Título: Dioses
Fandom | Personajes: Chronos RPG - Alexandra Faraday, Kellen Vonv Hausbach
Rating | Advertencias: nada PG
N/A: Kellen pertenece a
eugeartPalabras: 1807
El camarero trajo una botella de vino tinto, ella nunca había comprendido de esa clase de bebida pero las veladas que pasaba con Kellen conseguía descifrar los misterios que se escondían tras los olores y los sabores. Un buen vino tenía mucho más misterio del que todo el mundo creía.
-Antiguamente- dijo él admirando el líquido granate- durante la época de la vendimia, en la antigua Roma, la gente adoraba al dios Baco, el dios del vino. Según todas las representaciones era un hombre gordinflón con una corona de cepa de uva y recostado en un camafeo.
-Entonces era un Dios vago, la gente recogía la uva para él y el señor Baco se dedicaba a bebérsela- repuso con una sonrisa.
-¿Qué Dios no lo es? Tienen la eternidad para ellos… -bajó la copa y la miró con tal intensidad y seguridad en sí mismo que Alex sintió la necesidad de alejarse- Baco vivía por y para el placer.
-Creo que te equivocas- incrédula bebió un poco de vino y sintió como un tacto aterciopelado se posaba sobre la lengua.
Kellen no pudo evitar echar la cabeza hacia atrás y soltar una carcajada para luego achacar los ojos y ocultar un brillo lujurioso.
-¿Es que a caso la señorita tiene otra idea?- la retó.- ¿Hay algo que no sepa con certeza?
-Bueno, técnicamente, muchos documentos fueron destruidos con el paso del tiempo -carraspeó y apretó las manos sobre su regazo, bajó la voz -verás, la gente sí adoraba a los Dioses pero nadie los veía. Todo está -levantó la mano derecha apuntándose con el índice en la sien- aquí dentro. La imaginación ha creado los seres más increíbles que te puedas imaginar, irónicamente es la verdad. Algo existe siempre que tú creas en ello - sonrió tímidamente al ver que él asentía-. He estado ‘ahí’ -dijo de forma cautelosa-. No hubo ningún Dios, ni ninguna criatura extraña como Medusa o el centauro.
-¿Quieres decir que todas las leyendas son cuentos? ¿Hasta las que están contrastadas? -apoyó los codos sobre la mesa y juntó las manos entrelazando los dedos.
-No, solo digo que la gente tiende a exagerar- apartó los ojos y miró a su alrededor sin ver a nadie. La mirada de Kellen la ponía nerviosa y no sabía porqué. - Probablemente esos seres sí existieron, frutos de una combinación de juego de luces y efectos del alcohol. Al igual que Jesús.
-¿Qué Jesús?- parpadeó un par de veces antes de comprender de lo que hablaba.
-El hijo de Dios, la Biblia, los testamentos, ese ‘Jesús’.
-¿Insinúas que Dios es fruto de nuestra imaginación?- algo parecido a un interés extraño asomó en su mirada.
-Bueno, no exactamente. No quiero entrar en estos temas. Creo que ya he hablado demasiado- tomó la servilleta y se la pasó por la boca para disimular su nerviosismo.
No era atea, ni tampoco pretendía romper las creencias de la gente, ella no era quién para hacerlo, más que un ser con una maldición.
-No, no, continúa, parece interesante.
-Oh, Kellen, en serio, he hablado más de la cuenta. Lo único que sé es que todo se tiende a exagerar y con el paso del tiempo el que algo sea ‘antiguo’ parece que sea ‘verdadero’, pero esas dos palabras no son sinónimos.
Y ella creía en Dios; por darle algún nombre. Todas las culturas rendían culto a un ser supremo, solo que ella, tras haber ido a esos sitios personalmente y ver que en realidad no hubo ningún milagro, solo coincidencias, podía afirmar con sinceridad que la mayor parte de la Historia de la humanidad fue inventada. Pero todo el mundo tenía derecho a creer, ya que la creencia era para ella lo más fuerte e inquebrantable. ¿Para qué entrar en temas que podrían ofender a cualquiera? Sólo quería compartir su experiencia con él y acabó pisando terreno resbaladizo.
-¿Te importa si lo dejamos?- murmuró haciendo una mueca de culpabilidad.
-Sí, claro -sonrió-, aunque debo admitir que me parece un tema de lo más interesante. Tal vez algún día te apetezca compartir algo más conmigo…- murmuró a la vez que deslizaba una mano y la ponía sobre la de ella con un suave apretón.
Algo dentro de Alex se removió. Siempre se sentía así cuando Kellen daba muestras de afecto hacia ella en público. Supuestamente, al haberse acostado varias veces, ella debería de sentirse más relajada, más tranquila, pero por mucho que lo intentase, esas barreras no bajaban. Tenía miedo, no sabía porqué, y toda aquella situación afectaba a la relación que había entre Kellen y ella; si es que aquello se podía llamar ‘relación’.
Cerró la mano en un puño bajo el tacto de él y suavemente la retiró. No levantó la mirada por miedo a ver algo parecido al rechazo en los ojos de él. Sabía que él tenía mucha paciencia en lo que a ella se refería pero no podía evitar sentirse de esa manera; aún cuando por la noche añoraba dormir en sus brazos, sintiéndose desprotegida.
-Lo siento…-murmuró.
Oyó como él soltaba un suspiro y deseó con todas sus fuerzas de que el tiempo rebobinase para no apartar la mano. Pero enseguida se dio cuenta de que lo habría vuelto a hacer.
-No pasa nada-dijo con voz grave-. Se ha hecho tarde y deberíamos regresar.
