No quería abrir los ojos.
Sabía que era ese día.
El despertador pasó de ser uno de sus tangos favoritos a un eco insoportable en su cabeza; mezcla de grillos y chicharras con pájaros agonizantes, mientras un tun tun le hacía temblar los pies y las manos.
¿Por qué mierda, la re putísima madre, le pasaba siempre lo mismo?
Una de sus almohadas alcanzó al
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