Todavía te falta una. -dijo él.
Aquella tarde era fresca. Espesas nubes blancas se deslizaban por el cielo azul, trayendo la sombra y refrescando más el día. Dentro de algunas horas el sol se ocultaría detrás del horizonte y la noche aparecería con sus brillantes joyas adornando su vestido negro.
- ¡Ya lo sé! No tienes por qué recordármelo
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