PATRÓN
“Coherencia entre colores, líneas y formas.”
Nueva York, NY
Abril, 2013
Los cielos estrellados siempre han sido su especialidad, solo que su estilo es más moderno y menos expresionista; nunca ha manejado el arte abstracto y sencillamente porque si, prefiere la luz que la oscuridad en el arte, los colores rebosantes y vibrantes siendo su debilidad a la hora de crear el oleo perfecto para pintar sobre su caballete de madera de roble.
Cuando comenzó con esto de la pintura, era un verdadero novato. Exploraba con toda la información que le daban los libros, mezclaba formulas sin parar, hacia locuras. Debía reconocer que no había sido sabio de su parte hacer todos esos experimentos en un apartamento pequeño, lleno de objetos de plástico y madera, que podían incendiarse con la minúscula chispa; con una chiquilla rondando su espacio y sin protección alguna. Más de una vez había acabado en el hospital, con una quemada por plástico derretido, aceite caliente, o aquella vez donde acabo con un oxigeno atado al rostro por una semana por absorber el gas venenoso que desprendió una de las ollas de cobre que derritió en el horno hecho en casa que el mismo se construyo.
Cuando comenzó a pintar, no seguía un patrón en concreto. Solo seguía lo que sus manos le hacían hacer, y era divertido, al principio, hasta que la situación se volvió seria, y se dio cuenta, que, joder, era bueno para esto, pese a que nadie le prestaba la mínima atención; solo había quejas y desprecio a sus espaldas. También influía que viviera en el barrio chino, donde todos le decían “el blanco ese”, al verle pasar, en especial luego de que volara dos veces las ventanas de su apartamento. Gracias a quien lo escuchara, que Chin Ho Kelly era un buen amigo, que le permitía eso y más dentro de su edificio residencial.
Nunca pensó que acabaría donde lo hizo, metido en una subasta de sus propios cuadros. Y aunque no gano mucho dinero, no como esos grandes y ostentosos pintores que compraban sus pinturas en las mejores casas de arte, sabe que el dinero le sirvió para el comienzo de una vida mas cómoda, como la que había tenido antes del divorcio y de decir la verdad, solo que era, además de cómoda, era genuina.
Tampoco imagino que estaría firmando un contrato con el museo de Nueva York, que le pagaría comisiones por tres años si les cedía el derecho de seis de sus cuadros. Eso sí que había sido una sorpresa, en especial porque Steve McGarret estaba sentado a su lado, tarareando “Let’s Do It”, con el tono dulce de Conal Fowkes, como si tratara de decirle algo pese a que simplemente cantaba y anotaba cosas en su agenda, como su número telefónico en una esquina, bajo el nombre de Danny.
Es agradable verlo así, relajado, en su ambiente, meneando la cabeza al ritmo de la melodía de su canción; nadie más que el parece atento a lo que Steve McGarret hace como él, y se pregunta si es extraño observarlo tan atentamente cuando esta abstraído del mundo. Supone que no sería un pecado si Steve fuera mujer, pero si fuera mujer… ya Daniel supero esa etapa en la que se mentía a sí mismo, la verdad.
- … las que trajiste son muy buenas, y las queremos para futuras exposiciones. - eso funciona para el, esta tan encantado porque alguien por fin, que no sea el sudoroso de Bostick, aprecie su arte y haga algo por el.
Firma papeles, sonríe, actúa como antes, solo que mucho mas cómodo, sabiendo que la mirada de Steve a veces se ve atraída hacia él, curiosa, nada accesible para alguien que tiene una actitud tan ensimismada.
- ¿Alguna vez has experimentado el método de grisalla? - Steve le pregunta cuando salen del museo, es tarde en la noche, y aun hay muchos autos en las principales avenidas por donde caminan. - es un claroscuro, pero con colores oxidados.
- Creo que he escuchado de ello, pero, ¿no es eso un arte de vitrales? - pregunto, algo confundido por el tema.
