[EXO/Trad] (Im)Pacto Capítulo 2(FINAL) 1/2

Apr 10, 2013 23:15



¡¡Y aquí  terminamos con la hermosa historia de Luhan y Sehun, pero no os preocupéis que queda mucho (Im) que repartir!!

En este cap  Luhan vivirá muchos momentos difíciles para encontrar a Sehun. ¿Lo hará?

¡Además de que se encontrará con nuevos amigos!

Anna y Carol se emocionaron mucho con vuestros comentarios, y están muy contentas de saber que os está gustando la historia. ^^ <3

Me gustaría agradecer la ayuda que deernicorn me está dando, sin ella no podría sacar adelante ninguna de estas traducciones <3

Gracias por leer y  comentar! <3

Capítulo escrito por: Anna (@AnnaSooPimpa)
Capítulo corregido por: Carol (@carolsandt)
Link original: Muerte
Traducción del portugués: joker_coker ( @JokerCoker)
Revisión: deernicorn ( @XOXOT12)



(Im)Pacto
Capítulo 2 (Final)- Muerte



El cuerpo parecía muerto cuando cayó al suelo procedente de la nada. El estruendo del impacto fue fuerte, pero no había nadie presente alrededor para poder escucharlo en la oscuridad.

Los ojos de Luhan se abrieron de repente mientras cogía aire con fuerza. Sus pulmones parecían vacíos y respiraba pesadamente, intentando recuperar el aire que le faltaba. Su corazón latía con fuerza y sentía frío. Pensó que estaba muerto.
Y, de hecho, lo estaba.

Parpadeó algunas veces hasta identificar el paisaje que le rodeaba. Estaba oscuro y la tierra bajo sus pies tenía un tono grisáceo. No había árbol alguno y el silencio era tan abrumador que Luhan no se atrevió a abrir la boca.

Se levantó del suelo con dificultad y miró hacia atrás,  pero todo lo que vio fue un camino que se extendía hasta ser engullido por las tiniebla; no había nada más que lo aparente. Entonces, el chico miró hacia adelante y vio un portal simple de piedra de dos metros de altura, sin cerraduras, puertas o grandes adornos. Luhan avanzó hasta el portal y vio unas palabras talladas en la piedra. Observó las escrituras y comprobó que todos los idiomas conocidos estaban allí, diciendo (probablemente) siempre lo mismo.

«Cuando entras en el Infierno, deja toda tu esperanza atrás.»

Luhan tragó saliva y se abrazó a sí mismo, con miedo a entrar. No se había dado cuenta hasta aquel momento, pero llevaba una especie de vestido sin mangas de color beige claro, algo que parecía un camisón que se prolongaba hasta los tobillos. También se percató de que no llevaba ropa por debajo de aquello y agradeció que en aquel lugar no hubiese demasiado viento.

- ¿No vas a entrar? -oyó un grito al otro lado del portal y se asustó al darse cuenta de que no estaba solo-. ¡El barco va a partir!

Luhan no conseguía ver lo que sucedía al otro lado del portal, pues las tinieblas envolvían el paisaje. El chino respiró hondo y, cerrando los ojos con fuerza, corrió hacia delante, entrando (en efecto) en el infierno.

Esperaba sentir un calor intenso y oír gritos desesperados, pero cuando comprobó que sus expectativas eran falsas, Luhan abrió los ojos y vio un grupo de personas dentro de un pequeño barco antiguo, con un hombre encapuchado girado hacia él, mirándolo.

- ¿Vienes? -le preguntó el hombre encapuchado, y el chico se estremeció al percibir que todas las demás personas sentadas en el suelo del pequeño barco estaban vestidas como él.

- S...sí -murmuró Luhan, mientras se aproximaba al barco y entraba en él sin mirar a Caronte, el barquero de Hades.
El paisaje continuaba sombrío, con mucha niebla que cubría el río por el cual el barco navegaba lentamente. En la orilla desde la que habían partido, algunas personas caminaban con paso lento, sufriendo, con expresiones de infelicidad en el rostro.

