EXO; Chanyeol/Baekhyun [En el café y en la guerra (todo vale) (3/4)]

Apr 06, 2015 00:49

Título: En el café y en la guerra (todo vale)
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun
Rating: PG-13-ish?
Palabras: 32.329
Summary: La definición de Baekhyun de "un buen día" consiste en conseguir un café gratis, conseguir un ascenso y encontrarse a un becario alto y guapo en el ascensor en la misma mañana. Su definición de "mala suerte" es... bueno, todo lo demás.
Advertencias: Le crack. Lo siento.


[Parte 2]

Tal y como Baekhyun había esperado, sus amigos lo habían recibido con el aire de una manada de leones dispuestos a abalanzarse sobre una gacela solitaria, y él ni siquiera había podido correr, porque no dejaba de tener que trabajar con ellos.

-¿Qué tal con el jefe, eh, Baekkie? -preguntó Jongdae con una risita tan pronto como lo vio entrar en su despacho. Baekhyun no sabía qué hacían él y Sehun ahí dentro, teniendo en cuenta que, por mucho que pareciera un zulo, aquel era su despacho y ellos no tendrían por qué estar en aquel lugar-. ¿Has dormido bien?

-Muy bien, gracias. ¿Dónde está Jongin?

-Ah, Kyungsoo-hyung lo ha secuestrado y lo tiene esclavizado haciéndole fotocopias. Parecía enfadado por algo -Sehun se encogió de hombros-. Pero eso no es lo importante. ¿Qué es esa camisa que traes puesta, hyung? O más bien, ¿de quién es?

Baekhyun suspiró, yendo a sentarse en su silla.

-Si queréis decir algo sobre mi desafortunado comentario de ayer por la noche, hacedlo ya y dejadme trabajar. No quiero volver a hablar de eso en mi vida.

-Ah, pero nosotros tampoco queremos hablar de eso, hyung.

-Verás, Baek, lo hemos discutido y hemos pensado que bastante has arruinado ya tu reputación haciendo comentarios sexualmente explícitos sobre nuestro querido jefe, con todo el equipo y él mismo delante, como para meternos contigo por ello a partir de ahora.

-Vaya, qué amables.

-En lugar de eso, hyung, preferimos comentar el hecho de que al parecer te gusta Park Chanyeol.

-No me gusta -replicó Baekhyun con rapidez.

-Claro, y por eso te emborrachaste y le contaste a Kyungsoo tus penas cuando no te hacía caso durante la reunión de ayer. Por no hablar de ciertos… comentarios que ya hemos acordado que no vamos a discutir aquí.

-Eso no quiere decir nada -protestó-. Os digo que no me gusta.

-Seguro.

-Es el hijo del jefe. Que sea sexualmente frustrante es otra cosa, pero no podríamos tener nada. Su padre es el presidente, ¿entendéis?

-Pues la verdad es que no.

-Ya os lo he dicho. No voy a tener nada con él. No voy a salir con él, ni a acostarme con él, ni a tomarme otro café con él. Nada.

-¿Otro? ¿Quiere eso decir que ya te has tomado uno?

Baekhyun había decidido que ya había tenido bastante de aquellos dos y los había echado de dentro del despacho en aquel mismo instante, tomando la firme decisión de no dejar que todo el asunto lo afectara. Su principal problema, exceptuando a los desalmados de sus amigos, en todo aquel asunto, era que, por mucho que admitirlo lo hiciera sentir aún más frustrado, sentía una extraña atracción (sexual) por Park Chanyeol, y el hecho de que él fuera anormalmente alto, y anormalmente guapo, y se pasara la vida paseándose por la oficina, no lo ayudaba en absoluto.

Pero él era fuerte, y tenía algo que demostrarse a sí mismo, así que si antes se había esforzado competir con Chanyeol en todo, a partir de aquel instante se centró todo lo posible por ignorarlo, evitándolo por los pasillos y sentándose en una esquina, en silencio, durante las reuniones.

-¿Qué es lo que estás haciendo, Baekhyun? -le preguntó Jongdae, inusualmente serio, una tarde tres semanas después de su lamentable borrachera, cuando lo interceptó después de que Baekhyun hubiera llegado al extremo de saltarse una de las reuniones de control de los presupuestos-. Los demás acabamos de salir de una reunión, y tú tenías que haber entregado para hoy la planificación detallada de la campaña SEO en buscadores. ¿Dónde te habías metido?

A Baekhyun le hubiera gustado responder, pero no tenía ningún argumento válido. Sabía que había habido una reunión - siempre había llevado un planning detallado de su horario diario en la agenda - pero, por primera vez en años, ni había tenido el trabajo acabado a tiempo ni había tenido ganas de ir. Era lo que ocurría cuando huías de tu jefe, suponía; cuando te pasabas las horas más alerta para no encontrarte a solas con él que centrado en los informes que debías hacer.

