Cómeme con ganas- Tabla Shirilily
Tabla: Shirilily
Fandom: Harry Potter
Claim: Ginny Weasley/Cedric Diggory
Tema: #7 Cómeme con ganas
Nº de palabras: 369
Advertencias: AU. Like ever. Incoherencias varias.
Mientras la veía pasar camino al altar, vestida de un blanco resplandeciente que debería haberle sido vedado por la ley- porque era verdaderamente ilegal el modo en el que combinaba con su cabello rojo fuego-, Cedric Diggory no podía evitar morderse el labio inferior con una mezcla muy particular de culpa y deseo.
Porque la decisión estaba a punto de convertirse en inamovible, y Cedric no estaba muy seguro de si iba a poder soportarlo. ¿Iba a poder quedarse de brazos cruzados mientras Ginevra Weasley- diosa, hada, duende, rosa, musa, Venus, engendro de su imaginación, híbrido espeluznante entre todo lo que podía desearse de una mujer y todo lo que era preferible mantener lejos- se ataba para siempre a Harry Potter?
La respuesta era dolorosa y difícil, pero Cedric siempre acababa optando por un apocalíptico Si. Porque se conocía demasiado bien a si mismo, y conocía cual era el trasfondo de su rectitud: había ciertas cosas que le estaban vedadas, y obstaculizarse la felicidad a un hombre al cual la vida se había encargado de convertir en un hermano más que un amigo, era una de ellas. Cedric sabía perfectamente que en el momento de decir Yo me opongo, se quedaría sentado con la cabeza gacha y la sonrisa hipócrita en los labios, aunque por dentro le ardieran los intestinos como si estuvieran siéndole quemados con ácido.
Pero una cosa era decidir no oponerse, y otra muy distinta era tomar la determinación de dejar de desearla. Porque no podía evitar que la certeza de saber que nunca podría averiguar si esos labios rojos eran tan carnosos como se veían le afectara casi como un dolor físico.
Era eso especialmente lo que lo atormentaba día y noche: la seguridad de que nunca podría besarla. Cedric nunca diría que estaba enamorado de ella, ni mucho menos, pero los deseos de probar sus labios lo carcomían de un modo que sabía que no podía ser normal.
Cedric sabía perfectamente que era algo que nunca haría, pero no le faltaban ganas de saltarle encima y comérsela a besos Es que, después de todo… ¿acaso era ilegal no poder resistirse a una pelirroja vestida de blanco cuyos labios lo habían tentado desde tiempos inmemoriales?
Fandom: Harry Potter
Claim: Ginny Weasley/Cedric Diggory
Tema: #7 Cómeme con ganas
Nº de palabras: 369
Advertencias: AU. Like ever. Incoherencias varias.
Mientras la veía pasar camino al altar, vestida de un blanco resplandeciente que debería haberle sido vedado por la ley- porque era verdaderamente ilegal el modo en el que combinaba con su cabello rojo fuego-, Cedric Diggory no podía evitar morderse el labio inferior con una mezcla muy particular de culpa y deseo.
Porque la decisión estaba a punto de convertirse en inamovible, y Cedric no estaba muy seguro de si iba a poder soportarlo. ¿Iba a poder quedarse de brazos cruzados mientras Ginevra Weasley- diosa, hada, duende, rosa, musa, Venus, engendro de su imaginación, híbrido espeluznante entre todo lo que podía desearse de una mujer y todo lo que era preferible mantener lejos- se ataba para siempre a Harry Potter?
La respuesta era dolorosa y difícil, pero Cedric siempre acababa optando por un apocalíptico Si. Porque se conocía demasiado bien a si mismo, y conocía cual era el trasfondo de su rectitud: había ciertas cosas que le estaban vedadas, y obstaculizarse la felicidad a un hombre al cual la vida se había encargado de convertir en un hermano más que un amigo, era una de ellas. Cedric sabía perfectamente que en el momento de decir Yo me opongo, se quedaría sentado con la cabeza gacha y la sonrisa hipócrita en los labios, aunque por dentro le ardieran los intestinos como si estuvieran siéndole quemados con ácido.
Pero una cosa era decidir no oponerse, y otra muy distinta era tomar la determinación de dejar de desearla. Porque no podía evitar que la certeza de saber que nunca podría averiguar si esos labios rojos eran tan carnosos como se veían le afectara casi como un dolor físico.
Era eso especialmente lo que lo atormentaba día y noche: la seguridad de que nunca podría besarla. Cedric nunca diría que estaba enamorado de ella, ni mucho menos, pero los deseos de probar sus labios lo carcomían de un modo que sabía que no podía ser normal.
Cedric sabía perfectamente que era algo que nunca haría, pero no le faltaban ganas de saltarle encima y comérsela a besos Es que, después de todo… ¿acaso era ilegal no poder resistirse a una pelirroja vestida de blanco cuyos labios lo habían tentado desde tiempos inmemoriales?