[Trad] (IM)Pulso 4 1/2

Aug 15, 2014 20:52

Capítulo escrito por: Anna (@AnnaSooPimpa)
Capítulo corregido por: Carol (@carolsandt)
Link original: Pasaje
Traducción del portugués: joker_coker ( @JokerCoker)
Revisión: deernicorn ( @XOXOT12) y jaystomp_virus ( @JayStomp_virus)




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Abre los ojos y escucha a tu alrededor;
Estás muerto.

Pero no te preocupes... Ves, estoy aquí contigo.

Siéntete bienvenido al infierno.
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(IM)PULSO

Capítulo cuatro - Pasaje.

Al abrir los ojos, Jongin sabía que no estaría más en la Tierra. Parpadeó un par de veces, acostumbrándose a la oscuridad que envolvía el lugar, antes de forzar la columna para sentarse. Algunas sombras parecía que se deslizaban por el lugar en el que estaba y una bruma tenue lo cubría todo envolviéndolo, impidiéndole ver más allá de algunos metros a su alrededor.

Había un portal delante suya y el chico dedujo que era la entrada al infierno.

Jongin se apoyó en sus piernas y se levantó con dificultad, mareándose un poco. Su cuerpo estaba cubierto por una vestimenta beige y sin mangas, el traje le llegaba casi a la altura de los tobillos y sus pies estaban descalzos. El suelo seco lastimaba las plantas de sus pies mientras el chico caminaba en dirección al portal.

El joven extendió su brazo y sintió cómo se sumergía entre esa bruma espesa, mezclada con las tinieblas, que cubrían la parte de dentro del portal. Jongin suspiró profundamente y cerró los ojos antes de comenzar a caminar, con pasos rápidos, en dirección a lo que parecía la nada.

La nada se volvió todo cuando Jongin abrió los ojos.

Kyungsoo estaba ahí, esperándole.

Una barca con un montón de personas vistiendo lo misma ropa que Jongin se encontraba tras el demonio de cabellos negros. Kyungsoo mantenía una pequeña sonrisa mientras Jongin se acercaba con pasos rápidos.

-Has tardado más de lo que me había imaginado -dijo Kyungsoo ensanchando su sonrisa mientras el alto se acercó.

Jongin sintió necesidad de abrazar al demonio, pero se contuvo.

El humano suspiró antes de morderse el labio inferior, pensando en cómo preguntarle al demonio si había arreglado su habitación y su cuerpo antes de volver al Infierno, pero Kyungsoo parecía haberle leído el pensamiento.

-Todo está bien allá arriba, Jongin. Tu familia está bien -dijo el grimorio con una sonrisa sincera en los labios.

Un silencio incómodo los envolvió mientras Jongin evitaba mirar a los ojos al más bajo. Ahora que se había parado a pensar lo que había sucedido entre ellos, sentía un poco de vergüenza.

-¡El barco va a zarpar! -gritó Caronte dentro del barco, ya con el remo en las manos.

El humano miró asustado al barquero y comenzó a andar en dirección a la orilla del río, aproximándose a la barca, pero sus pasos terminaron cuando su mano fue agarrada con fuerza por el demonio más bajo que él.

-Necesitas saber una cosa, Jongin… Existen tres opciones para vivir aquí en el infierno -dijo Kyungsoo con voz baja, mientras atraía al humano más cerca de él-. Puedes no subir a la barca y quedarte aquí en el anteinfierno, donde jamás serás molestado, pero vagarás eternamente, con la compañía de aquellos que decidieran no entrar definitivamente en el submundo… O puedes venir conmigo hasta el Segundo Círculo y encontrarte con Minos, el juez del Infierno, que te encaminará hacia el Círculo Infernal al que deberás ir, dependiendo de los pecados que cometieras en vida…

Kyungsoo paró de hablar para suspirar y Jongin apretó sus dedos alrededor de la mano del menor.

-¿Y la tercera opción es…? -el más alto murmuró ronco, notando su garganta seca.

