Título: Una botella de Whisky
Nombre: Secreto
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Rating: M
Betas: Ninguno
Resumen: Al Ministro se le ocurre que el Ministerio necesita una limpieza, así que asigna a sus Aurores novatos a realizar dicha tarea. ¿Qué sucede si agregas a la fórmula la torpeza de Harry Potter y un par de extraños artefactos mágicos de la Sala del Tiempo? Para su mala suerte, Draco también estará ahí para ver el resultado.
Notas: Anon querido, disculpa si mi huerfanito llegó al último -se le pegaron las mañas de su madre postiza-; espero que te agrade y haya cumplido con las expectativas que esperabas. Por el momento no está beteado, pero le puse mucho cariño, esfuerzo y lo revisé unas tres veces antes de enviarlo; en caso de haber errores, me declaro culpable. Puede contener ooc-neces; lo siento, son las 3am.
Una Botella de Whisky
Era víspera de navidad y al departamento de Aurores no se le ocurrió mejor momento para hacer una limpieza anual; la cual de anual tenía lo que Harry de Ravenclaw. Esa idea la ponían en marcha cada que el Ministro de Magia en curso se acordaba, es decir, cada veinte o treinta años. Pero como el código de ética del Auror dice “para servir y proteger” era el deber de cada Auror libre de misiones en ese día el atender dicha actividad.
Y si no fuese suficiente, además de limpiar cada oficina del ministerio también debían realizar la limpieza de todos y cada uno de los pasillos que haya en existencia dentro del mismo.
La asignación de zonas, oficinas y departamentos a limpiar había sido, entre otras cosas, muy arbitraria. A Harry y a otros Aurores relativamente nuevos los habían enviado al Departamento de Misterios; y una cosa que Harry tenía muy presente era que, al ser ese departamento, podría esperar lo que fuese de él. Aún tenía ese horrible escalofrío al pasar cerca de la Sala de Cerebros; era desagradable recordar lo que le había sucedido a Ron aquella vez y las marcas aún estaban presentes en su piel.
El Auror suspiró mientras pasaba de largo -al menos no le habían asignado esa habitación- hasta llegar a la puerta correcta: La Sala del Tiempo. Harry se preguntaba si realmente todos los gira tiempos habían sido destruidos cuando habían entrado al Ministerio, era algo que le había picado la curiosidad por algún tiempo, después lo olvidaba y a veces lo volvía a recordar; era conciliador para él recordar cosas del pasado para entender el trasfondo de éstas.
Sus pensamientos giraron rápidamente a sus compañeros de Gryffindor, a sus profesores, Hogwarts, a sus aventuras y desventuras dentro de esas paredes plagadas de magia y de historia… extrañaba su hogar, lo que vivió ahí -aún si fueron cosas tristes- y agradecía todas y cada una de las enseñanzas que en ese castillo encontró. Su mente le envió la imagen de otras personas que conoció, pero la que más se hacía presente era la del príncipe de las serpientes: Draco Malfoy.
Al salir del colegio entendió que Draco no tuvo otra alternativa más que seguir las órdenes de Tom; ¿había tomado malas decisiones? Sí, pero ¿quién en esa guerra no lo había hecho? Bueno o malo eran términos ambiguos que se usaban como excusas para no ver el por qué de ciertas circunstancias que pudieron o no haberse evitado, pero que a la larga tenía repercusiones en ambos lados debido a las bajas, los heridos, las familias destrozadas y otras más marcadas de por vida. Eso era lo que Harry había encontrado al finalizar la guerra.
Por lo tanto, el Auror cambió su forma de ver la vida. Decidió que las apariencias y las habladurías no debían nublar su vista al tratar con una persona y que debía basarse única y exclusivamente en su sentido común, en su intuición -y hasta el momento no le había fallado-; motivo por el cual había comenzado a ver al Auror Malfoy de otra manera en particular.
Cuando Harry entró a la academia de Aurores nunca se imaginó que se encontraría justamente al que había considerado su rival/enemigo. Al principio se sorprendió de verlo ahí debido a que en El Profeta juraban y perjuraban que la familia Malfoy había decidido huir del país después de que el Wizengamot los había declarado inocentes; pero la prueba de sus mentiras estaba justamente ahí, sentado en una de las mesas del final. Harry motivado por su curiosidad que por otro motivo se acercó a él y con una sonrisa lo saludó, recibiendo en respuesta una ceja arqueada, una sonrisa altiva marca ‘Malfoy’ y un ‘Potter’ sin el tono usual con el que se llamaban antes de la guerra.
