Pareja: MatsuMiya
Clasificacion: 17+
Los secretos pueden ser malos, pero conocerlos puede ser muy bueno. Despues de todo, el secreto de Sho y Aiba es demasiado bueno para ser cierto... ¿o no?
Notas de la autora: Otro fic *wii* Me tarde mucho, iba a postearlo el sabado. Yo estaba ahi acostada y de pronto llegó la inspiración. Era una idea tan buena que comencé a escribirla en mi iPod *nunca lo volveré a hacer, no puedo ver lo que escribo*
Creo que quedó bastante decente *bueno el final falló un poco, pero que se le va a hacer Pues arreglarlo cabeza hueca* Espero que les guste
Tengo otra idea producto de mi mente de fangirl... probaré escribir un fic triste por primera vez en mi vida *Naaa, si he escrito fanfics tristes*
Nota personal: tengo que dejar de postear cosas tan tarde en la noche
Ja ne!
PD: AMO ESCRIBIR MATSUMIYA!! x3 *Posteado originalmente en ArashiFantasyBoyx*
PD 2: Hay más fanfics
aqui :3
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Jun sabía que debía darse prisa si quería salir del lugar pronto. Prácticamente se lanzó corriendo al pasillo, rumbo a la sala de ensayos, y una vez ahí corrió al vestidor con la intención de abrir de golpe la puerta, sin embargo su mano se congeló a mitad del camino.
Jun miró a su alrededor, buscando la fuente de ese sonido, convencido de que había escuchado algo pero sin querer admitir que había sido. Era un sonido ahogado, uno que Jun había escuchado algunas veces, generalmente cuando sus citas terminaban bien.
Un gemido proveniente de la habitación frente a él se dejó escuchar de nuevo y por un momento la mente de Jun se puso en blanco.
“Demonios” maldijo mentalmente.
Normalmente Jun se habría alejado de la habitación y habría dejado que quien fuera que estuviese dentro siguiera divirtiéndose, sin embargo reconocer ese sonido en ese momento y en ese lugar no le agradaba. Todo porque sabía quien estaba dentro.
-Jun, ¿por qué demonios tardas tanto?- gritó Ninomiya a sus espaldas, entrando de pronto a la habitación. Jun lo miró, sobresaltado, mientras el mayor se acercaba a él- Solo tenías que buscar a Sho y a Aiba, ¿es eso muy difícil?
-Creo que deberíamos irnos sin ellos- dijo Jun empujando a Nino de regreso.
-Por favor Matsumoto, déjate de tonterías que tengo hambre- Nino se soltó de su agarre y caminó hacia la puerta.
-No Nino, es que no entiendes- Jun trató de detenerlo en vano.
Entonces otro gemido proveniente de la habitación hizo que Nino se detuviera en seco. Jun pudo ver como la expresión molesta de Nino se tornaba en una de sorpresa y después en una de shock. Nino volteó a verlo boquiabierto y Jun no pudo más que encogerse de hombros, incómodo.
-Creo que mejor nos vamos sin ellos- consiguió decir Nino por fin, mirando de reojo la puerta. Jun asintió y comenzó a caminar hacia la salida con Nino pisándole los talones.
Al salir de ahí descubrieron a Ohno estaba esperándolos.
-¿Dónde están…?
-No quisieron venir- interrumpió Nino la pregunta del líder- Vámonos, de verdad tengo hambre.
La comida fue, sobra decirlo, bastante incómoda. Nino y Jun evitaron todo el contacto y respondían con simples monosílabos a las preguntas de Ohno, quien no estaba seguro de si quería saber qué pasaba.
Al final volvieron a la sala de ensayos entre un silencio incomodo, Nino y Jun deseando no estar ahí e intentando pensar en una escusa para evitarlo. Al llegar descubrieron a un muy sonriente Aiba esperándolos, completamente ajeno a la ansiedad que invadía a sus compañeros. Jun no pudo evitar notar que su cabello estaba ligeramente revuelto y que los botones de su camisa estaban mal abrochados.
