¤ Comunidad:
retos_a_lacarta.
¤ Historia: Lazos.
¤ Claim: Natsumi Miyamoto.
¤ Prompt: Consagración.
¤ Tabla:
Virtudes.
¤ Número de Palabras: 1,444.
¤ Notas: Natsumi es la más tierna y la más peque ~~
¤ Beta:
princess_syry.
¤ Resumen:
Será tierna, pero tiene su lado fuerte.
Las personas siempre ocultan cosas, sobre todo si eso que se oculta es el temor más grande que nos posee. Natsumi lo sabe muy bien, porque ella está consiente de eso.
Cuando llegaron a ese lugar, cualquier pequeña tarea que le pusieran la hacía con gran esfuerzo. Sí, puede que en algunas ocasiones obtuviera la ayuda de Susan, pero no lo hacía porque fuera floja o algo por el estilo, sino porque el trato de la chica le recordaba a su familia y eso le agradaba. Además de que quería dejar en claro que ella podía ser de utilidad, no importando que sólo tuviera diez años.
Natsumi no era tonta, sabía perfectamente que las demás no entendían porqué alguien tan pequeño estaba con ellas, sobre todo por la extraña situación en la que se encontraban. Ella no sabía la razón por la que se encontraba en ese lugar, pero gracias a las enseñanzas de su Clan estaba segura que era necesaria. Las coincidencias no existían y el destino solía actuar de maneras que nadie sospechaba. Por eso se mostraba como una chica llena de alegría, olvidando durante el día el dolor que cargaba en su alma, sólo permitiéndose demostrarlo cuando se encontraba sola, por las noches y en la oscuridad de su habitación.
Tal vez fue por esa razón que a Katherin le llamaba tanto la atención la pequeña. Desde que la conoció se preguntaba cómo es que nadie la estaba buscando, si era parte de un Clan tan importante, entonces, ¿por qué se encontraba ahí con ellas? Pero Kath sabía ser prudente, por eso nunca lo preguntó. Existía algo en esa mirada violeta que le aseguraba que la respuesta no sería nada agradable.
Kath solía verla trabajar, encontrando tierno todo el esfuerzo de Natsumi. El cómo le demostraba a Mara que no era una buena para nada por ser pequeña, o a Miriel que podía ser igual de responsable que las demás. Incluso se sorprendió que pudiera soportar la rutina de entrenamiento de Ying-Fu. Gracias a esas acciones consideró que la niña había tenido una crianza peculiar, demasiado estricta para alguien menor. Aunque, si recordara de vez en cuando su propia infancia, se daría cuenta que aquello no era tan sorprendente o extraño como se imaginaba.
Un día, se encontró a Natsumi cocinando algunas galletas. Fue curioso verla llena de harina y andando de un lado a otro. Así que entró y se sentó para verla mejor. La japonesa la vio y le sonrió, sin detener lo que hacía.
―¿Algún evento en especial que quieras celebrar? ―preguntó unos instantes después, al notar que al parecer también estaba realizando algún estilo de tarta.
Natsumi no contestó en el momento. Terminó de preparar la mezcla del pastel y la colocó en un molde, que luego puso en el horno. Cuando comenzó a extender la masa para cortar las galletas, soltó una pequeña risa.
―Síp, un Aniversario.
―¿Aniversario? ―se extrañó Kath, preguntándose a qué se refería. Por un momento estuvo tentada ante el pensamiento que fuera el cumpleaños de alguna de ellas, pero entonces debería de sorprenderse por el hecho de que Natsumi hubiera conseguido esa información, porque casi nunca hablaban de sus propias vidas.
―¡Claro! Hoy se cumple, exactamente, un mes desde que nos conocimos todas ―dijo contenta, comenzando a cortar la masa en distintas formas: estrellas, lunas, rombos, etc.
Katherin parpadeó y se levantó, caminando hacia donde se encontraba el calendario y contó los días. ¡Era verdad! Ya había pasado un mes desde que se conocieron. Se llevó una mano a la boca al darse cuenta de lo rápido que había pasado el tiempo. Volteó hacia Natsumi, quien metía en ese instante la bandeja con las galletas al horno y luego se limpiaba las manos, sin perder su sonrisa. La Irlandesa estaba segura que ella era la única que recordaba perfectamente cuando se conocieron y, al parecer, la única que le daba mucha importancia a ese asunto.
―¿Tenías planeado hacer esto desde antes? ―Natsumi asintió, comenzando a limpiar un poco la cocina.
