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Amor Yaoi.
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Se siente áspero contra su dedo, el frío metal contra la piel suave. El gatillo sería tan fácil de apretar con sólo un ligero movimiento de su dedo. Tao mira hacia el arma que le había sido entregada ese mismo día. Juega con ella en sus manos, girándola inútilmente. Se levanta de la cama y se pasea por la amplia habitación. Fue por precaución, se dice a sí mismo. Si alguien trataba de atacar a Sehun, el arma le hubiera sido útil. Eso es todo.
La salida para hacer compras había ido bien. De hecho, sigue contento por los acontecimientos recientes. Sehun había estado eufórico ante la sensación de estar afuera. Por el aire fresco, el paisaje y los olores, la gente, y las multitudes ocupadas. Sehun tenía una interesante manera de expresar su alegría interior. Cerraba los ojos y respiraba hondo, girándose hacia Tao y diciendo, "Huele a invierno."
Tao había asentido. Pero no tenía idea de cómo olía el invierno. Sehun parecía sentirlo, y comenzó a decir, "Como a frío punzante y a una fuerte frescura que no sientes en verano o en otoño."
Tao le había preguntado, "¿Y qué hay de la primavera?"
Y Sehun había dicho, "La primavera no tiene olor."
Quería decirle a Sehun que las flores son primavera, que los árboles y la naturaleza son los aromas de la primavera. Los picnics y el canto de los pájaros, todo eso es primavera. Pero Sehun tenía esa mirada en su rostro, como si estuviera a punto de estallar por su libertad, así que Tao lo siguió a una tienda de gorras. Nunca había visto una tienda de gorras antes, no sabía que ese tipo de cosas existían hasta el día de hoy. Entró para ver los estantes y mostradores cubiertos por diferentes tipos de gorras -gorras de béisbol, gorras planas, boinas, esas gorras con pelo y orejas de animales- y se preguntó si esto era algo que a Sehun le gustaba.
Tenía que estar junto a Sehun todo el tiempo, irremediablemente perdido en los laberintos de las calles comerciales. Era un misterio para él cómo Sehun podía seguir caminando y caminando sin perder el rumbo. La enorme cantidad de personas no ayudaba en absoluto a su falta de claridad visual.
Sehun terminó comprando un nuevo par de zapatillas. Eran, en opinión de Tao, bastante sencillas. Rojas con suelas blancas y cordones blancos, y de tipo botín. Tao le había preguntado por qué escogió ese par.
"Me recuerdan el primer par de zapatillas que tuve cuando era niño," Sehun le había sonreído.
Tao no tenía idea de qué decir en ese momento porque la sonrisa de Sehun era la sonrisa de un niño que acababa de recibir el regalo perfecto para su cumpleaños, un niño que al venir a casa se encontraba con un enorme pastel, un niño que acababa de recibir una casa inflable y todo el helado que quería. Era adorable, y adorable ni siquiera era suficiente. Era su sonrisa de ojos, la pequeña inclinación de la comisura de sus labios y la forma en que todo su ser se iluminaba en ese momento. Era por todo eso que Tao no podía dejar de mirarlo.
Y ahora está jugueteando. Con su arma.
Básicamente, había perdido toda la voluntad para cumplir con el propósito de su vida. Para empeorar las cosas, su teléfono comienza a sonar. "¿Hola?"
"Hola, querido." Esa voz siempre suena groseramente petulante.
"Por favor no me llames así," Tao deja escapar un suspiro de exasperación.
"Vaya, vaya, parece que alguien está estresado hoy. ¿Pensé que su salida había ido bien?"
"Estuvo bien."
"¿De verdad?" Tao se muerde el labio. Sabe lo que vendrá. "Porque, si hubiera ido bien, como verás, las cosas se verían un poco... diferentes por aquí."
"No sé si puedo seguir haciendo esto. Hay otras maneras de conseguirlo, ¿sabes?"
"¿Me estás cuestionando?"
Tao tiene que ser cuidadoso con ese hombre. "No. No, en absoluto. Solo creo que debe haber alguna otra manera además de la que has decidido."
"No, querido, no hay otra manera. Esta es la ruta garantizada para nuestro éxito, ¿no lo sabes? No es sólo por mí. Es por nosotros, ¿recuerdas?"
"Por supuesto." ¿Qué más puede decir Tao? Él está más arriba, y Tao... no. "Por supuesto que sí, Yi Fan."
