Parte II
Evaluacion
Encuentra a Holland sentada en la cafetería Louvre, donde todos los arquitectos de Cornell se reúnen a discutir de planos, es como un mini santuario a la facultad, con las mejores exposiciones que han hechos los alumnos expuestas dentro de cajas de vidrio por toda la sala, que además de ser un mini santuario, es un diseño de uno de los primeros graduados de Cornell. Es un bar también en honor al museo francés, y Dylan lo adora. Por eso le gusta ir a sentarse allí con su hermano, pero no ha visto a Tyler tanto como le gustaría últimamente.
Se sienta al lado de la pelirroja, sonriendo cuando esta le da una mirada sobre el montón de papeles, piensa que eso es lo único que a Holland le disgusta de su trabajo es la cantidad de papeles que debe cargar con ella y como eso le impide llevar con café a su mesa, por eso lo primero que hace cuando Dylan se sienta con una taza de chocolate frente a ella es fulminarlo con la mirada.
- Derrama eso y te la corto. - le dice nada dulce, hurgando en sus papeles por algo que parece enfurecerla. Dylan se pregunta cómo es que acepto este trabajo si acaba tan frustrada, parece que se ha olvidado de lo que es divertirse últimamente.
- No parece que es tu día, cariño. - Dylan se aleja de la mesa para poder tomar su chocolate frio tranquilamente, está planeando como decir eso, pero usualmente su rostro es muy fácil de leer. También ayuda que Roden sea una mujer inteligente, demasiado inteligente para su propio bien.
- ¿Qué te traes con Tyler? Y no hablo de tu hermano. - ella dice suavemente, luego de soltar un chillido de victoria al conseguir la lista de palabras que buscaba. - he visto como le miras, de hecho, todo el mundo ha visto como le miras. - explico cuando Dylan solo pudo abrir la boca como un pez. - ¿no tienes nada que alegar en tu defensa?
- La verdad no, me gusta, pero me parece imposible pensar en decírselo. No parece de la clase que sale con niños como yo. - dice, decepcionado.
- No es la clase de personas que sale con nadie, solo conozco a una de sus exes, y es alguien con quien no te querrías ver. No sé cómo acabo saliendo con esa zorra. - eso sorprende a Dylan, no esperaba que Tyler hubiera salido con alguien antes, y mucho menos una chica. - pero, ya sabes, es Tyler, no ha tenido muchas citas que yo recuerde, ¿y tú quieres salir con él?
- Soñar es gratis, ¿no? - lo pregunta como si quisiera una respuesta, cosa que de verdad que no desea, pero Holland se encarga de hundirlo aun más de lo que ya está.
- No en algunos países. - Holland remarco, dejando todo de lado y sentándose con las piernas cruzadas. - pídeme un café y puede que considere tu descabellada idea de ayudarte a conquistar a un chico que no puede ser conquistado.
- ¡Un café para la señorita!
No tarda nada en traerle un café, dios sabe que se aprendió de memoria la receta para pedirle un café a Roden. Es una larga combinación con un montón de cosas que terminan haciendo que el café sepa a chocolate o a algo horrible. Se sentó junto a ella, esperando que acabara el café para poder seguir hablando de lo muy atractivo que Tyler Hoechlin era.
Escuchar a Holland hablar de Tyler es reconfortante.
Es una chica hermosa la verdad, parece algo machorra, pero total, no puede opinar de los gustos de nadie, porque los suyos siempre tienden a ser difíciles de comprender. Lo peor de todo es que le agrada, cuando ella le da la mano y le sonríe, y dos minutos después le está pasando el brazo por encima de los hombros. Es todo lo que podía esperar en alguien que salió por todo un año con Tyler Hoechlin. Ella tiene ese aire que Hoechlin desprende también.
Su nombre es Jill Wagner, y es una rubia altísima que sobrepasa a Dylan, y seguramente a Tyler también, con creces, tiene el cuerpo de una modelo y estudia en la facultad de medicina. Se ríe un montón cuando habla, y es difícil entender lo que dice con su acento sureño, pero es una buena persona, Dylan puede decir eso con solo escucharle hablar.
- Entonces, soy tu informante. Suena como a una película de misterio, las cosas eran más difíciles antes… tenías que preguntarte a ti mismo y armarte de valor para hablar con el chico, ahora necesitas un informante. - ese hecho solo le saca risas enormes, parece hacerle mucha gracia. - no es tan difícil sabes, solo se tu mismo.
Si todo fuera tan sencillo y Dylan no fuera tan torpe, sería el mismo con Tyler y este le pediría salir.