Después de ese pequeño reencuentro, ambos magos entablaron conversaciones civilizadas, comenzaron a llevarse mejor que antes y aun se gastaban alguna que otra broma. Era la forma en que ambos se sentían a gusto con el otro, sin tantas formalidades y sin la necesidad de aparentar ser alguien más… simplemente eran ellos mismos.
Y por ese motivo Harry comenzó a notar más y más a Draco, comenzó a conocerlo realmente, a apreciarlo, a mirarlo por lo que era; hasta que un día sus ojos no pudieron apartarse de él.
Era frustrante para el Auror porque era un completo idiota en aspectos amorosos -recordando a Cho, a Ginny y alguno que otro desliz en el pasado con quien la relación no comenzó ni terminó bien- así que no sabía cómo abordar el tema de que Draco Malfoy fuese quien perturbara su pensamiento, sus sueños, incluso sus fantasías que antes no habían tenido rostro, ahora tenían claramente rostro, nombre y apellido. Harry pasó toda esa noche en vela y con una botella de whisky de fuego intentando aminorar las sensaciones, sentimientos y dudas que surgían una tras otra tras descubrir que, efectivamente, Draco era importante para él.
Al día siguiente había tomado la decisión de pedirle a Draco que salieran a comer, desayunar, tomar una copa, lo que sea… aunque cada vez que lo intentó su propia lengua, pies, cerebro lo traicionaron volviendo cada una de las ocasiones un desastroso y divertido accidente. Harry no pudo ver a Draco a los ojos toda la semana por la vergüenza que su torpeza acarreó.
Y después de eso, se volvieron Aurores.
Pero dejando de lado sus recuerdos, Harry abrió la puerta de la Sala del Tiempo y ahí, sentado en medio de ésta se encontraba justamente el tormento de sus pensamientos… Draco Malfoy. Tan atractivo y elegante en su uniforme de Auror como lo recordaba la primera vez que lo vio. Aparentemente se encontraba haciendo el inventario de lo que quedaba en aquél sitio.
Harry, nervioso, comenzó a caminar al interior de la habitación, aclarándose la garganta para que el otro Auror notara que estaba ahí.
-Ah, vaya; pensé que no ibas a llegar- comentó el rubio sin despegar su vista del gran estante frente a él. Cuando terminó de hacer anotaciones, se giró y encaró a Harry -quien dio gracias a la tenue luz de la habitación que evitó se notara su sonrojo al encontrarse con esa mirada plateada que había protagonizado infinidad de sueños y fantasías.
-Eh… ah, lo siento, no noté la hora y tenía que entregar el reporte de la última misión a la que fui asignado y… bueno- Harry comenzó a pasar su mano nerviosamente por su cabello y cuello, en señal de su nerviosismo. Draco no creyó en sus excusas.
-Como sea, Harry- al mencionado se le tensó todo el cuerpo al escuchar al Slytherin llamarlo por su nombre, como en cada ocasión que ocurría esto -Estoy por terminar de cuantificar este lado, así que ve al fondo y comienza a hacer lo mismo. Si encuentras algún artefacto fuera de lugar no lo toques ¿entendido?- Harry asintió y se fue al lugar indicado.
La habitación estaba en completo silencio, a excepción del rasgar de las vuela plumas y las respiraciones de ambos Aurores. Era un silencio incómodo -al menos para el moreno.
Con el pasar del tiempo -no sabían si eran minutos u horas- los artefactos que ya no estaban en calidad de ser funcionales fueron eliminados con un Tute Disperdere. El trabajo estaba dando frutos.
Sin embargo, Harry no dejaba de suspirar cada cinco minutos debido a la cercanía de Draco y a su incapacidad de hacer nada bien, y precisamente por eso no se dio cuenta de que su pie movió el estante frente a él, el cual comenzó a tambalearse peligrosamente. Harry seguía perdido en su nube y no se dio cuenta -cosa muy extraña en él, tomando en cuenta su profesión- pero Draco sí lo notó.
