CAPÍTULO 11, parte final
La comunicación de uno de los líderes del equipo amarillo llegó en mal momento.
Habían pasado unas tres horas desde que iniciaron la marcha. Todo estaba inusualmente solitario y tranquilo. Justo habían dejado de caminar para comer algo y darle un respiro a las piernas, cuando un sonido agudo proveniente del aparatejo en su oído, hizo que Broom soltara un improperio.
Luego oyó lo que uno de los suyos exclamaba con la respiración rápida. El sonido de fondo le hizo pensar a Broom que estaba movilizándose. «Está aquí, perseguía a un sátiro... Está huyendo hacia el río, ¡envenenó a mi compañero!». La voz estaba tan conmocionada por lo sucedido, que Broom solo pudo saber que se trataba de un varón; y que la bestia era venenosa. ¡Maldita fuera! Las venenosas eran mucho más problemáticas que las aladas…
-¿Quién está herido? ¿Cómo se encuentra?
-Zack. -un hijo de Zeus, Broom se tranquilizó un poco. Los divinos solían aguantar mejor ese tipo de cosas. Le hizo una señal a Ícaro, que estaba al otro lado del río, para que se pusiera en guardia. Jerry y Maya también lo hicieron. La comida totalmente olvidada... Broom siguió oyendo a Augusto, el hermano menor de Zack-. Está pálido, con mucho dolor, sudando frío...
-Ya sabes qué hacer con esas heridas. Sácale todo el veneno que puedas, cárgalo y baja. Llama a la retaguardia, para que se encuentren en medio del camino... -le recordó Broom, con paciencia, para tranquilizarlo.
Él también había dejado la comida a un lado y ya estaba en pie. Su lado caballo delataba lo ansioso que estaba al moverse de allá para acá, pero su voz seguía igual de calmada y segura.
-... Estoy siguiendo ahora mismo las órdenes -decía Augusto, más tranquilo en el tono, pero con la misma dificultad al respirar. Broom había hecho del mensaje una comunicación general, por eso los sonidos de fondo se intensificaron-. Le quité el veneno lo mejor que pude… Fue como una metralla que salió de su cola y le dio en el pecho. ¡Ya se esparció, y muy rápido!
Broom cerró los ojos mientras los demás en la comunicación preguntaban a Augusto por la situación... El pecho era casi que el peor lugar donde podía impactar un veneno de ese tipo. Cuando volvió a hablar, todos sus subordinados tomaron silencio.
-Recuerda, tranquiliza su corazón, que el pulso sea mucho más lento. Mantén su conciencia a flote, no lo dejes...
El sonido de unos ramajes moviéndose y la caída de nieve lo hizo mirar hacia el otro lado. Eso y un pequeño escalofrío en la espalda. La mantícora apareció a unos cien metros más al norte de donde ellos estaban.
Broom sintió como todo sonido se iba de sus oídos, porque estaba muy ocupado en sentir algo entre miedo y desconcierto. Eso no era una mantícora.
Él había visto tres en su vida, y ese ser no era como «las naturales». Tenía cuerpo de león pero, por más que estaba ensangrentado y sucio, Broom pudo ver que su pelaje no era rojo, sino amarillento. Además, en vez de cola de escorpión, tenía algo parecido a un cascabel que sonaba terrible, más bajo y amenazante que el rugido casi humano y femenino que profirió el ser.
Era más grande que cualquier otra mantícora que hubiera visto, pero también más… No sabría cómo decirlo, tal vez desproporcionada era la palabra. Dolorida, como si su cuerpo no fuera armonioso, como si los huesos y músculos no encajaran del todo; aunque no sabía precisar en qué. Fue eso lo que le hizo sentir ese desconcierto angustiado. Eso y la expresión en la cara de esa criatura. Era un rostro de mujer en el centro de una cabeza muy grande, para nada armónica. Estaba rodeada por cabello largo y grasiento y aunque su boca era demasiado grande y protuberante como un hocico, algo en su mirada le decía que ella fue humana.