- Pero debo decir… probablemente el piensa que eres un niño y no hará ningún primer movimiento.
- ¿Eso es malo? - cuestiono, haciendo reír a la chica nuevamente. - intentare lo mejor que pueda.
- Suenas como si Ty fuera un premio, bueno, ¡lo es! - lo tomo de las mejillas y sonrió. - hay un secreto para llegarle, ¿sabes? Por eso Holland te mando directo a mí, pecoso. - de inmediato Dylan frunce el ceño, ¡No es ningún pecoso, ni ningún niño tampoco! Puede que sea un poco inmaduro cuando no deba serlo, pero jura que no es pecoso, solo porque tiene muchos lunares en la cara la gente no puede llamarle pecoso, deberían llamarle otra cosa… mas cool.
- ¡No soy pecoso! - reclama en un tono agudo, usando sus manos para separarse de la chica alta. - ¿Y que es este secreto? ¿Algún récipe secreto? ¿Debo cocinar? ¡No se cocinar! Colton tenía razón… no voy a conseguirlo y seré un tonto, además, debería estar hablando con mi hermano para quede la idea descabellada de hacerlo con… wow, Colton es el mismo que ese Colton… ¿Cómo es que no había pensando en eso antes?
Ante su verborrea, Jill solo puede mirarle, esperando a que recuerde que ¡Hey, ella estaba por decir algo importante! ¡Chicos! No parecen madurar sino podrirse luego de salir de la adolescencia, y Dylan es la prueba de ello. Si tuviera algo de sentido común estaría escuchando lo que ella tenía que decirle, puesto que no muchas personas interrumpían a Jill Wagner y salían vivas de ello. Puede que el chico fuera cuchi, y quisiera quedárselo para ella, sin dejarle nada a Tyler, de todos modos, Tyler ya tenía demasiados fanáticos.
- Hey, o me escuchas o tendrás que hacer otra cita para poder verme, y para cuando lo hagas ya Tyler habrá salido de vacaciones y tú te quedaras sin él.
- ¿Por qué mi vida tiene que ser así? ¡Solo dime! - exclamo exasperado.
- Cómprale un café, cariño.
Va algo tarde a casa, no importa mucho porque Daniel seguramente volverá a llegar pasadas las ocho de su grupo de estudio avanzado, odia a ese grupo, lo admite. Le ha quitado a Daniel las últimas tres semanas y todo lo que el puede hacer es esperar a que llegue al apartamento y le cuente todas sus aventuras en la biblioteca. Nunca ha despreciado el hecho de que su novio es muy inteligente, pero cuando no eres así de listo, es difícil que un grupo de nerds te acepte en su grupo de estudio avanzado. Las primeras veces que asistió se sintió presionado a sonreírle a todo el mundo, pese a que todos le veían como a un perrito que alguien había sido dejado a un lado. No regreso luego y decidió inscribirse en el club de ajedrez básico para tener algo que hacer mientras no estaba estudiando.
Esa tarde regresaba del club, con su tablero bajo el brazo, cuando al alzar la mirada del suelo, se fijo en que Colton Haynes estaba en la puerta del edificio buscando sus llaves en un bolso enorme lleno de planos, no parece ser muy ordenado con sus cosas, porque varios de ellos están doblados. Se acerca lentamente, no queriendo lucir muy exasperado cuando lo hace. Tan pronto esta cerca, los ojos verdes grisáceos se fijan en el.
- Wow, miren quien está aquí. - lo dice con un tono seductor, inclinándose para dejar un beso en la mejilla de Tyler que se queda sin aliento. Si alguien alguna vez ha hecho algo que le ha dejado tan caliente como para sufrir una combustión instantánea es Colton con su gesto tan inesperado. - ¿Cómo te va? - finalmente saca el llavero que buscaba, con las de veinte llaves amontonadas.
- Bien… ¿Cómo diferencias las llaves? - pregunto con curiosidad, acercando su mano para acariciar las llaves metálicas, viendo que cada una era distinta de la otra.
- Las marco, y tengo una buena memoria… ¿acabas de llegar de clases? - cuestiono, cerrando la mochila y girándose completamente hacia Tyler, que no sabía muy bien qué hacer con sus manos cuando todo lo que quería era tocar al joven delante de él.
- Pues si… estoy en el club de ajedrez básico, me dijeron que era una buena distracción así que me decidí a inscribirme… ¿y tú? - pregunto, esperando que su voz no sonara demasiado aguda.