- No necesariamente, ¿crees que puedas hacer al menos un cuadro para la exposición del mes entrante? - cuestiono, - vamos a hacer una exposición presentando a Giorgio Vasari, quien definió el genero como “La Luz y La Sombra”, así que pensaba que quizás si hacías algo, podría incluirte en la exposición. - era lo mas cerca a una cita que iba a conseguir con este hombre.
Ya lo había decidido, Steve era demasiado peculiar como para no ser gay, y el quería salir con ese hombre. Tener su primera experiencia, disfrutar de su vida por fin, y lo mejor de todo, besar a alguien después de más de ocho años sin hacerlo, lo que debía ser un record en cualquier estado del país.
- Esta bien, tratare. - le dio una sonrisa encantadora a Steve, la que este respondió con un asentimiento.
Ok, sonaba más fácil de lo que parecía.
Steve le llama antes de que acabe el mes actual, su llamada le sorprende, pero no le deja boquiabierto mucho tiempo, puesto que McGarret quiere respuestas, quiere saber cómo le va con el cuadro, si ha logrado hacerlo, si necesita ayuda con los materiales, incluso le da una breve clase sobre Carlos V de Francia, y como el uso de la grisalla fue manejado sobre todo en arte en miniatura, incluso se ofrece a darle una clase sobre vitrales y le da el numero de al menos seis expertos en toda Jersey en el género.
El hombre es un obseso de su trabajo, un completo psicópata en cuanto al arte se trata, y se siente más intimidado de lo que le gustaría cuando le escucha dar órdenes más de una vez. En especial cuando escucha sus consejos, que son mas como ladridos hechos en esa voz pacifica que le da escalofríos de los malos. Solo cuando se despide, Steve es… dulce.
Pero claro, Daniel repele la tecnología, y ser llamado Danny al menos una vez por semana es agradable, pero no lo es estar pegado a un celular, escuchando al hombre que planea conquistar hablando de cosas que le confunden la mitad del tiempo, y que el otro tiempo le interesan, pero sus dedos nunca han sido rápidos a la hora de anotar instrucciones.
- Deberíamos vernos. - dice cuando Steve le ha llamado tres veces en un Sábado, donde el intenta comerse un helado con Chin y Kohno, quien aun no ha querido decirle donde paso la noche el día de la exposición.
Steve duda en responder.
Si Daniel supiera que el de cabellos negros se lo esta pensando tanto para que ambos se vieran, no diría nada. Pero Steve tiene miedo de que su ansiedad se presente cuando no sepan que decir, y vuelva a sentir esa ebriedad de la fiesta, lo que no debería sonar tan malo, pero le asusta como nadie tiene idea de que lo hace, volviéndolo temeroso de su propia sombra.
Cath le ha hablado de cómo se pueden arruinar las cosas si no se saben llevar con paciencia y lentitud, y el no tiene ni una ni la otra, por lo que acaba vuelto un enredo cuando la propuesta sale por fin; y el sabe que no debió ser tan insistente con lo de las llamadas, y quizás se ha excedido, pero ha valido la pena. La voz de Danny al oído es música.
- Uh… no puedo esta semana, tengo la agenda…
- Demasiado llena, no te preocupes. - es decepcionante.
Newark, NJ
Mayo, 2013
Supone que no es el fin del mundo. Pero que Chin no le hable porque su prima vaya a casarse con un blanco solo porque el le ha quitado la vista de encima para ponerse a un hombre que bien podría contarse como un completo ajeno a sus costumbres, es algo absurdo. Kohno va a casarse, si, con un hombre caucásico, de sonrisa amplia, y que, aparentemente, esta relacionado de alguna forma a todo esto del arte.