… Todos se habían puesto en guardia, con sus armas al frente. Broom vio como dos estelas de agua iban hacia el monstruo, y eso fue lo que hizo volver a ponerle atención a su audición.
«… Zack dice que le debes ser el que vaya a la feria para héroes en Hawaii», decía Augusto, aún nervioso, pero de mejor humor... El rugido feroz de la bestia era femenino, joven, y ese cascabel terrible se movía ruidosamente tras ella, disparando dardos venenosos a diestra y siniestra. Broom relinchó para concentrarse y llamar la atención de su equipo. Con señales militares, indicó que Ícaro atacaría, Maya debía convertirse en una distracción, Jerry estaría en la retaguardia y Broom iba a...
La mantícora les dio la espalda. El centauro creyó que escaparía, pero la cola hizo un sonido terrible y fue como si parte de cascabel se desprendiera en el aire, como...
-¡Proyectiles! -gritó Broom.
Esas cosas, ¡crecían mientras iban hacia ellos!
Varios silbidos agudos invadieron el aire y, cuando las púas impactaban con los árboles o el suelo y las piedras, producían un sonido hueco, amortiguado por los dos gritos masculinos y un fuerte chapoteo. Jerry, el más cercano a la bestia, había sido herido. Broom había visto como dos de esas cosas impactaron en su espalda y en el costado.
Todos se movilizaron aún más rápido. Ícaro brincó varias veces, en saltos sorprendentemente largos e ingrávidos. Broom corrió aunque sus patas se resbalaban un poco en la agua nieve. Cuando llegó a las arenas y piedras de la orilla del río semi-congelado pudo ir más rápido.
La náyade se adelantó a ellos velozmente, rodeada de una estela ovoide de agua. Se puso frente a Jerry, que intentaba ir hacia la orilla. Ella sacó la mitad superior de su cuerpo del río, acompañada de la fuerza del agua; como si fuera un géiser. Apareció en segundos, como una silueta de mujer modelada en la espuma y el agua. Maya movió sus manos frente a ella en un barrido fluido, como si bailara... Y el río se convirtió en su pareja al moverse en una gran ola que impactó con fuerza en la mantícora. Ella y Jerry empezaron a retroceder mientras Maya insistía en impactar a la criatura con esas enormes y antinaturales olas, para mantenerla alejada.
El bramido del río ahogó los gritos de la mantícora.
Llegando a su altura, Broom dijo al comunicador: «Amarillo, a nuestra posición» antes de apagarlo. Pudo ver como el rastro de sangre en el agua se incrementaba cuando los dos centinelas acuáticos llegaban a su orilla.
-¡Llévalo a la retaguardia! -gritó Broom.
Maya dejó de hacer las olas y puso a Jerry en la posición necesaria para nadar por los dos.
Broom creyó oír rezongos del ofídico, pero no hizo caso. Estaba muy ocupado maldiciendo el frío al internarse en el agua y teniendo sus brazos listas para atacar cuando fuera necesario.
Ícaro ya estaba en el lugar de los acontecimientos y había saltado, con su poder antigravitacional, para ponerse en pie sobre una gruesa rama de un árbol muy alto. Así tenía un mejor ángulo para tirar flechas con su ballesta. En el mano a mano jamás tendría oportunidad contra la criatura.
La caída de la nieve al suelo, por el peso extra del joven; alertó a la mantícora que pudo ponerse en pie del charco de agua en que estaba. Fue hacia él y, aunque Ícaro dio en el blanco tres veces (los gritos de la mantícora le hizo posible contar), ella siguió corriendo hacia el árbol.
Broom nadaba con su lado caballo, el dolor del agua muy fría y con hielo casi lo hacía perder el aliento. Sin embargo, cargó su arco con dos flechas y tiró. Aunque dio en el blanco, no evitó que la mantícora chocara con la cabeza y toda su potencia en el tronco del árbol donde estaba Ícaro. Éste se tambaleó, pero no cayó hasta después del segundo golpe.