¿Era esa una forma cortés de rechazarla? Supuso que sí, que finalmente él se había quedado sin paciencia. Se maldijo en los adentros por ser un monstruo, por no ser normal.
Salieron a fuera donde la lluvia caía en una cortina y los coches salpicaban a las aceras. El mercedes negro se acercó nada más dieron dos pasos y uno de los mozos los acompañó con un paraguas. Se sentaron en silencio mientras Kellen le indicaba al chofer la dirección y Alex se hundía más en su chaqueta.
-¿Tienes frío?- su voz parecía igual de cargada que el ambiente. Pasó un brazo a su alrededor acercándola a él.
Alex cerró los ojos inspirando, el olor de Kellen debería de ser enfrascado y vendido a las mejores perfumerías, definitivamente. Se aferró a él y cerró los ojos a la vez que apoyaba la mejilla contra su hombro.
-Lo siento, Kellen…
-Ya lo sé-movió la mano en círculos sobre su espalda- lo que no entiendo es porqué- estuvo a punto de romper a llorar sólo por aquella pregunta pronunciada por los labios de él.
-Ojalá lo supiera.
-Hay muchas cosas que nunca me has contado- repuso con amargura, no era una pregunta sino una afirmación.
-Eso es cierto…- no sabía qué más responder.
-Y supongo que no lo vas a hacer, no por ahora- acercó la mano a su cuello y empezó a masajeárselo suavemente.
-No puedo- se sentía fenomenal entre sus brazos pero tuvo que apoyar las manos en su pecho y empujarse- te prometo que no tiene nada que ver contigo- el movimiento del coche la tiró un poco más sobre él-. Es sólo que…- se mordió el labio y no supo como seguir.
Él solamente la empujó hacia sí y la abrazó con fuerzas. Se quedaron en silencio, escuchándose mutuamente hasta que la voz del conductor les anunció la llegada.
-Tengo que irme- fue ella la única que respondió largos segundos después de que el coche hubiese frenado.
-Lo sé-no había casi voz.
-Mañana te vas de viaje, ¿volverás pronto?-intentaba hacerse la fuerte, o tal vez intentase mantener una conversación decente después de reconocer que no confiaba lo suficiente en él como para contarle su vida.
-Te dije que podrías venir conmigo si quisieras- le acarició el rostro y la besó suavemente.
-Tengo que trabajar- repuso con una sonrisa cuando sus labios se separaron-. Es mi tercer trabajo este año, ¿sabes lo difícil que es encontrar un lugar decente en esta maldita ciudad? -Rió. No era gracioso pero sí la forma exagerada en la que lo dijo.
-Podría conseguirte un puesto en una de mis oficinas, con un horario flexible para- carraspeó- ‘lo que tu ya sabes’.
No pudo evitar sonreírle cariñosamente depositando un beso en su nariz.
-Lo sé. Pero quiero hacer las cosas por mí sola, si contratas a una persona sin estudios, sólo porque me despiden en todos los demás lugares…
-Y porqué eres atractiva-una sonrisa de oreja a oreja asomó en su rostro.
-Ah, sí, y porque sería un morbazo tenerme vestida de secretaria- bromeó jugando con su corbata- no puedo. Ya sabes que si algo no cuesta es que no vale la pena.
El silencio volvió a inundar el coche. Kellen pasó suavemente un par de mechones tras la oreja y con ese movimiento acarició la mejilla, ella entreabrió los labios instintivamente. No pudo reprimir el deseo de empujarla por la nuca y besar.
El calo golpeó ambos cuerpos como un tsunami, inundándolos por completo, obligándola a aferrarse a las solapas de su chaqueta y a él a hundir más los dedos en su pelo y rodearla por la cintura. Besándose profundamente, entraron en una mezcla de labios y lenguas, que se entrelazaban. A Alex le hubiera gustado hundirse en él, ahogarse en su sabor, porque no conocía una forma más dulce de morir. Lo besó como si tuviese todo el derecho sobre él, acariciando suavemente su cuello para después hundir los dedos en los mechones de la nuca. La respuesta de Kellen fue un gruñido sorprendido, acerándola más hacia sí y tirando con poca delicadeza de su labio inferior. Exploró su interior sin descanso, sin permitirse respirar o pensar. No tenía el control necesario para parar así que se obligó a reunir todas las defensas para no acabar inclinándola sobre el asiento y separarle las piernas.
Las caricias fueron disminuyendo poco a poco, transformándose de desesperadas a anhelantes. Le acarició el cuerpo, pasando por el pecho y metiendo ligeramente la mano en el escote para rozar su piel.
-Recuérdame porqué no estamos en mi cama ahora mismo, por favor-gruñó apoyando su frente en al de ella, haciendo que sus alientos se entremezclasen.
-Porque-tragó saliva y se pasó la lengua por los labios- tienes un vuelo dentro de cinco horas…
-Aún nos quedan esas cinco horas.
Alex no pudo reprimir la carcajada.
-No -le sonrió y se alejó suavemente-, buenas noches, Kellen.
-Buenas noches, preciosa, espero que duermas bien y que me eches de menos- dijo de forma pícara.
Sonrió en respuesta y salió del coche, y hasta que no hubo atravesado el portal éste no arrancó.
Dentro de ella había una lucha entre dos frentes claramente divididos. Estaba esa parte que gritaba por pasar cada segundo que tenía con él, dejar todos los miedos de lado. Pero también estaba la parte que le decía que cuanto más tiempo pasase con él más cerca estaría de herirla, al fin y al cabo era un monstruo, algo que no tenía asimilado ni siquiera ella.