Título: ¿Asustada, princesa?
Fandom | Personajes: Original (Fools In love) | Hellen Wellington, Noelle Raven, Redd Anderson & Rick Dermont
Rating | Advertencias: T (+13) | hay algo de magreo y roce, el que no quiera que no mire
N/A: original escrito por
thaly_black &
pepperbee El índice está
índice.
Palabras: 2136
*CAPÍTULO ANTERIOR La música estaba alta, y el grupo era bastante bueno. Pero no como los anteriores. Había algo en su música, algo que Hell no lograba entender. Algo que hablaba de una intensidad sin límites. De amor por la vida. Por la libertad.
Y ella quería conocerlos. Y quería que Redd cayese. Eso también. Había algo en su forma de tocar la batería que prometía que sería una puta fiera en la cama. Aunque ella de eso no entendiese demasiado.
Le dedicó una sonrisa cargada de inocencia cuando Rick se fue. Su mejor sonrisa de niña buena e inocente, que jamás rompería un plato, sino toda la vajilla.
-O sea…-se cruzó de brazos, parpadeando con aire inocente-… que no follas mucho, ¿no? -dijo luego, mordiéndose el labio inferior con su sonrisa volviéndose traviesa.
Redd se irguió en toda su estatura y alzó levemente una ceja. Era capaz de mirarla desde arriba, y ella tenía que echar la cabeza hacia atrás para encararlo.
-¿Qué sabrá una niña como tú de follar? -preguntó, un tanto burlón.
Hell alzó una ceja a su vez. Iba a oponer resistencia. Genial. Sencillamente. Le gustaban los retos como a la que más.
-¿Qué sabrá un chico que juega con palitos sobre lo que yo sé? -preguntó ella, con un tinte desafiante en la voz.
La sonrisa de Redd se hizo un tanto más burlona.
-Bueno… sé que te sabes los nombres de los muñecos estos barrigones… ¿cómo se llamaban?...-fingió pensar-…ah, sí, los Teletubbies. Y supongo que sabrás pintar sin salirte de la línea… y además espero que te hayan enseñado a leer.
Era probable que ni siquiera fuese mala chica, eso Redd lo sabía; y era tal vez esa una de las razones principales por las que no le estaba siguiendo el rollo. Porque por mucho maquillaje y tacones que tuviese encima, a lo mejor sólo era una niña que quería hacerse notar. Y él no quería problemas. Porque sería muy fácil invertir posiciones y dejarla contra la pared… pero él no era así.
Hell alzó una ceja. Le encantaba cuanto más difícil se lo pusiese. Sería mucho más divertido después. Porque le encantaba cuando se hacían los duros.
-Sí, bueno… creo que mañana nos van a enseñar a sumar…-dijo, siguiéndole la corriente, antes de acercarse a él-ya sabes… todo eso de que uno más uno son tres si no usas la cabeza…
-Que divertido, ¿no? -dijo él, con sorna.
-Sí, mucho-dijo Hell, asintiendo con convicción-además, el otro día he aprendido algo…-susurró luego, antes de ponerse de puntillas y besarlo castamente en los labios-… algo… así-añadió, lamiendo despacio su labio inferior.
Redd se tensó por completo. Una cosa era proponerse mantener las distancias, y otra cosa muy distinta era mantenerlas cuando ella las hacía inexistentes. Intentó no pensar. Intentó dejar la mente en blanco para no hacer lo primero que se le acababa de pasar por la cabeza, que tenía mucho que ver con acorralarla contra la pared y subirle la falda. Estaba jugando con fuego. E iba a terminar quemándose.
-Ahora… chico de los palitos… es hora de que tú me enseñes lo que sabes hacer-susurró en su oído.
Esa chica iba a ser su puta perdición. ¿No podía portarse como una niña de su edad y aceptar un no por respuesta para irse a casa de una pieza? No. Tenía que poner a prueba todo su autocontrol, que no era mucho precisamente. La agarró de los brazos y la separó de él.
-¿Me ves cara de profesor? -preguntó con cierto tono burlón.
Hell intuía el peligro bajo el tono de Redd. Y eso, si cabe, hizo que tuviese todavía más ganas de conseguirlo. Antes muerta que doblegarse.
-¿Me ves cara de que necesite aprender algo?
Redd la miró, alzando una ceja, y ladeó levemente la cabeza.
-Se me ocurren un par de cosas, sí.
La sonrisa de Hell se hizo afilada. Iba a salirse con la suya. Y nadie se lo iba a impedir.