Ambos hombres, Chin y Daniel, ven con asombro como la morena se marcha con dicho sujeto, ambos tomados de la mano, y la escena seria más bizarra si Steve hubiera aceptado su propuesta de aparecerse hoy por el barrio chino de Jersey. Por fortuna, el hombre se ha vuelto a negar.
Puede superar eso, o podría, sino fuera porque debe pasar todo el día con la mirada furiosa de Chin en su nuca.
- Lo único que tenias que hacer era no dejarla sola. Eso era todo. No mas condiciones.
Si llega a mencionar que paso la noche en el sofá, con Steve en su cama, seguramente Chin le da una patada en el culo y lo despide de su trabajo a medio tiempo en la tienda de víveres.
A mediados de Mayo, tiene que viajar de nuevo, ha logrado terminar los cuadros con la grisalla, con toda la ayuda que Steve le ha dado, sin duda ha hecho un esfuerzo monstruoso para tenerlo todo listo. No sabe como lo ha logrado, o si de verdad lo ha hecho, le cuesta creerlo, ha sido tan difícil que parecía imposible, pero cuando se había puesto a ello, las cosas solo habían surgido. Lo más difícil fue hacer los materiales para pintar desde cero. Comprar muebles oxidados, retirar el cobre, sacar la masa de color, y finalmente usarla para pintar. Debía agradecer todos esos años en el laboratorio.
Estaba seguro de que Steve estaría orgulloso de él, mas con los tres cuadros que había logrado para la exposición. Ahora que lo pensaba, no se sentía nervioso respecto a la presentación, sabía que podía ir tan bien como mal, y eso hacía que su estomago se revolviera, pero el asunto no era ese.
- Lee algo. - Chin se burla de él, dándole un libro de Nietzsche, ese que siempre lleva con él. - parece que con tanto dibujar te has deshecho de las palabras. - si conociera de sus llamadas a media noche con Steve McGarret, no le diría que es malo con las palabras.
- Tengo voz aun, solo estoy nervioso. - susurro, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano y luego frotándola en sus pantalones.
Estaban de camino a Nueva York, finalmente volvería a ver a Steve después de dos meses sin hacerlo, más que esos meses no habían sido en vano, había aprendido que la voz de Steve sonaba tan encantadora en persona como por teléfono.
- Pareces más nervioso por ver a tu novio que por conocer gente de esa rara que puede ver un pedazo de tela pintada por horas.
- No es mi novio. - se quejo, respirando hondo al saber que Chin lo sabía, la verdad, seguramente no lo había descubierto por su cuenta sino que Kohno había abierto su boca. - ¿Quién te dijo?
- ¿Quién crees? Esa chica no sabe guardarse secretos… y no tiene temple. - aun seguía molesto, ligeramente.
- Tiene temple, ya esta mayorcita. - Chin se rio con el comentario, y le quito el libro de las manos a Danny. - ¿Por qué Nietzsche?
- No todos los chinos son comunistas, ¿sabes?
- Cierto.
- Háblame sobre el.
La casa de Freddie no es el mejor lugar para la terapia, hay demasiado ruido por parte de sus hermosas hijas en el salón de la casa, e irse a las habitaciones parece algo de mal gusto cuando su amigo tiene invitados abajo, así que le sorprende que Cath lo aborde tan pronto Freddie se va a servir champan, aunque sea su cumpleaños, él es quien hace todos los favores.
- ¿Qué quieres saber?
- Principalmente, ¿Por qué él y no los otros seis billones de personas que existimos en el mundo?
- El 60% está casado, el 5% son lesbianas o transexuales que prefieren mujeres.
- ¿Qué pasa con el otro 35%?
- Son mujeres divorciadas, ancianos, y prostitutas.
- Me alegra saber que tienes sentido del humor. - Cath rueda sus ojos, y se adelanta para servirse otra copa de Vino blanco que Steve ha rechazado toda la noche. - ¿Cuándo dices que viene?
- Mañana.