-Me surgió una urgencia -acabó mintiendo, pero Jongdae debió de captar la falta de certeza en su voz, porque no lo dejó irse.

-¿Y te fuiste sin avisar en recepción?

-Bueno. Era… ¿urgente?

-Estás retrasando el trabajo de todos, Baekhyun -lo cortó su amigo-. Habríamos ido justos de tiempo incluso si cada miembro del equipo hubiera estado trabajando al cien por cien, pero ya no es que tú no colaboras, sino que entorpeces lo que hacemos los otros. ¿Y todo por qué? ¿Por Park Chanyeol? Tú querías ser líder de equipo, ¿no? Pues actúa como uno, Baek. Actúa como se supone que alguien con responsabilidad debería actuar.

Jongdae no le había dejado tiempo a responder, largándose a través del pasillo a zancadas. Casi nunca solía estar de mal humor, y Baekhyun se había arrastrado hasta su despacho sintiéndose muy culpable al respecto. Era cierto que tenían muy poco plazo para acabar aquella campaña, y que Huang Zitao era uno de aquellos clientes tan exigentes que no dudarían en cambiar de compañía si el equipo dedicado a sus productos cometía fallos tan ridículos como no cumplir los plazos.

Con un suspiro, el joven desbloqueó su ordenador y pinchó en su informe inacabado sobre posicionamiento SEO. Tenía que haberlo terminado horas atrás, pero, aunque tenía ya en su poder la mayoría de la información a incluir, ordenarla le llevaría horas, lo cual implicaba que se le acumularía también el resto del trabajo.

“¿Qué es lo que me está pasando?”

Decidiendo que terminaría lo que le quedaba por hacer, sin importar el número de horas extra que tuviera que emplear para conseguirlo, el joven clavó la vista en la pantalla del ordenador y empezó a teclear. Estaba, por primera vez en semanas, tan concentrado, que no sintió la puerta de su despacho abrirse, ni a la persona que entró hasta que fue demasiado tarde y ésta estuvo detenida frente a su escritorio.

-Byun Baekhyun -oyó a una voz llamarlo, y no pudo evitar la descarga eléctrica que lo recorrió de la cabeza a los pies.

-Chany- Señor Park -Baekhyun no supo que cara poner, ni qué decir, porque semanas después de haber arruinado el trabajo de todos intentando evitar algo así, Chanyeol estaba allí, en su despacho, con la puerta cerrada tras de sí, y él sentía a cada nervio consciente de su cuerpo dándole la orden de salir corriendo de allí, evitar aquello, ya.

-Te esperábamos en la reunión -Chanyeol ignoró su lapsus y rodeó la mesa hasta ir a situarse detrás de su silla, en un punto en el que Baekhyun podía escucharlo, pero no verlo si no se giraba-. Necesitábamos tener los informes de posicionamiento para hoy.

-Me había surgido una urgencia -volvió a mentir Baekhyun-. Tuve que irme. Lo siento. Me quedaré hasta tarde hoy y prometo que…

-No -el joven no sabía lo que había esperado, pero lo que ocurrió lo pilló completamente por sorpresa. Súbitamente, el peso sobre su silla había aumentado, y la respiración de Chanyeol estaba contra su oído, y él se había quedado muy quieto, paralizado en el sitio-. Los dos sabemos que esto no puede seguir así.

Baekhyun tenía que decir algo, lo que fuera, cualquier cosa, así que separó los labios, dejando salir el aire en bocanadas cortas.

-¿Qué es lo que quieres? -musitó-. ¿Qué es lo que quieres?

-No, Baekhyun. ¿Qué es lo que quieres tú?

No lo sabía. Baekhyun no lo sabía. Pero en aquel instante, mientras cerraba los ojos y trataba de tomar aire, estaba potencialmente seguro de que le habría dejado a hacer a Chanyeol cualquier cosa, cualquiera, que se le hubiera ocurrido pedir.

-Toma esto -fue lo único que dijo su jefe, sin embargo, separándose de él tras unos segundos interminables. Cuando Baekhyun abrió los ojos, vio un fajo de papeles delante de él y los tomó entre los dedos, dudoso, sin entender qué eran-. ¿Podrías revisarlos para mañana? Estos seguro de que hay cosas que no cuadran.

-Uhm. Sí, claro.

Chanyeol asintió sin más y, antes de que Baekhyun pudiera preguntarle nada, murmuró una corta despedida y salió de la habitación, dejándolo completamente solo y extrañamente vacío en mitad de su despacho. No entendía por qué su jefe le había pedido que revisase aquello cuando precisamente él era quien iba con retraso, pero nada más comenzar a leer la primera página, hojeando el texto por encima, cayó en la cuenta de lo que era y se llevó una mano a los labios.

Su tarea para aquel día, lo que debía haber hecho después de terminar su informe fallido sobre posicionamiento SEO tendría que haber sido un documento sobre su campaña a realizar en ferias. Y eso era lo que le había traído Chanyeol para revisar: su propio trabajo, el que él había dejado de hacer tratando de evitarlo por las esquinas.