-A lo mejor…-dio un par de pasos hacia él-… es que tienes miedo, o…-su sonrisa se volvió maliciosa ante la idea, mientras jugueteaba con los dedos por su camiseta-… algo que ocultar-susurró luego, colando la mano por dentro de su pantalón al tiempo que lo miraba directamente a los ojos.
Si se pudiera estar más tenso es como estaría Redd ahora mismo, aquella pequeña y fría mano dentro de sus pantalones no hizo más que destrozar en pequeñas porciones su autocontrol. Apretó los dientes y estrechó la mirada clavándola en ella, que lo desafiaba con todos y cada uno de los poros, vio como se pasaba la lengua por los labios y se mordisqueaba ligeramente el labio inferior. Aquello era jodidamente excitante por mucho que intentase negarlo.
-¿Y si te controlas un poquito?-tenía la mandíbula tan tensa que habló a través de los dientes, no supo si se lo decía a ella o a sí mismo.
-Pero es que…-hizo un puchero y movió los dedos con agilidad rodeándole el miembro que no disimulaba la excitación que Redd pretendía ocultar y sonrió de lado- quiero jugar-se pegó más contra él y exhaló un suspiro entreabriendo los labios.
Bien, joder, si quería jugar iba a tener el mejor set de su vida porque se lo había advertido, le había dado más opciones que el lobo a la caperucita y ella las había rechazado.
Sacó su mano con energía y ella parpadeó perpleja ante la rapidez con la que lo hizo. Tiró de esa misma muñeca sin dejarla ir, atrapándola contra la pared que estaba él segundos antes. Sin darle tiempo a reaccionar le separó las piernas con una rodilla y con la mano libre hizo que se arqueara hacia él.
-¿Contenta? - gruñó contra sus labios.
-Aún no me has demostrado de lo que eres capaz- lo retó fingiendo no estar algo asustada, porque en realidad sí lo estaba, pero también había algo en él que la hacía querer tirarse de cabeza a esa piscina de incertidumbre.
Abrió la boca se acercó con ferocidad para empezar a devorarla, aplastando sus labios contra los de ella de una forma algo bruta, la obligó a entreabrirlos y cuando su boca invadió la de ella algo dentro de él explotó.
Se detuvo. Intentó respirar, pero a cada inspiración su pecho chocaba contra el de ella que subía y bajaba al mismo ritmo demencial, los dedos de ella se clavaban en la piel del brazo y la otra mano tenía los dedos entrelazados entre los de él.
Ella lo miraba, en esa mezcla de miedo y temeridad, quería más, lo podía ver en sus ojos y, mierda, él también lo quería, ¿por qué lo iba a negar?
-Lo siento, -murmuró contra su cuello- ahora seré más delicado… -le dio un pequeño mordisco en el cuello.
-Yo no quiero que seas delicado- le reprochó soltando un gemido al notar como él apretaba más fuerte el muslo ente sus piernas.
-Oh, sí, vas a querer que sea muy delicado, princesa- rió contra su garganta mientras descendía con la lengua hasta su pecho.
Hell cerró los ojos al mismo tiempo que los dientes de él se cerraban en torno a uno de sus pezones. Echó el cuello hacia atrás, sintiendo como todo su cuerpo se arqueaba, de forma inconsciente, queriendo estar más cerca de él. Se mordió el labio inferior para intentar ahogar un gemido, justo antes de notar como subía de nuevo, hasta su cuello, y hasta su oreja, donde le mordió no tan despacio como habría esperado. Ella se arqueó de nuevo, jadeando de algo así como anticipación.
La mano que ella tenía en su brazo entró bajo la camiseta de Redd, mientras él volvía a besarla en la boca. Aunque más que un beso, casi podía llamársele violación. No le dejaba respirar. Y todos los gemidos que se escapaban de su boca morían en la de él.
Ella apretó levemente los dedos de la mano que tenía entrelazada con la del chico. Notaba su pierna, presionando entre las suyas, haciéndole sentir algo así como una agonía palpitante.
-¿Asustada, princesa? -gruñó Redd contra sus labios, antes de morderle con bastante poca suavidad en el inferior.
Hell negó con la cabeza, mientras la mano que tenía en la espalda del chico pasaba despacio por uno de sus costados y se colaba entre sus dos cuerpos, entrando de nuevo en su pantalón.
Al mismo tiempo, la mano que Redd tenía en su espalda bajó, pasando por su trasero, apretándola contra él. Siguió bajando y le hizo levantar el muslo, para dejárselo sobre la cadera. Con esa misma mano levantó un poco su falda y coló la mano entre ellos, también; metiéndola bajo su ropa interior.