El chico miró a las personas quienes tenía a su lado; era un grupo de aproximadamente diez, y todos parecían tener sus peculiaridades. Había algunos niños, algunos ancianos y otros eran adultos, pero ninguno aparentaba estar enfermo. Era imposible decir por qué cada uno de ellos estaba allí.

Un hombre del pequeño grupo se mordía las uñas de dos dedos y una mujer trataba de rasgarse la ropa por la zona del pecho, para abrirse un escote. Cuando vio que Luhan la observaba sonrió y el chico desvió la mirada rápidamente, evitando mirar nuevamente a alguno de sus «compañeros de infierno».

Luhan nunca supo con certeza durante cuánto tiempo navegaron por el río, pero en cierto momento acabó cerrando los ojos y quedándose dormido. Despertó porque alguien le estaba dando empujones y, cuando abrió los ojos, vio al hombre encapuchado dándole ligeras patadas en la espalda.

- Vas a acabar quedándote atrás -murmuró el hombre cuando el chico abrió los ojos.

Luhan parpadeó varias veces y miró para donde el hombre apuntaba. Estaban parados en la orilla del río y un camino se extendía en un suelo cubierto por un césped extraño. Las personas que estaban en el barco ya caminaban a algunas decenas de metros frente a él y el chico saltó rápidamente del interior de la embarcación,y corrió  para alcanzarles.

Sin embargo, se paró después de unos segundos y, tras girarse, le gritó al barquero.

- ¿Dónde está el Valle de los Vientos? -gritó Luhan y el hombre encapuchado, que ya comenzaba a remar con el barco en movimiento, lo miró.

- En el Segundo Círculo del Infierno. Sigue por el camino y llegarás en breve -gritó el hombre antes de desaparecer entre la niebla que lo cubría todo.

Luhan sonrió antes de volver a correr, siguiendo a su grupo. El césped extraño le hacía cosquillas en las plantas de los pies y no pudo evitar sonreír mientras corría, al sentir los pies en el suelo.

Claro, él también estaría muerto, pero eso no le entristecía de ninguna manera. Luhan todavía se sentía vivo. Quería encontrar a Sehun y agradecerle los diez años que le había concedido de vida; Luhan quería tocarlo una vez más.

El joven había alcanzado al grupo y caminaron todos juntos, en silencio, durante lo que parecían horas mientras que el paisaje no cambiaba. En cierto punto  del camino, Luhan vio que una grieta se abría en el suelo, desde la que se oían murmullos y gritos. El joven tembló al pensar en lo que le pasaría si llegase a caer allí dentro.

- Aterrador, ¿verdad? -Comentó un chico que no aparentaba tener más de doce años.

Luhan lo miró y asintió, mientras proseguía su camino.

El grupo caminó durante un tiempo antes de pararse frente a una gigantesca montaña de piedra. El único modo de atravesarla era a través de un pasadizo que había en su base, en forma de caverna. Las personas fueron entrando una a una y Luhan tragó saliva cuando, al entrar de último, vio de qué se trataba el interior de la montaña.

Las paredes y el suelo eran de color rosa y estaban cubiertos por una gruesa capa blancuzca que Luhan entendió que eran placentas. Había pequeños fetos pegados en los laterales de toda la extensión de la caverna y en el suelo había algunos bebés que permanecían tumbados, lloriqueando. La cueva era prácticamente un útero.

- Estamos entrando en el limbo -comentó el mismo chico  que  había hablado con Luhan antes, adoptando un gesto de enojo-. En el limbo habitan los no bautizados, los fetos abortados y quienes murieron antes de Cristo.

Luhan no respondió y clavó la mirada en sus propios pies mientras caminaba por la caverna. La placenta se pegaba en las plantas de sus pies en cada pisada y le provocaba mareos. El olor era fuerte y desagradable: una mezcla de sangre con algo que Luhan no conseguía identificar.

El llanto de los bebés era insistente y algunas veces el joven estuvo a punto de pisar a algún feto por el camino. El grupo no pasó mucho tiempo dentro de aquel lugar antes de llegar a la salida; descubrieron un local abierto, cubierto de hierba verde, con árboles dispersas y diversas personas descansando a su sombra.