La bestia quiso arremeter sobre su presa, pero Broom evitó que se acercara a Ícaro con dos flechas que dieron en el suelo nevado, entre la mantícora y su centinela.
Ícaro estaba golpeado en el hombro de su brazo dominante. No podía usar la ballesta, pero sí ponerse en pie y saltar de nuevo.
Broom ya estaba llegando al lugar, y tiró dos flechas más, esta vez hacia la criatura.
La mantícora dio un paso en falso. La magia empezaba a funcionar. Solo era un sedante potente, pero eso tuvo un extraño efecto en ella. Dio un grito, como si se sintiera en total pánico. Desplegó las alas y empezó a correr hacia el noroeste, por una empinada ladera, sin dejar de gritar... Broom estaba seguro que había dicho algo muy parecido a «¡No; otra vez, no!» antes de emprender la huida...
«¿Qué diablos es eso?» pensó el héroe, ansioso. «¡Las mantícoras no hablan!». Estaba cada vez más convencido de que el monstruo en esa historia era el alquimista que la creó...
Ícaro ya estaba a la par de él, en la rama del árbol más cercano. No se veía demasiado dolorido, por lo que le ordenó ir tras la criatura. Él saltó hacia más arriba, y se lanzó de una copa en otra, mientras Broom hacía un par de llamadas con su comunicador.
Se estaban adentrando a territorio extraño, pero primero en el Tártaro que dejar a ese ser tan sufriente en manos de otros que no fuera él. Sin perder más tiempo, el centauro se adentró en la espesura, siguiendo a la bestia en su carrera. Sus gritos de dolor hacían más fácil localizarla con el oído.
Y justo cuando estaban por perderla de vista, empezaron los aullidos.
Los licántropos la habían interceptado.
-o-
Ícaro y Broom llegaron al lugar cinco minutos después de oír esos primeros aullidos. El Héroe casi que lo hizo escalando gracias la dificultad del terreno, y el otro esperó por sus instrucciones.
Sin embargo, por lo que vieron en el claro, era como si hubieran tardado mucho más. Los licántropos ya tenían a la mantícora en el suelo, con la panza expuesta. La mantenían controlada entre cinco de ellos, mientras el sexto iba a por su cuello.
Por las marcas en la nieve, Broom pudo ver que la pelea fue intensa, pero solo en ese lugar. La habían reducido rápido, aunque ella no se daba por vencida.
La mantícora estaba fuera de sí. Se movía de tal manera que, por más que estuviera herida por garras, con hechizos de sueño y con sus extremidades tomadas por licántropos convertidos, parecía que en cualquier momento se soltaría. Sin embargo, lo que más impresionaba, posiblemente a todos, era que gritaba de tal manera que Broom estuvo seguro que ella era humana a pesar de su cuerpo.
El olor de su miedo lo hizo corcovear. Por eso, no lo pensó dos veces antes de levantar su arco, tirar una flecha al que la iba a ultimar y gritar a la vez:
-¡D.S.I, no la maten!
El licántropo al cual le había disparado en el hombro fue hacia él, gruñéndole con furia, aunque el sueño le iba ganando partido rápidamente.
-¡La necesitamos con vida, no-la-maten! -insistió el héroe.
Broom dejó la posición de ataque con el arco, por más que el tipo que tenía una delgada flecha clavada en el hombro, iba aún hacia él. Era un lobo de pelaje oscuro, relativamente bajo pero muy musculoso y furioso...
Los cinco que controlaban a la mantícora no se decidían por qué hacer, hasta que el licántropo que iba hacia Broom cayó al suelo, rendido por el hechizo. Todos se sobresaltaron y uno de ellos quiso arremeter contra Broom. Varios disparos de la ballesta de Ícaro impactaron en la tierra entre el héroe y aquel, advirtiéndole.