- ¿No es eso un poco pronto? Usualmente los artistas llegan unas horas antes del acto principal. - luce interesada y Steve sabe de inmediato, en su inocencia, que la mujer planea algo; quizás es capaz de predecir sus movimientos porque le conoce desde hace mucho tiempo y se sabe todas sus jugadas, y eso le hace sentir feliz, satisfecho consigo mismo.
- Va a quedarse en un hotel, su amigo esta en el negocio… de algo, así que consigue la estadía bastante económica. Es chino.
- Eso es racista, Steve. - Freddie pasa un brazo por sobre los hombros de su amigo, y como siempre apareciendo de improvisto en su espacio personal, lo que, aun después de años, sigue incomodando a Steve que comienza a sudar con la cercanía del otro hombre.
- No… no estoy tratando de ser eso, solo digo que… Danny no dice mucho.
- ¿Danny? - sus amigos parecen sorprendidos.
- ¿Qué?
- ¿El te pidió que lo llamaras así?
Steve los miro a ambos, y luego se concentro en la diversidad de los invitados de Freddie, sin duda todos adictos al arte por sus estrafalarias pintas, en serio, esa mujer con el sombrero del metro de Londres debería saber que esto es una fiesta de cumpleaños y no un circo. Pero, ¿Quién es el para juzgar? En primer lugar, le aterran los ventiladores de techo desde que tenia memoria, había sufrido de asma hasta los quince, nunca había participado en ningún deporte, aunque le gustaba ejercitarse, odiaba hablar o tener que comunicarse con gente con la que no tenia nada en común, y sabia que cuando lo hacia todo su cuerpo entraba en estrés.
Era una persona que aborrecía la sociedad y sus consecuencias, que no se llevaba bien con su familia y que tenia mas problemas de los que ocuparse que el Papa, si es que el Papa se ocupaba de algo mas que besarle los pies a los ricos, ok, nunca ha sido religioso, y espera que su familia tampoco, puesto que todos y cada uno de los malditos hijos de puta se irían al infierno.
- Parece enfadado. - Catherine dice, aun sorprendida por todas las emociones que vio pasar por ese rostro cincelado. - parece muy enfadado. - le pega en el hombro a Freddie que se queja. - tu culpa.
- ¿Mía? Tú empezaste.
- Tú fuiste quien le llamo racista.
Se centran en sus tan comunes peleas mientras Steve escapa del alcance de ambos, la habitación le asfixia, y el agujero donde hace unos años estaba un ventilador en el techo le da ganas de vomitar, el solo hecho de que sabe como las putas aspas del ventilador de Freddie giraban lo pone así. Y solo tiene que salir.
El frio aire de la noche le ayuda a aclarar sus pensamientos, pese a que estos siguen siempre el mismo rumbo, y ese rumbo siempre acaba siendo Danny, o Daniel, lo que sea. El rubio al que beso por su cuenta, ¡por su cuenta, joder! El nunca había besado a nadie porque si, debía ser eso que Cath llamaba enamorarse, pero no, los artistas solo amaban al arte, nada mas mira a Van Gogh, murió solo, sus esposas nunca lo quisieron, solo retrasaron su trabajo. También, el no podía casarse, Daniel era un hombre, así que no seria su esposa, o esposo, pero… seria un amante, como Salai para Da Vinci, solo… ok, EL no quería ser Salai, puesto que Daniel era el pintor…
- … y eso le hace Da Vinci.
- Te lo dije, lo hiciste enloquecer. - susurro Freddie cuando se acercaron a el y las primeras palabras en diez minutos que escucharon de él fueron esas. - ahora solo piensa en tonterías.
- Steve… - Cath se acerco a el con cautela, sentándose a su lado en uno de los bancos de jardín que Freddie había instalado. - … ¿Estas enamorado… o piensas que remotamente puede ser algo de atracción con este hombre? Por que realmente pareces malhumorado cuando trato de sacarte algo de el, como si negaras esa atracción, que te lo digo yo, no tiene nada de malo.