-Chicos, ¿dónde estaban?-les preguntó apenas cruzaron la puerta- Sho-chan fue a buscarlos para ir a comer.
Nino y Jun intercambiaron miradas mientras Ohno miraba confundido a Aiba.
-Nosotros acabamos de volver de comer- dijo el líder- Nino y Jun dijeron que ustedes no querían ir.
-Pero si nunca nos preguntaron nada- dijo Aiba, desconcertado. Ohno miró al par enarcando la ceja.
-Fue culpa de Jun- dijo Nino, su voz un tanto aguda debido a los nervios- Él dijo que ya les había preguntado.
-¡¿Mi culpa?! Tú eras el que se estaba quejando de que ya tenía hambre- dijo Jun cruzándose de brazos.
-Tú fuiste el que sugirió que nos fuéramos sin ellos…
-Está bien chicos- los interrumpió Aiba, ligeramente avergonzado- De cualquier forma no tenemos hambre.
Nino tuvo que contener un suspiro mientras Jun asentía. En ese momento se abrió la puerta y las miradas de los cuatro se concentraron en el recién llegado.
Los ojos de Nino recorrieron a Sho de pies a cabeza sin conseguir descubrir algo inusual en él, haciéndolo sentir molesto. Jun parecía haberlo notado también porque soltó un suspiró de frustración.
-Oh, aquí están- dijo Sho, ignorante de los pensamientos de sus compañeros- Entonces, ¿nos vamos?
-Parece que ellos ya comieron, Sho-kun- dijo Aiba sonriendo levemente. Sho suspiró pero le devolvió la sonrisa.
-Entonces creo que debemos seguir ensayando ¿no?
-Claro- coincidió Ohno, mirando dubitativo a los dos más jóvenes que en ese momento intentaban evitar todo contacto. Pronto los tres mayores se dirigieron al otro lado de la habitación mientras Nino y Jun intercambiaban miradas de desesperación.
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-Sabía que estaban saliendo- se quejó Nino esa noche mientras Jun lo llevaba a casa- pero nunca pensé que estuvieran haciendo esas cosas mientras nosotros estábamos por ahí.
-Técnicamente no estábamos ahí- dijo Jun, sonando incomodo.
-Gracias a Dios- suspiró Nino- No quiero imaginarme lo que estarían haciendo allí dentro.
-Yo tampoco Nino- dijo Jun cortante- Así que por favor deja de hablar de eso.
-¿Crees que debamos decirle a Oh-chan?- preguntó Nino, pensativo. Jun mordió ligeramente su labio.
-No- decidió pronto el menor- No tenemos pruebas y esto realmente no nos está afectando…
-Así que esperaremos que sea un problema- suspiró Nino- Ojalá que no sea más de lo que podemos manejar.
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La siguiente semana se le hizo eterna al par y es que no pudieron evitar estar al pendiente de los movimientos de Sho y Aiba.
Cada mirada, gesto o salida sospechosa hacia que Nino y Jun intentaran evitarlos a toda costa y terminara siendo imposible seguir ensayando. Ya era bastante normal verlos sentados en una esquina, discutiendo en voz baja algo mientras miraban de reojo a los otros tres.
-Oh-chan, ¿tienes idea de que está pasando?- preguntó Aiba, evidentemente preocupado. El líder negó con la cabeza y suspiró.
-Solo espero que no dure mucho- murmuró Sho- O no podremos terminar la coreografía para la próxima presentación.
-Hay que darles un poco de tiempo- dijo Ohno con calma- Ninguno de los dos nos dirá que ocurre, así que no ganamos nada con preguntar.
Sho y Aiba asintieron antes de tomar sus cosas y dirigirse a la salida. Nino y Jun los siguieron con la mirada hasta que salieron de la habitación, haciendo suspirar a Ohno.
-¿Podemos admitir que esto nos está afectando ya?- preguntó Nino mientras se dirigían al estacionamiento más tarde. A su lado Jun solo gruñó.
