¤ Comunidad:
reto_diario ¤ Número: 005/
012.
¤ Título: El sueño de la oruga.
¤ Fandom: Original.
¤ Claim: Una oruguita.
¤ Extensión: 482.
¤ Resumen:
La pequeña oruga siempre miraba hacia el cielo, soñando con volar a lugares que nadie conocía.
Cuando la oruga era pequeña, tan pequeña que podría ocultarse detrás de un alfiler, miraba hacia el cielo sin cesar, observando a sus hermanas mayores convertirse en mariposas y volar sobre esa gran valla de madera que limitaba su mundo. Se imaginaba, ilusionada, como el mundo se abría ante ellas, lleno de flores con hermosos aromas y luminosos colores.
¡Cuántas ansias sentía por querer seguirlas! Por crecer lo suficiente para poder ir al árbol de los capullos, ahí donde las orugas mayores se acomodaban y comenzaban a cubrirse con sus finos hilos, entrando en un sueño maravilloso por unos cuantos días y después, al despertar, lo hacían con sus nuevas alas y su cuerpo embellecido.
La pequeña oruga siempre estaba cerca de ese árbol, para así, cuando llegara su turno, poder escalarlo rápidamente, sin perder ningún segundo y empezar con su transformación. Comía mucho, siempre con su cabecita inclinada hacia el cielo. Devoraba cuanta hoja verdosa se posaba frente a ella. Pero no crecía.
Veía como sus hermanas aumentaban de tamaño, mientras ella seguía igual, pequeñita y opaca. Pero no se rendía. "Seré una mariposa" se decía, animándose, "¡La más hermosa de todas!".
Una buena mañana, se dio cuenta de que su cuerpo había cambiado. Extrañada, se acercó a la última gota del rocío, antes de que ésta desapareciera.
Sus diminutos ojitos observaron con sorpresa su reflejo. "¡Pero qué grande estoy!" se dijo sorprendida. "¿Cuándo he crecido tanto que ni cuenta me he dado?" Tal vez, consideró, había estado tan ocupada mirando a las demás que nunca prestó atención a su propio cambio.
¡Pero eso ya no importaba! Ahora podría cumplir su sueño. Presurosa, se dirigió hacía el árbol de los capullos, con la cabeza en alto, para que todas pudieran verla.
Eligió el lugar perfecto, ni con mucha sombra ni mucha luz y comenzó a tejer su capullo alrededor suyo. Se aseguró de que fuera lo más cómodo posible. Se acurrucó y cerró sus ojos, dejando que sus sueños la embargaran.
Soñó en cómo cambiaba. En que sus alas eran enormes y de un bello color dorado. En que abría su capullo y volaba directo hacia el sol, quién la recibía con su hermoso brillo, contento de tener una compañera igual de brillante que él.
Tan concentrada estaba en su bello sueño, que comenzó a olvidarse del mundo a su alrededor. Su cuerpo cambió. Dejó de estar estirado para dividirse en dos partes, sus antenas volviéndose más largas que antes. Sus alas se enroscaron a su alrededor, desapareciendo las rayas amarillas y negras para dar paso a un tono anaranjado.
Pero eso no importó.
La oruga, convertida al fin en mariposa, amaba tanto el mundo que su sueño le mostraba, que se dejó consumir por el mismo, olvidándose de aquel mundo detrás de la valla que tanto había deseado conocer y se quedó dentro de su capullo, soñando que volaba eternamente.