- ¿No tiene nada de malo ser gay o que me guste?
- Uhm… ¿ambas? - Freddie parece perdido, no sabe que responder, así que acaba alzando las manos en señal de derrota y huyendo de la escena, dejándole todo a la psicóloga que parece divertida con sus situación, en especial por la forma en la que Steve parece ofenderse de que su único amigo hombre no le entiende.
- Es más una situación de chicas, no le culpes. - se ríe, tocándole la espalda con cariño. - ¿Qué es lo que tanto te esta costando digerir? Porque no me creo nada que sea eso de ser gay o que te guste. ¿Estas tan confundido como para perderte a ti mismo de una conversación? - esta preocupada, el puede verlo en su expresión.
- ¿Qué tramabas antes?
- ¿Cuándo? - no finge cuando lo dice, ahora de la preocupación ha pasado a la confusión, en un milisegundo, es interesante como puede notar los cambios, eso lo hace sentir en paz consigo mismo. - oh… te refieres a ese antes… bueno, me gustaría que lo invitaras a quedarse en tu casa, pienso que seria bueno para ti, dejar a alguien mas entrar en tu ambiente… se que tu casa te hace sentir seguro, que es una fortaleza para ti, pero necesitas comenzar a dejar que la gene entre…
- No lo quiero cerca de mi casa.
- ¿Por qué? ¿Te asusta que vea un lado tan profundo de ti? ¿Te asusta que le preocupe tu obsesión con el arte? ¿Con los pop-tarts, que se que has estado comiendo? - eso le hace reír.
- Me preocupa que… que me vea. - ahora que lo ha sacado siente como el peso muerto se levanta de sus hombros en un plis-plas, solo así como así, se va, desaparece. - tengo miedo que vea lo que soy y se vaya, que vea lo que verdaderamente soy… o que, simplemente, se quede allí por lo que tengo y no por mi, me asusta que me juzgue, pese a que antes no lo hizo.
- Te asustan muchas cosas, Steve, y esta es la peor de ellas, ¿sabes porque? - pregunto acariciando su hombro, el negó con la cabeza. - porque puede romperte el corazón, y eso es lo peor que puede hacerte alguien, dejarte allí, con el pecho abierto, sangrando, herido como nadie. - le asusta que ella sepa tanto sobre como se siente, le intimida que tenga esa clase de poder sobre el, en especial cuando se siente tan vulnerable. - invítalo a tu casa y si se acaba, se acabo, Steve, pero no retrases esa clase de sufrimiento, si el te rechaza, no te merecía y se acabo, no mas llamadas telefónicas, no mas desvives por un sujeto que no te merece, ¿ok?
- Ok.
Freddie y Steve le esperan en el terminal, suena hasta sorprendente, pero cuando recibe la llama de Steve esa mañana antes de subirse al autobús con Chin, esta aun boquiabierto, eso es lo que lo mantiene tan callado y lo que fuerza a Chin a sacarle las palabras, pero sencillamente es difícil pensar en que hacer, y como hacerlo, cuando Steve no le va a dar tiempo para prepararse.
Lo gracioso es que el curador del museo, como le ha dicho una semanas cuando le pregunto en que se especializaba, le ha estado evitando a el, y no al contrario, no, el ha querido el contacto físico desde que se dio cuenta de que el zoquete, que había actuado como un engreído cuando le conoció, le atraía como el fuego a las mariposas.
Ahora esto, suponía que los cambios de humor eran normales, o que Steve de verdad había estado ocupado por los últimos dos meses como para no darle un día de su vida a el.
- Soy un nadie.
- Cállate. - Chin gruñe, sonándose los huesos de la espalda mientras arrastra su maleta, una con aspecto de haber sido traída de Hawaii, por las flores de cayena y el fondo azul. Es horrorosa, pero no será Daniel quien se lo diga.