-¿Y qué vamos a hacer? No es como si pudiéramos hacer que dejaran de verse.
-Pero por lo menos podemos hacer que dejen de hacerlo aquí… Me están poniendo los pelos de punta- Nino tembló ligeramente.
-¿Escuchaste eso?- preguntó Jun, deteniéndose en seco. Nino lo miró frunciendo el ceño e iba a preguntarle de que hablaba cuando lo vio.
Frente a ellos estaban Sho y Aiba, las manos del menor rodeando el cuello de Sho y sus labios ocupados con los del otro. Ninguno de los dos parecía haberse dado cuenta de la presencia de sus compañeros.
Pese a que ni Jun o Nino quería ver eso, ninguno de los dos se movió. Fue solo hasta que las manos de Sho se movieron al trasero de Aiba que Jun prácticamente salió corriendo del lugar. Cuando Nino se dio cuenta salió tras de él.
-¿Necesitas otra prueba, Matsumoto?- refunfuñó Nino- Esa imagen se va a quedar grabada en mi mente… No creo poder verlos a la cara de nuevo y esto seguramente va a causarnos problemas…
-Nino hazme el favor de callarte- gritó Jun, sonando diferente. Nino lo miró molesto y le hubiera reclamado algo de no ser porque se percató del sonrojo que cubría las mejillas de Jun. Inconscientemente los ojos de Nino descendieron hasta la entrepierna de su compañero.
-Jun… tú…
-¡Cállate!- repitió Jun, prácticamente corriendo hasta su auto.
Y mientras Nino lo observaba alejarse pudo sentir como sus mejillas se teñían de rojo.
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Tuvo que transcurrir otra semana antes de que Jun admitiera que esto le estaba afectando. Ahora no solo evitaba a Aiba y a Sho sino que también comenzó a evitar a Ninomiya. Bastaba con que el otro diera un paso en su dirección para que saliera corriendo al otro lado de la habitación.
Esto no le agradaba a nadie pero Nino era el que peor lo estaba tomando, ya que Jun era el único que sabía como se sentía en esos momentos (de habérselo contado a Ohno este se habría dado cuenta de que no era la única razón por la que estaba molesto).
Para empeorarlo todo, Sho y Aiba parecían estarse volviendo menos tímidos con respecto a su relación. En los últimos días la mano de Sho apareció muchas veces en los hombros de Aiba y también Aiba adquirió la manía de susurrarle a Sho al oído cuando no quería que los demás escucharan. Y también continuaban con sus “encuentros” tras los ensayos.
Eso hacía que Jun y Nino se sintieran aún más incómodos de lo que ya estaban, sobretodo porque descubrieron que no precisamente les desagradaba. Una vez Jun estuvo a punto de entrar al baño mientras Nino estaba ahí cuando este había ido a atender sus “necesidades”, sobra decir que después de eso su necesidad de evitarlo fue aún mayor.
-¡Esto se está volviendo ridículo!- gritó Sho un día a mitad del ensayo- ¿Hasta cuándo planean seguir comportándose así?
Nino levantó la mirada y la dirigió hacia el otro lado de la habitación, donde estaba Jun, antes de encogerse de hombros.
-¿Ni siquiera van a decirnos qué pasa?- preguntó Aiba- Saben que si tienen un problema podemos ayudarlos…
-Es que no es precisamente un problema que queramos que resuelvan- dijo Nino con voz seca.
-¿Pero no creen que al menos merecemos una explicación?- gruño Sho, cruzándose de brazos. Jun bufó y miró hacia otro lado.
Por supuesto, el humor de Sho no mejoró después de eso así que Aiba se acercó a él, con una sonrisa y palmeó su hombro. Y otra vez el brazo de Sho terminó en los hombros de Aiba mientras le devolvía la sonrisa, pero Nino supo que había algo extraño en todo ello. Sus temores se confirmaron cuando “casualmente” la mano de Sho se deslizó a la cintura de Aiba y entonces este le susurró algo al oído de nuevo.
