30 vicios: El Bar Noir

Nov 24, 2006 00:08

Mi segundo vicio (dije que lo subía mañana... pero igual eso es como en 10 minutos).

Es un poco más largo, y explica mejor la situación del Perú nocturno (y es que, en realidad, todo esto parte de las cosas que pensábamos hacer para jugar en Lima). Tuve un par de quejas sobre el nombre del bar... pero a mí me sigue sonando a uno de esos bares antiguos del centro, en los que Hemingway tomaba pisco sour, y  Valdelomar se sentaba a decir 'el Perú soy yo' (¿era Valdelomar, verdad?). Así que queda.


Para cualquier duda:
Glosario de Términos

Tema 3: Reglas

El Bar Noir

El Bar Noir es un local clásico de la movida 'oscura' limeña. Tradicionalmente ubicado en el centro histórico de Lima, fue trasladado a Miraflores durante la década de los 80. Sin embargo, su imagen y público no han cambiado mucho. La decoración tira a gótica, pero con mucha clase. Mantiene los candelabros de pared detrás de la barra, pero el mural de colmillos sangrientos enterrándose en un cuello palidísimo (que gobernó el local del centro un par de años antes del traslado) ha desaparecido. Hoy, con gorila en la puerta y tarjeta de socio, luces bajas y música intensa, el Bar Noir de Miraflores podría pasar como un local cualquiera para el ojo ignorante.

Si le preguntas a alguno de esos chiquillos de ojos delineados y abrigo largo, te dirá que el Bar Noir es un local obligado. Que la música es excelente. Que el ambiente es intenso. Que todo parece posible. Pero si tienes la suerte de encontrar algún dinosaurio, de esos que llevan 20 años en el medio y conocen todos los huecos (y de sacarle información), te explicará en tres simples hechos por qué 'todo parece posible' en el Bar Noir:

1. Los clientes asiduos aparecieron en Miraflores la noche que el local abrió sus puertas (con una decoración más moderada y la misma música densa y aterciopelada, enérgica y salvaje), como si nada hubiera pasado. Siguen siendo los mismos que en los 80. Exactamente los mismos.

2. La barra aún sirve su trago más famoso, el Dark Bloody Mary (un vodka con vino tinto, tomate, beterraga... y según los rumores, sangre de toro), que según se dice data de principios de siglo, y que siempre parece más denso en unos vasos que en otros.

3. El gorila de la puerta no parece discriminar entre blancos y marrones, feos y bonitos, chiquillos y adultos, fichos y zarrapastrosos... pero existe, sin lugar a dudas, un criterio de selección. Un criterio de selección que prefieres no comprender.

*

(1986)

Esdras se sienta en la barra. Le gusta observar. Hay algo fascinante en la especie humana. En la simpleza de su lógica... en la facilidad con que destruyen y se destruyen... en su desconocimiento del mundo que los rodea...

Animales, piensa. Pero animales fascinantes.

Es sábado y el bar está lleno, pero algunos clientes se distinguen del resto. En la zona más exclusiva, donde el volumen de la música es perfecto para mantener una conversación clara que nadie más pueda oír, el Príncipe Adriana se reúne con Naphet, nuevo testaferro de los Giovanni. Laura Giovanni ha decidido finalmente retirarse de la vida pública, actitud que la Camarilla en su conjunto saludó con un suspiro... Por la mirada de Adriana, sin embargo, parece que el cambio no ha sido tan bueno como se esperaba. En una mesa más céntrica, Andrei (guardián del Elíseo) discute con Lucas, un antiguo Toreador. Asuntos del clan, al parecer, porque ambos se callan cuando Gabriel (un Brujah neonato) se une al grupo.

Es extraño ver clanes y generaciones mezclarse de esa manera. Los Vástagos no suelen ser tan sociables, y la actividad en el Elíseo desde su traslado a Miraflores, es inusual. Y sin embargo, es comprensible. Están sucediendo cosas importantes, y es necesario mantenerse informado.

El caos en el mundo mortal ha permitido una penetración del Sabbat que nunca se creyó posible. El dogmatismo de la guerrilla, los abusos de las fuerzas armadas, la corrupción generalizada, la incertidumbre como hábito, la indolencia que se apodera de un país demasiado acostumbrado a la violencia...

Tenía que suceder, tarde o temprano.

No pueden negar su parte de culpa. La Camarilla, siempre sentada en el trono virreynal de la humanidad, aprovechando las grietas generadas en la sociedad mortal por la constante disonancia de un país que no es nación.