- Blah, déjame solo.
- Con gusto lo haría, pero no quiero que acabes como Kohno, con un sujeto que apenas conoce y al cual ya se esta abriendo de piernas. - suena agrio, celoso, y si no estuviera demasiado ocupado en ver como Steve esta a metros de el, pensaría en alguna relación incestuosa de la que no querría saber nada.
- Allí esta… - lo dice como si viera a su príncipe azul, y a Chin no le queda mas opción que rodar los ojos al escuchar el tono enamoradizo de Danny que no va nada con el.
- Vamos, entonces, con tu amado príncipe y su corcel. - murmura, siguiendo a Daniel que se acerca a ellos con una sonrisa.
Steve de espaldas es bastante atractivo, mas porque le ha dado vestirse con poca ropa, no lleva uno de sus caros abrigos de marca, ni siquiera lleva sus lentes, solo unos jeans negros con una camiseta blanca que hace que sus músculos resalten por todas partes, haciéndolo lucir como un sujeto al cual ama los deportes y mostrarse al mundo; y no como el nerd del arte que es.
Lo que no le gusta de Steve, bueno, eso esta por descubrirlo.
- …es un redneck, solo que sin las camisas a cuadro. - le esta diciendo al amigo, y a Danny quiere reírse, casi puede escuchar la voz de su hermana diciéndole lo mismo en un acto de beneficencia. - … es rubio, tiene el peinado hacia arriba, es bajito, pero no escuálido… y su voz, aunque atractiva, tiene el mismo tono de un redneck.
- ¿tu con un redneck? - su amigo es… no tiene mas palabras para describirlo que el bombón con el que se acostaría sin pensarlo dos veces si fuera una universitaria caliente. - ¿tu Danny? Wow, Cath sabe eso, ¿no?
Espera, ¿hablan de el? Eso hace que la situación no sea para nada graciosa. Lo pone enfermo de ira. ¿Cómo Steve puede decir algo así de el? Ok, puede que su forma de hablar no sea la mejor siempre, pero algo de… de clase tiene.
De repente recuerda las palabras de Kohno, de aquel extraño lejano primer día en donde estuvo sentado en una presentación, viendo personas que pretendían que entendían lo que el quería decir con su arte. Como si la presencia de Danny se hubiera hecho pesada, Steve se gira, y sus miradas se enfrentan.
- Danny. - sonríe, sin saber que ha arruinado todo por ser un clasista casual.
- McGarret. - dice a través de dientes apretados.
La tensión en ambos se hace palpable a partir de ese momento, con ambos acompañantes mirándose con curiosidad y evaluándose, casi yéndose a tomar un café juntos, dado las miradas intensas que están dándose sus amigos. Danny completamente haciéndose el duro y el ofendido, con razones, y Steve confundido de cómo enfrentarse a eso, ni remotamente pensando que ha sido el quien la ha cagado totalmente.
- Como te dije por teléfono, no hacia falta que vinieras por nosotros. - le dice, cortante como un cuchillo y gélido como la bebida que planea tomarse cuando acabe de pisotear a Steve. - Chin y yo conocemos el camino al hotel.
- Esperaba que vinieras a casa. - este hombre… no se entera de nada, y la paciencia de Danny se acorta.
- No soy estúpido.
Normalmente, cuando una víctima se da cuenta de que no puede mantener su cabeza sobre al agua, tiende al sufrir un ataque de pánico, el no lo siente en ningún momento, ni siquiera tiene el deseo de subir a la superficie que a decir verdad, solo esta a diez centímetros sobre su cabeza en su bañera. Su cuerpo, sin embargo, no esta muy bien con la idea de tener que suicidarse, por eso sube de vez en cuando a la superficie para buscar aire y volverse a sumergirse.