-Dios mío… -el Baekhyun de semanas atrás probablemente se habría sentido increíblemente ofendido por el hecho de que alguien más se hubiera atrevido a hacer el trabajo que era legítimamente suyo, pero su yo actual se sentía extrañamente conmovido-. ¿A qué hora se supone que ha hecho esto?

--

Cuando Baekhyun terminó de redactar e imprimir su informe y de revisar los documentos que le había entregado Chanyeol, eran más de las once de la noche. Todo el mundo se había marchado a casa hacía rato - incluso el empleado de seguridad había dejado de pasarse a preguntarle por su estado y le había dicho que, de necesitarlo, estaría en su garito en la planta baja - y los pasillos al otro lado de la puerta entreabierta de su despacho estaban a oscuras.

-Bueno, esto ya está -murmuró una vez hubo comprobado sus anotaciones en la última página, estirándose para desentumecer los músculos de su espalda y levantándose con un bostezo. El sonido de su propia voz sobre la quietud reinante casi logró sobresaltarlo-. Hora de irse a casa.

Tras ponerse la chaqueta y el abrigo, Baekhyun echó un último vistazo a los dos documentos sobre la mesa, dudoso. Tardó un segundo en decidirse, pero finalmente regresó a su escritorio, redactó un par de frases en un post-it (“Aquí está todo preparado. ¡Tenía muchos menos fallos de los que esperaba! J Atte. BBH”) y se llevó los dos documentos con él, pensando en dejarlos en el despacho de Chanyeol antes de salir. Puede que su jefe llegara a trabajar antes que él, y en ese caso, primero, podría adelantar trabajo sin tener que perder tiempo pidiéndole los documentos en cuestión y, segundo, tal vez así Baekhyun podría evitar quedarse a solas con él en otra ocasión.

Su idea le había parecido buena al principio, pero conforme cruzaba los pasillos en semipenumbra hasta la zona donde se hallaba el despacho de Chanyeol, la voluntad empezó a flaquearle. Porque, ¿qué pasaba si a él no le hacía gracia que entrara en su despacho? ¿Y si lo mandaba llamar? ¿Y si el mensaje que le había escrito en el post-it (que había pretendido ser un chiste, con carita sonriente dibujada en una esquina incluida, porque los documentos que le había entregado Chanyeol apenas tenían fallos) le parecía pedante o grosero? Porque lo último que quería Baekhyun era parecer más pedante, o que Chanyeol pensara mal de él después de haberse molestado en hacer sus informes por él… Y todo el asunto de meterse en su despacho sin permiso explícito estaba empezando a parecerle muy mala idea, así que al llegar se detuvo en seco, con la mano ya sobre el picaporte y tragó saliva.

“¿Qué estoy haciendo?”

Bajó la vista hacia sus zapatos, decidiendo que era un idiota, pero un idiota asustado, y que como tal iba a marcharse de allí sin entrar, cuando se percató de que, a pesar de todo a su alrededor estaba a oscuras, había un leve brillo anaranjado que salía de debajo de la puerta de aquel despacho.

-No puede ser… ¿Chanyeol? -murmuró Baekhyun para sí, alzando luego la voz un tanto, y golpeando la puerta de madera con los nudillos-. ¿Hola? ¿Hay alguien?

Desde el interior del despacho no le llegó respuesta alguna y Baekhyun apoyó el peso del cuerpo primero en un pie, luego en el otro, planteándose qué hacer. Sabía que lo más sensato y coherente habría sido marcharse a casa, pero la curiosidad y el ya prácticamente permanente nudo en su estómago fueron más fuertes (por no hablar de su necesidad como buen ciudadano de apagar cualquier luz que hubiera podido quedarse encendida, ¿no?) y, finalmente, empujó la puerta y la abrió.

El interior del despacho, al contrario que la última vez que Baekhyun había estado allí, era un caos de papeles. Había folios - impresos, cubiertos de gráficos, garabateados a mano - en todas partes: apilados en la mesa, en las sillas, incluso en el suelo. A simple vista, Baekhyun era capaz de reconocer parte de las gráficas y tablas como documentos de la campaña de Kandy Deluxe; documentos que tenían que continuarse, que terminarse, que revisarse. Y allí, con el rostro apoyado entre los brazos, dormido entre la pila de trabajo sin acabar, estaba Chanyeol.

A Baekhyun le hubiera gustado poder decir que estaba sorprendido, pero la expresión más propia en aquel caso habría sido fascinado. Durmiendo así, con los ojos suavemente cerrados y sin producir ni un solo sonido, Chanyeol parecía muy niño, y estaba tan tranquilo que a Baekhyun poco le faltó para sentirse como un intruso, viendo cosas que no tenía que ver, notando cómo lo invadía una oleada de afecto para la que no estaba preparado, y contra la que no estaba en condiciones de luchar.

