EXO; Chanyeol/Baekhyun [En el café y en la guerra (todo vale) (2/4)]

Apr 06, 2015 00:41

Título: En el café y en la guerra (todo vale)
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun
Rating: PG-13-ish?
Palabras: 32.329
Summary: La definición de Baekhyun de "un buen día" consiste en conseguir un café gratis, conseguir un ascenso y encontrarse a un becario alto y guapo en el ascensor en la misma mañana. Su definición de "mala suerte" es... bueno, todo lo demás.
Advertencias: Le crack. Lo siento.


[Parte 1]

Si, por algún extraño motivo, Park Chanyeol había pensado que su conversación con Baekhyun iba a lograr calmar las cosas, debió de sentirse increíblemente decepcionado al poner el pie en la oficina al día siguiente.

Porque Baekhyun estaba harto de él, harto de las bromas de sus amigos sobre él y había decidido que en el amor y en la guerra todo valía, y que él estaba dispuesto a sacar todo su armamento si con eso podía demostrar hasta qué punto tenía razón.

Desde que era un niño, su buena señora madre lo había acusado más de una vez de ser demasiado competitivo, y Baekhyun nunca había entendido qué había de malo en querer ganar (sus esculturas de palillos tenían más palillos que las del resto de niños de su clase, y aunque su familia se hubiera enfadado con él por repetirlo tanto, era verdad), pero se había esforzado por mantenerse comedido. Chanyeol, sin embargo, con su manía por llenar de olor a donut la sala de reuniones cada mañana y sus estúpidas ideas sobre las ventajas del trabajo de campo, había desatado a la bestia, y Baekhyun había decidido que no iba a parar hasta demostrar a todo el mundo que él estaba muchísimo más capacitado para hacer su trabajo que su jefe.

Porque, siendo honestos, Baekhyun era mucho más eficiente, en absolutamente todo - desde la cantidad de datos contenidos en sus informes, hasta el número de cafés ingeridos durante el trabajo o la cantidad de partidas ganadas en los juegos para el móvil a los que todo el equipo solía jugar durante los descansos. Daba igual qué fuera lo que estuviera haciendo Park Chanyeol, porque él pensaba aparecer por detrás y ganarle, despiadadamente, delante de cuanto más personas mejor.

(Y había acabado perdiendo de modo deleznable en todo aquel asunto del ranking de videojuegos, porque Chanyeol simplemente era demasiado bueno, pero en el fondo aquello había sido una ventaja, porque había valido para que Baekhyun les explicara pormenorizadamente a Jongin y a Jongdae por qué alguien que tenía tanta técnica en juegos de niños probablemente tuviera la cabeza demasiado poco amueblada como para liderar nada).

Su momento cumbre había llegado en el instante en el que Chanyeol le había pedido unos datos en mitad de la sala de reuniones, y él se los había tendido con una sonrisa enorme.

-Está todo aquí -había declarado con orgullo-. Sé que en un principio se me encargó buscar información de cincuenta empresas, pero he aumentado la cantidad a setenta y cinco.

Su jefe había observado el documento, parpadeando.

-Los datos están ordenados alfabéticamente.

-Claro que sí. Es el mejor método, ¿no?

-Pero yo te había pedido que los clasificaras según el volumen de ventas.

Baekhyun se había limitado a sonreírle con suavidad, y Chanyeol lo había mirado con el ceño fruncido, como si no supiera qué demonios hacer con él. Traía el pelo peinado de un modo más simple aquel día, con el flequillo oscuro cayéndole sobre la frente sin más, y lo estaba mirando como si fuera un niño enfurruñado. En comparación, Baekhyun se veía a sí mismo muy maduro, muy adulto - y, por supuesto, no sentía deseo ninguno de apartarle a aquel idiota un par de mechones sueltos que prácticamente se le estaban metiendo en los ojos, y que no le dejaban verlo bien. Normalmente, siempre acababan hablando a un par de metros el uno del otro, pero la de aquel día era una notable excepción, que se había dado porque Baekhyun había tenido que levantarse a darle la documentación en mano y Chanyeol había tenido que recogerla.

-Clasificar las empresas según volumen de ventas puede hacer que se pierdan datos -declaró Baekhyun con convicción.

-Pero el resto de las tablas del estudio están ordenadas alfabéticamente.

-Un error de planteamiento, sin duda.

-Pero ya están hechas así, Baekhyun. Incluidas en el informe que tengo que revisar con el cliente esta tarde.

-Eso es porque no me escucha usted, señor Park.

En todo momento, la voz de Baekhyun había sido dulce como la miel, y, conforme más hablaba, los ojos de Chanyeol iban tornándose más intensos y más oscuros, hasta estarlo observando de un modo que lo habría hecho retroceder en otro momento, en otro lugar, con otra persona.

-Tú eres el que no escucha -acabó murmurando Chanyeol tras un rato, cediendo y bajando con suavidad la mano con la que sostenía los documentos. Había algo en su voz, grave y un tanto derrotada, que hizo que a Baekhyun lo recorriera una especie de escalofrío, de arriba a abajo, a lo largo de toda la columna vertebral, pero decidió regodearse en su victoria y no darle mayor importancia.

-Por supuesto que escucho. Yo siempre escucho -se las apañó para declarar antes de que Chanyeol saliera de la sala de reuniones, dispuesto a tener la última palabra.

Kyungsoo, vestido de negro y sentado en su esquina de la mesa de siempre, le lanzó una mirada que fue poco menos que asesina, así que Baekhyun decidió que su trabajo allí estaba cumplido y que lo mejor que podía hacer era regresar a su despacho, a ser posible para acabar toda la pila de documentos que aún no tenía listos. Para su sorpresa, no obstante, no tardó en percatarse de que alguien lo seguía, y giró la cabeza justo a tiempo para ver a Jongin alargando una mano para posársela en el hombro.

-Oye, hyung -lo llamó, sonando, tal vez, un poquito temeroso-. ¿No crees que estás pasándote un poquito de la raya? Con todo este asunto, digo.

-¿Con qué asunto?

