Título: El reino de Alfa y Omega.
Fandom: Generation Kill
Pairing: Brad/Ray
Rating: ¿NC-17? Escenas violentas y sexo.
Resumen: Como dijo
alwaysonstandby : Brad, Ray, Ray y Brad, la destrucción, los pequeños detalles de la vida cotidiana de los marines.
Notas: Para la petarda de arriba, que me pide cosas y yo hago lo que puedo y luego ella va y me dice un montón de palabras bonitas. Se hace querer como un niño gordo quiere a un pastel. ♥
El reino de Alfa y Omega
Iraq es desierto. Es marrón, sol castigador, dunas que se extienden durante kilómetros. Hay arena, en las botas, en los cascos, en las palmas de las manos, en todas putas partes. Iraq es tierra hostil, donde aterrizan cuarenta Humvees americanos sin pedir permiso. Los trajes MOPP pesan una puta tonelada, los jodidos marines no prestan atención a lo que tienen que hacer, no hay provisiones suficientes, no llevan en tierra ni dos horas y ya necesitan que les recuerden que vienen de un país civilizado.
Hay gente que los mira desde las cunetas de la carretera cuando pasan. Tienen el gesto estupefacto de los inocentes, caras sucias de hollín y arena, ropa oriental pasada de moda. Los primeros kilómetros los hacen en silencio.
Iraq es el jodido país que han venido a invadir.
*
Son las dos de la mañana, llevan veintidós horas sin dormir y el desierto cruje bajo las ruedas del Humvee. En el asiento trasero, el reportero se ha quedado dormido hace un rato y Walt otea la oscuridad sin mucho interés. Trombley, siempre atento, tiene el dedo en el gatillo de la MK 19. Reina el silencio en Bravo Dos Uno.
- Hey, Iceman.
- Qué pasa, Ray.
- Cantemos algo. Una de Keith Urban.
Brad tiene que despegar la vista de la mira telescópica de su M16, para dedicarle una de sus miradas reprobadoras a Ray. Ha hablado bajito, pero sabe que si lo autoriza a cantar country, berreará como una adolescente en la ducha.
- ¡Te prometo que sólo será una! ¡Del gran Keith!
- Si no fuera por ti, ni siquiera sabría quién coño es Keith Urban, paleto retrasado.
- ¿Y una de Sinatra?
- Son las dos de la mañana, Ray, joder. Cállate un rato y conduce.
Ray resopla, vuelve la mirada al camino con las gafas de visión nocturna puestas. Brad gira la cabeza y el escenario iraquí se pinta de negro y verde a través de la mira telescópica.
Es la primera vez que sonríe desde que han llegado.
*
Hay una gran parte de la vida de Brad que podría llamarse Qué Pasa Cuando Ray Tiene Ideas Absurdas. Por ejemplo, cuando Person se empeña en hacer funcionar una cafetera que le estalla en la cara. O cuando intenta colgar un Elvis de plástico del retrovisor del Humvee con una pulsera de cuentas enviada por la pequeña Daisy de Kansas City, Missouri. O cuando hace galletas con leche en polvo, terrones de azúcar y la peor crema de cacahuete que hay en el mundo.
En realidad, Ray es ideas absurdas. Ray es canciones de country cuando el sol está demasiado alto, batido de fresa en la barbilla, explicaciones innecesarias sobre sexo, lenguaje obsceno, humor retorcido, pajas demasiado cerca del resto de marines y una completa falta de pudor. Brad no podría explicarlo del todo, pero Ray es también una vía de escape, la risa fácil, los chistes malos. Es todo eso, un jodido paleto capaz de devolverte al campo de batalla y luego darte un respiro.
Hay algo, sin embargo, que se esconde detrás de toda aquella fachada, cierta ética sólo aplicable a Iraq. Brad sospecha que tiene que ver con ser un marine. La manera en la que Ray acepta que es un peón de combate y es consciente de que lo que hacen está mal, y aún así hay licencias que esa ética le permite y cosas que le prohíbe terminantemente.
