Parte Tres
No es Odio. Es Amor.
Lo Merecemos después de Todo.
- Debiste decírmelo. - Elena dijo en un susurro decepcionado causando una risa sardónica y mordaz en Caroline, una risa que causo que los ojos de Elena se abrieran, atónitos.
- ¿En serio? ¿Cómo tú le dijiste a Stefan que te follabas a Damon mientras él se jodia tratando de salvarlo luego de haberle vendido hasta el culo a Klaus? ¿Así querías que te lo dijera? - siseo, parándose firme ante Elena, después de todo, ella seguía siendo la mayor de las dos, hasta con sus años vampiros. - ¿O cómo le hablaste a Damon de lo mucho que te asustaba lo violento que se había vuelto sin ponerte a pensar que así es el y punto?
- Caroline…
- No, no tienes ningún derecho. Diablos, ni siquiera tienes derecho a escuchar y creerle a Bonnie. ¡A Bonnie! Que casi los mata por tonta. - vuelve a reírse con ironía y da dos pasos hacia atrás, asiendo con fuerza su cartera de Vuitton. - pues si es así como va a ser, Elena. Lo siento mucho.
- Solo quiero saber porque no me lo dijiste.
- ¿Qué me acostaba con tu novio? ¿Es eso lo que quieres escuchar? - pregunta y recibe un asentimiento a regañadientes. - bueno, no te lo dije porque eso no paso nunca, nunca, Elena.
- Pero Bonnie…
- Pero Bonnie dice un montón de mierdas también, los vampiros no son los únicos que pueden hacer daño con las palabras. - esta vez, cuando ve a Stefan acercarse decide que allí debe terminar, el viene con su mochila al hombro, ella le sonríe, y Stefan al principio frunce el ceño, viendo de Elena y luego a Caroline y luego sonríe también.
El educado Stefan, el falso Stefan.
- Este es el final definitivo, Elena. No más tu y yo y amigas por siempre, no más piyamas ni más nada. Prometimos confiar la una en la otra, protegernos, pero tú, no solo preferiste a Damon sobre todos nosotros, Stefan incluido, sino que nos dañaste a todos. Lo que le paso a este pueblo es tu culpa. No intentes poner esa carga en los hombros de alguien más.
***
- Fuiste dura con Elena.
Stefan está sentado a los pies de su cama, en la laptop Caroline dan una película a blanco y negro que se ha bajado para la clase de historia, Caroline apunta diálogos y pensamientos en su cuaderno mientras Stefan juega con sus pies, haciéndole cosquillas con una de sus largas uñas.
- Estuve comiéndome todo eso por mucho tiempo… - ella dice, orgullosa, sonriendo. Pero su sonrisa se tambalea de sus labios y su expresión cambia. - … ¿fue dura contigo?
- Lloro por unas horas, Damon me relevo.
- Por supuesto que lo hizo. - Caroline suspira, y regresa su mirada a la película, está sentada en su sillón moldeable, la mitad del cuerpo en él y la otra sobre Stefan.
- Esta bien. Él también está un poco tocado por todo esto.
- No se suponía que sería así… - ella se queja, dejando caer la cabeza hacia atrás, su cabello rubio esparcido en el sillón, sus parpados casi cerrados hasta que la uña de Stefan se mueve hacia arriba por la curvatura de su piel y hace que estos se abran y de su boca salga una risita. - …deja eso, sino quieres que comience a sentir curiosidad de saber dónde tú tienes cosquillas.
Stefan se detiene, riendo el también. Un temblor nervioso en su rostro cuando sus ojos se posan en la expresión adormilada de su infantil rostro, ella puede leer las palabras en sus ojos, “desearía que hubiera sido diferente.” Eso es lo que sus ojos dicen.
Pero ella lo piensa, mientras hace anotaciones de nuevo. Si las cosas hubieran sido diferentes, si él la hubiera elegido a ella desde el principio, todo hubiera desembocado en lo mismo. El, con su irrefrenable deseo por tener a una Katherine buena, a una Elena virgen y pura, ahora convertida en vampiro. Tal y como Damon.