-Park Chanyeol. Quiero decir, sé que crees que te ha quitado tu trabajo, y supongo que no te cae del todo bien, pero todos aquí somos un equipo. Tendíamos que estar colaborando todos juntos para acabar este proyecto a tiempo, pero lo que parece, más bien, es que estés compitiendo con él.

-No es que lo parezca -replicó Baekhyun, sacudiendo el índice en el aire para dar énfasis a sus palabras-. Es que es así. No sabe hacer nada, Jongin, nada, y él puede tener a su padre detrás, pero yo no pienso pasarle por alto nada. El señorito Park puede tener la capacidad defensiva de un submarino nuclear, aquí atrincherado en la empresa familiar pero yo voy a atacarlo con la fuerza de un torpedo, y…

-¿De un torpedo?

-Sí. Tocado y hundido. Eso es lo que va a pasar.

-¿Y de verdad no crees que estás yendo demasiado lejos? -lo interrumpió Jongin, con una seriedad que no era habitual en él-. Creí que ya lo sabrías, con toda esa experiencia que tienes en esta empresa, pero aquí todos somos un equipo. Si él gana, tú ganas, y si él pierde tú pierdes también. A duras penas hemos estado consiguiendo entregar los primeros hitos del proyecto a tiempo. Lo único que estás haciendo así es retrasarnos a todos.

Puede, y sólo puede, que Baekhyun sintiera una punzada de culpa en el estómago, aunque solamente fuera por un momento. No tardó en entrecerrar los ojos, sin embargo, mirando a Jongin como si lo viera por primera vez.

-Estás de su parte -lo acusó-. ¿Por qué estás de su parte?

-No estoy de su parte como tal, solamente pienso que él es buena persona, y que tú…

La mente de Baekhyun se dedicó a rebobinar dentro de sus recuerdos, tratando de recordar si durante aquellos días había visto a Jongin acercándose al bando enemigo más de lo normal. Y, si pensaba en ello, se daba cuenta de que era verdad sí, de que en su momento lo había pasado por alto, pero que aquel becario traidor había estado riéndose mucho con el hijo del presidente últimamente.

-¿Sois amigos, ahora? -preguntó con incredulidad. Un nuevo pensamiento, mucho menos agradable aún que el resto, se abrió paso hacia su cerebro, haciendo que se le abrieran los ojos como platos y la garganta se le quedara seca-. ¡No me digas que te gusta! ¡Por dios, Jongin, ese hombre no puede ser el tipo de nadie!

-¿Pero se puede saber qué demonios te estás inventando ahora?

Baekhyun no lo sabía, pero lo que sí tenía claro era que estaba muy ofendido. Cuando había entrado en la empresa como becario, hacía algo más de un año, si Jongin había estado encaprichado de alguien, había sido de él. Por supuesto, algo así no había podido tener futuro alguno, y a Jongin la tontería se le había acabado pasando en mes y medio, pero la idea de Park Chanyeol yendo por ahí a tener citas y tomar café con su antiguo pretendiente lo molestaba sobremanera.

-T-Te estás poniendo de su parte -balbuceó, un tanto aturdido, pensando en que Chanyeol le había llevado café a él una vez, en que probablemente les llevaba café a todos los otros-. Es injusto.

Jongin no respondió, arqueando una ceja, como si lo retara a explicar por qué, pero Baekhyun no tenía más que añadir. Más bien, tenía la mente completamente en blanco.

-Sólo tienes que intentarlo, hyung. Aunque sea intenta socializar más con todo el equipo cuando esté él. Hazlo por el proyecto, para que todo salga bien. No puede ser muy difícil, ¿no?

--

Y así era como Baekhyun, muy a su pesar - y aunque sólo fuera para poder volverse a ganar el favor de Jongin - le había prometido que sí, que aunque fuera por el bien del proyecto se esforzaría en socializar, aunque sólo fuera un poco.

-No puede haber nada de malo en hacerlo una o dos veces por semana -había declarado, esperando que Jongin estuviera de acuerdo.

Había pensado que éste no tardaría en venir a buscarlo para sacarlo de su despacho a la hora del desayuno y obligarlo a sentarse con los demás a comer donuts en la sala de reuniones. Lo que en ningún momento había esperado era que Jongin fuera a por él cuando su turno de trabajo estaba a punto de acabarse, con la chaqueta sobre el hombro, la corbata guardada en el bolsillo y una sonrisa triunfante en los labios.

-Espero que no tengas nada que hacer, porque nos vamos todos de aquí ahora mismo.

-¿Eh? ¿Cómo que ahora mismo? ¿Qué pasa?

-Nos vamos todos a un bar. El equipo entero -explicó Jongin, al mismo tiempo que Jongdae asomaba la cabeza por la puerta de su despacho, dedicándole una sonrisa que no presagiaba nada bueno.

-¡Vamos a ahogar nuestras penas en alcohol! -exclamó-. El jefe paga.

-Pero si hoy es jueves -murmuró Baekhyun. No le gustaban especialmente los bares, y le hubiera gustado tener otra excusa para negarse, pero por cómo lo estaban mirando sus amigos, sentía que, después de haber prometido socializar, lo último que le permitirían sería escaquearse a su apartamento y pasarse la noche viendo dramas en la televisión.

-Es cierto que es jueves -concedió Jongin-. Pero no es un día normal; es el jueves. Por si no te acuerdas, hoy es el día en el que Chanyeol entregaba el primer hito del proyecto a Huang Zitao.

-Y, por lo que parece, el rey de los collares de diamantes para perro está muy satisfecho con los resultados -añadió Jongdae-. Ahora entramos a la parte tediosa del proyecto: estudios de presupuesto para la campaña, cálculo de gastos y riesgos… Ya sabes cómo va, pero hemos logrado acabar la primera parte del proyecto sin que alguien -el joven le lanzó a Baekhyun una mirada burlona-, haya asesinado a su jefe y tratado de quemar su cadáver en la incineradora de papel, así que eso hay que celebrarlo.

-¿Y no podemos ir a tomar algo mañana, viernes? -el interpelado había tratado de ignorar el comentario e intentar negociar-. Estoy agotado.

