Tu compañía es cómoda y amena, a solas contigo, a solas con lo que eres, rodeados de pensamientos.
No quiero distraerme, lo que pienso hace que los nervios se me atonten un poco, sí, pero estar nervioso no me resulta un problema porque intento no demostrarlo. Surge entonces un poco de desespero ante la impuntualidad de un paso que el cuerpo me duda
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