Brad jamás lo comprenderá del todo.
*
De noche, la Compañía Bravo nunca está en silencio. Por mucho que los soldados callen, hay bombas cayendo en territorio enemigo, morteros que se disparan, fuego al otro lado del cordón de seguridad. A esa hora, el desierto es frío, las pequeñas trincheras que cavan son habitaciones de motel y las manos son las putas que no pueden pagarse. Algunos piensan en el transcurso de la guerra, otros prefieren no sentir.
Rodeados de esa densa oscuridad en movimiento, Ray lleva treinta y dos horas sin dormir gracias al jodido Ripped Fuel. Brad le oye dar vueltas en su agujero, mascullando gilipolleces e intentando bajarse la parte de abajo del traje.
Se desliza hasta él y no le pide permiso para entrar. Se echa sobre él tomándolo casi por sorpresa. Le come con labios resecos, dientes, saliva que sabe a gasolina, barba de dos días, dedos que saben dónde accionar para deshacerse del traje y dónde pulsar para hacer que se estremezca. Ray protesta, luego se deja hacer. Lo hacen llenos de sudor, de piel salada, resbaladiza, caliente, y es incómodo, pero funciona.
Ray se calla. Ray duerme. Él respira tranquilo.
*
Poco a poco, Iraq empieza a tomar forma para Brad. Hay pueblos medio derruidos llenos de insurgentes que les disparan, emboscadas al girar la esquina, morteros que nunca duermen, disparos, bombas, fábricas abandonadas, más insurgentes y sed de sangre en las filas de Saddam. Pero ellos son la primera línea de guerra, el Primer Batallón de Reconocimiento de la Compañía Bravo, y es su tarea ser los primeros en enfrentarse a ello. Son los pequeños pitbulls de América.
Lo primero que se aprende en una guerra es que todo el mundo es una persona hostil. Dispara y luego pregunta. Si preguntas antes, puede que no puedas disparar después. Lo cierto es que era fácil antes de que el desierto comenzara a transformarse en un paisaje de civiles ensangrentados, civiles muertos de hambre, civiles muertos a secas.
- Ray - le llama.
El cabo está de pie a algunos metros del Humvee y el gilipollas es el blanco más fácil en dos kilómetros a la redonda. Lleva cinco minutos con la vista fija en el cuerpo de una niña, de no más de tres años, cubierto de sangre. Le falta una pierna, tiene los ojos abiertos aún y su mano inerte sujeta un amasijo de felpa. No contesta.
- Ray, venga - llega hasta él, dos manos en sus hombros, le conduce con la inercia de sus pasos.
Ray no habla hasta una hora después de ponerse en marcha. Despega la vista del camino, un segundo, y Brad ve ahí todo lo que sospecha y que no sabe etiquetar.
- El mundo nos jode a todos. Pero, ¿nosotros? No importa dónde vayamos. Siempre lo convertiremos en un agujero de mierda.
*
- Te explicaré una cosa, Iceman. Cuando yo estaba en el equipo de debate, vale, esos cabroncetes empollones no me respetaban una mierda, pero al menos podía hablar. ¿Sabes qué siento cuando me mandas a callar? Siento que eres el grasiento Steven Spillman. El jodido, empollón, cara-grano de Stevie Spillman. Realmente odiaba a ese chaval. Fue él el que le sugirió al resto del grupo que yo me pasaba colgado todas las reuniones del club. Una puta gran mentira, claro. Sólo pasó una vez, y porque la mierda que me pasó… no recuerdo su nombre, era un tío simpático, ese… bueno, esa mierda era realmente buena. Era la leche. Y Spillman fue, con su cara llena de granos y su gran capacidad para debatir, y dijo “Person, estás colgado. Quedas expulsado del club.” Y yo, ¿sabes qué le dije? Le dije, “Que te jodan, Stevie. Necesitas que te echen un buen polvo. Pregúntale a la asiática del pelo raro, creo que le gustas.” Y me fui de allí cagando leches. Esos empollones tenían un serio problema aquí arriba, tío. Creo que se hacían pajas con fotos de Cicerón.