-Vamos, hyung -por si no había ya suficiente gente en la caja de zapatos que tenía por despacho, Sehun había hecho su entrada triunfal sin separar los ojos de la pantalla del móvil-. No seas aburrido. Todos queremos que estés allí.

Baekhyun se había sentido tentado de decir que tenía que visitar en el hospital a su anciana abuela - una mentira por la muy posiblemente la abuela en cuestión, que gozaba de una salud perfecta y debía de estar viendo la televisión en su casa, le habría pegado con la cachava en la cabeza - pero finalmente había decidido que él era un hombre de palabra, que estaba haciendo todo aquello por el bien del equipo y del proyecto y que, además, una noche con todos los demás no podría venirle del todo mal.

-De acuerdo -cedió-, pero me iré pronto a casa. Y, digáis lo que digáis, no pienso beber.

Sus amigos se habían alegrado, y el plan había parecido perfecto. Incluso el reservado del bar al que habían ido, un local que no estaba demasiado lejos de la oficina, pero en el que nunca había estado antes, era relativamente espacioso y no estaba mal decorado del todo.

De buenas a primeras, no había ninguna cosa que hubiera podido salir mal, o hacerlo desviarse de sus planes. Y, sin embargo, y dos horas después, allí estaba él, después de haberse bebido cinco cervezas, dos mojitos (¿Qué? Estaban en la carta) y algo sospechosamente parecido a un chupito de tequila, contándole sus penas a Kyungsoo en un tono de voz muy alto.

-Porque, verás -repitió por enésima vez-. A mí se me da muy bien promocionar productos para perros. Soy un especialista en productos para perros, ¿entiendes? Y para gatos. Cuando era niño, gané un concurso de diseño de jerséis caninos. Me regalaron una caja de bombones suizos.

-Qué bien -murmuró Kyungsoo. Al contrario que él, su compañero de equipo había tardado horas en terminarse su primera jarra de cerveza, y parecía un tanto reacio a comenzar a beberse la segunda, que permanecía intacta a su lado. Más bien, y a juzgar por cómo lo estaba mirando, parecía estarse planteándose seriamente estampársela en la cara.

-Oye, Kyungsoo -Baekhyun detuvo su charla sobre productos caninos de pronto, tratando de no tambalearse mucho y mirarlo con seriedad-. ¿Tú me odias? Porque creo que me odias.

-No.

-¿Y entonces por qué me estás mirando así?

-Porque mañana tenemos trabajo y tú estás borracho.

-No estoy borracho, solamente he cogido un puntito de felicidad. Para ahogar mis penas.

-¿Y para qué necesitas ahogar tus penas? Estas borracho, Baekhyun. Estás aquí sentado porque no puedes tenerte en pie.

-¡Falacias!

Haciendo retrospectiva, el joven no sabía cómo había ocurrido todo esto. Se había prometido a sí mismo no beber, y había pedido su primera cerveza casi con desgana, cuando había llegado con Jongin, Sehun, Jongdae, Kyungsoo y Luhan al bar. Había estado planteándose cuántos minutos podría tardar en excusarse y marcharse para largarse a su casa de un modo políticamente correcto cuando la puerta de madera del reservado se había abierto y había aparecido Park Chanyeol, con los dos primeros botones de la camisa desabrochados y las mangas arremangadas, y les había dedicado a todos su mejor sonrisa llena de dientes.

-Ha sido una reunión horrible, pero ya está -declaró, como si fuera un niño que acabara de entregar un cuaderno de tarea especialmente difícil-. ¡Lo hemos logrado por los pelos, pero la campaña de Kandy Deluxe sigue adelante!

Baekhyun se juraba y perjuraba que no había pretendido mirar, pero Chanyeol volvía a tener el pelo peinado hacia atrás, y él no sabía a quién se le habría ocurrido sugerirle aquella clase de estilismos, pero, si por Baekhyun fuera, ya debía de la cabeza en el infierno, aunque sólo fuera por el modo en el que a él se le había acelerado el pulso al verlo entrar. Por si fuera poco, además, en la sala de reuniones debía de haber hecho calor, porque el muy desgraciado estaba sudando, y los ojos de Baekhyun siguieron con una inusual fijeza el recorrido de una gota particular que le resbaló por el cuello hasta perderse bajo su camisa cuando se inclinó a su lado para saludar a Sehun.

-Por favor, hyung, discreción -le dijo éste, sonriendo como el maldito que era cuando Chanyeol se hubo alejado a colgar su abrigo y su americana junto a la puerta. Baekhyun decidió mantener la expresión neutra y clavar los ojos en uno de los menús de bebidas que la camarera había dejado sobre la mesa. Rogó interiormente, rezando a todos los dioses que quisieran escucharle, para que Chanyeol decidiera dejarlo en paz y se sentara en el sitio libre que había al lado de Luhan.

-Dejadme sitio, dejadme sitio -lo oyó decir, y levantó los ojos justo a tiempo para verlo hacer moverse a todos los que estaban acomodados en el lado de la mesa frente al suyo, hasta acabar sentado con una sonrisa junto a Jongin.

Jongin, que se estaba riendo mucho. Jongin, que se había pasado al bando contrario como el becario traidor que era. Baekhyun iba a matar a alguien; juraba que a este paso iba a estrangular a Park Chanyeol con una toalla de baño mientras dormía.

Cuando la camarera había venido, Baekhyun apenas había levantado la cabeza del menú que todavía tenía en las manos.

-Yo quiero una jarra de cerveza. Negra -había susurrado al llegar su turno. Negra, sí, como su humor.

Y puede que aquella hubiera sido la razón, sí. La razón para todo lo que había bebido con el estómago vacío (porque, ¿a quién iba a engañar? Por mucho que en la mesa también hubiera comida sólida, él no tenía hambre), para las miradas de odio mal disimulado que les había dirigido a Chanyeol y a Jongin cada vez que se reían al otro lado de la mesa y, en última instancia, para el monólogo sobre productos para perros que le había dedicado a Kyungsoo, que por lo menos parecía de tan mal humor como él.

-¿De verdad que no me odias? -volvió a preguntar-. ¿Ni siquiera me deseas el mal, como los desgraciados de mis amigos?