-¡Cuidado!- fue el grito que se escuchó en toda la habitación antes de que una intensa luz brillara en ésta, y luego… nada.
=X=
Cuando Harry abrió los ojos no estaban en la sala del Tiempo; de hecho, no sabía dónde exactamente estaban. Lo primero que localizó fue su varita, por cualquier urgencia que llegara a suscitarse. Lo segundo que localizó fue a Draco, quien estaba unos tres metros a su derecha, desmayado. El Auror se puso rápidamente de pie y corrió el espacio que los separaba para comprobar si Draco estaba bien -por suerte sólo estaba desmayado.
Aplicó un Ennervate y el rubio comenzó a abrir los ojos.
-¿Qué fue lo que pasó?- preguntó aturdido el Auror.
-No estoy seguro; lo último que recuerdo es que gritaste pero…- dejó la respuesta al aire porque francamente no estaba seguro de qué es lo que había pasado después de eso.
-Te dije que tuvieras cuidado- regañó el rubio -probablemente no sea nada, sólo debemos aparecernos en el…- Draco se detuvo de golpe y Harry no comprendía el por qué.
-¿Te sucede algo, Draco?- preguntó el moreno.
-No te has dado cuenta ¿verdad?- esperó a que el otro Auror respondiera y al no recibir ninguna señal de comprensión, señaló hacia el final de aquel callejón. Lo que Harry vio lo dejó en shock.
Las calles eran totalmente diferentes, los edificios y las personas parecían sacadas de esas películas muggles en blanco y negro; vestidos extravagantes por parte de las mujeres y trajes de seda por parte de los hombres; los automóviles eran, en su mayoría, Cadillac y Ferrari y definitivamente no estaban en su época… ¿Acaso seguimos en Londres? fue lo que Draco se preguntó. Aplicó un Tempus Revelatum y, de no ser porque era impropio de un Malfoy hacerlo, se hubiese ido de espaldas.
No solo no se encontraban en su época ¡habían viajado más de 80 años en el pasado! 83, para ser exactos. Y si eso no fuese suficientemente alarmante ¡cómo carajos iban a regresar si, en primer lugar, no sabía cómo habían llegado ahí! Lo más importante era conservar la calma y no llamar la atención.
-Oye Potter, cómo vamos a… ¿Potter?- el nombrado no estaba por ningún lado y Draco se pateó mentalmente al haber despegado la vista de él. Normalmente el Auror no se preocuparía demasiado, pero dadas las circunstancias.
Lo primero que Draco hizo fue transfigurar su ropa -alguien con esas pintas no podría pasar desapercibido- y optó por un sencillo pero elegante traje de seda negro. Ahora debía salir a buscar al otro Auror antes de que, como siempre, se metiera en problemas.
Pero no tuvo que buscar mucho, pues el nombrado apareció justo a la entrada del callejón con una vestimenta parecida a la del rubio, con la diferencia de que el traje de Harry era menos elegante, más casual.
-¿Dónde estabas? No puedes simplemente desaparecer cuando no sabemos dónde ni en qué año estamos; sé más profesional, Potter- cuando Draco usaba su apellido, Harry sabía que estaba en problemas.
-Fui a conseguir información y… bueno, lo que encontré no te va a gustar-
-Continúa-
-Bueno, estamos en 1992 pero además de eso… no estamos en Londres- esperó la respuesta del otro y esperó… y siguió esperando… y no llegaba.
-¿Qué?- Draco no podía creer lo que un simple accidente provocó, pero más importante, si no estaban en Londres… -¿Dónde estamos?-
-Aparentemente estamos en Estados Unidos, específicamente en Atlantic City, Nueva Jersey- Harry terminó de contar la noticia con una sonrisa nerviosa.
¿Qué se supone que harían ahora?
-Ah, por cierto, encontré esto entre mi ropa cuando me desperté- el moreno sacó un colgante muy parecido a lo que alguna vez fue un gira tiempo y se lo mostró al rubio. Y sí, efectivamente era un gira tiempo en mal estado. -Tiene arreglo ¿verdad?- preguntó.
Draco observó cuidadosamente el artefacto verificando su estado y repasando mentalmente el procedimiento teórico para poder arreglarlo, por suerte para ambos, lo recordaba completamente.
-Claro que lo tiene ¿con quién crees que estás hablando?- retó el rubio.