Nino descubrió que no era el único mirando a la pareja, Ohno y Jun los miraban frunciendo el ceño; uno confundido, el otro ligeramente alarmado. Claro, Nino sabía que generalmente cuando ellos se ponían cariñosos era porque estaban planeando quedarse después del ensayo, y por supuesto, Nino no pudo evitar imaginar que harían.
De pronto Jun se puso de pie y salió de la habitación rápidamente, ante la mirada confundida de los demás. Nino suspiró, sabía que eso pasaría tarde o temprano.
-¿Saben? Tal vez después de esto consideren ser más discretos- dijo mirando a Sho a los ojos- Si sabes a lo que me refiero…
Nino pudo ver como su compañero se sonrojaba antes de salir de la habitación en busca de Jun. Tuvo que recorrer todo el edificio antes de poder hallar al menor en una de las oficinas del último piso. Sin embargo, por los sonidos provenientes del interior, Nino estuvo seguro de que no le iba a gustar verlo ahí.
La posición en la que se encontraba podría haberle parecido graciosa a Nino en otra ocasión: su mano izquierda estaba apoyada en el escritorio mientras que la otra desaparecía entre su ropa. Tenía los ojos ligeramente cerrados y su pantalón estaba a punto de caerse.
La puerta chirrió levemente cuando la abrió, sobresaltando a Jun.
-Tranquilo, soy yo- dijo Nino un poco agitado.
-¿Y eso por qué habría de tranquilizarme?- preguntó el menor intentando cubrir su entrepierna, completamente sonrojado.
-Tienes razón, lo lamento
-No quiero que lo lamentes, quiero que te largues.
-Tú tampoco puedes olvidarlo, ¿verdad?- dijo Nino mirándolo a los ojos. Jun no pudo sostenerle la mirada- Cada vez que los ves juntos recuerdas todo lo que escuchaste, lo que viste…
-Nino…- la voz de Jun sonaba amenazante, pero el temblor en sus manos lo delataba.
-¿Te has preguntado que tanto hacen?- preguntó, intentando sonar casual- Creo que en el fondo Sho es una persona muy sádica…
-Basta- dijo Jun con voz casi suplicante- Quiero que te vayas
-No, no quieres eso- rió Nino negando con la cabeza
-¿Y por qué no?- preguntó Jun, molesto. Nino esbozó una sonrisa socarrona.
-Porque si lo hago tendrás que encargarte de tu problema tú solo- dijo.
Jun parpadeó sorprendido, considerando todas las implicaciones de esa frase, y una vez que lo entendió se vio aun más avergonzado de lo que ya estaba. Claro, eso fue antes de descubrir el bulto en los pantalones de Nino.
-Sí, creo que yo también necesito tu ayuda…- dijo Nino al descubrir su mirada- No sé que fue peor, verlos a ellos manosearse o a ti casi desnudo…
-Oh por favor, creo que ambos sabemos que lo disfrutaste- dijo Jun poniendo los ojos en blanco. Nino rió.
-Por supuesto que sí- dijo- pero hasta donde yo sé no es igual hacerlo solo…
-Entonces cierra la puerta y ven aquí- le ordenó Jun mirándolo a los ojos. Nino asintió y se dio la vuelta, entonces Jun escuchó el seguro de la puerta haciendo clic.
Jun trató de respirar con calma mientras Nino se acercaba a él y lo empujaba contra el escritorio, arrojando la mayoría de las cosas sobre este al suelo.
-¿Estás seguro de esto?- preguntó Jun en voz baja. Nino se encogió de hombros, ligeramente sonrojado.
-¿Y por qué no?- dijo- Si ellos pueden, nosotros también...
-Pero Nino, nosotros no…- Jun se interrumpió a mitad de la frase cuando sintió la lengua de Nino recorriendo su cuello.