-¿Qué es lo que te pasa, Baekhyun? -inquirió a su vez Kyungsoo-. Nadie te está deseando el mal. Ni siquiera están hablando contigo.

Su compañero de equipo no dejaba de tener razón: habían llegado a ese punto de la noche en el que cada cual estaba a lo suyo y absolutamente nadie, salvo el mismo Kyungsoo, le estaba haciendo caso. Pero eso no quitaba para que sus amigos fueran crueles y lo hubiesen arrastrado allí, en lugar de dejar que se marchara solo a casa y durmiera.

-No lo entiendes. Me desean el mal de manera implícita. Me arrastran aquí para que socialice con el jefe cuando saben que me ha quitado mi puesto -intentó explicar.

-No veo que el jefe esté tratando de socializar mucho contigo -murmuró Kyungsoo, desviando los ojos, con los labios fruncidos, hasta el punto en el que Chanyeol le estaba diciendo algo aparentemente muy divertido a Jongin, y los dos se estaban riendo como si fueran a partirse en dos-. Más bien, lleva ahí toda la noche.

-Ya lo sé. Y está abduciendo a mis becarios. Me molesta -tampoco es que Kyungsoo pareciera especialmente ilusionado ante la idea, pero Kyungsoo estaba molesto por algo la mitad del tiempo, así que Baekhyun decidió no darle mayor importancia al asunto y seguir hablando-. ¿Sabes cuál es el problema? Que es guapo.

-Quién.

-¿Quién va a ser? Park Chanyeol -el resto de sus compañeros estaban hablando demasiado alto como para que se le oyera, pero aún así Baekhyun bajó la voz, dando un nuevo sorbo a su jarra de cerveza y tratando de enfocar la visión, que a esas alturas ya estaba empezando a tornársele borrosa-. ¿Sabes cuál es la razón por la que todos me queréis? Porque es más difícil odiar a la gente atractiva. Y aquí el señorito Park ha entrado como jefe de equipo porque su padre es su padre, ¿entiendes? Y todo sería mucho más sencillo si fuera viejo, calvo y gordo, pero la última vez que miré era joven y bello. Y te digo que está tonteando con mi becario, maldita sea. Le voy a envenenar el café. Mañana mismo.

-Aquí no hay nadie tonteando con nadie -murmuró Kyungsoo en tono neutro-. Es una conversación perfectamente amistosa.

-¿Eso crees?

-Eso creo.

-Bien.

Kyungsoo sonaba relativamente convincente, pero eso no evitó que Baekhyun acabara bebiéndose tres cervezas más. Creía que en un momento dado, tanto Jongdae como el propio Chanyeol habían tratado de entablar conversación con él, pero había estado tan enfrascado en su noble labor de beberse todo lo bebible en el bar que, salvo observar a su jefe durante un momento con los ojos muy abiertos, no había dicho ni hecho nada más.

-Baekhyun, ¿hola? ¿Estás bien?

El joven no sabía qué estaba pasando, pero se negaba a que su jefe lo viera borracho (demasiado tarde, creía; demasiado tarde), así que estiró la espalda, inclinó la cabeza para mirarlo a los ojos (porque, ¿cuánto medía? Por dios) y trató de parecer muy sobrio.

-¿Qué pasa? -gruñó.

-Nada. Es sólo que quería avisarte de que me marcho ya.

-¿Así? ¿Sin hablar conmigo en toda la noche? -Baekhyun se encontró haciendo un mohín antes de poder detenerse. Porque Park Chanyeol estaba despeinado, y parecía cansado, y aun así era asquerosamente guapo, y no-. Y yo que pensaba que teníamos que socializar. Me han arrastrado aquí para que socialice, ¿sabes?

-Uhm… Muy bien -en algún momento antes de que Chanyeol se hubiera acercado a él, Baekhyun había acabado de pie, y Kyungsoo debía de tener razón con respecto a lo de su nivel de alcohol en sangre, porque a duras penas podía mantenerse derecho. Sintió que estaba tambaleándose cuando notó que su jefe se inclinaba hacia delante y lo aferraba por los hombros, estabilizándolo cuando las rodillas estaban a punto de cederle-. ¿De verdad está todo en orden? ¿No quieres que te lleve a casa?

-¿A mí? ¿Por qué? No -Baekhyun se estaba esforzando por parecer muy respetable y normal, pero, al ir a sujetarlo, Chanyeol había acabado tan cerca que el chico podía sentir su respiración sobre la piel del rostro y eso le estaba produciendo una desagradable sensación de maripositas en el estómago (por no hablar de algo que no eran maripositas, en otras partes), y aquello no podía ser. Decidiendo que, ya que se había metido de cabeza en aquella situación, él también tenía derecho a jugar a ese juego, observó a Chanyeol con fingida inocencia desde detrás de sus pestañas, lamiéndose el labio inferior para humedecerlo como si no se diese cuenta de lo que estaba haciendo-. Todavía puedo quedarme aquí. Quiero quedarme aquí.

Los ojos de Chanyeol bajaron, siguiendo el movimiento, sólo un instante. Luego volvieron a clavarse en los suyos.

-De acuerdo. ¿Nos vemos mañana?

-¡Sí!

Baekhyun sonó excesivamente ilusionado, pero algo en él se sintió extrañamente decepcionado al ver que su jefe lo soltaba, lo ayudaba a sentarse y le dirigía unas palabras a alguien más antes de salir de allí. No sabía lo que acababa de hacer - la culpa debía de ser del alcohol y de la falta de inhibiciones - pero sentía que acababa de hacer algo un tanto ridículo, así que procedió a golpearse la cabeza contra la mesa con suavidad.

Había esperado dormirse allí hasta que alguien lo avisara para regresar a casa, pero apenas un par de segundos después, sintió a alguien sentarse a su lado y cuando levantó la cabeza se vio a Jongdae delante de él, con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.

-¿Qué es lo que acaba de pasar contigo y con el jefe? -preguntó con una carcajada-. Baekhyun, Baekhyun, se te ve el plumero.