Luhan casi agradeció a los Cielos haber salido de dentro de la cueva, había sido una experiencia grotesca.

El chino miró hacia arriba y vio que no había sol (como era de esperar) pero aquel lugar era mucho más claro que los otros por los que había pasado. Allí dos niños gemelos de aparentemente cuatro años se quedaron atrás, agarrados de las manos, observando como el grupo continuaba su camino por el Infierno.

- Estaría bien quedarse aquí -le volvió a comentar el chico a Luhan mientras miraba a los dos niños, que se sentaron bajo la sombra de un árbol.

- Sí, estaría bien-afirmó Luhan y percibió que en aquel lugar no sentía ni calor ni frío.

Se estaba sintiendo muy vacío, en realidad.

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Luhan no sentía sed, hambre o cansancio. Sólo impaciencia.

Él y el grupo caminaron durante un buen rato y cuando llegaron al final del limbo, lo único que vieron fue un cráter gigante, donde no se podía visualizar lo que había más abajo, debido a la oscuridad que lo envolvía todo. Encontraron un pasadizo y  comenzaron a descender por unas escaleras circulares interminables que estaban pegadas a las paredes de aquel enorme agujero; se agarraron los unos a  los otros para no caerse.

El niño que había hablado con Luhan hace nada ahora no paraba de hablar.  Estaba animado sobre todo por lo que estaba sucediendo y le contó a Luhan que había leído cosas sobre el Infierno, principalmente sobre el Segundo Círculo, que era el único interés del chino allí.

- ¿Cómo sabes tanto? -le preguntó Luhan, levantando una ceja.

Habían acabado de descender el avance (interminable) de las escaleras y ahora había un bosque cerrado delante de ellos. No había manera de cruzarlo, así que la única manera era atravesarlo por dentro.

- Leí todo sobre el infierno. Sabía que acabaría aquí y quería estar preparado.

El grupo siguió andando mientras el chico pensaba en como continuar con la conversación con el niño. Los árboles del bosque en el que
se encontraban eran sombríos y sus hojas estaban secas; no había frutos y tampoco flores y los troncos estaban cubiertos de espinas.

Era posible oír murmullos por todos lados, pero el origen de esos lamentos no era visto y todos estaban nerviosos.

- No tengas  miedo -dijo el niño mientras sonreía a Luhan.

El chino pestañeó un par de veces y contuvo la respiración cuando vio al niño sentarse al pie de un árbol.

- ¿Qué estás haciendo? Sal de ah í-dijo Luhan preocupado, tendiéndole la mano.

- De eso nada, mi parada es aquí. Estamos en el Valle del Bosque de los Suicidas -respondió el niño mientras algunas ramas del árbol apresaban su cuerpo-. ¿Quieres saber por qué estudié tanto sobre el Infierno?

- ¿Por qué? -preguntó Luhan, aunque supiera la respuesta, mientras ignoraba el hecho de que el grupo los estaba dejando atrás.

- Sabía que cuando acabase con mi propia vida vendría a parar a aquí. Quería saber cómo era de antemano -dijo el niño mientras era engullido por el árbol poco a poco, volviéndose parte de él-. ¡Buena suerte con lo que viniste a hacer aquí! Sigue hasta la Torre de los
Vientos, encontrarás quien te ayude.

Luhan abrió lentamente sus labios para decirle «adiós», pero el niño ya  se había unido al grueso tronco del Sauce llorón. El chino se mordió el labio inferior, pensando en cuál sería su futuro y deseó más que nada en el mundo encontrar a Sehun lo más pronto posible.

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El grupo de Luhan lo había abandonado otra vez. El chino no los encontró mientras avanzaba solo por el desierto que tenía enfrente, y siguió el camino de piedra bajo sus pies. Había conseguido salir del bosque hacía rato y seguía la única dirección que podía tomar, esperando encontrar pronto el Valle de los Vientos.

Conforme Luhan iba siguiendo el camino, el paisaje se volvía más oscuro ya que las tinieblas lo dominaban casi todo, y hacían que el chico temiese dar un paso y caer en algún agujero oculto por las sombras.