Apretando los documentos con más fuerza, el joven recorrió la distancia que lo separaba hasta el escritorio, dejándolos en un punto vacío de la mesa con cuidado de no hacer ruido, y conteniendo una sonrisa al ver que Chanyeol estaba murmurando algo en sueños - por no decir babeando el folio lleno de borratajos contra el que tenía apoyada la mejilla.

Su gesto no tardó en mutar a una mueca preocupada, no obstante, al darse cuenta de que probablemente aquella no fuera la primera noche en la que Chanyeol se quedaba allí, y de que, a pesar de que siempre parecía lleno de energía, no solamente se había quedado dormido allí, sino que además tenía círculos negros bajo los ojos.

-Todos formamos parte del mismo equipo, ¿eh, Jongdae? -murmuró, riéndose entre dientes al recordar las palabras de su amigo e inclinándose hacia delante para apartarlo con suavidad el pelo a Chanyeol de los ojos.

“Eres un idiota, Park Chanyeol” añadió mentalmente, ignorando el cosquilleo en la punta de sus dedos y observando su figura dormida durante un momento antes de tomar una decisión.

Dando media vuelta, salió de la habitación en silencio, cerrando la puerta tras de sí con la mayor delicadeza posible.

El reloj del recibidor, que cruzó para dirigirse a la calle, tocó las doce campanadas de medianoche en el momento en el que él cruzó las puertas de cristal.

--

-¡Buenos días, bello durmiente! O más bien, buenas noches.

Muy posiblemente, y teniendo en cuenta su historial, lo último que Chanyeol hubiera esperado encontrarse al abrir los ojos pasada la medianoche habría sido a Baekhyun, tranquilamente sentado en una de las sillas frente a su escritorio y tendiéndole una copa de café refrigerado con una sonrisa enorme en los labios.

-¿Baek? -murmuró, con la voz todavía ronca por el sueño, y el joven contuvo las mariposas que habían empezado a revolotearle en el estómago ante la mera mención de su nombre bajo una carcajada.

-¡Sorpresa!

-¿Qué haces aquí?

-¿Yo? He venido a dejarte en el despacho el informe que faltaba y los documentos que me encargaste y te he encontrado aquí durmiendo, así que he pensado que no te vendría mal un café y un poco de ayuda.

-¿Ayuda? -repitió Chanyeol, que ahora no solamente parecía totalmente despierto, sino también un tanto receloso. Baekhyun suponía que se lo había buscado-. ¿Para qué?

-Vamos, no me digas que te has quedado metido en tu despacho hasta madrugada porque te gusta mucho dormir babeando sobre la mesa.

-No estaba…

-Tienes un resto de saliva. Justo aquí -Baekhyun señaló un punto en la comisura de sus labios desde el otro lado de la mesa, y aprovechó que Chanyeol estaba distraído tratando de limpiárselo para continuar hablando, ahora en serio-. Escucha, yo… Sé por qué estás haciendo esto. Sé que vamos mal de tiempo, y que a este paso no conseguiremos terminar a tiempo pero… ¿Por qué estás haciendo esto tú solo? Puede que está mal que yo lo diga, pero todos aquí somos un equipo. Si trabajáramos todos juntos.

-La mayoría de nosotros estamos trabajando todos juntos -replicó Chanyeol, y Baekhyun no tuvo la fuerza para negar de que la acusación implícita dolía-. Todos estamos haciendo horas extras, y hemos llegado al punto en el que no puedo decirle a nadie que se quede más tiempo. El líder de este equipo soy yo, ¿no? Pues si hay alguien que tiene que dejar de dormir, ese seré yo y ya está. Vete a casa, Baekhyun -añadió en tono firme.

-Uh, uh, no. No puedes con esto tú solo. Voy a quedarme contigo.

-Escucha, no necesito…

-No. Escúchame tú a mí -el joven tomó aire, suavizando el tono y tragándose su orgullo-. Los dos sabemos que el proyecto va con mucho retraso, y que el ochenta por ciento de la culpa es mía. No vas a conseguir ponernos al día tú solo, y mucho menos en una noche. Si es lo que quieres, no les diré nada a Jongdae y a los otros pero al menos déjame ayudar. A modo de tregua, o para hacer las paces, pero por favor. Déjame ayudarte.

Gracias al cielo, Chanyeol dudó.

-No sé si debería… -comenzó, pero no tuvo tiempo de quejarse mucho más, porque Baekhyun alargó el brazo sobre el escritorio y le aferró la mano con suave insistencia, atrayéndola hacia sí.

-Deberías -declaró-. Primero, porque ya te dijo tu padre que yo soy una de las personas más fiables de este equipo. Segundo, porque toda esta fase del proyecto tiene que estar acabada antes de la reunión con Huang Zitao, dentro de una semana y media. Y tercero -añadió, depositando el vaso refrigerado que todavía sostenía en la palma de la mano abierta de Chanyeol-, porque te he traído café.

--

Baekhyun estaba seguro de que el truco había estado en el café.