No es que les importe demasiado... o no es que les hubiese importado demasiado, si el Sabbat no hubiera comprendido a tiempo la oportunidad que se le presentaba. Si los Ventrue hubieran visto las señales. El mismo error. No tomar en serio las incursiones del enemigo, hasta que fue demasiado tarde. Un error estúpido, indigno de un Ventrue. El castigo a la arrogancia desmedida de los 'sangre-azul' será siempre el haber cometido el mismo error que el gobierno mortal. Y que los Brujah lo recuerden hasta el fin de los tiempos.

Es una suerte (para los Ventrue) que las reglas de los Vástagos difieran de las de los mortales en asuntos de poder. Si alguien pudiera tirarse a abajo a Adriana en este momento, lo haría.

Si alguien pudiera.

*

Algunos no entienden por qué se cerró el local del centro. Ubicado en el primer piso de una casona cercana a la Plaza San Martín, era uno de los bares tradicionales de Lima mucho antes de convertirse en un ícono de la movida oscura. En estos días de renacimiento del centro histórico, más de un emprendedor ha intentado rescatar la vieja casona como bar o local cultural... pero los dueños se niegan a utilizarla, a pesar del evidente trabajo invertido en su restauración.

Se cuentan historias terribles acerca de la casona. Monstruosas criaturas que merodean por las noches. Misteriosas desapariciones. Hace algunos años, los rumores tenían sentido. El centro histórico no era, de ninguna manera, un lugar seguro; y las monstruosas criaturas que lo poblaban no tenían nada de sobrenaturales. En los últimos años, sin embargo, la seguridad en la zona ha mejorado notablemente; y no se cuenta con más registros de desapariciones. Podría parecer curioso, entonces, que los rumores mantengan la misma fuerza. Pero cuando el imaginario colectivo se aferra a una idea, es difícil conseguir que la descarte. Y los rumores sobre el antiguo Bar Noir siguen circulando.

*

(1986)

Morgana deja que la música tome el control. Baila. Golpea. Sacude la cabeza. Siente la sangre en su cuerpo. No su sangre, por supuesto. La otra. La sangre ajena. Pulsando. Apaciguando a la Bestia y fortaleciéndola al mismo tiempo.

A veces le cuesta comprender los problemas de otros clanes para manejar a la Bestia. Los Gangrel lo tienen claro desde un principio. La Bestia no es un ser separado. La Bestia soy yo. La Bestia no llama a la cacería. Yo soy un predador. Comprende la necesidad de la Mascarada, sin embargo. Y la razón está allí, bailando a menos medio metro de distancia.

"¡El sitio es lo máximo!" grita Victoria sobre la música.

"Te lo dije," responde Morgana.

Victoria, por supuesto, no sabe dónde está. No sabe que su prima es un Vástago de Caín desde hace dos años... o qué cosa es un Vástago de Caín, para empezar. No es que Morgana lo tenga demasiado claro. Comprende la noche, las reglas, el hambre. Comprende la guerra y la supervivencia. Comprende que Victoria y el resto de su familia mortal no tienen lugar en la noche de los condenados... pero lo tienen. Lo tienen porque lo tiene ella. Tal vez su Señor succionó toda su sangre para abrazarla. Pero algo debe haber quedado en el fondo. Porque la siente. Como siente la batalla electrizando su cuerpo. Como siente la música tomando control. Como siente el hambre.

Todavía tiene hambre.

"Voy por un trago."

Extraña el local del centro. Era parecido a éste, pero más oscuro, más primario. Lo conoció antes de saber qué era un Elíseo, o por qué era tan popular ese trago rojo que sabía a ensalada. Ahora está bajo el control de los Nosferatu, porque la presencia de un Elíseo en el centro se volvió insostenible.

A ver quién se los quita cuando decidan volver al centro.

No es que algo así sea factible por ahora... demasiado Sabbat. Pero son inmortales ¿no? Esta guerra tiene que acabar en algún momento. Cómo acabará, sin embargo, es algo que nadie sabe. Y no hace falta saberlo. Hace falta seguir peleando y sobrevivir.

"Un trago," pide en la barra. El barman, un Ghoul del Guardián, conoce a todos los vampiros de Lima. No es que sean tantos... pero los antiguos se quejan de que el número aumenta con demasiada velocidad en los últimos años.

Algo le molesta y no sabe qué es. Siempre fue intuitiva, pero desde el Abrazo sus instintos se han disparado a un punto sorprendente. Puede sentir la energía moverse alrededor, una mirada desde el otro lado del local... un peligro acechando. Se dispara una alerta. Gira la cabeza. Efectivamente, alguien mira a Victoria desde la barra. Alguien que no debería mirarla.