-Qué plumero ni qué nada -susurró él, notando la voz tan pastosa que habría hecho una mueca de poder controlar bien los músculos de su cara. Cuando alzó la cabeza, vio algo plateado y brillante delante de él, y tuvo que luchar por enfocar los ojos para tratar de dilucidar qué era-. ¿Un reloj? ¿Por qué hay un reloj aquí?

-Ah, debe de ser de Yeol. Creo que se lo quitó antes, y estás sentado en su sitio ahora mismo.

Yeol. Claro que sí. Baekhyun prácticamente pudo sentir una vena inflándosele del disgusto en alguna parte, pero alargó los dedos y cogió el reloj de todas formas. Parecía bonito, y caro, a través de la neblina que todavía le nublaba la visión. La marca resaltaba, en dorado, contra la corona azul oscura.

-¿Un Rolex? -prácticamente gritó-. ¿Tiene un Rolex y se lo va dejando por ahí? Estos niños ricos no entienden del valor de las cosas; seguro que se lo ha comprado su padre y ni siquiera entiende que con lo que vale esta cosa una familia entera podría comer durante un año.

-Oh, vamos.

-Me lo voy a quedar y lo voy a revender. Y con lo que me den me voy a comprar un iPad.

-Baek, no puedes ir por ahí robándole el reloj a tu jefe -Jongdae le apoyó una mano en el hombro, y Baekhyun trató de apartarla, pero creía que estaba demasiado borracho-. Eso es algo que está mal, ¿entiendes? Y mucho menos si luego andas lanzándote miraditas con el jefe en cuestión por ahí.

-Yo no me lanzo miraditas con el jefe -protestó-. No lo entendéis. Es un ladrón de puestos y me indigna. Pero es un ladrón de puestos muy sexualmente frustrante.

-Vaya, esto me interesa -una voz salió de la nada y, para cuando Baekhyun quiso darse cuenta, Sehun estaba ahí, con un vaso en la mano y aire de estárselo pasando muy bien-. ¿Cómo que sexualmente frustrante? Ilumínanos.

Estaba claro que Baekhyun tendría que hacer eso, iluminarlos, porque ya estaba harto de insinuaciones por parte de la mitad de su equipo de trabajo. Y, mira por dónde, todos estaban allí y él se sentía especialmente parlanchín, así que no encontraría momento mejor que aquel.

-A ver -comenzó a decir, alzando la voz y carraspeando-. Lo que pasa con el señorito Park es que me frustra. Me frustra, porque debería tener verrugas en la cara y pelos en la espalda o algo así, y en lugar de eso es una especie de mezcla entre un bebé y un dios del sexo. ¿Entendéis?

-Más o menos -respondió Jongdae, y Sehun se encogió de hombros.

-No muy bien.

-Todo esto me ofende porque va por ahí siendo un encanto, ordenando los datos mal, trayéndome café y abriéndome la puerta -el algún punto del reservado se escuchó un golpe seco, pero Baekhyun no le dio mayor importancia y continuó hablando, sacudiendo la mano con la que sujetaba el reloj con insistencia-. Cuando, muy a pesar mío, lo que yo quiero que me abra Park Chanyeol no es la puerta: son las piernas. En mitad de la oficina, si es posible. Gracias.

Baekhyun había esperado exclamaciones sorprendidas, una ovación de su público o algo que lo hiciera sentirse realizado o comprendido por la cantidad de frustración que acumulaba dentro, pero, al volver a enfocar la vista, se dio cuenta de que nadie lo estaba mirando.

Los ojos de todos se habían clavado en el punto de la habitación, el mismo donde estaba la puerta de salida del reservado, y al seguir el recorrido de sus miradas con los ojos, el joven se percató de que estaba abierta y había alguien en el umbral. Alguien muy alto, con el pelo oscuro, las mangas de la camisa arremangadas y los ojos muy abiertos y clavados en él.

Oops.

-Yo sólo volvía porque… Es decir, ¿creo que me he dejado aquí el reloj?

Baekhyun, que todavía tenía el Rolex en la mano, lo observó con la vista desenfocada. Sentía que ahí acababa de ocurrir algo que iba a lamentar mucho en cuanto volviera a tener la mente lúcida, pero en aquel instante su visión se estaba volviendo muy negra y él tenía el estómago muy revuelto e infinitas ganas de vomitar.

-Por favor, dime que no me vas a despedir por acoso sexual -logró murmurar antes de derrumbarse encima de la mesa, inconsciente, con algo parecido entre un ronquido y un hipido.

--

Lo primero que sintió Baekhyun al despertar fue la ligera quemazón de un rayo de sol impactándole contra los párpados cerrados.

Incómodo, el joven se revolvió bajo las sábanas, tratando de bloquear aquel exceso de luz indeseable para volver a dormirse, aunque sólo fuera cinco minutos más. Algo en su cerebro, no obstante, le recordó con un impulso parecido a la desgana que debería estarse levantando - que no entendía muy bien por qué la alarma de su despertador no había sonado todavía, pero que si su reloj interno se había puesto en marcha, era porque era un día de diario, y eso implicaba que él tenía que levantarse e ir a trabajar.

Baekhyun abrió un ojo con desgana, esperando encontrar ante sí la visión familiar de las paredes color crema de su habitación. En lugar de eso, vio una mesilla de noche desconocida, sobre la que descansaba un vaso de agua, y unas desconocidas cortinas azules a medio correr, más allá.

-¿Qué…? -murmuró con una voz sorprendentemente pastosa, sintiéndose despertarse del todo e incorporándose casi de un brinco. La idea de moverse tan de pronto, sin embargo, no fue buena, porque tan pronto como se hubo sentado sobre el colchón lo atacó un dolor de cabeza, tan agudo que lo hizo llevarse las manos a las sienes-. Oh, dios mío.

Los recuerdos de la noche anterior comenzaron a llegar a su mente entonces, y Baekhyun tuvo que contener el deseo de gimotear, cerrar los ojos y esconderse debajo de aquellas sábanas durante lo que le quedara de vida. No se acordaba de todo, no exactamente, pero sí tenía la memoria clara de haberse bebido el alcohol de medio bar mientras le hablaba a Kyungsoo de jerséis caninos, o de haber jurado que iba a cambiar el reloj que se había dejado en la mesa Park Chanyeol por un iPad.