-La tercera opción es que puedes venir conmigo… Digo, ven hasta el Valle de los Vientos y quédate conmigo -dijo Kyungsoo muy bajo, mientras miraba hacia un punto fijo en el pecho de Jongin, evitando mirarle a la cara-. Pero si vienes conmigo, poco a poco te convertirás en un demonio también, necesitarás hacer algún tipo de trabajo en el Infierno, tienes que ser útil de alguna manera, si no acabarás por ser eliminado y…

Jongin vio a Kyungsoo morderse el labio inferior y sonrió.

-Me quedaré contigo, por supuesto -dijo decidido el humano y el demonio lo miró, confuso-. No tenías que habérmelo preguntado, la respuesta era obvia.

Kyungsoo parpadeó un par de veces y entreabrió los labios, pensando en qué decir.

-Pero acabarás convirtiéndote en demonio y…

-Que así sea, entonces -dijo Jongin, en un ultimátum, antes de empujar al demonio hacia dentro del barco que los llevaría hacia las entrañas del Infierno-. Mi elección desde que era un niño fue la de quedarme a tu lado y es eso lo que haré -Jongin dejó de hablar y un pensamiento invadió su mente-. ¿No quieres…?

-¡Quiero! -Kyungsoo habló rápidamente, entrelazando los dedos del humano entre los suyos.

Los dos permanecieron en silencio mientras el barco comenzaba a deslizarse sobre las aguas negras del río Aqueronte. Jongin miraba curioso hacia los lados, intentando absorber el paisaje que lo envolvía, aunque las tinieblas lo envolviese todo densamente. El grimorio observaba con algo de admiración los trazos adultos del rostro del humano que había traído al Infierno. Jongin ya no era un niño, pero aún había un pequeño fragmento de inocencia en él, su gracia infantil, a su modo.

El demonio sonrió de medio lado antes de apretar suavemente la mano del humano entre sus dedos. Jongin lo encaró y mostró una pequeña sonrisa… Era realmente bonito.

Y lo mejor de todo era que Jongin ahora era suyo.

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En el Infierno existen diversas reglas para mantener el orden en el submundo. Una de esas reglas es que todo humano que se entregue a un demonio y viva a su lado, acabará volviéndose una criatura de las tinieblas, igual que su compañero. El tipo de demonio en el que se convierte un humano; por ejemplo: almas que se unen a demonios sucubbus o incubbus, se vuelven de la misma especie.

Los humanos que deciden permanecer al lado del grimorio que lo trajo (a través de un pacto) al Infierno, acaban convirtiéndose, con el paso del tiempo, en grimorios y necesitan, en algún momento, comenzar a realizar pactos con otros humanos en la Tierra para que el ciclo continúe.

Kyungsoo le explicó todo a Jongin, pensando que desistiría él mismo de quedarse a su lado, pero todas las horas invertidas en explicaciones y avisos fueron en vano. El humano ya había decidido que permanecería en el Valle de los Vientos, con la disculpa de que Kyungsoo le había dicho diez años antes que cuidaría de él en el Infierno.

Y claro, Kyungsoo le había prometido a Jongin que cuidaría de él en el Infierno… Y él cumpliría su promesa con mucho más gusto de lo que el nuevo residente del mundo de los muertos podría imaginar.

Aunque Jongin permaneciese un poco avergonzado por la manera en la que Kyungsoo y él ya se habían relacionado, ese sentimiento se fue convirtiendo en algo más fuerte, que estaba guardado en su interior desde hacía un tiempo. Incluso algunas veces parecía que Kyungsoo lo trataba como a un hermano pequeño y Jongin no le negaba los besos ni los roces que silenciosamente pedía con los ojos o con una sonrisa tímida.

Con el tiempo, en realidad, fue Jongin quien comenzó a tomar la iniciativa, cuando abrazaba al menor a la hora de descansar o cuando iniciaba alguna caricia mientras aún dormía; un despertar que el demonio hallaba deliciosa.