Lo ha visto antes. Su nombre es Esdras, es un Ventrue y suele sentarse en la barra. Es joven, pero no es un 'hijo de la guerra'. Parece tomarse la no-vida demasiado en serio. Pero sabe pelear, y en este momento eso es lo más importante.

Eso, y que deje de mirar a su prima.

"Ni se te ocurra."

"¿Perdona?"

La mirada del Ventrue es elocuente. ¿Quién eres y de dónde sacaste la idea de que puedes hablarme así?

Pero a Morgana todavía le queda mucho por aprender sobre las reglas de los Vástagos.

"Ni se te ocurra. Es mi prima."

Ah. La mirada cambia.

"No pensaba acercarme."

No sabe por qué le da explicaciones a una neonata. La única razón que se le ocurre es que no se las da a ella, sino a él mismo. Sólo la está mirando. Llama la atención. Hay algo extremadamente mortal en la chica. Tan mortal que duele no poder verla al sol. Tan mortal que es ridículo pensar en acercarse.

Ridículo para cualquiera, excepto para un Toreador.

"Parece que no soy yo el que debería preocuparte."

Lucas se acerca a la chica. Le hace una broma al oído y ella ríe. La joven Gangrel (¿Morgana?) se tensa y va hacia ellos. No parece que le preocupe mucho enfrentarse a un antiguo. Tiempos extraños. Demasiada sangre joven en la ciudad. Muy poco respeto por las tradiciones.

Espera que tenga éxito, sin embargo. Tal vez a ella le preocupe que su prima se convierta en alimento, pero a él le preocupa algo mucho más grave. Porque si interpretó bien la mirada de Lucas... si sus intenciones son las que cree... ¿cómo va a escapar de esa risa cuando forme parte del mundo de los condenados?

*

En el Perú nocturno, los años '80 son conocidos como 'la década del caos'. Los mortales pueden pensar que comprenden por qué... pero están equivocados.

Durante los '80, aprovechando la inestabilidad de la sociedad mortal (o tal vez instigándola), el Sabbat tomó control sobre gran parte del territorio peruano. Lima, la ciudad más grande, se convirtió en un campo de batalla frontal. Muchos Vástagos murieron.

De hecho, murieron tantos Vástagos que la Camarilla decidió incrementar los Abrazos como única manera de no desaparecer bajo las hordas del Sabbat (política muy criticada por algunas facciones, que la consideran un debilitamiento de los pilares de la Camarilla, más que un refuerzo). Esta política, junto a la contratación de Assamitas como guardianes de los límites de la ciudad (en constante expansión), permitió la formación de una fuerza de resistencia que sacó la ciudad a flote en los siguientes años.

Pero la estabilidad no se ha alcanzado. Lima es grande y el Sabbat se mantiene oculto en muchos sectores... sobretodo en los conos, de crecimiento tan rápido que escapan al control de una Camarilla en proceso de reafirmación.

Los 'hijos de la guerra', como se conoce a los Vástagos abrazados durante la década del caos, son mayoría en la ciudad. El exceso de sangre joven intranquiliza a los antiguos, que piensan que la falta de experiencia será su maldición si el Sabbat decide volver a atacar. Esta intranquilidad se profundiza por el obvio descontento de aquellos 'hijos de la guerra' que se sienten utilizados, condenados sólo para servir como carne de cañón, sin una verdadera lealtad hacia sus clanes o la Camarilla.

*

(2006)

Dorian se detiene un momento a admirar el tumulto. Lima ha cambiado mucho en los últimos 20 años. Es como llegar a una ciudad nueva, sin esquinas familiares, sin vestigios de su vida mortal. Le gusta. No la ciudad, que se ha convertido en un monstruo inmanejable... la ausencia de familiaridad. La ausencia de recordatorios de lo que no necesita recordar.

Le gusta.

Y sin embargo... es extraño acumular el valor para volver al pasado, y no encontrarlo.

Llega a Miraflores desde Magdalena, caminando por el malecón. Parques, edificios, esculturas para enamorados... una barrera plástica en el 'puente de los suicidas' (como si eso fuera a disuadirlos)... todo ha cambiado. El mar es la única constante en Lima, y no puede evitar los recuerdos asociados a él, ni siquiera cuando descubre que el Parque Salazar se ha convertido en un centro comercial con 12 salas de cine.

Piensa en seguir de largo y llegar a Barranco (a saber qué habrán hecho con el Puente de los Suspiros...), pero las reglas son claras. Es un extraño en su ciudad natal y debe presentarse ante el Príncipe de turno. De modo que abandona el mar y avanza por calles vagamente reconocibles hasta el nuevo local del Bar Noir.