No le había costado mucho convencer a Chanyeol para que colaboraran después de ofrecerle sellar su trato con el susodicho café refrigerado. Con posterioridad a aquello, verse cuando todos los demás se habían ido - con objetivos, por supuesto, clara y únicamente profesionales - se convirtió en una nueva rutina para los dos.

Aquel horario de trabajo extensivo, en el que Baekhyun llegaba a la oficina a las nueve de la mañana y se marchaba a su casa alrededor de las tres de la madrugada, no tardó mucho en empezar a pasarle factura. Las latas de café nocturnas se convirtieron en Red Bulls y los descafeinados que solía tomar para desayunar pasaron a contener un doble shot de espresso y, aún así, Baekhyun sentía que los ojos comenzaban a cerrársele a media tarde, y se encontró cabeceando en más de una ocasión durante los próximos días.

-Hyung, ¿estás bien? -le preguntó Jongin una ocasión en la que fue a entregarle un fajo de fotocopias-. Es verdad que estás más… productivo últimamente, pero parece que vayas a caerte muerto en cualquier esquina.

-Gracias por los ánimos -murmuró Baekhyun.

-¿Es que no puedes dormir últimamente? -preguntó Jongdae, que tenía el extraño don para presentarse siempre donde no lo llamaban, asomando la cabeza por la puerta del despacho-. ¿Qué pasa? ¿Te reconcome la culpa por haber estado retrasando el trabajo de todos durante semanas enteras?

-Vete a la mierda Jongdae -replicó Baekhyun, demasiado cansado como para sentirse mal, tirándole un lapicero que rebotó contra la pared sobre el dintel-. ¿No tienes nada mejor que hacer que venir aquí?

-Nunca hay nada mejor que molestarte a ti. Aunque últimamente pareces tan cansado que ya casi ni me discutes. Deberías cuidarte un poco más para volverte a convertir en la bolita de amor y quejidos que todos adoramos.

-No, en serio, hyung, sé que hay mucho trabajo por hacer todavía, pero deberías tomarte una pausa. Pídele a Chanyeol que te deje volver pronto a casa hoy: seguro que no tiene ningún problema.

Baekhyun hizo como si considerara la opción. Por supuesto, y a la hora de la verdad, ni se le pasó por la cabeza faltar a su encuentro nocturno con Chanyeol, ni aquella ni ninguna de las noches siguientes. Tenía que admitir que, a pesar del sueño acumulado y del modo en el que todo su cuerpo había empezado a quejarse por la falta de sueño, cooperando con Chanyeol adelantaba mucho más trabajo del que conseguía sacar adelante solo.

Y no sólo eso, sino que además se divertía. Se suponía que los dos se estaban quedando allí a trabajar, y eso era lo que hacían el noventa por ciento del tiempo, pero había ocasiones en las que uno de los dos comenzaba a cantar una de las canciones que aparecía en la radio que tenían encendida para evitar quedarse dormidos y el otro le hacía los coros, o pausas que hacían en mitad de la noche para atacar las latas de café y Red Bull y los sándwiches de los que solían aprovisionarse en la tienda 24 horas del final de su calle, y en las que acababan hablando de nada y de todo, sentados en el suelo y con la espalda apoyada en la superficie de madera del escritorio de Chanyeol.

-Te juro que el perro de Huang Zitao me odia -le decía este entonces, por ejemplo.

-Ese animal del demonio odia a todo el mundo. Probablemente porque su dueño no solamente le ha puesto su nombre a su marca, sino porque además lo trata como a su princesita y le pone todos los productos que saca, collares de diamantes incluidos.

-¿Quién demonios le compraría un collar de diamantes a su perro? -Chanyeol hizo una mueca y Baekhyun lo golpeó con el codo el las costillas.

-Yo no, pero mucha gente sí.

-Mucha gente a la que le gusta tirar el dinero.

-Eh, no está bien meterse con el producto que tenemos que vender. Debería parecerte maravilloso. Estupendo. Espectacular.

-Espectacularmente inútil. Sabes que tengo razón.

-Puede. Y sólo puede.

Era por momentos como aquellos por los que Baekhyun estaba empezando a adorar aquella clase de citas, a pesar del sueño y del trabajo acumulado. No se trataba únicamente de la gran satisfacción de ver cómo su pila de trabajo pendiente se reducía, sino de los momentos como aquellos, en los que se olvidaba de que Park Chanyeol era su jefe, de que se suponía que su dignidad y su orgullo debían de obligarlo a mantener las distancias y de que él era un profesional y se dedicaba a reírse como un niño sentado como un crío encima del suelo. Aquello era perfecto, y él estaba extenuado pero contento, esperando que su jornada laboral terminase para repetir aquella nueva rutina una noche más.