- Oh, sí, estaba estudiando con Keahu, pero se pone aburrido cuando llega su odioso novio y el hermano de este. No sé como hace para diferenciarlos, son gemelos, y de la peor clase; se unen para hacer todas las bromas pesadas que pueden, no se siquiera como llegaron a la universidad. - Colton abrió la puerta y acto coloco su mano en la baja espalda de Tyler para que pasara primero, este se estremeció y un gemido bajito salió de el, sacando una sonrisa satisfecha de Colton que continuo hablando. - nunca me he llevado bien con los Carver, pero Keahu es mi mejor amigo y lo quiero demasiado como para dejarlo por detalles insignificantes como eso.
Tyler apenas y entiende una palabra, pero cuando escucha el apellido de sus primos políticos, le dan escalofríos de nuevo, por fortuna y por el bien de su reputación, esta vez Colton no los siente porque está cerrando la puerta de nuevo, dándole la espalda y una perfecta vista de sus piernas enclaustradas en ese skinny jean.
Tan pronto Colton se giro de nuevo, Tyler se enderezo sonriendo cuando sus ojos se encontraron nuevamente, había una pasión en esos ojos que le hacía aumentar el ritmo de su respiración y quedarse pegado al piso mientras observa como Colton se acerca, sabe que para el chico todo es un juego, no es estúpido; pero la atracción es genuina, la tensión entre ambos es formidable, nunca había sentido tal atracción sexual por alguien, y se siente confundido, porque su vida con Daniel es casi perfecta.
- Eres tan lindo con tu boca abierta. - los dedos de Colton acariciaron sus labios entreabiertos, para luego ponerse debajo de su barbilla y alzar su rostro suavemente. - ¿quieres venir a una fiesta hoy? Va a estar genial y me gustaría que estuvieras allí.
- S-Si… claro…
La puerta de entrada hizo el chirrido al abrirse y Colton se separo de él, guiñándole un ojo y siguiendo su camino al ascensor; Tyler, totalmente embobado, le siguió como un cachorrito, moviéndose detrás y dejándose tomar de la cintura una vez más. Le gustaba tocar, y le encantaba que le tocaran; era una persona muy táctil, y se aferraba a quienes también lo eran, por eso no le extraño que se recostara del toque y que Colton se aprovechara de ello.
- Comienzas a preocuparme, Ty. - Colton susurra, realmente cerca de su oído, le causa escalofríos, de esos que nuevamente hacen que todo su cuerpo tiemble bruscamente y se separe de el. Esto se le esta saliendo de control; sus pensamientos no dejan de ir de aquí para allá con las posibilidades de tener a Colton para el. Aunque algo en su interior siga haciendo sonar las alarmas que Colton sencillamente no es un chico que podría serle fiel de la forma en la que Daniel lo es.
Una aventura no valdría la pena, no cuando Daniel ya le ha dicho que le ama con el alma y que quiere que lo de ellos se vuelva serio, ¿Qué mas serio se puede poner? Siempre ha sido el quien ha tenido debilidad por la carne; el quien ha flaqueado en la relación, el inseguro; aquel que se pierde cuando piensa en como será el mundo cuando deba enfrentarlo verdaderamente solo, sin Dylan para que le cuide la espalda, sin sus familiares, pero mas urgente, sin Daniel.
- Iré al aparta a dejar mis cosas. - dice, en un tono agudo, saliendo disparado del ascensor y dirigiéndose con paso rápido a su propia habitación, ignorando lo que sale de la boca de Colton cuando le ve huir de esa manera.
Apenas y tiene unos minutos para respirar, encerrado en el baño, sentado sobre la encimera donde ha soltado s mochila; cuando escucha a Daniel entrar, mover las llaves en su mano y caminar a su cama para buscar debajo de la cama seguramente libros que ha soltado allí con el paso de los meses. No le sorprende saber que reconoce cada uno de sus movimientos. Muchos meses de convivencia juntos en un mismo espacio deben haberle otorgado esa posibilidad.
Piensa en cuando le conoció, en como cayo como un pajarito sobre la nieve, hundiéndose de inmediato, y sin importar cuanto aleteara fue incapaz de salir. Ahora parece que la primavera a llegado y comienza a sentir como es el quien se escapa de Daniel, queriendo volar de nuevo. Pero, ¿A dónde? No tiene a donde ir. Incluso si los brazos de Colton parecen ser los perfectos para refugiarse luego del largo invierno que ha atravesado.
- ¿Ty? ¿Bebe estas aquí? - sonríe, solo Daniel o Dylan podrían notarle incluso si no se ha movido un centímetro de donde esta.