“Dios mío. Esa panda de idiotas van a estar riéndose de mí por lo que me queda de vida, ¿verdad?”

Había un borrón confuso en sus recuerdos al final de la noche, y Baekhyun no tenía muy claro cómo había llegado a aquel lugar. Viendo las circunstancias, por no hablar de la resaca monumental que tenía, y que parecía estar partiéndole la cabeza en dos, muy posiblemente hubiera acabado la velada demasiado borracho como para volver a su casa por su cuenta, y alguno de sus amigos se lo habría traído con él.

Baekhyun se preguntó quién sería - dudaba que se tratase de Kyungsoo o Luhan, y Sehun vivía todavía con sus padres, así que suponía que se trataría de Jongdae o Jongin - mientras levantaba las mantas y prácticamente se arrastraba fuera de la calidez de aquella cama, caminando con lentitud hacia el espejo de pie colgado en una de las paredes.

Lo primero de lo que se dio cuenta al verse reflejado fue de que tenía cualquier cosa menos buena cara. De hecho, su piel tenía un ligero tono cetrino, su pelo estaba hecho un desastre y tenía círculos oscuros bajo los ojos. Aquel habría sido un detalle importante (porque, a quién iba a engañar, estaban en un día laborable, y él nunca había ido a trabajar con semejante cara de muerto viviente en sus cinco años de contrato) de no ser porque, al bajar la vista se percató de lo que llevaba puesto, y eso lo hizo abrir unos ojos como platos.

Porque Baekhyun estaba seguro de que, al llegar al bar, él había estado vestido con un traje completo, con su americana, su camisa y sus pantalones, y todo lo que llevaba ahora era una camiseta enorme y blanca, tan grande que le llegaba por la mitad del muslo y cuyo cuello le dejaba al descubierto una cantidad nada desdeñable de clavícula.

“Oh, oh.”

Aquella camiseta era demasiado grande como para pertenecer a Jongdae, y estaba seguro de que Jongin no se habría tomado la molestia en desvestirlo antes de meterlo en la cama si se lo hubiera llevado con él. Y eso lo colocaba en una situación difícil porque entonces era posible que no estuviese con ninguno de ellos y, si eso era así, ¿con quién demonios estaba?

¿Qué era, en el nombre de todo, lo que había acabado haciendo aquella noche?

-No me digas que…

Casi con miedo, Baekhyun tiró hacia arriba de su camiseta, y prácticamente suspiró de alivio al encontrarse allí su ropa interior. No sabía si eso quería decir que conservaba la poca dignidad que le quedaba intacta o no, pero al menos valió para tranquilizar un poco los latidos de su corazón.

Entornando los ojos, Baekhyun miró a su alrededor, tratando de ubicarse. Como punto bueno, aquella habitación parecía la de una persona normal y él estaba solo en ella. Como punto malo, allí solamente había una puerta de salida, así que no podría escapar de allí sin ser visto - por no hablar, además, de que no podía marcharse de allí en camiseta.

Así que tendría que salir del cuarto, sí. Y ya que tenía que hacerlo, lo mejor que podía hacer era salir ya, así que cruzó la habitación hasta la puerta y la abrió tratando de hacer el menor ruido posible.

Lo primero que lo golpeó al pasar al otro lado fue el olor del café, tan intenso que tuvo que contener una nueva oleada de náuseas. Estaba en un salón, no demasiado grande, con paredes claras y muebles oscuros, y teniendo en cuenta que nada allí parecía especialmente barato, el joven dudaba que a su anfitrión le pareciese de buena educación que él le vomitase en la alfombra.

-¡Ah, hola, Baekhyun! ¿Ya estás despierto? ¿Qué tal te encuentras? -lo llamó entonces una voz.

Baekhyun se quedó muy quieto, casi paralizado, olvidando por un momento sus impulsos por vaciar el contenido de su estómago encima de la alfombra. Él conocía aquella voz, la conocía demasiado bien, y aquello era malo, muy malo, malísimo.

-¿Chanyeol? -murmuró.

-Buenos días.

Baekhyun giró la cabeza justo a tiempo de ver a su jefe entrar en la habitación con una cafetera humeante en una mano y dos tazas precariamente sujetas en la otra. Dos. Y por primera vez desde que se conocían, no iba en traje y camisa, sino que estaba vestido con pantalones de chándal y una camiseta sin mangas (ugh), y tenía el pelo revuelto de haber dormido (ugh, ugh), y Baekhyun estaba tan distraído poniéndose histérico e intentando ignorar el modo en el que algo en su estómago se había contraído que se había olvidado gloriosamente de referirse a él como señor Park (triple, cuádruple ugh) y, juzgando la manera en la que sus labios se habían curvado hacia arriba con suavidad al escucharlo decir su nombre, el muy desgraciado se había dado cuenta.

-¿Qué… Qué es lo que estoy haciendo aquí? -preguntó, y Chanyeol, que estaba colocando las tazas en la mesa, alzó el rostro con los ojos muy abiertos.

-Ah. ¿No te acuerdas?

Baekhyun estaba abriendo la boca para explicar que el final de aquella noche era un remolino confuso en su cabeza cuando recordó a Chanyeol mirándolo con una cara parecida en otro momento, en otro lugar - detenido en el umbral de su reservado del bar, en el instante justo en el que Jongdae y Sehun se habían puesto especialmente pesados y él había decidido acabar explicándoles por qué su jefe lo frustraba.

O, más bien, cuando había acabado gritando algo bastante relacionado con Chanyeol, y abrir puertas, y piernas, todo en la misma frase. Y su jefe y todo su equipo lo habían escuchado.