―El otro día estaba platicando con Tomoe-chan y salió el tema de cómo conocí a Mara-san, de ahí comencé a sacar cuentas y noté que teníamos que celebrarlo ―Era cierto, cuando Katherin conoció a Natsumi, esta venía acompañada de Mara, lo había olvidado―. Además ―prosiguió la niña―, es justo que dejemos las preocupaciones de lado. He notado que todas ustedes han estado muy tensas últimamente, pero ni Tomoe-chan ni yo sabemos la razón.
La joven de cabello rubio le miró con expresión tranquila, aunque por dentro estaba intrigada. Hasta ahora se daba cuenta que era una niña demasiado despierta. Pero no indagó más en ese pensamiento, sino que se puso un delantal y le ofreció preparar una cena rica, para que así aquel pastel sirviera como postre. Natsumi se puso muy contenta, diciendo que hace tiempo no cocinaba con alguien.
La noche cayó rápidamente y todas estaban comiendo muy a gusto. La plática era amena y, por primera vez en mucho tiempo, no existía tensiones entre ninguna. Ya cuando se sirvió el postre, se encontraban en la sala. Miriel tenía una conversación muy amena con Susan y Ying-Fu. Natsumi le contaba algunas anécdotas a Tomoe, quien parecía querer disimular la sonrisa en su rostro. Mara estaba sentada a fuera, mirando el cielo nocturno. Katherin se acercó a ella y se sentó a su lado. Ambas guardaron silencio por largo rato.
―¿Qué? ―preguntó Monou. Kath le miró, pero la chica seguía con la vista fija en el cielo. Suspiró y volteó hacia donde se encontraban las más chicas del grupo.
―Tú conoces bien a Natsumi ¿verdad?
Mara le miró de reojo, como queriendo descifrar qué cruzaba por su mente.
―No del todo.
―Oh.
El silencio se hizo presente. Mara bebió su té mientras que Kath comía tranquilamente del pastel. Tuvieron que pasar algunos segundos antes de que alguien volviera a hablar.
―¿Sabes por qué le da tanta importancia a las cosas?
―Uhm... ¿Cómo a cuáles? ―preguntó Mara, sin mucho interés.
―Como a que nos hubiéramos conocido hace un mes o no parecer débil ante nosotras.
Mara sonrió un poco ante eso. Miró directamente a Katherin, quien parecía angustiada.
―Eso es fácil. Ella quiere tener algo a lo que aferrarse.
Definitivamente aquella respuesta no se la esperaba Bellow.
―¿Cómo?
Mara soltó un bufido, mientras señalaba hacia Natsumi: ―Que la enana quiere tener buenos recuerdos. Una vida feliz y esas cosas. No volver a cometer los errores de antes. No la culpo. Después de lo que le pasó yo también querría tener una vida tranquila.
―¿Lo qué le paso? ―ahora sí que se encontraba intrigada. Mara dudó unos instantes, pero sabía que era algo que debía contarse tarde o temprano.
―Cuando le conocí, estaba sola y lastimada. Al parecer algo pasó en su Clan, nunca me dijo los detalles, lloraba cada vez que intentaba recordarlo diciendo una y otra vez que había sido su culpa por ser tan débil ―Mara se encogió de hombros, como si no le diera mucha importancia al asunto, aunque su rostro estaba serio, como si aquel recuerdo no le agradara―. Parece que odia sentirse menos, por eso se esfuerza tanto, quiere demostrar que no es como antes.
―¿Pero por qué está ella aquí? ¿Nadie de su Clan se ha preocupado por buscarla? ―Katherin guardó silencio abruptamente, pues al decir aquello el rostro de Mara se puso tenso y en sus ojos había una mirada especial, como si estuviera reprimiendo su ira.
―Su Clan no puede buscarla ―dijo, con un tono tan frío que causó algo de miedo en Kath―. Al parecer, todos están muertos.
Los ojos de Kath se abrieron todo lo que podía, mirando a Mara sin creerlo. Pero sabía que no mentía, ella no bromearía con algo semejante. Volteó a ver a Natsumi, quien andaba muy tranquila platicando con Tomoe y comprendió la pena que cargaba la pequeña. Estaba sola en el mundo y, al pacer, se culpaba de alguna forma por la pérdida de su familia.
Ambas mujeres guardaron silencio, dejando escuchar la brisa nocturna. No conocían el verdadero secreto de Natsumi Miyamoto, pero en ese momento ambas, sin necesidad de palabras, hicieron un trato. Cuidarían a esa pequeña y se asegurarían que no se hiciera daño. Pero hubo otra cosa de la que Katherin estuvo consciente, y es que le alegraría cualquier cosa que hiciera, porque ahora entendía que para Natsumi ahora todo resultaba especial.
Aún así, creyó que aquello era injusto y se preguntó si tendría que ver con ese extraño sueño que tuvo hace más de un mes. Esperaba que no, porque si así lo fuera, las cosas no serían nada fáciles para ellas.