Título: (A decidir)
Título del capítulo: Primer Beso.
Prompt: #2 "Beso"
Género: Romance/¿Humor?
Categoría: PG / K+
Palabras: 602
Sumario: Tomado de la comunidad
musa_hetaliana .
Advertencia: Reiterado uso de las palabras "idiota" o "imbécil" por Lovino.
Link a la tabla Había sucedido una vez en la que España se encontraba muy mal. Parecía que el reino se le venía abajo: sus colonias estaban siendo invadidas, la economía no andaba bien y había disputas dentro de la misma casa de Antonio. En consecuencia, el joven de ojos verdes que siempre estaba de buen humor y sonriendo se encontraba enfermo, apenas pudiendo salir de su cama.
El hecho no pasó desapercibido para Lovino, que generalmente estaba al lado de la persona que (si se podía decir) lo cuidaba. Los primeros días sintió un gran alivio al no tenerlo cerca, pero eventualmente ese mismo alivio fue transformándose en preocupación. ¿Qué demonios estaba haciendo Antonio que no lo estaba acosando?
Cuando el niño preguntó a las personas que vivían con él, muchas no le quisieron contestar. Otras simplemente le dijeron que España necesitaba descansar, que no le provocara más dolores de cabeza.
Harto de no recibir la respuesta que buscaba, Lovino se propuso una noche hallar al idiota de Antonio. En silencio recorrió habitación por habitación la enorme casa hasta que dio con él. No podía verlo muy bien ya que estaba muy oscuro, pero podía oír cómo al español le costaba respirar. La pequeña Italia se subió a su cama entonces y se sentó a su lado para ver si podía averiguar más sobre su estado.
Con la poca luz que había pudo notar que su rostro estaba transpirado por su brillo. Se aseguró de ello al tocar su piel, que estaba toda húmeda y que además parecía tener una temperatura poco más alta de lo normal.
Sin saber qué hacer, se lo quedó mirando fijo unos minutos. Si alguien ajeno a la situación lo hubiese visto, se hubiera imaginado que el chico trataba de comunicarse mentalmente con el enfermo o algo por el estilo; ya que no había apartado su vista del español desde que había puesto un pie en la habitación. Pero en realidad Lovino se encontraba pensando en qué hacer para mejorar la situación del imbécil ese. Le dolía admitirlo, pero le hacía falta.
Recordó entonces los cuentos de hadas que Antonio le contaba antes de irse a dormir, a pesar de que el italiano los detestaba con pasión. El final de muchos de esos cuentos se resolvía cuando el noble caballero o príncipe salvaba al personaje femenino principal dándole un beso. La verdad era que el niño jamás había sabido si eso era verídico o no, pero estaba dispuesto a darle uno si eso ayudaba a España.
Cerrando sus ojos se acercó a los labios secos del joven con los suyos y le dio un beso rápido y superficial. Pero nada. Absolutamente nada había cambiado, Antonio se encontraba tan mal como hacía unos segundos. ¿Quizás debía ser más largo y profundo? Intentó una vez más, pero colocando sus manitas sobre las mejillas del español y dejando sus labios apoyados sobre los del otro un poco más. Sin dejar de besarlo, lo volvió a mirar fijo. A pesar de todo, nada parecía mejorar en España.
Se separó del enfermo y se cruzó de brazos. Tal vez un beso tomaba un tiempo para hacer efecto. ¿Pero cuánto? ¿Quince minutos? ¿Una hora? ¿Un día? Dando un suspiro en señal de resignación, Lovino decidió que esperaría a ver qué sucedería. Pero no se iba a quedar sentado ahí como un idiota, no. En cambio se metió en la cama junto a Antonio y trató de dormirse junto a él. Si el bobo mejoraba, seguro que despertaría al italiano al instante.
Entonces concilió el sueño, ignorando completamente que acababa de entregarle su primer beso a España.