El chino cerró los ojos con fuerza y se detuvo mientras rezaba para que las tinieblas se dispersaran, pero nada ocurrió. Cuando una ráfaga de viento lo empujó con fuerza, Luhan se agachó y usó los brazos para apretar las piernas contra su cuerpo.  Hasta que el vendaval de detuvo, permaneció así, inmóvil, rezando.

Cuando todo volvió a quedarse en silencio y el viento ya no zumbaba en sus oídos, Luhan abrió los ojos y finalmente vio la torre que tanto ansiaba encontrar. Estaba a apenas unos 100 metros de la enorme torre blanca de mármol que recordaba mucho a la de Pisa, en Italia. El chico sonrió y corrió en su dirección mientras sentía cómo el viento lo fustigaba con fuerza en el rostro mientras corría.
Cuanto más se aproximaba a su destino, más fuerte era el viento. Estuvo a punto de caerse por el camino en alguna ocasión, pero aún así no dejó de correr hasta llegar a la entrada de la torre.

Luhan pensó que nada más llegar, entraría y gritaría por Sehun, pero en frente a la puerta cerrada se encontraban dos chicos de apariencia joven, ambos vestidos con gabardinas y  pantalones ajustados, pero con los pies descalzos (como Sehun las dos veces que se habían encontrado). Los dos miraron al chico con una ceja levantada mientras éste se acercaba, nervioso, y perdieron el hilo de su conversación.

Eran dos demonios.

- ¿Te has perdido? -le preguntó el menor de los dos, con aspecto realmente preocupado. Sus ojos eran grandes y cálidos, y en sus labios gruesos se esbozaba una pequeña sonrisa.

El otro demonio miró a su compañero y puso los ojos en blanco, suspirando irritado.

- Si buscas a un grupo, pasaron por aquí hace tiempo, sólo tienes que continuar su camino -le dijo a Luhan el demonio irritado, incomodado por su presencia.

Luhan no tuvo tiempo de responder antes de que los dos demonios guardianes de la entrada de la torre se pusieran a discutir.

- ¡Jongin, no le hables así! Nuestro deber es ayudar a las almas, no asustarlas -le dijo el demonio de ojos grandes mientras le propinaba un ligero empujón en el hombro a su compañero.

- Te equivocas. Nuestro único deber es proteger la entrada de la Torre de los Vientos. Además, no pertenece al Segundo Círculo, Kyungsoo, es bastante obvio que no está aquí por haber sido víctima de la lujuria en vida-. Dijo el  demonio, Jongin, con una sonrisa cínica en el rostro.

Luhan sinitó que sus mejillas ardían y de repente se encontró pensando si había otra forma de entrar en la torre sin tener que pasar por esos dos demonios guardianes. Aquello estaba siendo vergonzoso.

- Jongin…-murmuró el demonio llamado Kyungsoo con un mohín de insatisfacción en los labios.

- ¡Estoy buscando a Sehun! -gritó Luhan, interrumpiendo la discusión y obligándoles a mirarle.

- ¿Sehun? -preguntó Jongin levantando una ceja, incrédulo-. Nunca ningún humano ha venido en busca de Sehun.

- ¿Eres el niño tetrapléjico? -preguntó Kyungsoo separando sus labios despacio, quedándose boquiabierto.

- Lo era, Sehun me curó.

Kyungsoo esbozó una sonrisa victoriosa y  golpeó a Jongin con fuerza en el hombro mientras se reía. El demonio de piel morena se quejó y lo miró con rabia.

- ¡Te dije que fueras educado con él, Jongin-ah! ¡Es el chico de Sehun! ¡Del que nos habla desde hace tiempo!

Luhan sintió que su rostro se encendía y su corazón comenzaba a latir con fuerza. Sólo era un alma, pero sentía que su cuerpo estaba allí, sentía que todos sus músculos se habían contraído. Sentía un ligero dolor en el pecho y notaba como si tuviera mariposas en el estómago.

¿Qué significaban todas aquellas sensaciones?

