Harry: como cada vez, era lo primero que preguntaba.

―Bien, no ha manifestado ninguno de los síntomas ―contestó Narcissa, quien siempre se ablandaba a partir de este punto―. Sin embargo, ha mostrado una conducta extraña. Se escapa cuando cree que no lo vigilamos, y eso no sería lo raro, de no ser por el hecho de que sus escapadas han sido al Ministerio. ¿Qué sabes al respecto Granger?

―Justo eso iba a comentar señora Malfoy, según mis contactos, Draco ha solicitado los registros de población de toda la comunidad mágica que haya habitado Inglaterra en los últimos veintiún años.

―¿Crees que recuerde algo? ―preguntó Pansy.

―Eso no es factible, el ritual se hizo tal y cómo estaba en el libro ―respondió Hermione.

―Eso es cierto, pero recuerda que una profecía es una profecía ―rebatió Luna―. Es imposible saber de qué se valdrán las Moiras para cumplirla.

―Bueno, dejemos la discusión sobre la eficacia del ritual para después. Es obvio que Draco intenta encontrar a alguien y apostaría a que es a usted, Potter ―dijo Lucius dirigiéndose únicamente a Harry a partir de ese momento―. También es probable que recuerde algún detalle de su apariencia original, afortunadamente tomamos las medidas necesarias para ganar tiempo si es que ese el caso.

―Concuerdo contigo Lucius ―dijo Harry, al tiempo que ponía su taza de té en la mesa.

―Me parece que entonces hay que esperar a que Draco haga otro movimiento para saber qué tanto recuerda ―comentó Pansy.

―No creo que haya que esperar mucho, sabes que sus principales movimientos siempre son en días como éstos ―aseguró Narcissa mirando a Pansy―. Cada vez que nos reunimos es cuando él hace algo.

―En ese caso, me parece prudente adelantar la próxima reunión ―propuso Hermione.

―¿Qué tal el próximo mes?

―Es una buena idea, si sabemos algo antes le enviaré una lechuza Potter, en cuyo caso nos veremos de inmediato ―ordenó, más que cualquier otra cosa, Narcissa.

―Pasemos a lo siguiente. ¿Ha habido algo nuevo, Lovegood? ¿Algún dato que debamos conocer, Granger? ―cuestionó Lucius.

―La interpretación de la profecía parece ser todavía la misma y, hasta donde sabemos, la voz del oráculo no ha dicho nada nuevo ―dijo Luna.

―Según mi agenda ―comenzó Hermione―, dentro de dos semanas tengo programado un viaje a Atenas para establecer un par de acuerdos comerciales con el encargado de comercio exterior griego. Seguramente podré desviarme a Delfos para averiguar algo más ―completó con una astuta sonrisa.

―Toda una coincidencia que el viaje sea justo ahora. ¡Qué afortunados somos! ―dijo Pansy.

―Exactamente querida Pansy, una feliz coincidencia ―dijo Hermione dirigiéndole una mirada cómplice.

―Si no hay algo más qué decir…

―¿Es feliz? ¿Todavía no ha conocido a nadie? ―dijo Harry, tratando de disimular su preocupación.

―Las mismas respuestas de siempre Potter. No, a ninguna.

―Como decía ―continuó Lucius como si nada hubiera pasado ―si no hay nada que agregar, creo que es hora de terminar.

―No Lucius, ya no hay nada más ―dijo Harry.

Dicho lo anterior, se despidieron de una manera discreta y cada grupo tomó su rumbo.

**

Blaise había esperado durante más de media hora a que Draco saliera del edificio, cuando vio a una joven salir del edificio, iba abrigada y sólo podía distinguir su cabellera castaña y sus sonrosadas mejillas. Estaba seguro que si la identificaba tendría una pista importante para saber qué era ese lugar. Bueno, si la identificaba, recordaba la dirección y el hecho de que las barreras del lugar eran particulares, por decir lo menos.

Memorizó los rasgos suaves y trató de recordar los ojos miel. Estaba seguro de que la conocía de Hogwarts, pero no importaba identificarla en ese momento. No importaba, había visto perfectamente su rostro, seguro que cuando le mostrara la memoria a Pansy ella la reconocería. Con eso en mente regresó al lugar desde el cual vigilaba a Draco.

Cuando finalmente Draco salió, casi cuarenta minutos después, Blaise se estaba congelando y tenía las piernas entumecidas. Esperaba que la próxima vez fuera Pansy quien se encargara de seguirlo. Draco prácticamente había corrido al parque y se había aparecido de vuelta en la Mansión, cosa que tranquilizó a Blaise.

A diferencia de Draco, él se había aparecido en el recibidor, había levantado el hechizo de camuflaje y se había dirigido directamente al Salón Azul, donde Pansy, Gregory y el resto de los Malfoy se encontraban. Era hora de empezar a actuar.