No sabe porque no responde, solo se queda allí, con la espalda apoyada en el espejo y viendo a la puerta, cuya manilla se mueve cuando Daniel la toca del otro lado. Parece dudar detrás de la puerta, porque tarda unos segundos en abrirla, y cuando lo hace, su expresión es preocupada. Le esta viendo con sus grandes ojos grises detrás de las gafas que como es usual le quedan demasiado grande.
- ¿Qué haces allí? - pregunta, sus cejas juntándose.
Parece el vocalista de una boyband inglesa. Con su camisa de los Jets, de mangas cortas y ceñida a su estrecha cintura, sus skinny jeans debajo de sus caderas y sus zapatillas de tela blanca y negra. El casi nunca se viste así, pero cuando lo hace, tiene a Tyler pegado a su boca la mitad del día. Hoy, sin embargo, la razón por la que Tyler se mueve y le besa es diferente.
Necesita sentir esa chispa que solo Daniel es capaz de encender en el, capaz de prender como si fuera una de esas súper baterías. Le gusta sentirse de esa forma, amado por Daniel. Solo el es capaz de decirle que le ama y hacerle apreciar todas esas cosas que hacen que vivir su vida con el a su lado sea mucho mas emocionante. Como puede ser posible que con solo un beso y sus manos a la cadera sea capaz de olvidarse de Colton, del mundo, de todo. Es solo el y Daniel.
Se besan por largo rato, y no se sueltan; porque es inevitable y lo sabe, no quiere decir la verdad; algo que va en contra de su naturaleza abierta y alegre y sincera. Llora, abrazándose a un confundido Daniel que le sostiene, hasta que los brazos le duelen de tanto amarlo.
El hecho de que sus emociones explotaran sin previo aviso lo deja aturdido por muchos minutos que no cuenta ni a los que presta atención, en los brazos de Daniel esas cosas no importan. Si piensa en que le aterra como ese chico le calma de esa forma, y se pregunta si a sus veintiún años es sano sentirse así con respecto a alguien. ¿Esto será para siempre?
Su respuesta queda sin responder en su mente, cuando un toque casi tímido en su puerta les hace separarse con un suspiro en los labios de ambos.
- ¿Quién es? - Daniel es quien lo pregunta, dejándole vagar hasta su mochila, sus dedos rozándose hasta que ya no están juntos.
- Colton, ¿Tyler esta allí?
- Colton… ¿Quién es Colton? - sus ojos grises van a Tyler que regresa con su billetera y su pase de estudiante. La boca seca porque no sabe que responder, o si confesar la verdad. No seria bonito, decirle a su novio, “hey, es el chico con el que he estado teniendo fantasías sexuales, ¿te lo presento?”
- Es un amigo, vive en el edificio. - replica, evitando la mirada de los ojos claros de Daniel, a quien rodea para dirigirse a la puerta. - nos vemos en la noche. - cierra la puerta tras el con un suave clic, dejando a Sharman con una ceja alzada y muchas dudas que se asegurara de sacarle en la noche.
Tyler, no habla mucho con Colton esa noche; solo baila, lo saca todo en la pista de baile, sin mirar a nadie a los ojos, dejando que la música se lleve mucho de lo que tiene adentro y que le esta comiendo mas rápido de lo que esperaba. Daniel se merece a alguien mucho mejor, alguien que no vaya a romperle el corazón solo porque Colton sepa donde y como tocarle para hacer que todo su cuerpo se encienda.
Dylan no será condescendiente con el cuando le cuente de esto, seguramente se enfadara tanto que no le hablara por días. El, que odia a Sharman hasta los tuétanos, no le dejaría ni en un millón años vivir si sabe que le fue infiel. Así es Dylan. Tal vez pueda contarle a Holland, esta seguro que ella entenderá y quizás sea capaz de ponerle un paro a Colton, decirle que… decirle que no le hable ni le vea ni le toque por el resto de sus días.
Tyler esta sentado en una de las bancas del campus esperando, vuelve a tener su mochila repleta de libros, y su mirada se pierde en la interesante pelea de ardillas que sucede diez pies por encima de su cabeza, las bastardas roedoras se están dando con todo, formándose un lio de pelos y avellanas que se tiran; eso es lo que lo tiene una sonrisa boba en su boca.