A media cuadra del Elíseo, las combis se amontonan en las esquinas, tocando la bocina, metiéndole el carro a los peatones... La violencia no parece haber disminuido desde el fin de la década del caos. Más bien, parece que la violencia formal de la guerra se hubiese disipado en el aire, infectando la vida diaria, las relaciones personales, las respuestas comunes... Vástagos y mortales, todos están infectados por la Bestia que rige estos tiempos.

Se acerca a la puerta. El Ghoul no lo conoce, pero está entrenado para saber quién es. Qué es.

Encuentra pocos rostros familiares. Pero supone que son los importantes. Lucas se sienta con tres o cuatro jóvenes muy bien vestidos, riendo y hablando con expresiones exageradas (todos Toreador, sin lugar a dudas). Un antiguo Malkavian se sienta solo en una esquina y observa. En la zona más exclusiva, Adriana se reúne con otros Ventrue, con toda la apariencia de seguir a cargo de la situación (hay cosas que no cambian, piensa, y el inconformismo Brujah sale a flote). Avanza hacia ellos, pero un segundo Ghoul le cierra el paso.

Luego escucha la voz a sus espaldas.

"Déjalo pasar."

Andrei.

Andrei y Dorian tienen historia. Litha los presentó la primera noche que llevó a un joven estudiante de arte al Bar Noir del centro. Un joven de ojos cansados que sólo la rabia mantenía encendidos. Pero la rabia era mucha. La rabia era suficiente para mantenerlo despierto, andando, luchando.

Cuando Sara lo dejó, por 'diferencias religiosas' (o, como él prefiere llamarlo, por el lavado de cerebro del Opus Dei) sintió que se moría. No era sólo el hecho de que lo dejara. Eso podía superarlo. Pero perder a Sara bajo esas circunstancias, significaba perderla a un nivel más profundo. Significaba que la persona que amaba había dejado de existir. No por la muerte, que reduce la vida a un instante eterno en la memoria, que te deja al menos una tumba que llorar y el recuerdo de una vida que nadie podrá quitarte. Sara dejaba de existir por voluntad propia. Se dejaba vencer por su familia y su entorno, y con esa decisión invalidaba la memoria de 'su' Sara, la vida juntos, la esperanza.

Litha apareció una noche, para rescatarlo del fondo. Escuchó sus argumentos y compartió su lucha. Encendió la rabia contra la iglesia en su pecho. Contra la intolerancia. Contra el mundo. Le dio una razón para levantarse y andar de nuevo. Y una noche, lo llevó al bar. Allí le presentó a Andrei y algunos otros. Le habló de un mundo diferente, de una guerra paralela. Le habló de los Vástagos de Caín, condenados por Dios. Le ofreció una vida eterna que no le estaba permitido rechazar. No es que hubiera querido. La idea de ser un condenado, un enemigo de Dios, era lo más esperanzador que había escuchado en meses.

Andrei estuvo presente durante su Abrazo. Y, en aquella época de mayor compenetración entre los clanes, pasó mucho tiempo con él durante sus primeros meses como Vástago. Otros dirán lo que quieran de los Toreador. Que son presuntuosos, frívolos, demasiado preocupados por las formas... pero Dorian ha visto pelear a Andrei, y sabe que la sonrisa brillante y las maneras suaves de anfitrión del Elíseo son sólo la fachada de alguien que no caerá tan fácilmente como pretende aparentar.

Andrei estuvo presente esa noche. La noche que el cazador de brujas (maldito católico fanático) decapitó a Litha, antes de que pudieran alcanzarlo. Lo alcanzaron, por supuesto. Pero eso no le devolvió a Dorian el único lazo verdadero que tenía con el mundo de los condenados. Ni le quitó la sensación de estar luchando contra el enemigo equivocado. Y por eso dejó la ciudad, con su guerra, y su causa, y sus fanáticos religiosos. Y se perdió en la nada durante veinte años.

"Andrei."

"Dorian. Cuánto tiempo sin verte," le ofrece una mano.

Toreadores y su necesidad de aferrarse a las formas mortales...

"Sí," responde, tomando la mano ofrecida, "ha sido mucho tiempo... pero veo que hay cosas que no cambian," agrega, señalando la mesa de los Ventrue.

"Adriana sigue siendo Príncipe," asiente Andrei. "Pasa. Habla con ella. ¿Has visto ya a los de tu clan?"

"No." Y no hace falta que diga 'no quiero verlos'. "Hoy sólo vine a presentarme."

Se despide con un gesto, antes de avanzar hacia el Príncipe y reincorporarse al mundo.

vampiro, 30 vicios-vlm

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