**
No era muy raro que Pansy, Blaise y Greg cenaran con ellos. Los padres de Pansy se habían exiliado, la madre de Blaise estaba siempre a la caza de un nuevo marido y los de Greg habían terminado en Azkaban.

Nada inusual ocurría esa noche.

―¿Qué tal tu cita Blaise? ―dijo Pansy.

―Tenía unos bonitos ojos, pero era una chica aburrida. Tuve que huir para evitar quedarme dormido mientras ella hablaba de sus gatos.

―Una lástima querido ―dijo Narcissa―, me entristece que desperdicies tu tiempo con esa clase de mujeres.

Típica conversación sobre las cosas del día, habituales consejos de parte de Lucius o Narcissa a sus amigos y sobreprotección con él. Y, en ocasiones como ésta, Draco se preguntaba en qué momento había dejado de ser hijo único y terminado con tres hermanos. Porque éstas eran sus cenas familiares.

**
―¿Cómo estás?

―Igual que cuando finaliza cada reunión. Aliviado, arrepentido, confundido…

―Sabes que era lo mejor, Harry.

―Sí, lo sé ―terminó dando un sonoro suspiro.

―Ven, vamos con Ron ―dijo Hermione extendiendo una mano hacia él―. Tal vez haya averiguado algo más de ese caso de fraudes que tantos problemas les ha ocasionado.

―Gracias ―completó Harry, dirigiéndole una sonrisa que no alcanzó a llegar a sus azules ojos.

Fuera cual fuera la situación, no había ya nada más que hacer al respecto, sólo podía esperar y rogar porque Draco no lo recordara nunca. Si lo hacía, seguro haría lo posible por establecer contacto y la rueda de la fortuna volvería a girar, cumpliendo de forma inequívoca la profecía… maldito destino, hubiera sido mejor que Draco y él hubiesen terminado siendo enemigos o, mejor aún, perfectos desconocidos.

Lo único que quedaba era cuidarlo desde las sombras, porque la suerte había sido echada hacía mucho.

**

Malfoy le había pagado muy bien a Miller y, lo que es más, había despertado su interés con el asunto de Potter. Conseguir los documentos clasificados de Lily no había representado un gran problema, después de todo, los años de auror le habían dejado varios contactos, dando como resultado pocos sobornos y buena información.

Pero su instinto le había dicho que lo mejor era que solicitara también otros documentos, tales como los archivos de la Orden del Fénix y sus integrantes, viejos periódicos que tuviesen el apellido “Potter” implicado y los registros clasificados de James y Harry Potter. Nunca sabría qué información le sería útil.

Todo eso sin contar el expediente de Malfoy, siempre era bueno saber todo lo que pudiera sobre su cliente.

Lo que no esperó, fue que sus amigos estratégicos le diesen ciertos datos interesantes, después de realizar algunas preguntas que dieron en el clavo y de soltar algunos galeones. Hermione Granger había estado preguntando sobre la información que Malfoy había requerido hacía más de un mes. Esto era una buena interrogante, que bien podría ser sólo una curiosidad o algo más. Valía la pena recordar esta información.

Como resultado de su pequeña excursión, terminó lleno de papeles excesivos y mucha información basura. Odiaba esta parte de ser investigador privado, prefería la acción, pero sabía que era necesario.

Los informes concernientes a Malfoy fueron lo primero que revisó. Aparentemente todo estaba como debía esperarse, sus datos personales, sus estudios, que coincidían con los años en los que Potter estuvo en Hogwarts, y su puesto a cargo de una parte de los negocios de los Malfoy. Todo estaba en orden, salvo un detalle.

Miller, como todos, sabía que Potter había declarado en el juicio de los Malfoy. Lo que no sabía eran las preguntas que éste había tenido qué responder. No es que las preguntas fueran especialmente reveladoras, ni que las respuestas proporcionaran mucha información. En realidad era lo que se leía entre líneas y lo que no terminaba de decirse lo que no terminaba de encajar. Algo no estaba bien, algo demasiado sutil que no despertaba suspicacia alguna si no se leía con cuidado ni se analizaba como debía.

Era algo que no lograba descubrir, no entendía qué era. Algo no acababa de cuadrar y si la clave para descubrirlo era sólo una nimiedad en esos archivos, entonces sólo podía significar dos cosas: era un detalle absurdo, una pérdida de tiempo, o era algo muy grande, la punta de un iceberg.

Tomaría nota de esto, tal vez estuviese relacionado con el asunto de Granger. De momento estaba convencido de que necesitaba más piezas, aún faltaban demasiadas.

Capítulo 2

Capítulo 4

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