Esta seguro de que el también estaría destornillándose de risa, pero no puede hacerlo cuando lleva dos cafés calientes en la mano y va trotando por el camino de cemento, rezándole a todos los dioses por orden alfabético para que no vaya a caerse de bruces. La idea del café no ha sido tan buena, cuando no tiene idea de que sabor es el preferido de Tyler, y preguntar sencillamente seria demasiado embarazoso.
Ha pedido un skinny latte y un red eye, solo para estar seguro de si le gusta muy suave o muy fuerte, sabiendo que si va por la teoría de descarte tendrá al menos dos semanas para darle a probar los cien mil tipos de café que existen en el mundo, algo imposible, pero no pierde la fe de que causara una impresión en Hoechlin.
Le ve antes de que Dylan este muy cerca, la sonrisa se queda intacta. Tyler se pone de pie, tomando su mochila y sus porta planos, parece que lleva la biblioteca entera por el bulto que hace su bolso. Dylan se resiste a acabar así cuando avance de semestres.
- Te ves ocupado. - le dice, quitándole el peso de uno de los cafés de la mano para que pueda acomodarse el bolso que se le ha caído hasta el codo.
- Si, no supe que pedirte en la cafetería así que te traje dos del Starbucks.
Tyler parpadea un par de veces antes de que su sonrisa se ensanche un poco más. No se puede ser tan atractivo, ¿verdad? No es nada mas su rostro, sino la felicidad que muestra en el lo que lo hace apuesto, esa facilidad con la que se muestra genuino ante todos; si solo supiera que el es de los pocos que lo ve como es.
- ¿Para mi? ¿Hablas en serio?
- Si, es café, tío. - Dylan se encoge de hombros, y después quiere pegarse el contra un árbol, o meterse en medio de las ardillas enfurecidas y que lo maten con una de las avellanas que tanto se lanzan allí arriba. - ¡Ouch! ¡Joder, mierda! - ok, quizás no debió pensar en lo segundo, porque una de las avellanas le ha dado directo en la cabeza, y el, como un tonto, ha soltado el otro café que, además de mancharle la camisa, le quemado la mano. - ¡la madre que…! ¡Arg!
Tyler le ve en un pasmoso silencio, dejándole despotricar mientras da saltitos, porque joder, como arde. No podría ser más tonto aunque quisiera. Bueno, quizás si podría, pero ahora, todo se ha caído al suelo, su mochila, el café, sus planos de novato. Todo. Y el solo puede pensar en que cuando deje de saltar y despotricar contra cualquiera, tendrá que enfrentar a Tyler, y como que no…
- Oh… uh… ¿estas bien? - oh no, la diversión en el tono de Tyler indicaba que estaba aguantando la risa.
¡Que vergüenza!
¡Nunca podría tener una vida normal!
Iba a comenzar a llorar.
Cuando encontrara las ganas, porque ahora estaba demasiado ocupado en ver si le había salido alguna ampolla en la mano; por fortuna estaba libre de pústulas desagradables y para s mala suerte, seguiría vivo para tener que enfrentar a Tyler Hoechlin, el chico del que se había enamorado como un tonto.
Dejo de saltar, y se agacho para recoger sus cosas, pensando en regresarse a casa de su tía y meterse debajo de la cama por el resto de su vida si era posible, total, seguro los Carver lo sacaban de su miseria si el se los pedía; no por nada sus primos le odiaban a muerte y el y su hermano también.
- ¿Estas bien? Dylan… - Tyler le esta tomando de la mano, hay preocupación en su tono, y el mira hacia arriba, armándose de valor para verle a los ojos. Preferiría no haberlo hecho. Los ojos le hacen quedarse quieto, dejando que Tyler se llene más de preocupación. - esta bien, solo fue un poco de café. Le pasaría a cualquiera. - el agarre de su mano se suelta, y su mano pasa a tomarle de la barbilla, una sonrisa suave de en sus labios. - solo un poco de café, ¿ok?
Ahora no desea que la tierra se lo trague porque esta avergonzado, sino porque se esta poniendo rojo como una manzana con esos dedos afectuosos y cálidos bajo su barbilla. Es esto lo que ha esperado, y se ha quedado paralizado, sus ojos fijos en los de Hoechlin que se aleja lánguidamente, casi sin querer hacerlo, como si tuviera segundos pensamientos sobre lo que acaba de hacer. Acercarse demasiado a uno de sus alumnos, y no solo un alumno.