-¡Es solo un hechizo sedante, nada más! -gritó el centauro- Soy Broom Mustang, héroe del asentamiento de Canadá. -se mantuvo tranquilo, con los brazos extendidos a los lados-. Necesitamos a la mantícora con vida. Voy a dispararle más de las flechas con hechizos...
Los licántropos, sin la ayuda del que fue a ver a su compañero herido, tenían problemas para controlarle la cola. En un movimiento rápido, ésta se movió y disparó algunos de sus dardos venenosos. Broom se movió lo más rápido que pudo cuando vio su intención pero, aunque le dio con las dos flechas, no pudo evitar el ataque.
Dos licántropos y alguien entre los árboles, fueron heridos. Éste último salió de la espesura hacia ellos. El lobo blanco miraba su herida en el muslo sin importarle mucho.
Broom supo que era Acontes de Acadia no solo porque lo reconocía, sino porque todos los licántropos se pusieron alerta, con la atención puesta en él.
-¡Solo la inmovilizaremos, como él dijo! -les exclamó este, con su voz cavernosa.
Pero no era necesaria la orden. La mantícora ya había caído rendida.
Broom bajó el arco, sonriendo para sí al sentir una leve subida de emoción por la victoria... Cuando terminara con eso, esperaba poder darse un regaderazo caliente (Su parte caballo estaba doliéndole del frío), comer y dormir. Sin embargo, prendió su comunicador.
-Localicen mis coordenadas. La mantícora ha sido reducida. Necesitamos antídoto global de venenos, las redes y jaula... Jerry y Zack, ¿cuál es su status?
… Ya luego tendría tiempo para pensar en él mismo cuando se retirara.
-o-
Más o menos una hora después Broom pudo, por fin, sentar su enorme trasero de caballo en una roca lisa, vestido con un recambio de ropa seca. Los lobos y sus centinelas ya se estaban haciendo cargo de todo. ¿Qué otra cosa iba a hacer? Esos licántropos eran de lo más territoriales, y casi que enseñaban los dientes si alguien insistía en ayudar. Mejor no meterse en problemas con ellos; de todos modos, aunque Broom y su gente protegía todo el asentamiento, jamás iba a poner en duda que los licántropos hacían y deshacían en su hogar y alrededores. Nunca había tenido problemas de importancia con ellos, los dejaba hacer.
-¿Bebida caliente? -le preguntó Maya, pasando junto a él con vasos y bebidas que habían traído las licanas.
-No tienes idea de cuánto lo agradezco -dijo, y tomó la gran taza en las manos.
Acercar el rostro al vaho caliente lo hizo sentir solo un poquito mejor. Broom no estaba herido, pero se sentía desmejorado. La peor parte había sido el agua y ropa congelada. El cansancio que sintió cuando ya todo estuvo hecho le corroboraba, de nuevo, que estaba más que listo para retirarse. Aunque a Broom le hubiera gustado poder decir que había logrado completar la misión sólo con su equipo, no temía reconocer que no había sido así. Le sabía a media victoria, y tenía hambre de una de verdad.
Era un mal momento para el D.S.I. canadiense, y no por la cantidad de situaciones terribles que habían pasado en tan pocos días. Desde lo de David, y con Atenea haciéndose cargo de varios aspectos alrededor de esa muerte; parecía que no lograban hacer su trabajo por sí mismos, y Broom no podía dejar de sentir que su cansancio personal reflejaba a su gente de alguna manera...
Levantó los ojos y miró al lobo blanco que se acercaba. Acontes tenía un dardo venenoso en la pierna, pero ya le habían dado una dosis del antídoto y sólo estaba esperando a que el coso se secara, para poder arrancárselo de la piel. El licántropo era grande y alto, de pelaje prístino como esa nieve que lo cubría todo y con los ojos tan azules y claros como el cielo.
Mientras esperaba su llegada, Broom tomó un sorbo y no le importó quemarse un poco la lengua... Esa cocoa estaba deliciosa. Acontes le tendió su zarpa amistosamente.