También podía, la mayoría del tiempo, olvidarse de la corriente casi eléctrica que a veces parecía chisporrotear entre los dos - pensar que no estaba hasta que, en el momento menos pensado, aparecía - y Baekhyun no sabía si aquello era bueno o malo. Cuando había vivido huyendo de Chanyeol, completamente alerta, había sido fácil mantenerla a raya, pero ahora los dos pasaban muchas horas juntos, en una habitación cerrada, y aquella fuerza parecía imposible de controlar. Podía atacarlo en cualquier momento, en cualquier lugar, cuando Chanyeol se acercaba más de la cuenta a él para señalarle algo en un documento, cuando Baekhyun decidía pausar su trabajo e inventarse un bailecito ridículo para la canción de turno en la radio y podía sentir los ojos de su jefe siguiendo sus movimientos o cuando los dos acababan muy cerca el uno del otro, ya fuera trabajando o descansando, a pesar de tener todo un despacho enorme en el cual estar.

Baekhyun sabía que podría - debería - haber frenado todo aquello desde el principio, pero había una parte de él que se negaba a hacerlo. Algo en su cabeza que quería y no quería que pasara algo, que hacía un esfuerzo por jurar y perjurar que estaban allí por trabajo, y que ninguno de los dos se distraería con nada hasta haber terminado los presupuestos de campaña, pero que luego le permitía quedarse dormido mientras estaba sentado en el suelo, con la cabeza apoyada en el hombro de Chanyeol y los dedos inconscientemente aferrados a la manga blanca de su camisa.

-¿Por qué no me has dicho nada? -preguntó al despertar, frotándose los ojos aún aturdido.

-Porque estabas agotado -Chanyeol lo miró con una inusitada suavidad, y Baekhyun sintió una tensión muy distinta; un sentimiento dentro de él que parecía a punto de estallar-. ¿Te ha dicho alguien, por cierto, que haces ruiditos cuando duermes?

-¿Ruiditos?

-Sí. Y no pongas esa cara. Es adorable.

Chanyeol se rió. Baekhyun se dedicó a mirar a todas partes menos a él. Aquella era la noche del séptimo día desde que habían empezado a trabajar juntos, y sólo les quedaban dos más hasta la reunión con Huang Zitao, hasta que los presupuestos estuvieran listos y aquella especie de tregua terminase.

Baekhyun debería de haber estado contento de recuperar sus hábitos de sueño, su horario normal, su vida. Pero el fin de una cosa implicaba el final de otra, y pensar en ello lo hacía sentirse especialmente deprimido.

--

Y así los días que quedaban pasaron, y dieron las doce del último día. De la última noche.

-De acuerdo. Posicionamiento general. ¿Lo tenemos? -le estaba preguntando Chanyeol, aunque la marea de pensamientos dentro de su cabeza no lo dejaba escucharlo bien.

-Sí.

-¿SEM y SEO, corregidos?

-También.

-¿Presupuesto de campaña en medios de comunicación? ¿Contrato con sponsors?

-Sí.

-¿Presupuestos especiales y específicos? ¿Plan a cinco años? ¿Política de contención de riesgos?

-Aquí lo tengo.

-Bien -Chanyeol sonrió, todo él excitación y energía, a pesar de los círculos oscuros bajo sus ojos-. ¿Sabes lo que quiere decir eso? Que hemos acabado con todo. ¡A última hora del último momento, pero lo hemos conseguido!

-Sí. Menos mal, ¿verdad?

Chanyeol asintió mientras se dedicaba a apilar las diferentes partes del informe finalizado sobre la mesa, moviéndose con un entusiasmo que Baekhyun no sentía en absoluto. Por primera vez en semana y media, la radio que siempre escuchaban estaba apagada, y el silencio era triste, asfixiante, casi ensordecedor.

Era la medianoche del último día, el fin de aquellos encuentros, el punto final de la tregua, del hechizo, y él se sentía pequeño y confuso, débil y tan cansado que le parecía imposible no bajar la guardia tras la que se había estado protegiendo durante todos aquellos días.

-Ya verás qué sorpresa se va a llevar el resto del equipo cuando vean que lo único que falta para que todo salga bien es encuadernar todo esto. Tendremos que celebrarlo mañana, todos juntos y por todo lo alto, ¿eh?

-No sé si me gustan mucho las fiestas; siempre acaban pasando cosas malas -replicó Baekhyun, intentando parecer tan entusiasta como Chanyeol y hacer un chiste, aunque algo en su voz sonó bastante similar a un ruego. Su interlocutor pareció confuso durante un minuto, pero sus ojos no tardaron en oscurecerse, en mirarlo de forma distinta, y Baekhyun supo que, si bien al hablar por primera vez de celebraciones no había recordado, ahora sí lo hacía.

Puede que el ambiente hubiera cambiado, pero a Baekhyun le dio lo mismo. Se negó a luchar contra ello por una vez.

-Deberíamos marcharnos de aquí ya. Mañana tenemos un día horroroso por delante.