Jongin pertenecía a Kyungsoo, en cuerpo y alma.

Sólo quería que el demonio también le perteneciese.

El tiempo fue pasando de forma imprecisa (como siempre) en el Infierno y los dos chicos vivían prácticamente solos dentro de la Torre de los Vientos, en la habitación que compartían. Kyungsoo, aunque no lo dijese en voz alta, recelaba de dejar a Jongin solo con los otros demonios (principalmente con Baekhyun) y prefería mantenerlo a su lado siempre, si era posible. Las únicas veces en las que el humano se quedaba solo era cuando el demonio tenía que ir a la Tierra a hacer un pacto o a traer algún alma al Infierno.

Kyungsoo le habló sobre los riesgos de que algún ángel se interpusiera en medio cuando sellaba un pacto con algún ser humano. Por eso Jongin siempre se quedaba afligido, mientras se mordía el labio y miraba hacia la puerta cuando, en ocasiones, su compañero de habitación salía a realizar una nueva misión.

Jongin, mientras estaba solo, no se relacionaba mucho con los otros humanos y mucho menos con los otros demonios. Se quedaba en el cuarto, mientras el tiempo pasaba hasta que Kyungsoo volviese, aburrido y mirando por la ventana a las almas miserables, sin destino aparente, que caminaban por el desierto sin fin del Valle de los Vientos. Jongin no vio problema en las salidas que el menor hacía y mucho menos sentía celos, pues sabía que mientras Kyungsoo estuviese en el Infierno, sólo atendería al humano.

Y, claro, ese humano sería siempre, y únicamente, Jongin.

Lo único que incomodaba al humano en el Infierno era un demonio en especial. El propio Jongin ya se había acostumbrado a la presencia inconveniente de Baekhyun, lo trataba siempre de forma fría, principalmente cuando sonreía maliciosamente a Kyungsoo.

El tiempo para que un humano se transforme en demonio puede variar mucho, pero para Jongin parecía retrasarse más de lo que era considerado normal. Kyungsoo (siempre que el tema surgía) sonreía ampliamente a Jongin y le decía que no tenía que anticipar tanto la transformación, porque no era tan maravilloso ser un ser de las tinieblas. Lo que el demonio no entendía era que Jongin quería ser útil, no quería quedarse más tiempo dentro de la habitación, quería demostrarle a Kyungsoo que podía ser más que un protegido cuando se transformarse en demonio.

El hecho de que, siempre que podía, Baekhyun lo molestaba o le recordaba a Jongin que todavía era un humano indefenso, también contribuía a la impaciencia de este.

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El primer cambio que notó Jongin cuando se produjo su transformación fue cuando abrió los ojos (después de despertarse de unas largas horas íntimas con Kyungsoo) y su visión era monocromática.

El humano parpadeó un par de veces y salió de la cama, confuso, tambaleándose hasta llegar al espejo grande que había en una de las paredes. Su reflejo mostraba a un Jongin adulto, sudado, con el pelo revuelto y los ojos totalmente negros.

-¡Kyungsoo! -gritó Jongin, todavía mirando su reflejo. Pensó que se había quedado ciego, ya que todo lo que veía era en blanco y negro.

El menor giró lentamente en la cama y gimió bajito, no quería abrir los ojos. Jongin suspiró y corrió hasta donde Kyungsoo estaba acostado, se sentó cerca de él, lo movió y llamó suavemente por su nombre hasta que abrió los ojos.

-Estoy cansado, Jonginnie... -murmuró Kyungsoo, mientras se frotaba los ojos y bostezaba despacio-. Me agotaste… Ahora no me apetece…

-¡No es eso! -gritó el humano y el demonio abrió los ojos asustado por el tono de su voz- ¡Mis ojos! ¡Creo que me estoy quedando ciego!

Kyungsoo se sentó en la cama y observó el rostro de Jongin. El demonio posó las palmas de las manos en las mejillas del humano y lo miró fijamente.