- ¿Desde hace tiempo? Desde hace años querrás decir, ¿no? -preguntó Jongin con ironía, poniendo los ojos en blanco para a continuación dirigir su mirada a Luhan. El demonio sonrió con malicia mientras lo miraba y rió suavemente-. Mira, Kyungsoo, se ha puesto colorado.

Luhan se cubrió la cara rápidamente con las manos y miró a Jongin con odio. Enseguida notó que su rabia disminuía cuando Kyungsoo golpeó el hombro del otro nuevamente, con más fuerza.

- ¡Jongin-ah! ¡No seas grosero con el nuevo! -gritó irritado Kyungsoo antes de girarse para mirar a Luhan con una sonrisa en los labios-. ¿Te llamas Luhan, verdad?

- Ah…S...Sí-respondió el chico, abriendo los ojos despacio-. ¿Cómo lo sabes?

- Jongin no mintió cuando dijo que Sehun habla de ti desde hace años… -comentó Kyungsoo riendo-. Voy a intentar avisarle de que has llegado.

El demonio llamado Kyungsoo miró por última vez a Jongin, como si le ordenase que se comportara, y tras abrir la puerta de la torre, desapareció en el interior de ésta. Luhan se mordió el labio inferior, nervioso, y el demonio que tenía frente a él lo miró con un sonrisa cargada de malicia.

- Entonces, Luhan… ¿cómo ha sido tener sexo con Sehun? -el humano casi se atragantó y se vio obligado a toser al escuchar la pregunta que el otro le hizo.

- No es de tu incumbencia -dijo Luhan, mirando a Jongin con semblante serio.

- Debe de haber sido muy bueno, para que te hayas atrevido a venir hasta aquí. Normalmente las personas que hacen pactos se quedan encerradas en el Ante-Infierno. No llegan a entrar en el barco. Pero mírate, aquí estás.

- Le prometí a Sehun que lo encontraría-dijo serio Luhan, mirando al suelo.
Jongin observó al menor que tenía frente a él y sonrió pensando en que Sehun era un completo idiota.

- ¿Sabes? Cuando fue a hacer el pacto contigo, hace diez años, Sehun volvió muy molesto, maldiciendo a nuestro jefe por haberle mandado engañar a un niño -le contó Jongin al humano entre risas-. Pero después sólo hablaba de Luhan, Luhan… ¡Estaba insoportable!

El humano miró al demonio; no podría creer lo que decía.

- Después comenzó a escaparse a la Tierra para observarte, para ver si estabas bien. Hasta arrastró a Kyungsoo algunas veces y ya te digo, yo odio ir a la Tierra, no tengo buenos recuerdos de ella.

- ¿Sehun me observaba?-preguntó Luhan con la boca ligeramente abierta.

- Sí, de vez en cuando. Decía que era sólo para que no te murieras antes de poder ir a buscarte… Porque eras muy frágil y bablabla…-Jongin hizo un gesto con la cara y sacó la lengua fuera, mientras ponía los ojos en blanco, disgustado.

Luhan no pudo evitar reírse. Jongin lo acompañó y, después de respirar profundo, abrió la puerta  que tenía tras él.

- Me has gustado, Luhan. Puedes entrar. El cuarto de Sehun está en el tercer piso, sólo tienes que subir las escaleras -le dijo con una sonrisa y Luhan parpadeó un par de veces, incrédulo.

El chino, viendo que el demonio estaba siendo sincero, sonrió y corrió hacia el interior antes de que el otro cambiase de parecer, y acabase por cerrar la puerta nuevamente.

- ¡Gracias, Jongin! -le dijo Luhan, sonriendo ligeramente.
La puerta estaba casi cerrada cuando el demonio volvió a abrirla, con una mirada seria.

- Llámame Kai. Sólo Kyungsoo tiene derecho a llamarme Jongin -le dijo el demonio seriamente, cerrando la puerta con fuerza.
Luhan parpadeó un par de veces, parado, pensando en cuál sería la relación entre los dos guardianes de la torre. Cuando el chino finalmente se dio cuenta de que pronto se reuniría con Sehun, se giró y miró hacia la entrada de la torre.

Y entonces se percató de que estaba en un verdadero templo de lujuria.