La vio echar la cabeza hacia atrás, mientras la mano que tenía dentro de sus pantalones lo tocaba con más fuerza. La notaba respirar. Su pecho chocaba contra el suyo. Estaba sonrojada y le faltaba el aire.
Parecía, tal vez más que antes, una niña indefensa. Y eso casi logró volverlo loco. Porque una niña no debería jugar a esas cosas. Y menos jugando tan bien.
Volvió a besarla, tal vez un poco más delicadamente ahora, intentando no morderle en la medida de lo posible. Estaba húmeda y, lo notaba en el cambio que había pegado su respiración, se estaba derritiendo contra sus dedos.
-¿Sigues queriendo jugar? -preguntó contra sus labios en un gruñido.
La notó sonreír, al tiempo que se le escapaba un gemido.
-Yo… siempre quiero jugar-musitó, con la voz ahogada.
La sonrisa de Redd se volvió letal. Bajó un poco más la mano que tenía dentro de su ropa interior y coló dos dedos dentro de ella.
Hell ahogó un gemido, mordiéndose el labio inferior. Entreabrió los ojos, y se encontró cara a cara con una sonrisa que anunciaba algo parecido al fin del mundo. Apretó un poco más la mano que tenía dentro de sus pantalones, empezando a moverla con energía.
Puede que eso fuese un juego. Pero ella también tenía pensado ganar.
-Redd, necesito ayuda…-dijo una voz grave a sus espaldas.
El aludido se detuvo en seco y, sin apartar la mirada de la chica que tenía acorralada a la pared carraspeó y fingió recuperar el control que no tenía.
- ¿No puedes esperar, Rick?- apretó la mandíbula cuando ella suavemente deslizó la mano para sacarla de dentro de sus pantalones, pero lo hizo con esa lentitud deliberada que lo excitó más si puede.
-No, ha pasado algo grave.
Con un suspiró cerró los ojos y fue soltando poco a poco a Hell. Esa chica era el infierno personificado, ardiente y letal y había conseguido sacarlo de sus casillas con un par de frases tontas.
Mierda.
Y ahora debía controlarse porque ni Rick aparecía así de agitado a menos que algo fuese verdaderamente mal ni tampoco era plan de montárselo ahí con la cría.
Le sonrió con una mueca colocándole un mechón detrás de la oreja. Todo parecía fluir a cámara lenta cuando, minutos antes, el ritmo era infernalmente demencial. Arreglándose la ropa aún sin volverse Redd se inclinó para darle un último beso, ella, como no, aceptó encantada, poniéndose de puntilas.
-Bueno, qué era eso tan…-se volvió con un bufido para encontrarse a Rick con la rubia, esa que era amiga de la que acababa de casi violar, en sus brazos, con los ojos cerrados-. ¿Qué cojones ha ocurrido?
-¿Noe? -murmuró la castaña tras él y apartándolo se acercó apresuradamente-.¡¿Estás bien?!- tomó su mano con delicadeza y la apretó, al no obtener respuesta miró a Rick-. ¿Está bien? ¿Qué le ha pasado?
El chico le dedicó una sonrisa triste y negó con la cabeza. Con un ligero movimiento de brazos se la acercó más. Realmente la chica no pesaba nada pero se le escurría y cuando la movió así su cabeza acabó descansando sobre el hombro.
-Unos tíos gilipollas querían pasárselo ‘bien’- miró a Redd y éste comprendió asintiendo con la cabeza- le metieron algo en la bebida y acabó por desmayarse…- vio la cara de preocupación que puso la castaña y se apresuró a decir- no, no, tranquila, no le hicieron nada, pero deberíais de tener cuidado…
-Supongo que te habrás encargado de ellos- no era una pregunta. Cuando Redd estaba así de serio podría aniquilar medio ejercito sólo con la mirada.
-¿Lo dudas? - respondió con una sonrisa. Noe se removió en sus brazos y los tres fijaron la mirada en ella-. ¿Qué hacemos?
Los tres se miraron en silencio. La noche había acabado, para los cuatro, y era hora de volver a la normalidad.
-¿Me podéis acompañar a casa? No podré con ella sola…
-Claro- Redd fue el primero en hablar-, vamos a por un taxi. Rick, ni se te ocurra dejarla caer- ordenó-.
-Sí, señor- respondió con una sonrisa, los tres y Noe, en brazos de Rick, salieron de aquel lugar que, probablemente, les había cambiado las vidas.
CAPÍTULO SIGUIENTE*