Cuando se lucha por respirar, no se puede pedir ayudar, con el cuerpo completamente sumergido tampoco, y eso se siente mejor de lo que cualquiera pudiera haberle dicho antes de que se le ocurriera la grandísima idea de suicidarse ahogándose en su bañera. Finalmente, lo siente, como el agua bloquea sus pulmones, como no puede respirar, y es allí cuando su cuerpo le dice que se acabo, que debe acabar con esa tontería.
Esa calma aparente de la muerte, que representa el comienzo de la pérdida de consciencia a causa de la privación de oxígeno, se desvanece de inmediato, desapareciendo en una bocanada de aire. Cae al suelo con un golpe húmedo, y se queda allí, su cuerpo desnudo jadeando en el suelo, sollozando de dolor. Movido por el miedo a la muerte, todo su cuerpo se deshace en lloriqueos lastimeros, la muerte es dolorosa y hermosa, pero esta seguro que la imagen de su cuerpo desnudo y jadeante en el suelo no es tan idílica.
La amenidad con la que ha comenzado su viaje al mas allá se ha vuelto angustioso cuando se ha dado cuenta que no puede hacer y que no sabe porque decidió intentarlo en primer lugar. No es mas que un tonto con aires de grandeza, o eso piensa mientras jala el preciado aire a su cerebro; todo el cuerpo le tiembla de frio y miedo y el no puede hacer mas que sentirse idiota por lo que ha hecho.
- ¿Qué has hecho? - la llamada de emergencia a logrado darla gracias a su bíper que siempre mantiene cerca con el, ha mandando un llamado de auxilio y se ha quedado tendido en el piso mojado, desnudo e idiotizado. Así lo ha encontrado la psicóloga, doce horas después del desastre con Daniel, dos horas después de que ha intentado una de sus mas estúpidas ideas.
- Ese es el problema, no he podido hacer nada. - susurra, removiéndose incomodo, su desnudez algo que Rollins nunca ha visto. - ¿eso me hace un cobarde o una persona con suerte?
- Te hace un estúpido, Steve.
- No me gusta que la gente me haga daño. No me gusta que la gente me juzgue.
- Tu también juzgas a la gente, Steve… eres parte del problema también.
No ve a Steve por ningún lado el día de la presentación de la grisalla, lo que le pone aun mas furioso, porque ha venido con unas intenciones claras, salir con un hombre, y no solo con un hombre, sino con Steve McGarret; y ahora todo lo que tiene ganas es de sentarse a escribir, irónico como el amor es lo que le vuelca a las letras, un hobby casi olvidado. Escribir le ayuda a deshacerse de los sentimientos que le carcomen por dentro, escribir le ayuda a sacar cosas que nunca haría pintando, no en un sentido literal.
La muerte, por ejemplo. En la literatura, muchos han intentado escribir sobre ella, desde años remotos, con diferentes perspectivas y en diferentes géneros. Muchos con la intención de responder preguntas que desde tiempos remotos los humanos se han hecho sobre su propia existencia. A Danny le gusta escribir sobre la muerte del ser cuando se ama, todo lo que se deja atrás por el ser que se ama, se muere para renacer. Experimento algo así con su ex, tuvo que dejar morir lo que sentía para renacer en un nuevo y perfecto ser, aunque esa reencarnación de su ser no duro mucho.
Escribe sobre la vida, su vida, de una manera tan poética que resultaría patética si alguien la leyera, pero así es el, y eso, a muchas personas le agrada, esa pasión con la que escribe sus ganas de vivir, de existir para alguien, por alguien, quizás esta tan desesperado porque le ame que no sabe como afrontar ciertas situaciones, como Steve, quien con todo su comportamiento extraño le ha demostrado que su presencia le es mas que grata en ocasiones.
Se abrió con el después de todo, le conto cosas que usualmente no diría en una segunda conversación ni en una tercera. Steve también le ha contado cosas que el atesora como secretos. Por eso lo decepciona, no verlo esta noche es una opresión constante en su pecho que le dice que no puede hacer nada.