-Acontes de Acadia. ¿Me recuerdas? -comentó éste, con tono grave.
El centauro le dio la mano y se saludaron. La aspereza de las almohadillas le hizo cosquillas.
-Claro que sí, si te di la bienvenida cuando llegaste a esta zona. Estoy viejo, pero no senil -aseguró, con un gruñido algo descontento.
Acontes sonrió. Hacía tiempo que no recordaba la bienvenida-amenaza que le dio Broom unos sesenta años antes... Iba a comentarlo pero, desde el bosque y a la espalda del centauro, apareció una mano con una manzana en ella. Cuando Broom miró, algo asustado, la dríade salió de detrás del árbol y se la tendió con una sonrisa.
El héroe la tomó con una sonrisa sincera. Era una de las que se habían encontrado con la mantícora. Las dríades solían ser así de agradecidas, dando pequeños detalles como ese... O el coqueteo de sus caderas al internarse de nuevo en el bosque y la mirada que le envió, invitándole a más. Pero Broom negó, mordiendo la dulce manzana. Por ese tipo de cosas, la situación con los sátiros y las violaciones a dríades no cesaban. Ellas creían que sexo era lo único que podían ofrecer...
Acontes ignoró por completo a la dríade y retomó la conversación.
-Ya está todo listo para que llevemos a la criatura a la puerta H.
-Gracias por el apoyo -dijo Broom, algo desganado.
El lobo percibió el recelo en el aire, pero eso no lo amedrentó.
-No hay de qué. Aunque me hubiera gustado que nos dijeran desde antes que ese ser estaba cerca de nuestro territorio.
Broom dejó de beber para mirarlo con el ceño fruncido, y quiso recordarle que ese tipo de cosas eran trabajo del D.S.I... Pero también reconoció que la información podría haber ayudado a que las dríades y los sátiros se pusieran a cubierto. Además, si hubiera tomado a los licanos como aliados bajo sus órdenes, habría sido mejor que tener que disparar a un acólito por no saber la orden de no matar.
-Tiene razón. Debí pedir que sus patrulleros se pusieran bajo las órdenes del D.S.I. por su interés personal. La próxima vez lo haré -respondió Broom, aún algo de malas, pero práctico.
A Acontes no le hizo gracia esa acotación, por más que sabía que según las leyes de Astrea, era lo legal: «Se puede dejar la responsabilidad de búsqueda, captura o asesinato en las manos de un interesado en la situación; siempre y cuando… a) esté bajo órdenes del encargado del panteón de dicha responsabilidad»... etc.
… Acontes se sentó al lado de Broom.
-Entonces, ¿Qué Tártaro es esa cosa, de todas maneras?
-Una mantícora.
-No sabía que últimamente vinieran tan feas.
-Creemos que antes era humana.
-... ¿No es eso un poco improbable? -se extrañó Acontes- ¿No que las mantícoras no son híbridos solo... mantícoras? ¿Enojó mucho a algún Dios?
Broom no estaba seguro de si debería compartir información con él. Pero consideró que era el líder de los lobos de Astrea, un abogado del Panteón. Además, debió alertarlo de que una bestia come personas estaba cerca de su territorio... Se dijo de que, de cierta manera, le debía ser amable con él.
-Mató a un héroe y ha masticado a unas cuantas personas -contestó.
-... ya veo. ¿Alguien importante?
-David Stiga, entre otros.
-No lo conozco.
-No era muy conocido, el Mensajero Alado solo le dio una hoja a su esquela. -el centauro movió la cola de nuevo, y sus patas delanteras rascaron la nieve en un gesto involuntario. A cualquier ser con cuatro patas en vez de dos le causaba un poco de aprensión estar cerca de un licántropo... Reminiscencias de la lucha desigual entre herbívoros y carnívoros, posiblemente-. Pero era uno de los héroes más apreciados por Atenea, aunque fuera muy nuevito. Por eso es tan importante. -Acontes le miró con atención, esperando más y Broom le complació-: Esta bestia era antes una humana, pero fue transformada por un alquimista; y creemos que atacó a David por encargo de un tercero... Es todo un rollo muy turbio.