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Sehun apoya su espalda contra la cama sobre el suelo, mirando la caja entre sus manos. El sol se está poniendo afuera y su habitación se está oscureciendo, pero es demasiado perezoso para levantarse y encender las luces. Está sonriendo -inconscientemente, se podría decir- mientras levanta la tapa de cartón.
Son zapatillas bastante comunes, nada especial, pero había notado que Tao las miraba y ¿podía evitarlo? Sólo podía imaginar ponérselas un día y escuchar a Tao decir, "Recuerdo cuando compramos esas zapatillas."
El pensamiento es absurdo, y no tiene idea de por qué está imaginándolo, pero lo hace enrojecer. Aquí está él, soñando despierto como un loco en su habitación y actuando como un idiota. Aún más extraño, es que su corazón late como loco, y realmente no entiende a su propio cuerpo en este momento. ¿Está enfermo de nuevo? Pone su mano en su pecho y siente los latidos. ¿Tal vez debería hacerse revisar? Seguramente está enfermo; esto no le había ocurrido antes. Espera que no sea malo o contagioso; no le gustaría contagiar a nadie más en la casa.
Mira hacia afuera. En medio de sus pensamientos, el día se había oscurecido y la noche había envuelto la ciudad. ¿Debería dormir? Se pregunta. Qué extraño día. Sin embargo se siente feliz, una reacción residual de su salida. Se pone su ropa de dormir y se mete bajo las sábanas. La cama se siente vacía y fría. Se queda dormido con dolorosa lentitud, con el sonido de su propio corazón latiendo y el pensamiento de ¿Por qué me siento tan raro?
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Se despierta por un golpeteo en su ventana. La luz que se refleja contra el cristal le hace sentir más despierto de lo que le gustaría a las -mira el reloj- 2 am. Es ese árbol de nuevo, y maldice a las personas que habían planeado esa parte de su jardín. Esta vez se levanta y camina hacia la ventana para romper esa maldita rama. No es hasta que está a mitad del camino de su destino deseado que se congela por dos razones.
Uno, se da cuenta de que su ventana tiene una rejilla detrás del vidrio. Tendría que quitarla antes de alcanzar la molesta rama y romperla por la mitad.
Dos, hay una fina pieza de metal contra su cuello que sólo podía pertenecer a una cosa, y si daba un paso más, no sería la rama lo que se rompa primero.
Lo típico de novelas criminales y películas de acción mal hechas. Hay un cuchillo contra su cuello, qué cliché. Ya es el segundo ataque y sin embargo la única reacción que tiene es permanecer tan inmóvil como le es humanamente posible. No es la misma persona que la última vez, podía adivinar. La persona, posiblemente un hombre, se inclina hacia su oído y susurra, "No hagas un puto ruido."
Es sólo entonces que el miedo se apodera de él. Su primera exhalación sale como una especie de silbido fuerte y el atacante toma su brazo para mantenerlo en su lugar.
"¿Qué diablos quieres?" Un sonido ahogado sale de Sehun.
El atacante entierra el cuchillo un poco más en su piel y sabe que ha cometido un error. "¿No te dije que no hicieras ruido?
"Mira," Gruñe. "Esto es muy simple. Tú vas a morir, y nosotros vamos a vivir. Eso es lo único que importa."
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El sonido viaja de una manera curiosa en la mansión. Se podría pensar que, con todos los adornos elaborados y tapices y otras cosas, los ruidos no llegarán muy lejos. Las voces hacen eco en los siempre vacíos pasillos, pero no van más allá de las puertas de las doce de habitaciones de huéspedes. Tal vez es sólo su entrenamiento, pero Tao es de sueño muy ligero y realmente no es capaz de dormir por mucho tiempo. A veces es como si su cerebro estuviera entrenado para despertar ante sonidos hechos por el hombre. Muy probablemente. Por otra parte, también tiene bastante suerte porque la puerta de Sehun siempre ha sido un poco chirriante.
Se siente muy sorprendido de por qué la seguridad es tan fácil de traspasar en la casa. Los padres nunca están en casa, el personal, o se hospeda en la planta baja o se va a casa por la noche, y todo lo que queda es él, el joven amo, y el mayordomo de confianza. Qué lugar tan desolado.