-No -se apresuró a responder, rogando para que toda la situación que acababa de venirle a la mente fuera un sueño muy feo-. No me acuerdo de nada. Supongo que hacía mucho que no salía y… -súbitamente, Baekhyun cayó en la cuenta de que, si él había acabado la noche anunciando en alto su deseo sexual frustrado por su jefe y se había despertado aquella mañana en la cama de su jefe, vestido con la camiseta vieja de su jefe, podía haberse metido en un lío monumental-. ¿Qué ha sido lo que ha pasado? No me digas que tú y yo hemos…

Chanyeol no dijo nada durante un segundo, observando con expresión confusa el recorrido que hicieron los dedos de Baekhyun, que bajaron hasta aferrar con una timidez que no era propia en él el borde de su camiseta. De pronto, pareció comprender lo que implicaba la pregunta que acababan de hacerle, porque alzó el rostro como si acabara de ver un fantasma.

-¿Qué? ¡No! Estabas… Quiero decir, te quedaste K.O. encima de la mesa, claro que no iba a…

-¿Y entonces esto? -Baekhyun señaló la camiseta, sintiéndose muy estúpido.

-Uhm. Te vomitaste encima en el taxi cuando estábamos viniendo para aquí. No llevabas la chaqueta del traje puesta y tus pantalones se salvaron, pero la camisa estaba… En fin, tuve que ponerla a lavar. No iba a dejarte durmiendo manchado de…

-Ah -Baekhyun no sabía si tenía más ganas de estrangularse con las cortinas por el hecho de haber devuelto en un taxi o por que Chanyeol, obviamente, hubiera tenido que desvestirlo, así que trató de pensar en otra cosa-. Pero, ¿por qué me has traído aquí? ¿No podían haberse encargado Jongdae o…?

-Eso pensé yo al principio, pero él y Sehun dijeron que, como yo era el jefe y quien había tenido la idea de salir a beber en primer lugar, me tocaba encargarme a mí de las consecuencias.

Baekhyun casi podía ver a las sucias ratas traidoras de sus amigos, riéndose mucho y pensando que era extremadamente divertido dejar que Chanyeol se lo llevase a su casa después de que él hubiera hecho el ridículo más grande de toda su vida. Una parte muy traicionera de su cerebro se preguntó dónde habría dormido su jefe aquella noche, y la respiración empezó a acelerársele hasta que miró a su alrededor y distinguió el lío de mantas sobre el sofá.

-Ah, yo… Gracias -murmuró, sintiendo un nudo enorme en la garganta. Algo en él quería rebelarse y no tener que pensar en Chanyeol como en una buena persona, porque aquello lo dejaba sin motivos válidos para quejarse de su presencia en la oficina, pero lo cierto era que su jefe se había comportado bien con él. Mucho-. No tenías por qué haber hecho algo así, de verdad. Yo sólo…

-No te preocupes, no ha sido nada -Chanyeol se rió entre dientes un momento antes de sonreírle abiertamente y señalarle la mesa con la palma de la mano abierta-. ¿No quieres comer nada? Supongo que tienes el estómago un tanto… bloqueado, pero a lo mejor te viene bien tomar algo. Aunque sólo sea por si quieres una aspirina después.

Baekhyun tenía tantas ganas de comer como de hacer una visita a un pelotón de fusilamiento, pero a aquellas alturas lo último en lo que podía pensar era en hacerle otro feo a Chanyeol, así que caminó con lentitud hacia la mesa, bajando los ojos cuando el otro hombre le dedicó una sonrisa brillantísima y muy, muy satisfecha.

-¿Quieres algo en concreto? ¿Zumo de naranja, tostadas…? Dicen que los sándwiches de bacon son buenos para la resaca si están calentitos.

-¿Qué? Ah, no, no. Tengo bastante con una tostada y un café, gracias.

No pasó mucho tiempo hasta que los dos hubieron empezado a comer en silencio, y Baekhyun dio gracias al cielo porque, a pesar de todo, éste no era incómodo en absoluto. Su dolor de cabeza había ido remitiendo, suponía que gracias a la aspirina que había tomado al empezar a desayunar y, cuando levantó la vista del plato para hacer un comentario al respecto, se encontró a Chanyeol mirándolo directamente con una sonrisa levísima en los labios.

-¿Ocurre algo? -murmuró, sintiéndose mucho menos incómodo que hacía un rato. Chanyeol se encogió de hombros.

-Ah, no. Es sólo que estaba pensando en que hace semanas no querías ni hablar de tomarte un café conmigo y ahora mírate.

-¿Pero qué es lo que pasa contigo y los cafés? -Baekhyun se rió, a pesar de todo, porque Chanyeol parecía genuinamente contento con todo aquel asunto y él estaba empezando a pensar que lo que recordaba haber dicho la noche anterior no era nada más que un sueño muy feo.

-Me hace ilusión. ¿Es raro?

-Un poco. Pero me gusta. El café, digo.

Chanyeol asintió, y Baekhyun se dedicó a seguir sorbiendo el café con calma - por el sabor, aquella leche era entera y con lactosa, pero una vez al año no podía hacer daño - mientras paseaba los ojos por el salón, estudiándolo con curiosidad. Al lugar le hacía falta una buena limpieza (¿eso que había sobre la mesita era una caja de pizza vieja?) pero en general era bastante acogedor, con sus muebles oscuros y aquellas ventanas tan grandes.

-¿Hace mucho que vives aquí? -se encontró preguntando, sorprendiéndose a sí mismo por estar iniciando una conversación-. Me dijeron que habías estado haciendo prácticas en China.

-Volví hace algo más de un mes -si a Chanyeol le pareció extraño que Baekhyun conociera su historial como becario, no lo dejó traslucir-. Ya sabes, una vez acabé de estudiar tuve que regresar a Corea. Para entrar de una vez en el mundo laboral como tal, conocer el funcionamiento de la empresa de papá, aceptar mi legado… Ya sabes, esas cosas.

-Dicho así, suena muy a obligación.

-Es casi una obligación -Baekhyun alzó los ojos, levemente alarmado, pero Chanyeol se rió-. Mi padre es quien es, y mi hermana mayor ni quiere oír hablar de sucederle en la empresa. Yo he tenido que acabar alquilándome este apartamento por mi cuenta porque vivir en casa era terrible: demasiada propaganda empresarial en muy poco espacio. Menos mal que todo este mundillo me gusta.

-¿Sí?