-Menos charla y más acción- dijo Nino sonriendo- Luego nos ocuparemos de eso.
Jun sonrió y su mano se dirigió rápidamente a la entrepierna de Nino. El mayor no pudo evitar jadear ante el contacto, ganándose una sonrisa de satisfacción por parte de Jun.
Rápidamente Jun desabotonó el pantalón de su compañero y comenzó a acariciar lentamente su miembro por encima de la ropa mientras Nino succionaba su cuello.
-Dejas una marca y te juro que te mato…- jadeó Jun al sentir la lengua de Nino bajando por su cuello. El mayor no respondió, simplemente soltó una risita y comenzó a desabotonar su camisa.
-¿Tienes prisa?- preguntó Nino contra el pecho de Jun. Este se encogió de hombros.
-Seguramente creerán que ya nos fuimos.
Nino sonrió levemente y miró a Jun a los ojos, luego se inclinó poco a poco hasta que sus labios encontraron los de su compañero. El beso fue bastante tímido al principio, pero después de que pasó la sorpresa inicial se volvió más pasional, casi salvaje. Las manos de Nino se detuvieron en la cintura de Jun mientras movía las caderas hacia adelante, provocando fricción en sus entrepiernas.
Los gemidos no paraban de salir de sus labios. Jun tenía los ojos entrecerrados y su respiración estaba entrecortada, unos mechones de cabello caían sobre sus ojos y ligeras gotas de sudor comenzaban a cubrir su rostro. Con todo eso, Nino no pudo evitar pensar que era realmente sexy.
De pronto la mano de Jun se introdujo en su ropa interior, tomando su miembro erecto y comenzando a frotarlo, provocando que Nino casi cayera sobre él.
-Argh Jun- jadeó clavando su frente en el hombro de Jun.
-¿Es diferente?- preguntó el menor, sintiendo como la mano de Nino bajaba por su cintura. Nino rió levemente.
-No lo sé- dijo con voz entrecortada, desabrochando el pantalón de su compañero y frotando su miembro- ¿Lo es?
Jun no respondió, en su lugar se acercó de nuevo al rostro de Ninomiya y mordió su labio levemente antes de besarlo. Durante algunos minutos se dedicaron a atender la entrepierna de su compañero, gimiendo levemente en el beso.
-Voy a correrme- dijo Nino acelerando el movimiento sobre el miembro de Jun, hasta que ambos se corrieron en la mano del otro.
Pasó un tiempo antes de que los dos recuperaran su aliento y comenzaran a arreglar su ropa.
-Maldita sea Nino- dijo Jun mirándose en el reflejo de la ventana- Te dije que no dejaras marca.
-Tú dejaste mi labio hinchado- dijo Nino tocando levemente su labio inferior. Jun lo miró molesto mientras Nino se encogía de hombros- Estamos a mano.
-No diremos nada de esto, ¿cierto?- preguntó Jun mientras intentaba esconder la marca con su camisa.
-Por supuesto que sí- dijo Nino serio- “Chicos, Jun y yo acabamos de tener sexo en la oficina porque nos prendió el hecho de que Aiba y Sho hayan estado haciéndolo en la sala de ensayos”
-Muy bien, ya entendí- dijo el menor sonrojándose- Vámonos, no sé de quién sea esta oficina pero no creo que le agrade encontrarnos aquí.
Nino asintió y abrió la puerta, dirigiéndose de inmediato a la sala de ensayos. Caminaron en silencio, perdidos en sus pensamientos, pero de vez en cuando Jun descubría a Nino mirándolo fijamente y no podía evitar sonrojarse.
-¿Sabes? Verte desnudo de ahora en adelante va a tener efectos interesantes- dijo Nino de improviso. Jun golpeó su brazo, molesto, mientras Nino se volcaba de risa.
-¿Tienes idea de que pasaría si se enteraran?- le reclamó en voz baja.