-¿Qué es lo que ves? -murmuró Kyungsoo sin expresión antes de morderse su propio labio inferior.

-A ti -respondió Jongin, un poco más calmado, mirando hacia la boca del más bajo-. A ti mordiéndote el labio… En blanco y negro. Mis ojos están completamente oscuros, ¿no?

Kyungsoo se rió débilmente.

-Esa es la primera fase de la transformación. No te preocupes, tus ojos volverán a la normalidad dentro de poco. Cuando usamos nuestros poderes demasiado nuestros ojos se vuelven negros e nuestra visión se vuelve monocromática, te estás volviendo un demonio, esas manifestaciones son normales, no estás acostumbrado al poder que estas adquiriendo.

Kyungsoo sonrió suavemente y Jongin parpadeó varias veces antes de acompañarlo. Al final se estaba transformando en un demonio.

La sonrisa de Jongin se volvió maliciosa y, sin esperar una respuesta del otro, chocó sus labios con los del demonio más bajo, que acabó abriendo los ojos, sorprendido por el acercamiento repentino. Mientras la lengua del todavía humano recorría todo el camino alrededor de los labios de Kyungsoo, este suspiró varias veces, intentando (en vano) decir al más alto que deberían descansar y parar las caricias.

Pero siempre era demasiado difícil controlar a Jongin…

No tardó mucho en que Kyungsoo se derritiera entre los fuertes brazos del más alto y gimiera alto su mote infantil, provocándole entre besos y caricias íntimas.

-Jonginnie...

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Las siguientes fases de la transformación fueron más disimuladas y, cuando Jongin quiso darse cuenta, su fuerza ya se había duplicado. No se había dado cuenta de que era más fuerte hasta que un día Baekhyun entró de repente en la habitación que Jongin y Kyungsoo compartían y comenzó a insinuarse al más bajo, lo que provocó que Jongin se molestase y lo empujase lejos.

Cuando la espalda de Baekhyun chocó contra la pared, se formó una grieta gigantesca y todos se quedaron mirando al humano, asustados. La transformación de Jongin de humano a demonio estaba, definitivamente, completándose.

Los sonidos, los olores, los roces… Todo parecía haberse intensificado, y sentir el sabor de Kyungsoo, o escucharlo susurrar contra su oído o mirar fijamente su sonrisa parecía cien veces más agradable de lo que había sido tiempo atrás.

No tardó más de lo que parecieron unos cuantos meses hasta que los líderes del Segundo Círculo Infernal llamaron a Jongin. Estaba listo, tenía que comenzar a realizar pactos con seres humanos. Un demonio grimorio mayor que él le explicó lo que debería hacer y lo acompañó en su primer viaje a la Tierra.

Todo parecía mucho más diferente de lo que Jongin recordaba y tardó un poco en darse cuenta de que ya habían pasado muchas décadas desde que él había dejado de ser humano. Su familia adoptiva no debía de acordarse de él, pero se dio cuenta de que no sentía añoranza por ellos como debería ser. Desde que había pisado el Infierno, Jongin pasó a aborrecer la Tierra, descubrió que había pasado por momentos muy difíciles y agradeció haber encontrado a Kyungsoo.

El infierno era ahora su hogar.

Por otra parte, el paisaje de la ciudad donde se encontraba su primer contratante era muy diferente a lo que él estaba acostumbrado de la Inglaterra del siglo XVIII. Jongin se dio cuenta, aquel día, que prefería el Infierno a la Tierra. Prefería el viento fustigante del Valle de los Vientos al viento húmedo que acariciaba su rostro en las calles de la ciudad humana. Prefería dormir escuchando algunos gritos y risas de los cuartos de al lado que dormirse en silencio en el silencio absoluto que había en el orfanato en el que vivió cuando era niño.

Jongin, ese día, se dio cuenta de que prefería estar con Kyungsoo a estar (en efecto) vivo.
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Los diez años para que Jongin fuera a buscar a su primera alma humana habían pasado demasiado rápido, en su opinión.

