Título: Sal.
Fandom: Harry Potter
Autora:
lynethePersonaje/Parings: Neville Longbottom. Con pizcas de Neville/Hermione y Ron/Hermione.
Resumen: Ron pide la sal todas las mañanas. Y a veces, Neville simplemente se cansa.
Notas:Para Neville Longbottom,Gryffindor honorario, héroe indiscutible, que hoy cumple sus 29 años (¡Gracias,
x_cursive por recordárnoslo!). Pequeña viñeta, ambientada a fines de 5to año.
Sal.
Por Lyneth
-Eh, Neville, pásame la sal.
No es un pedido. Tampoco una orden, en verdad, sino más bien una afirmación, una frase en tono despreocupado dejada caer sobre la mesa del Gran Comedor como si fuera una cuchara o una copa de zumo vacía a la que nadie tiene por qué prestar la más mínima atención, salvo los elfos que la transportarán a la cocina para limpiarla en cuanto la hora del desayuno termine. De la misma forma, Ron pide la sal sin percatarse de que lo hace, mucho más concentrado en lo que sea que él, Harry y Hermione hayan estado discutiendo desde que llegaron, dando por sentado que en instantes aparecerá en su mano y él podrá seguir con lo suyo, olvidando por completo aquella breve interrupción. Y a Neville, aquel día, no le apetece que así sea.
Está cansado. No está seguro de qué, pero simplemente está cansado y aquel tono casual que asume que él obedecerá sin chistar revuelve algo en su interior. Tal vez sea el tocino, o tal vez lo que tragó aquella mañana cuando Ron imitó -una vez más- su último desastre en la clase de Encantamientos enfrente de sus compañeros de habitación. Todos rieron con ganas.
Neville viene tragándose cosas desde hace mucho, y de pronto siente unas ganas incontrolables de decir “No”, de afirmar, con tono seguro, “No, Ron, no te paso la sal. No es nada en contra tuyo pero, ¿es que no ves que el frasco está justo en medio de la mesa? Justo en el medio, compañero, a la misma distancia de tu mano que de la mía, pero supongo que es más cómodo si yo me estiro a buscarla por ti, ¿verdad?” Sí, eso estaría bien. “No soy tu elfo, búscate tú la jodida sal”
Pero se retiene. En primer lugar, porque sabe en el fondo que no hay en realidad motivos para hablarle así a Ron, que no ha hecho nada más que unos inofensivos chistes que de seguro no pretendían insultarlo. En segundo, porque es Neville, y es un maldito cobarde.
No podría decir jodida sal sin que le temblara el labio y lo sabe, por eso ni lo intenta. Aunque quisiera intentarlo, no lo haría. Aunque evocara cien mil pasillos desiertos con cien mil Hermiones besando a Ron apasionadamente contra un muro y se concentrara en ello con todas sus fuerzas, no podría. Ni siquiera podría quedarse callado y no pasarle la sal, porque hasta para eso es un cobarde y un incapaz.
No sabe cuándo empezó realmente a molestarle. Si aquella vez en que ella le había dicho que ya tenía cita para el baile y él asumió que esa cita era su mejor amigo, si la infame visita a San Mungo en la que había quedado tan expuesto y sólo quería escuchar lo que ella tenía para decir, o si el día en que, en tono burlón, Seamus le había pasado un brazo a Ron por encima de los hombros y dicho “¿Prefecto, eh? Apuesto que esas serán unas rondas interesantes”.
Y es que varias veces lo ha pensado: “¿No tengo derecho a sentir un poco de antipatía?”. Ron no había pedido desvelarse junto a ella cada noche, pero igual lo hacía y eso debía bastar para que Neville se mostrara siquiera distante con él de vez en cuando. Podría dedicarle una mirada de molestia cuando se levanta por las mañanas, haciendo un ruido de mil trolls con sus pisadas, o reírse un par de segundos más de lo estrictamente permitido cuando comete uno de sus desastrosos errores en Herbología. Pero ni siquiera eso puede hacer. Porque es un cobarde y un incapaz e incluso esos pequeños actos de rebeldía son demasiado para él. Porque su destino es ese, ser amable y condescendiente y buen amigo. Apartarse siempre a un lado y ser invisible, dejándole lugar a aquellos que sí tienen algo de voluntad.
-¿Neville?
-Ah, sí, perdona.
Mañana tras mañana, Neville le pasa a Ron la sal.