-Es a lo que me habría dedicado incluso aunque mi familia no hubiese tenido una compañía, creo. Siempre me ha gustado.

-Ya veo.

Esa mañana, mientras la hora de entrada al trabajo se acercaba, Baekhyun descubrió que, al contrario de lo que había pensado, Chanyeol no estaba del todo mal. No sólo lo había sacado muy caballerosamente del bar cuando él había estado demasiado borracho para moverse, sino que además tenía buena conversación, y era divertido, por no hablar de guapo.

Lo cual habría estado muy bien de no ser el hijo del presidente y su jefe de proyecto, porque Baekhyun tenía una ética laboral, y esa ética no debería de haberle permitido sentirse cohibido como una quinceañera al ver que, primero, la camisa que le había prestado Chanyeol para sustituir durante aquel día la que él había manchado de vómito le quedaba ridículamente grande y que, segundo, debía de ser el suavizante o algo así, porque la tela olía exactamente igual que él.

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Lo ocurrido aquella mañana había sido una especie de oasis en mitad de la serie de eventos desafortunados que conformaban la vida de Baekhyun últimamente y, como todos los momentos de tranquilidad en mitad de la tormenta, no podía durar. El caos empezó a desatarse cuando Baekhyun entró tras Chanyeol al recibidor acristalado del edificio de su empresa, aguardando junto a él con un nerviosismo cada vez más creciente - le quedaban minutos para ver a Jongin, a Sehun y a Jongdae y todavía no sabía si matarlos por haberlo dejado solo a su suerte o si morirse él mismo por el numerito que había montado en el bar.

-Baekhyun, pasa -le indicó Chanyeol, manteniendo el botón de apertura de puertas pulsado desde el exterior, eternamente educado, de un modo que hacía que al joven le diera vueltas la cabeza porque no quería admitir que se había quedado sin el ochenta por ciento de sus motivos para considerarlo persona non-grata.

-No tienes por qué abrirme la puerta siempre, ¿sabes? -murmuró, por decir algo, pasando al interior del ascensor de todos modos.

El comentario había sido perfectamente casual e inocente, pero a Baekhyun no se le escapó el modo en el que Chanyeol abrió unos ojos como platos, tensándose por completo antes de recuperar el control de su cuerpo y seguirlo al interior. Confuso, Baekhyun repitió sus propias palabras mentalmente, preguntándose qué habría podido decir que fuese raro, hasta que se recordó a sí mismo sacudiendo muy indignadamente un Rolex en mitad del reservado de un bar.

“Porque muy a pesar mío, lo que yo quiero que me abra Park Chanyeol no es la puerta: son las…”

-Oh, mierda -susurró, maldiciéndose a sí mismo, a su enorme bocaza y a sus impulsos sexuales traicioneros una vez, y otra, y otra.

Aquella mañana, había tenido la ligera esperanza de haber soñado con esa parte, pero a juzgar por el modo en el que Chanyeol prácticamente se había quedado clavado al suelo al escuchar su simple mención a abrir puertas, estaba metido en un lío del tamaño del Everest. Y no sólo porque su dignidad hubiera caído a un nivel tan bajo que ahora probablemente estaría a la altura del núcleo terrestre, sino porque tenía que ver a su equipo y a Chanyeol todos los días, y además ahora mismo estaba encerrado con su jefe en un ascensor.

“Que no diga nada, que no diga nada. Por favor, que no diga nada…”

-Oye, Baekhyun. Uhm, sobre ayer por la noche…

El joven se sintió gritar eternamente. Trató de controlar cada músculo de su cuerpo, reírse de todo aquello y parecer tranquilo, pero aquella maldita tensión estaba volviendo a llenar el ascensor, y la colección de dramas de calidad dudosa de Baekhyun parecía coincidir en que en los ascensores nunca pasaban cosas buenas.

-¿Ayer por la noche? ¿Qué pasa con ayer por la noche?

-Escucha, no sé lo que pensarás de mí, pero quiero que sepas que yo… -era imposible saber cómo había pasado, pero de repente Chanyeol ya no estaba en la otra punta del ascensor, sino a su lado, y era muy alto, y lo estaba sujetando por el brazo, mirándolo con unos ojos muy oscuros, y Baekhyun se preguntó qué demonios iba a pasar ahora.

-Ehm, yo… ¿Cómo va la planificación de los presupuestos? ¡Empezamos hoy! -prácticamente gritó, diciendo lo primero que le vino a la mente para tratar de crear una brecha en aquel ambiente tan pesado.

-Sí, pero Baek…

Baekhyun no tenía ni idea de qué iba a decir Chanyeol, ni de cómo iba a escaparse él con la dignidad y el orgullo intactos, pero antes de que ninguno de los dos pudiera añadir algo más, el ascensor se detuvo con un alegre clinc antes de tiempo y las puertas se abrieron delante de un grupo de hombres trajeados que prorrumpieron en una sarta de “ohs” y exclamaciones en alguna clase de idioma extranjero tan pronto vieron quién estaba allí dentro.

-¡Ah, Park-san, Park-san! -exclamó el que parecía el jefe, inclinándose en una reverencia a la que el propio Chanyeol correspondió con estupor-. ¡Lo estábamos buscando, pero en recepción nos dijeron que no había llegado todavía! Su padre nos ha dicho que hay determinadas cosas que tenemos que discutir sobre la filial de Osaka, y…

Al instante siguiente, el ascensor estaba lleno de japoneses hablando en coreano con mucho acento y Baekhyun había conseguido separarse de Chanyeol y refugiarse en una esquina anónima, dando al mundo gracias por Osaka, el resto de Japón, el Takoyaki y Doraemon.

Sólo apartó la vista de la pared metálica a su izquierda un segundo, y fue cuando tuvo que abrirse camino entre la maraña de japoneses para bajarse en su planta. En aquel momento creyó ver a Chanyeol mirándolo, casi como si no quisiera dejarlo marchar, durante un segundo, y no pudo evitar la punzada de algo parecido a culpa y miedo que sintió en la boca del estómago.
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rating: pg-13, fic: short fics/drabbles, !one-shot, fandom: exo, pairing: chanyeol/baekhyun

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