Había hecho muchos pactos y ya estaba acostumbrado a sellar los labios con humanos aleatorios y egoístas que querían realizar contratos, en su gran mayoría, por dinero, fama o poder.

A Jongin no le gustaba tanto ser un grimorio; no le gustaba ir a la Tierra y tener que hablar con humanos mezquinos. Aparte de eso, siempre temía que un ángel apareciese y sólo la idea de que alguno pudiera eliminarlo lo aterrorizaba de una manera horrible.

Ser un grimorio apenas tenía ventajas para Jongin; dos, según Baekhyun.

Jongin aceptó el hecho de ser un demonio de pactos para poder ser útil y mostrarle a Kyungsoo que él no era tan frágil como aparentaba cuando era humano. Según Baekhyun, como le gustaba repetir a Jongin, siempre con una sonrisa en la cara, lo mejor era cuando se llevaban al contratante al infierno, ya que los demonios podían ganarse un buen polvo, si tenían suerte.

Jongin simplemente ponía los ojos en blanco mientras el demonio de pelo castaño le decía esas cosas, con la intención de incentivarlo para alegrarse de ser un grimorio.

Pero, sí… El primer contratante de Jongin tenía que ser llevado al Infierno, al final diez años pasaban demasiado rápido.

El joven, ahora demonio, había aprendido con el tiempo lo que le gustaba o no a Kyungsoo en medio de las caricias que se intercambiaban, y justo en el momento en el que lo llamaron para buscar su alma, el joven deslizaba la lengua lentamente por un punto sensible del menor.

Su frustración quedó reflejada en el rostro mientras se colocaba un traje blanco para dirigirse a la Tierra. Los trajes para los grimorios que subían a la superficie habían cambiado con la llegada del nuevo siglo en el mundo humano y Jongin odiaba particularmente el blanco, ya que ese color destacaba todavía más su piel bronceada.

-Sonríe, Jonginnie... ¡Al jefe no le gustará verte con esa cara en tu primera misión real! Buscar almas en la Tierra es genial, ya verás -lo animó Kyungsoo, sentado en la cama, todavía desnudo.

-Genial…-dijo Jongin con ironía-. Follar con alguien solo por placer… ¿Piensas que eso es genial?

Kyungsoo cerró sus enormes ojos, mientras un mohín se formaba en sus labios, como si estuviese haciendo un poco de fuerza para pensar en una respuesta.

-No es tan malo -murmuró Kyungsoo, salió de la cama y caminó hasta el más alto-. Puedes terminar encontrando a un contratante atractivo, como lo encontré yo.

El más bajo sonrió y mordió su labio inferior mientras Jongin hacía un mohín y lo abrazó hundiendo su rostro en el hueco de su cuello.

-Ya te tengo a ti, no quiero a nadie más -el aliento caliente del más alto causó un escalofrío al demonio mayor y suspiró.

-Buena suerte, Jongin. Cualquier cosa, llámame… Iré en tu busca -murmuró Kyungsoo y el más alto lo miró, confuso.

-¿Por qué no vienes ahora conmigo?

-Al principio, va contra las reglas. Ir en medio del proceso también, pero yo, sinceramente, me preocupo. La primera vez que traes un alma nunca es fácil… -dijo Kyungsoo serio y recibió una sonrisa como respuesta.

Jongin besó los gruesos labios que tenía frente a él y se deleitó con el dulce sabor del demonio que lo trajo al infierno.

-No te preocupes por mí, haré que te sientas orgulloso.

Intercambiaron algunos besos más antes de que el mayor saliese por la puerta cerrándola al salir. Kyungsoo quería decirle a Jongin que no necesitaba demostrarle nada, que todo era cierto. Pero todo lo que el menor hizo fue apretar una mano contra la otra en frente a su tórax.

Kyungsoo tenía un mal presentimiento.

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