El silencio es su compañero, y trabaja con él para atravesar sutilmente el pasillo hasta la habitación de Sehun. Es la segunda vez en dos días, y sin embargo todo había estado muy bien esta mañana. Más que bien, había sido una mañana calmada llena de café, un relajante descanso por el momento tranquilo en la mansión. Hay una figura oscura bloqueando su visión de Sehun, ambos están de espaldas a él. Es una situación demasiado fácil, para ser honesto. Ha sido preparado para esto un millón de veces, y sin embargo, la vista de las manos de alguien sobre Sehun de esa manera le hace sentir vacilante. Infinitamente muchas cosas podrían salir mal.
Pero no, no podía pensar así. Escucha a la persona decir, "Tú vas a morir, y nosotros vamos a vivir. Eso es lo único que importa." Corre hacia adelante, saca la pistola, y golpea la sien del intruso con los dientes apretados. Había puesto demasiada fuerza en el golpe, pero su mente se había llenado de rabia. Sin embargo, no hay tiempo para estar confundido con sus propios sentimientos mientras los ojos del atacante se vuelven blancos y cae inconsciente al suelo. El cuchillo, el cual no había notado hasta ahora, se había caído de su mano junto a él.
"¿Sehun?" El nombre sale como un susurro.
Sehun cae de rodillas lentamente, sus manos yendo hasta su cuello. Tao da un paso vacilante más cerca y lo ve temblando. "Sehun," se arrodilla a su lado. Los ojos del chico están muy abiertos en estado de shock. Tao una vez más está sin habla. ¿Qué consuelo podría darle a alguien que casi es asesinado? Sehun lo mira, con sus dedos sobre la marca roja en su cuello.
"Tao," su voz se rompe a la mitad. "¿Qué... acaba de...?"
La última vez, cuando el hombre tenía una pistola contra su cabeza, se había sentido diferente. Como si se dejara ir, y ya había llegado su hora. Como si fuera "El Final", y sólo debía aceptarlo. Tirar del gatillo no se sentía como si realmente fuera a suceder. Y no había sucedido. Debido a Tao. Pero esto es diferente. ¿Un cuchillo contra su cuello? Dolor, sangre, sangre derramada, muerte. Hubiera sido lento y agotador. Habría estado tendido en el suelo, con la vida desvaneciéndose de él.
Se siente perder el control de sus propias acciones. Las comisuras de sus ojos pican y algo húmedo sale de ellos. ¿Qué? Imposible. No ha llorado en años. Pero su cabeza palpita y su labio inferior tiembla, el rostro de Tao está borroso detrás de la pared de lágrimas. Tiene que morder su labio para evitar parecer un miserable tonto.
Ya no quiere ver las palabras Game Over nunca más. Ya no piensa que la muerte es parte de la vida. Quiere respirar, quiere moverse. La vida no es aburrida, no es insípida o gris. La vida no es algo que sólo se puede perder por una amenaza. La vida es algo de lo él debe tener el control, nadie más. Trata de ponerse de pie, pero descubre que no le queda ni un poco de fuerza. Sin decir una palabra, Tao lo levanta y lo lleva a la cama. Sehun se aferra a su manga y con sus ojos le pide que se quede. ¿Solo? ¿En la noche? ¿Después de eso? Imposible.
"Sehun, regresaré. Lo prometo. Espera por mí, ¿de acuerdo?"
Asiente y encuentra mucho consuelo en esas palabras. Espera por mí. Se acurruca y cierra los ojos. Tao regresará...
-
Cuando está seguro de que los ojos de Sehun están cerrados, Tao tira del atacante por el cuello de su camisa y lo arrastra fuera de la habitación. Wu Yi Fan lo está esperando en el pasillo, por supuesto.
"Yi Fan, ¿qué mierda es esto?" Prácticamente le lanza el cuerpo, pero el mayordomo simplemente lo atrapa por el codo.
"¿Por qué, un intruso? Vaya, vaya, ¿qué pasó aquí?"
"No bromees conmigo," Tao le gruñe. "Mira, no hay necesidad de contratar a estos bastardos. Este es el segundo, y sabes que uno es suficiente. No es momento para estar jodiendo."
"Cálmate, querido. Me desharé de éste ahora mismo." Yi Fan hace un gesto hacia el hombre sin fuerzas en su mano.
"No me digas que me calme. Apúrate." Se gira para irse, pero se detiene en seco cuando una mano se posa en su brazo.