Y tomó otro sorbo de la cocoa... Empezó a nevar tenuemente.
Acontes irguió las orejas y miró atentamente en dirección a la enorme jaula mágica donde tenían encerrado al monstruo. Lo estaban cargando entre cinco de los suyos en ese momento, para transportarlo hasta la «Puerta H» en el cobertizo de su finca. La mantícora estaba sedada y acurrucada en un ovillo de cuerdas, su aspecto era aún más repelente. Ícaro estaba sentado sobre la jaula y, con su poder, hacía menos pesada la carga.
El centauro miró hacia ellos. El joven centinela también tenía la misión de hacer posible que la puerta abriera hacia el cuartel general... Donde le esperaba a Broom mucho papeleo e informes de todo tipo... Comió de la manzana, algo enfurruñado.
Acontes trató de hacerse el desinteresado, y preguntó:
-¿Por qué alguien querría matar a un héroe de Atenea sin más? Es suicidio directo.
-Lo siento, no puedo hablar de eso por el momento -comentó el centauro, y tragó antes de llevarse a la boca lo que quedaba de manzana.
Tampoco era como si pudiera decir mucho. Atenea se hacía cargo de todo sin informarle mucho a él... Pero su misión estaba hecha. Su señora estaría complacida con la captura, después de tantas muertes. Tenían al monstruo en su poder y el I.M.I sacaría información de su mente torturada. Cualquier cosa que esa mujer bestial pudiera decirles o darles, así fuera una simple imagen, sería de mucha utilidad. Esperaba que gracias a eso, Atenea por fin hablara con él de cómo iban sus avances. No le gustaba estar en la sombra sobre situaciones que concernían a su asentamiento...
Broom se puso en pie, listo para seguir el camino de la jaula. Acontes lo siguió en el movimiento.
-Así que... ¿Están funcionando bien mis muchachos en eso de «proteger y servir»? -preguntó, como quien no quiere la cosa.
Mucha de su descendencia no seguía el negocio familiar de la abogacía. No eran pocos los que se iban por profesiones más bélicas.
-Que yo sepa, bastante. Los que trabajan para mí son muy profesionales. Los entrenaste bien.
-Gracias. ¿Muchos están en el D.S.I? ¿Los tienen en buena estima?
-Casi todos los licanos que tenemos en nuestras filas son tuyos, los otros prefieren estar en la armada de Ares y Artemisa, donde hay más acción. Tú mejor que nadie sabes qué útiles pueden ser. -lo miró y sonrió, con cierto gesto paternal-. Si quieres detalles, pide copias de los informes oficiales, sería más fácil. Estás en tu derecho, eres supervisor de la manada, de todos modos.
Acontes sonrió. ¿¡Cómo no lo había pensando antes!? ¡Atenea prácticamente ya le estaba en deuda! El pulso del licántropo se aceleró.
-Está bien, gracias -dijo, perdido en sus pensamientos.
Casi habían llegado al patio trasero de la escuela de la manada, cuando Broom decidió aliviar la preocupación que había ocupado su cabeza por esos minutos.
-¿Ustedes también se ocupan del derecho laboral del Panteón, verdad? -Acontes le miró amablemente y asintió, Broom se relajó y añadió-: ¿Puedo hacerle una pregunta sobre mi pensión...?
Nota: Perdón por subirlo un día después. Como algunos saben, no tengo seguro el acceso a internet, además estuvimos con reformas en el techo… Y lluvias. Ayer fue en el día de limpiar y recoger post-diluvio. Dicho esto, ¿Qué les pareció este final o el capítulo 11 en sí? ¡
melisa_ram y yo esperamos comentarios con ilusión!
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