-¡Nino! ¡MatsuJun!- gritó alguien a sus espaldas. Ambos se dieron vuelta y descubrieron a Sho corriendo hacia ellos- Pensé que se habían ido…
-¿Qué pasa?- preguntó Jun notando la agitación de su compañero. Sho se sonrojó levemente y titubeo ligeramente antes de hablar.
-Bueno… yo… Creo que ustedes escucharon… cuando Aiba y yo… y bueno yo quería disculparme con ustedes.
Nino puso los ojos en blanco y le dio un codazo a Jun. El menor miró confundido su expresión antes de suspirar.
-No Sho-kun, yo lo lamento- dijo- Estuvo mal que yo reaccionara así…
-No, estuvo mal que nosotros… Bueno, ustedes saben…
-No importa- dijo Nino encogiéndose de hombros y por un momento Jun realmente creyó que no le importaba. Fue hasta que notó esa sonrisa socarrona en su rostro que entendió la razón.
-Trataremos de ser más discretos, lo prometo- dijo Sho- A Oh-chan no le agradó nada todo esto, nos había pedido que fuéramos discretos…
-¡¿Ohno lo sabe?!- preguntaron Jun y Sho. Sorprendidos. Sho se sonrojó y asintió.
-Dijo que tengo prohibido acercarme a él durante una semana- murmuró avergonzado- Teníamos planeado decírselos cuando terminara el tour.
-Bonita forma de enterarnos- dijo Jun con los dientes apretados.
-Lo…
-Jun-kun, Nino-chan, lo sentimos mucho- gritó Aiba apareciendo de pronto y lanzándose sobre ellos, ante la mirada reprobatoria de Ohno y Sho- No queríamos molestarlos y sabemos que está mal y no volverá a pasar y…
-Si Aiba, ya basta- dijo Nino malhumorado mientras intentaba quitarse a Aiba de encima, haciendo reír a Jun.
-Tranquilo Aiba-chan- dijo despeinando levemente su cabello- Supongo que podemos aprender a vivir con eso, ¿no, Nino-kun?
-Por supuesto- respondió Nino, notando la mirada provocativa de Jun. Ohno miraba confundido la escena.
-Bueno, entonces creo que mejor nos vamos- dijo Sho, aparentemente más tranquilo. Los demás asintieron y comenzaron a caminar hacia la salida. Durante el camino, Nino pudo notar las miradas de Ohno sobre su rostro.
-¿Ocurre algo Oh-chan?- preguntó incomodo.
-¿Qué te pasó en el labio?- preguntó directamente el mayor. Nino pudo notar como Jun se tensaba a su lado.
-MatsuJun puede ser realmente intenso algunas veces- respondió tranquilamente, provocando que el aludido se sonrojara visiblemente. Sin embargo, ninguno de sus compañeros pareció darle importancia al asunto.
-Está bien- dijo Ohno tranquilamente- ¿Quieres que te lleve a casa?
-No gracias- Nino se negó rápidamente- Jun ya se ofreció.
-Bueno, entonces nos vemos. Jun por favor, si te enojas no lo mates- dijo Ohno alejándose en dirección a su auto- Espero que ustedes si puedan ser discretos.
Tanto Jun como Nino quedaron en shock ante sus palabras.
-Demonios, ¿cómo se dio cuenta?- murmuró Jun, entrando a su auto rápidamente.
-¿Importa?- dijo Nino imitandolo- De cualquier forma, prefiero hacerlo en tu casa que en este lugar.
Jun lo miró con el ceño fruncido a punto de reclamarle su falta de seriedad cuando sintió la mano de Nino en su muslo y su boca sobre la suya. La mente de Jun quedó en blanco tras el beso y su vergüenza desapareció completamente.
-Creo que tu apartamento está más cerca…- respondió, respirando agitadamente.
-Es igual- dijo Nino encogiéndose de hombros, con su habitual sonrisa- Creo que no notaremos mucho el ambiente de cualquier forma.
Jun puso los ojos en blanco mientras encendía el auto, repentinamente ansioso por llegar a casa.