- Las cosas no hubiesen sido distintas si me hubieras elegido a mí, o si te hubiera conocido antes.
- Te hubiera mordido al primer vistazo.
- ¿Ahora no? - el cambio en sus ojos es visible, como las venas rojas corren su fina y hermosa piel y como él tiene que apartar la mirada para que ella no vea el rojo en esos ojos amenazadores. - alguien esta hambriento.
- ¿Tu lo estás?
- No me da hambre. Vivo bien con lo que consigo. - ella se encoje de hombros y el la mirada, mira como uno de los tirantes de su camisa se desliza y deja allí, vulnerable esa parte que tanto le gustaría besar. - ¿Quieres salir?
- Me gustaría.
***
Comienzan a cazar juntos muy pronto. Tan pronto como todo el mundo deja de mirarles sospechosamente cuando caminan juntos en la escuela. Tan pronto como dejan de ser el centro de atención.
Se van en el auto de Damon, quien no dice nada mientras los ve partir. Algo en sus ojos cristalinos cambiando con el paso de los días.
Caroline maneja, lejos, muy lejos, a veces todo el fin de semana, hasta perderse en otro pueblo escondido de la mano de Dios. Ella no se alimenta, se conforma con verlo a el hacerlo, con escucharlo hacer esos sonidos tan excitantes mientras se embarra hasta los talones de sangre y vísceras, sucio y descuidado.
Es hermoso, en una forma bastante perturbadora.
Lo mejor es ver su expresión después de que esta saciado, en alma y estómago, esa expresión tonta, esa sonrisa, esos ojos adormilados cuando se recuesta contra su pecho y ensucia su vestido de sangre, como ronronea cuando ella le acaricia el cabello con sus uñas.
Es lo que el necesita.
Ser aceptado por como es, por alguien.
***
Al cabo de un mes, Caroline siente que poco a poco comienza a encontrarse a sí misma, y se encuentra disfrutando los eventos para el próximo Halloween, incluso habla con Tyler un par de veces, y le da unas palmaditas a Bonnie cuando ve como esta lucha por disculparse inútilmente.
No dice “ya no importa, ¿Qué da?”, pero tampoco dice “Si, te disculpo, ¿amigas por siempre?”. Solo un par de palmadas y al segundo siguiente le está gritando a unos de primer año porque están pasando por enciman del recortado y recién pintado de naranja césped. Ellos la miran como todos la miran.
“¡Que rubia!” dicen con sus ojos.
En un segundo, Stefan está allí, tras ella, cargando cajas de decoraciones con expresión aburrida y ella se olvida de la mirada, se fija en su expresión, en los pantalones que se le caen de las caderas, “De Damon”, y en la camisa negra manchada de escarcha en un hombro, “Damon también”.
- Diría que te ves adorable.
- Diría que eres una sucia tramposa, pero debo pretender que soy un caballero. - dice mientras le pasa a un lado, apenas viéndola. - hasta la noche, extraña.
Ella se ríe, menea su melena y regresa a su tarea de ser una dictadora en miniatura, y rubia.
***
- Termine con Elena.
No le sorprende que hayan tardado tres meses enteros desde la última vez que Elena hablo con Caroline en aquella pelea para que Stefan haya terminado con la chica vampiro.
- ¿Quieres cupcakes o palitos de caramelo? - ella pregunta en lugar de decir, “bleh, lo sé”, porque está escrito por toda su cara masculina, en la forma en la que sus cejas gruesas se curvan en una expresión que es hasta dolorosa para ella, como sus labios tiemblan con las palabras que deja caer como un peso que le comía por dentro. - los hice ambos, con un toque especial. Aunque debo decir que fue algo completamente asqueroso.
Ella le ofrece la bandeja y él lo huele antes de siquiera tomar un palito de caramelo. Dudando seriamente de lo que huele, pero después de dos o tres aspiradas piensa que no puede estar equivocado, y que es lo que su nariz le dice que es.