Todas sus cosas estaban allí; las cosas de los dos - americanas, abrigos, maletines - y, mientras se vestía, el joven se preguntó si a partir del día siguiente podría hacer a plena luz del día, delante de todos, lo mismo que había venido haciendo durante las noches de la última semana y media. Entrar al despacho de Chanyeol, cantar las canciones que aparecían en su radio, llevarse bien con él. Y no lo sabía. No sabía nada. Se sentía como si todo fuese a acabar, allí y entonces, porque ellos ni habían sido nada antes ni tenían por qué serlo a partir del amanecer.

-Espero que haya taxis en la parada -murmuró, dirigiéndose a la puerta y posando la mano sobre el picaporte de metal. Sabía que Chanyeol estaba detrás; podía sentirlo, cerca, cerca, cerca-. Aunque siempre hay, ¿no? Incluso más tarde que ahora.

Baekhyun no pudo decir que lo sorprendiera la mano que se posó de pronto, a la altura de su rostro, sobre la puerta de madera, impidiéndole abrirla, ni la voz ronca que sonó cerca de su oído. La había esperado desde que había comprendido que aquella era la última noche. Lo único que no sabía era qué hacer.

-Baekhyun -lo llamó entonces la estúpida voz de su estúpido jefe, y él no sabía cómo una sola palabra, algo tan simple como su propio nombre, podía llegar a desarmarlo tanto.

-¿Qué ocurre?

-Los presupuestos están acabados, ¿no? El proyecto se termina. ¿Qué es lo que va a pasar? ¿Qué es… lo que vas a hacer conmigo a partir de ahora?

Baekhyun estaba aprisionado entre Chanyeol y la puerta, pero no lo suficiente como para no poder girarse. Cuando lo hizo, vio a su jefe prácticamente inclinado sobre él, con el labio inferior temblándole como a un niño, y un brillo oscuro en los ojos que era cualquier cosa menos infantil.

No sabía lo que estaba diciendo, ni lo que quería decir, pero habló de todas formas.

-¿Recuerdas lo que dije en el bar, cuando volviste a buscar tu reloj? No hemos hablado de eso -Chanyeol no dijo absolutamente nada; sólo lo miró a los ojos, antes de asentir-. Pues bien, iba en serio. Siempre fue en serio.

El otro hombre continuó callado, un segundo, y dos, y tres. Un latido de corazón más tarde, y sin que Baekhyun pudiera acabar de entender del todo quién había empezado, ni cuándo, había labios contra los suyos, manos ásperas bajo su camisa, recorriéndole la piel, y el peso de otro cuerpo que lo empujaba, presionándolo contra la puerta.

“Ya está, ya está, ya está.”

Aquello era todo lo que Baekhyun había buscado, todo lo que había querido. A pesar de lo que había dicho, de cada negación y cada protesta, era lo que deseaba. Había sido algo inevitable, una marea de fuego, una oleada incontenible que había mantenido oculta tras barreras y barreras durante horas, días, semanas, y que una vez liberada lo estaba destrozando todo en minutos, segundos, sin dejarle tiempo a pensar, a respirar, a hacer nada.

La corriente eléctrica entre los dos ahora casi quemaba, y Baekhyun podía sentir cada chispa, cada centella, explotando contra su piel con la fuerza de una supernova, una vez cuando sus labios se encontraron, otra cuando el joven obligó a Chanyeol a separarlos, una más al sentir las manos que se habían deslizado bajo su ropa crispándose sobre sus caderas, clavándole las uñas en la piel.

-Más -murmuró, ordenando más que pidiendo, al sentir a Chanyeol separarle los muslos con una rodilla, separar su boca de la suya solamente el tiempo suficiente como para pegar los labios sobre su cuello y succionar, quitándole la chaqueta casi con violencia, con una desesperación casi animal que Baekhyun veía reflejada en sí mismo.

Había estado a punto de caer dormido, pero ahora estaba muy despierto. Y sabía que tendría que haberse detenido, que tenía mil razones para evitar todo aquello y sólo un motivo para continuar, pero su cerebro no escuchaba y él quería - quería perder la cabeza, quería arruinar a Chanyeol, destrozar cada atisbo de cordura, clavarle las uñas en la espalda y obligarlo a gemir su nombre, una vez, y otra y otra, como nunca lo hubiera hecho con el de nadie más.

-Date prisa -musitó con la respiración entrecortada, jadeando, luchando por deslizar las manos entre los dos y terminar de desabotonar la camisa del otro hombre. Había empezado con aquello ya y quería terminarlo, sobre las baldosas, contra la pared, doblado contra la mesa. Hacía demasiado tiempo desde la última vez, y todo su cuerpo parecía haber recordado de pronto lo que se sentía, el fuego en sus venas y las chispas sobre su piel-. ¿No me has oído? Deprisa.

-Míralo, qué exigente -Chanyeol tendría que haber obedecido, pero, en lugar de eso, sonrió contra su piel, y antes de que Baekhyun pudiera protestar, obligarle a acelerar, le había sacado las manos del punto donde habían estado tratando de introducirse dentro de sus pantalones y se las habían sujetado por encima de su cabeza, contra la puerta. El joven se removió, intentando conseguir fricción, pero fue inútil.