Para Tyler Hoechlin, la vida ha sido dura cuando viene su aspecto a colación, del resto, todo ha sido tan fácil como un pastel, bueno, figurativamente hablando. Es un buen estudiante, siempre lo ha sido, dedicado a las cosas que le gustan, el baseball, la arquitectura, la lectura. Diseñar siempre viene primero que los deportes, pero la dedicación es la misma en ambos. Adora a sus padres, a sus hermanas; adora su lugar de origen. Siempre se mantiene en perfecto equilibrio, siguiendo normas y reglas, respetando a quienes les rodean.
Cuando se habla de su aspecto físico, sabe que algo de atractivo tiene, pues las mujeres siempre se le están pegando a los pies; cuando no son mujeres como Jill o Holland, lo tratan como su familia, normal, sin ninguna consideración más alta o mas baja. A los hombre siempre les intimida su expresión, que el considera de lo mas pacifica, nunca ha tenido muchos amigos a lo largo del semestre a los que se apegue. En la universidad es algo difícil, por lo ejemplo, en su curso todos están atentos a la siguiente fiesta del campus, mientras el esta preocupado por hacer su próxima entrega.
En el loft donde se queda, pagado con su trabajo a medio tiempo en la biblioteca de Cornell tres días a la semana, vive solo con Holland, y la vida es tranquila. Holland mantiene todo en orden y el también, han estado juntos desde el segundo semestre y han pasado toda la carrera cocinando la cena por turno para evitar la sensación de ordenar comida para llevar.
El tener pocos amigos nunca ha sido sinónimo de depresión o tristeza por su parte. El piensa en los amigos como responsabilidades, y asume por defecto que nadie quiere llevar la responsabilidad de tenerlo como amigo; eso le parece de lo más normal. Lo que si le confunde es porque Dylan O’Brien insiste tanto en ganarse su simpatía, para empezar, ya la tiene, desde el primer día.
Se siente incomodo, debe admitirlo, observar como alguien tan joven puede tener un enamoramiento tan fuerte con el que tiene con el. Le gustaría corresponderlo, entregarse a esas ganas irrefrenables del niño a quererlo, a esas manos delgadas que sabe quieren tocarle, pero no sabe como hacerlo sin joderlo.
- ¿Tyler? - justo así es como imagina que se sentirá que ese chiquillo le toque, como la mano sobre su bíceps desnudo.
Abre los ojos para mirar como Dylan ya ha recuperado la compostura, y tiene todas sus cosas de nuevo en su lugar, pero ahora el preocupado es el, porque sin darse cuenta, Tyler se ha despegado de la realidad.
- ¿Mejor? - pregunta, viendo hacia abajo, a donde el vaso de café derramado rueda ligeramente con el viento. - era un buen café, pero lo cierto es que tomo cualquier tipo de café, incluso café regular, así que la próxima vez te compras un chocolate y me traes un café pequeño. - pasa su brazo por encima de los hombros de Dylan, y empieza a caminar, llevándose al chico con el.
Frente a la biblioteca central del campus hay un revuelo, lo peor es que deben ir allí para buscar unos libros que la tía de Dylan le ha recomendado; es imposible llegar allí sin pasar por la multitud de lo que ahora notan son deportistas. Para ser específicos, no tardan mucho en darse cuenta cual es el problema, los chicos del equipo de Hockey y los del equipo de basketball se reúnen alrededor de los directivos de la universidad, probablemente algún problema con el presupuesto.
Son un montón de tíos altísimos y fornidos que están furiosos, y no, no es una buena idea, pero Dylan sigue caminando, y por ende Tyler sigue con el, ambos atrapados en un agarre que ninguno de los dos quiere soltar por diversas razones. Al principio no pasa nada, los chicos gritan que no es justo, y ellos siguen caminando, pasando desapercibidos mientras piden permiso.
Pronto se le suman los del club de baseball, y las porristas de todos los equipos que se miran con desdén las unas a las otras, dispuestas a resolver esto de la peor manera. Se miran a la cara, dudosos de continuar, pero ya están más allá de la mitad, y que es lo peor que puede pasar.
Pues esta por pasar.
El brazo de Hoechlin desaparece de su hombro, y cuando se gira para ver que ha pasado, lo ve atrapado entre varios deportistas unos buenos centímetros mas altos que Tyler; en su rostro se puede ver la angustia, el como se ve desesperado por salir de donde esta atrapado entre los jugadores. Pero lo que mas le sorprende es como no hace mas que un esfuerzo nulo por moverse de donde esta.
En ese momento, para nada apropiado, Dylan piensa en lo adorable que se ve angustiado.
Es eso lo que le da el valor de sonreír y adelantarse, moviendo a los jugadores de un empujón para abrirse paso, ellos se separan para abrirle el camino, mas por como grita, “Chicos, quítense del camino”, que con la fuerza casi ridícula de los brazos de Dylan.