-Con el más prepotente de los Aurores, yo creo- respondió divertido el otro, agradeciendo el que su lengua no le haya traicionado por el momento.
-Pues tú no vendes manzanas, eh- dijo con un tono ligeramente ácido.
-¿Manzanas? cuestionó -¡Ah! Te refieres a las piñas… bueno, como sea, será mejor que busquemos dónde quedarnos a dormir y ver si podemos arreglarlo mañana-
-Hasta que dices algo coherente-
=X=
Buscar un lugar donde quedarse no fue tarea difícil, el problema eran los altos precios en la renta de cada habitación -estaban en una etapa en la que cualquier forma de obtener dinero era aceptada, sobre todo con la prohibición del alcohol -la ley seca-, el tráfico de esta bebida y el aumento de impuestos. Al final, tuvieron que rentar únicamente una habitación ya que no sabían cómo llegar al lado mágico de Nueva Jersey.
La habitación era pequeña, decorada con un par de pinturas de la época, un armario, una lámpara de noche y un gramófono. También había un pequeño mueble con varios discos para el aparato en cuestión.
Sin perder tiempo, y luego de haber cenado algo en el restaurante de la posada, comenzaron a trabajar en el análisis de su aparente vía de regreso.
El problema fue que después de una hora de observar aquel aparato, se estaban aburriendo.
Draco estaba seguro de poder arreglarlo, pero para eso necesitaba de algunas cosas y dudaba que algún comercio estuviese abierto a esa hora; lo mejor era esperar a la mañana siguiente.
Harry, por otro lado, comenzó a buscar en cada cajón de la habitación para evitar dormirse sentado. No sabía cómo o dónde dormiría él o Draco en aquella habitación con una sola cama -claro que siempre podría transfigurar algo- o qué haría si justo esa noche soñaba con Draco. No podía imaginarlo.
Draco dejó lo que estaba haciendo para observar al moreno ir de un lado al otro y rebuscar en los cajones, él también se levantó y comenzó a hacer lo mismo que el otro… hasta que encontró algo interesante: una botella de whisky muggle. Y a saber hace cuánto tiempo estaba eso ahí -considerando la ley seca y demás.
-Mira nada más lo que tenemos aquí- tomó la botella y se sentó en la silla donde había estado anteriormente.
-¿No se supone que hay ley seca?-
-En teoría, pero también recuerda que existe el contrabando-
-Sí, bueno… recuerdo que por ésta época Al Capone es muy famoso-
-Al Ca ¿quién?-
-Un muggle que… nah, no tiene importancia- el moreno se quedó parado en medio de la habitación, pensativo -¿qué haremos con eso- señaló la botella.
-¿Acaso no es obvio? preguntó con ligera burla -¡Vamos a probarlo! Nunca he probado whisky muggle
-Pero… la ley seca…- replicó Harry.
-Tú y tus excusas, Harry. Deja de ser tan ingenuo; tú mismo me acabas de contar del traficante ese ¿no recuerdas?-
-Sí, pero... no sabemos si está adulterado-
-Tan remilgado como siempre, Potter- se burló Draco -Por un trago no nos va a pasar nada ¿sabes? Además ¿qué podría pasar?-
Harry se dejó seducir por el balanceo de la botella en la mano del rubio, sabía que no debían -sobre todo porque no estaban ni remotamente cerca de ningún lugar seguro- pero la forma en la que Draco le tentaba era… seductora. Nadie podía culparlo, simplemente era… sus sentidos estaban aturdidos y esperaba que su rostro no pareciera el de un tonto. Transfiguró unas copas y las colocó frente al rubio. Que sea lo que Merlín quiera.
=X=
A la primera copa le siguió otra, y a esa otra, el gramófono comenzó a tocar disco tras disco de jazz, de música francesa y para cuando éste tocaba Das Lila Lied la botella de whisky ya estaba pronta a terminarse, no sin antes haber dejado a dos víctimas de sus efectos en lamentables condiciones.
Tanto Draco como Harry estaban en el suelo, recargados el uno en el otro, recordando sus infantilidades en Hogwarts y riéndose de sus torpezas, recordando viejos amigos caídos en combate y soltando carcajadas sin razón aparente. Eran un par de borrachos contentos.