En fin, lo que… lo que quería decirte. Joder, no me interrumpas, Brad. Haces que me desvíe. Cuando me mandes callar, me callaré. Porque eres mi jodido sargento, lo tengo asumido, sí, vale. Y recuerda que yo soy tu amigo Ray-ray y que siempre te querré. Pero también recuerda esto, Brad: cada vez que me mandes callar, tu preciosa cara de niño judío y bien educado se sustituye en mi mente por la grasienta cara de Stevie Spillman. Y créeme, no quieres que tu cara se parezca a la del puto Stevie Spillman.
(Ray se recupera completamente tres horas después. Vuelve a hablar y es lo que a Brad le tranquiliza. Que todo esté en su sitio. Que sus soldados sean efectivos en combate. Que no haya Charms en el Humvee. Que el Bravo Dos Uno se introduzca suavemente en territorio enemigo. Que Ray siga hablando. Aunque sean gilipolleces.)
*
El día que los marines organizan aquel partido de fútbol y Ray se queda sin Ripped Fuel, Brad confirma lo que sospechaba acerca de la retorcida ética marine de Person. Se siente miserable y algo culpable, fuma con las gafas puestas y finge que pasa del asunto, pero Brad puede ver más allá. Ray se lo confirma cuando le encuentra solo y él se acerca peligrosamente, porque ambos ganan en las distancias cortas.
- ¿Así que nosotros lo convertiremos todo en un agujero de mierda, paleto? - le increpa.
- Brad, no.
Ray le detiene, se levanta las gafas. Está a un centímetro de él.
- Con eso no, Brad.
- Mira, Ray - empieza por quitarle la camiseta y roza sus labios contra la piel del cuello del cabo. - Voy a explicarte yo una cosa. Claro que el mundo nos jode a todos.
Habla entre dientes y lengua, entre su piel y la de Ray.
- Y, sí, joder, nosotros somos una pandilla de gilipollas. Pero la clave está en ser fuerte en los lugares que están jodidos.
Ray se estira cuando una de sus manos baja hasta sus pantalones, maúlla y jadea, buscando oxígeno en una nube de polvo. Brad le encuentra rígido, perdido, al borde del llanto.
- No sacaremos todas las bombas de todos los putos jardines hajis en esta mierda de país. Pero una bomba menos, sigue siendo una bomba menos.
Ray gime cuando finalmente le besa, con la lengua salada, la saliva caliente, los movimientos bruscos y desesperados de quien se muere por un orgasmo. Person masculla algo contra el estómago de Brad, Brad murmura ininteligiblemente enredando los dedos en su pelo, ambos siguen hablando sin escucharse. No hace falta.
El cigarrillo de Ray se consume en el ataúd de la civilización.
*
Iraq sigue siendo Iraq cuando la invasión acaba, aunque Brad sabe que aquello no ha hecho más que empezar. La gente sigue mirándoles con desprecio, con las caras llenas de polvo y sol, desde las cunetas de la carretera. Sigue habiendo arena, sigue siendo tierra hostil, sigue habiendo inocentes que pagan las consecuencias. Ray habla menos. Walt escribe más. Trombley no vuelve a traer Charms al Humvee, pero al menos se ríe en voz baja. El reportero se despide de ellos con un ‘Stay frosty’ sincero, inesperado, lejano. No queda nada en Brad que le recuerde a sí mismo en casa, a sus padres, su matrimonio que nunca fue.
Ahora ésta es su casa. Quedan todos los nervios en la piel curtida, el olor a gasolina de los Humvees, el tabaco de mascar, las horas sin dormir, empuñar el M16, otear las dunas que duran kilómetros. Quedan los músculos vencidos, los hoyos en el suelo, los trajes MOPP, la comida de mierda, la novia del reportero, una lata de Chef Boyardee y Juggs. Quedan los chicos, quedan Walt y Trombley y Nate y el reportero y Poke y Rudy y Pappy y todo Bravo, y Ray.
Sobre todo, Ray.