- Chicos, no se vale. Ustedes están aquí frente a la biblioteca como si fueran a quemarla cuando los que tienen que quemar están allí escudados de guardaespaldas. - se queja, estirando su mano para tomar la de Tyler y entrelazar sus dedos, se siente poderoso cuando lo hace. - pateen sus traseros, pero no frente a nuestra biblioteca. - piensa que seguro la mitad de ellos no sabe ni que es eso, pero se libra de la golpiza porque caldea sus ánimos contra los de la directiva y hace que se muevan hacia ellos mientras el lleva a Tyler corriendo hasta la entrada de la biblioteca.
Una vez están adentro, ambos respiran como si hubieran corrido un maratón, con los dedos aun entrelazados, muy juntos. Se respiran, se tocan y Dylan se regocija en ese momento que es de ambos. Feliz de las tonterías que le pasan en la vida, y como al final acaban por regalarle este preciado momento en el que se siente orgulloso de si mismo, aunque haya sido por una tontería.
La biblioteca esta vacía, lo que indica que el problema afuera ya tiene un tiempo. La bibliotecaria les ve aburrida pero no dice nada de lo horrible que se ven y de lo ruidosos que fueron al entrar, solo vuelve su atención al facebook abierto en su computadora y pasa de ellos olímpicamente cuando acaban por recuperar el aliento.
Siempre es lo mismo con las personas de ese lugar, metidas en sus propios mundos. El no, sin embargo, el si se fija en Tyler y en como la angustia ha pasado de su rostro y como ahora sus mejillas son las que le delatan, enrojecidas debajo de esa barba recortada. Necesita tocarle, sentirle, saber que es tan real como el.
- Salve tu trasero de que lo molieran a golpes. Me debes un helado.
- Si…. Gracias… nunca… nunca me había pasado eso, no en un largo tiempo. - Tyler suspira, dejándose llevar de la mano hasta una mesa desocupada del fondo, donde nadie les molestara o les vera, eso seguro. Están totalmente rodeados de estanterías. - nunca he sido una persona de multitudes. - murmuro, sentándose al lado de Dylan que por fin suelta sus dedos para poder acomodar todos sus útiles en la mesa.
- ¿En serio?
- Si, es algo tonto, cuando era niño me perdí en navidad en un centro comercial al que mi mama iba a comprar el pavo, y entonces, ya sabes, estaba lleno de gente mientras yo lloraba como un tonto porque me había perdido, hasta que por fin alguien me llevo con un policía y de allí a mi mama… - se rasca la nuca cuando lo dice, incomodo con la confesión. - es tonto.
- Bueno, papa decía que yo siempre me perdía cuando íbamos de compras navideñas y que siempre aparecía, por eso dejo de preocuparle, estoy seguro que eso no le habría gustado a mi madre si hubiera vivido con nosotros en ese entonces… - Dylan se encoge de hombros, abriendo su cuaderno de practicas.
- ¿Tu madre no viva con ustedes?
- Bueno, es una historia muy larga… todo empezó cuando…
Es tarde cuando Daniel regresa al apartamento luego de haber regresado a su estudio. Son pasadas las doce de la mañana y aunque espera enfrentarse al ceño fruncido de Tyler o a la conversación que han dejado para esta noche que se le ha volado de los dedos. Piensa en pedir disculpas, pero Tyler no esta en la habitación, y si hay algo que Posey nunca hace es llegar tarde.
Si fuera a quedarse con Dylan se lo hubiera dicho, pero no le ha enviado ningún mensaje desde que esa mañana, y eso le preocupa. ¿A dónde iba con ese chico? Colton, era su nombre, ¿cierto?
Se acerca a la ventana, abriendo las cortinas y mirando a la luna que se oculta detrás de las nubes que presagian una lluvia torrencial para el día siguiente, nada bueno para su grupo de estudio, porque ya dos chicos están enfermos con el cambio del clima.
Algo le impulsa a ver hacia abajo, y observa con el corazón en la boca como su novio camina hacia la entrada, se le ve tranquilo, mas atrás de el camina un chico, y cuando se detienen al pie de los escalones, Daniel se acerca aun mas al borde de la ventana y la abre para poder escuchar mejor de lo que hablan, infortunadamente, es solo un murmullo lo que lleva a donde esta de pie, pero si que puede verlos. Como Tyler se deja abrazar por ese extraño, metiéndose en sus brazos de la misma forma en la que lo ha hecho en los suyos.