Había estatuas de órganos sexuales femeninos y másculinos esparcidos por el suelo, mientras que diversos cuadros con escenas eróticas cubrían las paredes. Luhan notó que se ruborizaba al ver las imágenes que lo rodeaban y contuvo la respiración dando media vuelta cuando vio que había un grupo de personas en una esquina, tocándose. Lo peor era que una de esas personas era su antigua compañera de grupo, la mujer que rasgaba su propia ropa en el barco de Caronte.

Luhan tragó saliva, corrió hacia las escaleras de la torre y las subió de dos en dos.

El chino llegó al tercer piso en menos tiempo del que esperaba. Sonreía cuando comenzó a avanzar por el único pasillo, lleno de puertas semiabiertas. De dentro de los cuartos podía oír murmullos y gemidos de personas, y no le hacía falta mirar hacia dentro de las puertas para entender lo que estaba pasando en todos esos lugares.

Por más que el chico no quería ver lo que pasaba en aquellas habitaciones, se vio obligado a echar una ojeada en todos los dormitorios.

Por los huecos de las puertas entreabiertas, Luhan echaba un vistazo a las caras de dentro de los cuartos y suspiraba aliviado cuando veía que Sehun no se encontraba en ninguna de las orgías que veía.

Luhan se tapó la boca varias veces, sorprendido, cuando se encontraba con alguna escena de tortura dentro de alguna de las habitaciones. Puede que no fuera un santo, pero definitivamente aquellas escenas lo sorprendían. Había como mínimo quince puertas en aquel pasillo y le quedaban sólo dos por comprobar, que estaban cerradas. El chino consideró durante un momento a cuál de las dos debería llamar primero y lo echó a suertes haciendo un juego con los dedos.

Sólo esperaba no haber elegido la puerta equivocada.

Cuando la puerta se abrió con fuerza, un hombre alto y moreno miró a Luhan con cara somnolienta.

- ¿Quién eres? -preguntó el hombre. Sólo llevaba puesta la ropa interior y Luhan se sonrojó al darse cuenta.

- Lu..Luhan. Estoy buscando a Sehun…¿Está aquí? -preguntó el chico mirando disimuladamente hacia el interior del cuarto.
No se fijó en que el hombre sonrió con malicia.

- ¿Sehun? ¿Tú eres su humano? -Preguntó el hombre y Luhan no supo qué responder.

- No lo sé exactamente, pero…¿supongo que sí? -dijo, sonrojándose, con una media sonrisa.

Lo que Luhan no esperaba era que la sonrisa de aquel hombre se ampliase y tirase de él con fuerza hacia dentro de la habitación, cerrando la puerta al momento.

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Kyungsoo abrió la puerta de la torre con fuerza, casi chocando su cuerpo contra el de Jongin.

- ¿Qué ha pasó? -preguntó el moreno, asustado por la forma atropellada en que respiraba el menor.

- Subí los quince pisos, abrí prácticamente todas las puertas y grité el nombre de Sehun lo más alto que pude, pero no lo encontré -dijo Kyungsoo, mientras intentaba que su respiración se normalizase.

- Saldría a cumplir alguna misión antes de nuestro turno, ¿no? -preguntó Jongin mientras pasaba las manos por la cara del otro para secarle el sudor.

- ¿Qué cojones estáis hablando de mí? -una voz irritada sonó cerca de los dos guardianes de la torre y estos dieron un respingo por el sorpresa.

- ¿Sehun? -gritaron ambos al mismo tiempo, mirando al demonio que tenían frente a ellos.

- ¿Dónde estabas, idiota? -preguntó Jongin, alejándose deprisa de Kyungsoo.

- En una misión desde ayer. ¿Por?¿Qué ha pasado? -preguntó levantando una ceja y Kyungsoo sonrió golpeándolo en el hombro.

- ¡Luhan está aquí! -anunció Kyungsoo en tono alegre y Sehun sintió que sus mejillas se calentaban.

- ¿Dónde está? -preguntó Sehun, mirando a su alrededor con una pequeña sonrisa en el rostro.
Fue entonces cuando Kyungsoo se dio cuenta de que el humano no estaba allí y miró a Jongin, seguido por Sehun.

