Ella.
Los latidos del hastío en las sienes.
El spleen de siempre
en el sfumatto de los labios,
y un tímido quizás recostado en las pupilas;
otro de tantos.
"¡Ven!"-la solemnidad de la rutina
rasga un grito;
"¡Vuelve a mí vestida
de mesura y apariencia!"
("¿Eres tú de veras?")
"¡Soy lo que amaste;
ven!"
"Seamos tan sólo el pasado
(
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