Por suerte Draco había colocado hechizos de silencio y de bloqueo en la habitación para evitar que su estado alertara a sus vecinos.
-¿Recuerdas cuando Hermione te rompió la nariz?- se rió Harry.
-Claro que lo recuerdo- respondió, sobándose instintivamente la nariz -tuve que ir con Madame Pomfrey para que me arreglara la nariz y creo que quedó mejor que antes- comenzó a reírse mientras servía otro poco de bebida en ambas copas.
-Ah, sí… no lo siento realmente, ¿sabes? Habías sido un idiotas y te lo merecías-
-Sí, sí. Acepto que me equivoqué, no me lo eches en cara-
-No es nada de eso, simplemente que… bueno, a veces me pregunto…- el moreno suspiró.
-¿Qué?- preguntó curioso Draco.
-¿Qué hubiese pasado de nunca haber existido Tom? ¿Y si nunca hubiese habido Lord Oscuro? ¿Qué tal si hubiese aceptado tu mano aquella vez? ¿Ser tu amigo? ¿Ir a Slytherin, como el Sombrero Seleccionador quería?-
-Espera ¿qué?- interrumpió al moreno -Qué tú pudiste ir a Slytherin y ¿no aceptaste?-
-Aja- respondió como si nada.
-Ahora sí voy a matarte, Potter- el rubio comenzó a reírse mientras se daba la vuelta para enfrentar al otro, pero debido a su estado actual, lo único que provocó con su movimiento fue que ambos cayeran al suelo, Draco encima de Harry.
La proximidad y el nivel de alcohol en ambos Aurores provocaron un centenar de sensaciones en cada uno. Sentir el aliento cálido del otro, sentir el palpitar de sus corazones como si fuesen uno, la sensación de la piel del otro contra la suya, las pupilas dilatadas, el ligero sonrojo causado por el alcohol o por la situación, todo era… embriagador, seductivo.
Ambos se quedaron así por un minuto o dos, admirándose. Harry no podía moverse, estaba en shock. Tenía al protagonista de sus sueños húmedos y lo púnico que coherente que podía pensar en ese momento era ‘quiero besarlo’.
-Eres tan fácil de leer, Harry- Draco soltó de pronto.
-¿Disculpa?- Harry salió de su aturdimiento; de pronto tuvo un ataque de ansiedad ¿qué era lo que Draco sabía?
-No puedo creer que seas tan ingenuo. Bueno, ¿qué podía esperar de un Gryffindor?- dijo burlonamente mientras apretaba la nariz del moreno.
-¡Oye!-
-Noto como me miras, ¿sabes? Me doy cuenta que tu mirada me sigue y no me deja en, prácticamente, ningún momento. Siento tu mirada en mi nuca siempre, ¿y sabes qué?- se acercó un poco más, casi rozando su nariz con la de Harry.
-¿Qué…?-
-Te tardas demasiado en decidirte- y antes de cualquier respuesta, replica o nada, Draco se acerca y besa a Harry. Comienza lento, probando el momento, deleitándose al sentir los músculos del otro Auror tensarse ante su movimiento.
Aumenta un poco la intensidad del beso y sus manos comienzan a moverse sobre la ropa del moreno; se deslizan, tocan, exploran… quieren saber qué hay debajo de aquel traje que le queda como segunda piel al moreno y así lo hace, sin pedir permiso -porque un Malfoy no lo necesita.
Harry se estremece y se mueve, y Draco sonríe en medio del beso. Así es como quería verlo, rendido a sus caricias, a sus besos, a él. Porque desde hace tiempo que siente la mirada, el deseo, la lujuria que desprenden ese par de ojos esmeralda; porque en su vida se había sentido tan deseado, tan amado como se sentía cada vez que estaba con él.
Y no fue algo espontáneo, no. Draco no sabe desde cuándo se dio cuenta, pero cuando lo hizo, él tampoco pudo evitar mirar al moreno, observarlo, quererlo un poco más cada día. Finalmente la noticia le llegó como si de una epifanía se tratase: estaba enamorado de Harry Potter.
Pero no estaba enamorado del Niño Que Vivió, del Niño de Oro, del Elegido, del Salvador, no. Estaba enamorado de la persona, de Harry; de aquel que se acercó a saludarlo aquel día en los cursos de Aurores, cuando nadie más se acercaba a él por ser hijo de un Mortífago. Estaba enamorado de la persona que quiso conocerlo tal cual era, sin máscaras, sin apellidos, sin ninguna razón más que querer su amistad.