- Sangre. ¿Cómo lo hiciste? - esta sorprendido, una idea ingeniosa, pero… si, porque no, algo extraña e irregular.
- Consulte Vampiros punto com, ellos me dijeron que hacerle a mi amigo vampiro cuando se siente mal. No seas idiota, y cómelo. - fuerza la bandeja un poco más, pinchándole el pecho al vampiro con ella, y Stefan por fin se mete el dichoso palito a la boca haciendo una mueca. - ¿Qué tan horrible es?
- Pudo haber sido peor. - él se encoje de hombros y toma la bandeja.
Ella lo toma como una victoria, hasta que piensa en lo egoísta y terrible que es querer desangrar a alguien solo para subirle el ánimo a Stefan. Se le pasa tan pronto cuando el pensamiento de que si, es un poquito egoísta como los demás dicen que es.
No le importa, cuando escucha el primer gemido salir de esos labios finos.
***
Es un momento íntimo, su momento íntimo. No tiene la culpa que Stefan se cuele por la ventana mientras ella suspira bajo las sabanas. No tiene la fuerza o la desvergüenza para correrlo de su casa, piensa que él lo hará.
Pero el Stefan de Caroline no es el mismo Stefan que todos conocen.
Así que el alto chico se cuela debajo de las sabanas, y no tarda en unir sus dedos a los de ella. Ella explota con sus dedos, sintiendo como sus músculos se contraen, deseando ser tocada una vez más así, pero no preparada, aún demasiado dañada para servir de algo durante el sexo.
- Shhh… - el susurra cuando ella comienza a llorar entre sus brazos. - … no dejare que nadie más te haga daño.
***
La seguridad en la que ambos caen no es más que un paroxismo romántico de una relación amorosa de adolescentes. Una seguridad impecable, intocable para aquellos que buscan acercarse a lo que ellos tienen y hacerlos dudar de que sea sano, de que es correcto, de que es lo que tiene ser.
Es lo que tiene que ser, piensa Caroline, por fin, después de meses rondándose, Stefan la besa, en el baile de despedida, cuando todos sus compañeros están por ir a la universidad, por dejar el nido y huir al amanecer. Sin padres que controlen sus vidas, sin ataduras de un pueblo pequeño.
Ella va a Stanford, él va con ella solo por diversión.
- Nunca me he graduado de la universidad. - le dice en broma, cuando su frente está apoyada contra la de ella, haciéndole rodar los ojos.
- Que romántico. Debí haberlo sabido.
Él se ríe, allí, frente a todo el que quiera ver, mostrando sus hermosos e impecables dientes simétricos. Es imposible ver los rostros que se giran a verlo, porque es tan hermoso cuando está feliz, saciado y contento.
Sin importarle que pasos más allá este la mujer por la que se desvivió desde el día en que murió humanamente. O que su hermano mayor tenga esa expresión de satisfacción en su rostro, casi alegría, porque, después de todo lo que ha pasado, Stefan puede reír, puede ser comprendido por esa chica rubia.
- ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué te amo? Vamos, Caroline, me conoces mejor que eso.
Es cierto.
Ella no quiere escuchar de él que la ama, eso ya lo sabe.
- Si, pero, en serio, ¿Cuántos meses? Entonces me besas y me hablas de la universidad. - bufa, apoyándose en su pecho y en una melodía lenta que sale de las bocinas instaladas en cada esquina. - eso es bastante frio.
- Solo estas asustada porque no sabes que será de tu vida en la universidad. Pero, déjame decirte un secreto. - susurra y le acaricia el cabello, llamando su atención.
- ¿Qué?
- Que yo estaré contigo todo ese tiempo.
- Tonto. - ella siente las lágrimas en sus ojos antes de que se derramen, mojando su perfecto rostro maquillado. Se queja, y Stefan empeora su perfección pasando su pulgar para quitar las lágrimas.
- Te necesito…
- ...tanto como yo te necesito a ti.
-FIN-