- Daniel Williams. - reconoce la voz suave de la psicóloga de Steve en cuanto escucha su nombre, se gira, no sabiendo que es lo que puede esperar, acaso le dirá que Steve ya no quiere verlo o que… - necesitamos hablar. - ella dice en ese tono amable, pero que no admite negativas.
El la sigue, guardando su pequeña agenda en un bolsillo del traje junto con su bolígrafo, la noche es joven, tiene todo el tiempo del mundo para charlar con la mujer, y al parecer sus intenciones son las mismas. Ella le lleva al patio trasero del museo, donde la fuente y las luces hacen gala de la hermosura de las esculturas. Es un lugar inspirador para sentarse y escribir y pintar, y es un lugar digno de fotografiar.
- Se que tu Steve no se han conocido lo suficiente como para formarse una opinión del otro… - ella comienza, y aunque el sabe que ella se equivoca y que Steve, aparentemente, no le dice todo lo que pasa en su vida, la deja continuar. - … por eso necesitan mas tiempo para saber que es lo que el otro quiere.
- ¿Y que quiere el de mi? Para empezar, nos conocimos en condiciones extrañas, luego nos vimos unas veces y luego me beso sin mas explicación; en frente de un montón de gente que conocía, solo porque si, porque lo sintió así, luego hablamos, se desmayo por un estúpido ventilador que casualmente nunca había visto porque solo usa el baño de empleados, y lo lleve a mi habitación de hotel, hable con el hasta hartarme, me ayudo a firmar mi primer trato grande, me sonrió, me acompaño a la estación de autobuses y luego me llamo casi todas las semanas por dos meses, ¿Qué se supone que quiere de mi? Porque yo se lo que quería de el, al menos hasta que hace dos días ¡lo escuche llamándome campesino! ¡Juzgándome! ¡Por una estupidez como esa! - estalla, no tiene el derecho a hacerlo con ella, porque ella ha probado ser una persona con las mejores intenciones, pero así es como pasa y no puedo evitarlo.
- Lo se. - ella intenta decir, pero el no la deja.
- No, no lo sabes, porque no lo escuchaste como me suplico que no lo juzgara, y si, me reí, pero comprendí que de alguna forma su miedo a un ¡Maldito ventilador de techo! ¡Estaba justificado por algo! Pero noooo, el va y cree que porque vengo de donde vengo… ¡Lo que sea! No voy a actuar con algo que ya no soy, y puedo asegurarte que estuve, en un momento de mi vida, en lo mas alto de la cadena humana… que iba a fiestas de museos y aparentaba entender lo que el arte era, pero estaba vacio por dentro… ¡Tan vacio! - grita, sus mejillas rojas con el esfuerzo de alzar sus voz para hacerse escuchar. - y pensé, quizás el podría haber pasado por algo similar, pero no, no, el aun esta vacio, cree que el arte lo llena… cree que... - sus ojos desenfocan a Catherine, y se enfocan detrás de ella, hay algo fuera de lugar, algo que atrae poderosamente su atención, y allí esta el, mirándole como si le mirara por primera vez, su rostro tan indescifrable como el de La Mona Lisa, esa una expresión que le queda bien, y que combina a la perfección con el traje negro y la bufanda oliva que rodea su cuello; una expresión que Daniel Williams no olvidara nunca.
Parpadea, apartando las lágrimas que se han acumulado en sus ojos y con ambas manos se frota el rostro, jurando que puede escuchar cada paso y cada respiración que el de cuando se acerca por el camino de grava, siente sus manos primero, apartando las suyas de su rostro, y luego siente sus labios. Un beso que no se compara para nada con el del museo de Newark. Este es apasionado, salado con lágrimas, y dulce con el vino impregnado en sus bocas. Es un beso que dice lo mucho que quieren esto, por más inexperiencia que acumulen juntos.
Amor de inocentes.
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