Sí, Draco Malfoy estaba enamorado; y por la respuesta que estaba recibiendo del Auror debajo de él, tenía la seguridad de que era correspondido.
Aquella sería una larga noche en vela.
=X=
A la mañana siguiente, Harry fue el primero en despertar; había tenido el mejor sueño del mundo, casi se había sentido real -o eso creyó hasta que un movimiento a su izquierda lo alertó. Estaba en la cama desnudo y a su lado estaba Draco en iguales condiciones.
No había sido un sueño.
Pero sin entrar en pánico, se dedicó a observar al rubio dormir.
Si no había sido un sueño, quería decir que todas aquellas palabras habían sido realidad.
Entre esas palabras estaban varias declaraciones de amor ligeramente posesivas y alguna que otra palabra cursi de su parte. Todo era culpa del alcohol, por supuesto. Oh, ¿a quién quería engañar? Había esperado tanto aquella oportunidad que esperaba no fuese sólo producto del alcohol.
No tuvo que esperar mucho para que Draco comenzara a despertar. El rubio se desperezó y se encontró con la mirada somnolienta de Harry, ambos sonrieron.
El rubio acercó el rostro de Harry hacia sí y le dio un beso de buenos días, comenzándolo dulce para ir subiendo de nivel, justo como la noche pasada.
-Draco…- interrumpió Harry el beso -A mí también me gustaría seguir pero… debemos regresar-
-Lo sé… pero ni creas que esto se quedará así- le mordió una oreja a Harry y sonrió.
-Eso espero- Harry sonrió y lo besó nuevamente.
=X=
Cinco horas más tarde, el gira tiempo estaba arreglado. Era hora de volver a casa.
-¿Listo?- preguntó Draco.
-Listo- respondió Harry.
Draco activó el gira tiempo -más parecido a un reloj de bolsillo que a otra cosa- y rogó a Merlín, a Morgana, Slytherin e incluso a Gryffindor que aquello funcionara y no los enviara a otro lado en el espacio-tiempo.
Lo último que vieron, fue una intensa luz blanca y luego, nada.
=X=
Esta vez fue Draco quien despertó primero. Verificó que Harry estuviese bien y antes de reanimarlo, buscó información que le fuese útil. Usó nuevamente el Tempus Revelatum y para su alegría estaban de regreso en el 2005.
Suspiró y se recargó en la pared a su espalda. Reanimó a Harry y lo primero que éste preguntó fue si había funcionado.
-Estamos en casa, Harry. Estamos en casa- para ambos, aquellas palabras eran casi tan conciliadoras como las que se habían dicho en la noche.
-Te quiero- soltó Harry de pronto. Draco sonrió y, en un acto que decidió hacer única y exclusivamente con Harry, lo abrazó. Estaba feliz porque después de aquel pequeño incidente en la Sala del Tiempo habían regresado a salvo, ambos.
Y tal vez las situaciones en aquella posada no hayan sido las más apropiadas para una confesión por parte de ambos Aurores pero el resultado fue igualmente gratificante.
Ambos estaban felices y ahora lo único que faltaba era descubrir dónde demonios estaban.
-Draco- llamó Harry.
-Dime-
-¿Qué te parece tomar unas vacaciones en Marruecos?- ante la pregunta, ambos magos comenzaron a reírse.
Definitivamente ninguno se iba a aburrir en esa relación.
Fin
Notas Finales
*Ambos tienen alrededor de 25 años. Del 2005 viajaron a 1922.
*Los hechizos Tute Disperdere y Tempus Revelatum son inventos míos. Si el latín de google traductor no me falla, sería: Destruir de Forma Segura y Tiempo Revelado. Sí, soy muy ingeniosa sarcasmo
*La canción que nombro Das Lila Lied (la canción violeta) es el primer himno gay del que se tiene conocimiento (1920). Me pareció adecuado colocarlo como referencia; la letra dice más o menos así -según san wiki-:
Que pronto - fijaos -
brillará nuestro Sol
también de noche.
Entonces habremos alcanzado los mismos derechos,
no sufrimos, ¡sino que somos sufridos!