- Jongin... ¿Dónde está Luhan? -preguntó con recelo el menor de los tres.
El más alto de ellos se mordió el labio inferior y desvió la mirada, intentando  disipar su nerviosismo.

- ¿Y si tal vez, hipotéticamente hablando, le dejase entrar en la torre pensado que Sehun estaba dentro?  -dijo Jongin con una sonrisa nerviosa.

- ¿Qué hiciste qué? -gritó Sehun. Agarró a Jongin por el cuello y lo empujó con fuerza contra la puerta-. ¡¿Eres imbécil, Kai?! ¡Sabes de sobra lo que les hacen a los novatos que no van acompañados! ¿A dónde lo has mandado?

Kyungsoo dirigió sus manos hasta los brazos de Sehun para intentar apartarlo del otro, pero éste no se movió, a pesar de que menor estaba usando toda su fuerza física para moverlo. Jongin no intentaba quitarse las manos de encima, pero seguía mirándolo a los ojos fijamente.

Sehun jamás había sido así con él.

- Tercer piso  -dijo Jongin y Sehun salió disparado hacia el interior de la torre.

-  ¡Jongin-ah! ¿Estás bien? -preguntó Kyungsoo preocupado, comprobando su cara.

- La he cagado, ¿no? -preguntó Jongin con una sonrisa triste, y el menor se mordió el labio inferior.

- Ve detrás de Sehun antes de que acabe destrozándolo todo -dijo Kyungsoo y el otro, tras asentir con la cabeza, entró en la torre.

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Luhan intentaba gritar, pero era difícil con el otro tapándole la boca con tanta fuerza. El hombre era mucho mayor y más fuerte que el chino y lo acorralaba contra la pared usando su cuerpo, besándolo y mordiéndole con fuerza el cuello y los hombros. Mientras el otro abusaba de él, algunas lágrimas resbalaban de los ojos del menor.

El humano golpeaba con fuerza al hombre que tenía delante, pero no le causaba dolor. El mayor lo agarró de las muñecas para que dejase de cubrirse la boca.

- Soy un demonio, Luhan. No tienes oportunidad ninguna contra mí... -dijo el hombre antes de atacar los labios del menor.

Luhan luchaba y se desesperó cuando sintió que su agresor colaba una pierna entre sus muslos. El humano sabía muy bien que no llevaba ropa interior debajo de aquella especie de camisón y lloró todavía más cuando sintió que el hombre le mordió el labio inferior con fuerza, tras lo cual notó el intenso sabor de la sangre en su boca.

¿Dónde estaba Sehun?

Sehun...

- Ahora quédate quietecito mientras te follo -el hombre le propinó una fuerte bofetada cuando Luhan comenzó a gritar-. Sehun y yo tenemos algunos asuntos pendientes y tú serás mi venganza.

El humano se sentía aturdido debido al fuerte golpe que había recibido y no consiguió impedir que su agresor lo girase contra la pared. El rostro del menor golpeó contra el mármol y las lágrimas resbalaron libres por su cara, mientras el demonio le sujetaba las manos unidas por las muñecas por encima de la cabeza.

Luhan se quedó paralizado cuando sintió que la mano libre de aquel hombre le tocaba las piernas y le levantaba de una sola vez la única pieza de ropa que el menor usaba, hasta revelar sus nalgas. El humano lloró en voz alta y gritó.

Gritó llamando por aquel que lo había salvado una vez y que podía, tal vez, salvarlo nuevamente.

Sehun.

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Jongin estaba asustado por el modo en que Sehun usaba  y controlaba el viento para abrir las puertas una tras otra en el tercer piso. Las personas de dentro de las habitaciones gritaban, asustadas por la invasión repentina y Sehun gritaba llamando a Luhan, sin obtener respuesta.

Ya habían llegado al final del pasillo y sólo quedaban dos puertas; una de ellas era el cuarto de Sehun y la otra era la de su mayor rival en el Valle de los Vientos.

Sehun colocó una mano sobre el pomo de la puerta y contuvo la respiración al escuchar a Luhan gritar su nombre.

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