Duele sentir los celos comerle por dentro, y por eso cierra la ventana de golpe y se mete en el baño, deshaciéndose de su ropa para meterse en la cama, furioso consigo mismo por lo que no debía presenciar, ahora no podrá quitarse la idea de la cabeza por unos días, no importa si Tyler le ha visto o no. No importa.
Se mete debajo de las sabanas casi al mismo tiempo que la puerta del apartamento se abre, cierra sus ojos fuertemente y desea poder dormirse en un segundo para no tener que enfrentar la conversación de la tarde. Ahora las dudas comienzan a responder a las preguntas que han quedado sin respuesta ese día, todas relacionadas con la infidelidad de su novio, con el que ha estado dos años y con el que ha sentido una fuerte conexión en todo ese tiempo, porque están hechos el uno para el otro.
¿Acaso eso es una mentira? ¡No puede ser una mentira! Todo lo que ha sentido… todo lo que Tyler le ha dado, ¿Qué pasa si todo eso es una mentira? ¿Que hará un chico débil como el? Necesita a Tyler.
Una lágrima perdida moja la almohada, y un sollozo de pena se escapa de sus labios cuando escucha la puerta del baño cerrándose. Furioso ahora, mete la cabeza debajo de la almohada. ¿Podrá dormir estar noche? Sobrevivir a toda la discordia que su mente le proporciona, hablando pestes de su propio novio, diciéndole que no vale la pena, que el puede solo, pero eso no es ni remotamente verdad. No habría sobrevivido toda la farsa de la preparatoria siendo el chico nuevo si no hubiese sido por Tyler, por su cariño, y su amor.
No puede hacer esto.
Se levanta de la cama, dando tumbos, busca su mochila y un jean nuevo y sale de allí, con sus sandalias como único calzado, corriendo por las escaleras, no es mas que una masa de pensamientos confusos que salen en todas direcciones, no sabe a donde planea ir a esa hora de la noche, pero lo seguro es que no piensa volver hasta no aclararse.
Finalmente le toca hacer el examen final del tema actual, el último del mes. Se siente seguro, confiado de que le ira muy bien, lo extraño es que cuando entra al salón, lo primero que nota es la expresión en su hermano, de tristeza. Su expresión va dirigida a Daniel, quien esta sentando en la primera fila, y oh… Dylan ha visto esos pantalones antes, ¿acaso no son sus piyamas las que lleva puestas? Bueno, es la universidad, todo el mundo va como le plazca. Tampoco es que se note, el sabe que es su piyama porque se la ha visto incontables veces.
No tiene muy buen aspecto que se diga, Tyler tampoco, pero ahora mismo, su instinto le dice que todo es culpa de su hermano. Puede ver la culpa en ellos cuando se fijan en el, y sabe que todo tiene que ver con el tema que discutieron hace unos días. Por eso, en lugar de sentarse a su lado, se sienta cerca de Sharman, sonriéndole como no ha hecho nunca, según cree. El chico le sonríe, seco; pero al menos no lo hace con mala intención.
El nunca ha prestado mucha atención a Daniel, y desearía poder hacerlo ahora, pero su tía le pone el examen al frente y no tiene más opción que aceptarlo.
Mientras responde cada pregunta, su mente vuela a Hoechlin, a las cosas que hablaron el día anterior.
- ¿Es esa la historia de tu vida? - Tyler estaba sonriendo cuando acabo de contarle lo maravilloso que era tener de hermano a Posey, parecía fascinado con la pasión con la que hablaba de su hermano y de la amistad fácil que habían forzado entre los dos desde muy pequeños, como habían crecido y hecho todo juntos. - yo tengo tres hermanas, lo que es, ya sabes, me hace la oveja blanca de la familia. - se ríe con la expresión de confusión de Dylan. - si, en serio, la oveja blanca, ellas eran quienes hacían todas las maldades y desastres en casa. Mi madre siempre me decía que yo era el único que no le había dado problemas en la vida…
- Bueno, eres un ángel, eres demasiado bueno y gentil… a diferencia de los demás aquí.
- No es lo que muchos opinan, la mayoría se forma una opinión de mi por mi ceño fruncido y mi rostro de asesino serial… pero, tu no.
- Bueno, puede parecer aterradora, pero si ellos no se dan la oportunidad de conocerte… no sabrán el angelito que se esconde tras esa expresión de la que hablas y que yo nunca he visto. - mentir vale la pena cuando ve como Tyler vuelve a sonreírse. - eres adorable como un osito, incluso cuando estas asustado.
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