"¿Disculpa?" Yi Fan está sonriendo, pero sus ojos son fríos. "Recuerda tu lugar antes de decir tonterías como esa." Se queda mirándolo otro segundo más antes de girarse y salir.
¿Su lugar? Cierto. Desechable y sólo útil cuando es necesario. Cuando regresa a la habitación de Sehun, cierra y asegura la puerta detrás de él. Se siente mal por haber dejado a Sehun allí mientras se deshacía del intruso, pero se desliza bajo las mantas junto a él. Hay dos pies de espacio entre ellos; la cama es, como siempre, demasiado grande para un alma solitaria.
Pone una mano sobre el hombro de Sehun para ver si está despierto. Lo está, y tiembla bajo sus dedos. "¿Sehun?" Susurra.
Sehun se da vuelta para mirarlo. La luz de la luna brilla a través de la ventana y Tao puede ver que el chico todavía está soltando lágrimas. Algo en su corazón se rompe. Sehun realmente está llorando. "Oh, Sehun," Se acerca y lo abraza, sintiéndose protector. "Está bien ahora." Trata de hacer que su voz salga baja y suave. "Todo está bien ahora." Puede sentirlo quebrándose en sus brazos. En este momento no se siente más fuerte que el otro.
Nunca se había dado cuenta de cuán vulnerable podía ser Sehun. Las dos emergencias médicas pasadas que había tenido no eran más que un mero vistazo a la extensión del lado débil de Sehun. ¿Este chico tembloroso, lloroso y asustado? Estaba destruido, era un desastre. ¿Y qué podía hacer Tao? Sólo podía abrazarlo, incapaz de encontrar las palabras adecuadas para romper este terrible silencio.
Sehun se acurruca con más fuerza, tratando de formar un ovillo con su cuerpo. Tratando de ser tan pequeño como le es posible, tal vez lo suficientemente pequeño para desaparecer. Está enfermo y cansado de ser él. Es frío por dentro, inmóvil e inhumano. Pero Tao es cálido. Tan cálido a su alrededor, como una fuerza vital que lo mantiene vivo. Quiere aferrarse a ese calor, tenerlo completamente alrededor suyo. Tal vez así se caliente también.
Está delirante. Por el agotamiento, por casi haber sido asesinado, por haber sido conmovido por esta persona que había estado alejando durante semanas y semanas. Sí, debe estar absolutamente loco porque cuando levanta la mirada para ver a Tao, quien también lo está mirando, se ve un poco... bien. Se ve guapo. Como un príncipe que viene a salvarlo de una horrible pesadilla.
Sí, delirante. Eso debe ser. Porque, en este momento, le gusta Tao. Lo adora, lo desea, está agradecido por su presencia. Quiere que Tao se mantenga abrazándolo para siempre, que lo mantenga a salvo en sus brazos para no tener que irse nunca de esta habitación. Podían permanecer aquí por la eternidad y él sería feliz.
Se entierra más cerca de Tao bajo la montaña de mantas.
Tao siente el cambio. Se siente extraño. No como la última vez que había abrazado a Sehun -eso había sido para consolarlo. Pero esto también, ¿no? Si lo es, sin embargo, se siente diferente. Se siente caliente, está ardiendo junto a Sehun. Tal vez está enfermo, piensa. Su corazón se acelera también. Observa a Sehun, con la esperanza de ver al joven amo calmarse.
Sehun de repente siente como si el cuchillo estuviera de vuelta, el filo contra su cuello. Su mente inconscientemente vuelve a ese momento. Su mano se desliza hacia arriba y comienza a frotar la piel donde había sido tocado, con tanta furia que Tao tiene que alcanzarlo y detenerlo. Toma la mano de Sehun en la suya, su temperatura corporal claramente mucho más gélida que la de Tao. Acaricia el dorso con su pulgar, con el deseo de que cause un efecto tranquilizador en Sehun. Su corazón está lleno de compasión por él, y lo único que quiere hacer es devolverlo de nuevo a la persona fuerte e irrompible que era antes. Si pudiera proporcionarle fuerza, eso sería maravilloso, piensa.
Ambos se quedan dormidos de esa manera, con uno de los brazos de Tao alrededor de Sehun, sus dedos entrelazados en el espacio entre ellos. En medio de su sueño intranquilo, Sehun atrae sus manos cerca de su pecho y sonríe.
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