-Chanyeol -gimoteó, pero todo lo que hizo éste fue pegar los labios contra la comisura de su boca, de un modo tan leve que la insuficiencia de todo ello hizo que todos los nervios de Baekhyun protestaran al mismo tiempo.

-¿Sabes? He querido esto desde el principio -le susurró, besándolo otra vez, de un modo tan fugaz que fue apenas imperceptible, en la mandíbula-. Desde que te vi en el ascensor -otro beso más, en el lateral del cuello; otro, bajo su oreja, y Baekhyun estaba temblando-. Incluso cuando estabas dedicándote a ser desagradable, quería esto -un último beso, contra su oído-. Siempre has sido demasiado precioso. Mírate.

Algo en el ambiente había cambiado, metamorfoseándose en el aire hasta hacerse irreconocible, y Baekhyun se encontró casi sollozando; desesperado, pero de una manera muy distinta.

Había esperado que todo fuera rápido y breve, siguiendo el instinto de lo básico, de la niebla en su mente y el fuego en las venas, algo para hacer y no pensar, pero lo que él había querido se rindió completamente ante Chanyeol. Por eso, dejó que el otro hombre lo besara otra vez, permitió que su cuerpo se ondulara contra él, encajándose contra el suyo en oleadas, se aferró contra su espalda como si no pudiera respirar, como si fuera a hundirse.

Había esperado terminar doblado contra la mesa, pero permitió que Chanyeol lo sentara encima de ella; lo observó desde allí, muy quieto, con las piernas colgando y la camisa abierta deslizándosele sobre los hombros, mientras el otro hombre apartaba los papeles de allí encima, colocaba el informe que acababan de terminar encima de una de las sillas y luego volvía a donde estaba él, y lo besaba, y lo miraba sin decir nada, con el rastro de algo muy solemne tras las pupilas.

-¿Por qué así? -susurró, sintiéndose muy expuesto, más vulnerable y más desnudo que si aquello mismo hubiera ocurrido, fuera a ocurrir, de otro modo, con él de cara a la pared, quizás; con él gritando su nombre en lugar de susurrarlo.

Dudó que Chanyeol entendiera, pero éste sonrió, en el mismo instante en el que se agachaba, en el segundo preciso en el que le separó las piernas para poder rozarle con los labios la cara interna del muslo.

-Quiero verte la cara -respondió, como quien dice que el cielo es azul, que el agua del mar está fría y que el fuego quema-. Quiero mirarte a la cara, y que tú me mires a mí.

Y Baekhyun cerró los ojos y tembló, y no supo si el gemido desesperado que había surgido de entre sus labios se había debido a la marca que los labios de Chanyeol habían dejado contra su piel o al peso, intenso e inexplicable, de aquellas palabras.

--

-Dios mío, Baekhyun. Hoy sí que traes una cara horrible.

El interpelado contuvo un suspiro, sin saber muy bien si girarse hacia sus amigos o tratar de mimetizarse con la fotocopiadora junto a la cual estaba detenido. Era cierto que había, uh, dormido poco aquella noche, pero lo último que necesitaba era que Sehun, Jongin y Jongdae, que se estaban acercando a él todos a una, se dedicasen a intentar sacarle información con sus preguntas.

-¿Están ya entregados los presupuestos? -se decidió a preguntar, una vez hubo decidido que tenía que esperar a que la fotocopiadora terminase de imprimir los documentos que había enviado desde su ordenador y que, por lo tanto, no tenía escapatoria posible hasta que terminase.

-Encuadernados, empaquetados y listos -se encargó de replicar Jongin.

-Chanyeol nos ha dicho que te demos las gracias, por cierto -añadió Sehun, consultando la pantalla de su teléfono móvil como si la cosa no fuera con él-. Por ayudarlo con el tema de los presupuestos, ha dicho.

-¿Ah, sí? -murmuró Baekhyun-. Qué bien.

La fotocopiadora escupió la última hoja a imprimir con un chasquido metálico, y el joven se apresuró a recoger sus documentos de la bandeja y emprender el camino de vuelta a su despacho. Le hubiera gustado pensar que sus amigos eran lo suficientemente considerados como para dejarlo tranquilo si lo veían cansado y tenso en mitad de un pasillo, pero sus esperanzas fueron en vano.

-Vamos, Baek, suéltalo -Jongdae fue el primero en entrar a su despacho tras él, manteniendo la puerta abierta para Jongin y Sehun y cerrándola después tras de sí-. Alguien ha tenido que hacer horas extra para acabar esos presupuestos a tiempo, y ni he sido yo, ni Kyungsoo, ni Luhan, ni mucho menos este par de vagos. He estado hojeando un poco todos esos papeles y la mitad de ellos son claramente tuyos.

-¿Y?

-Que la otra única persona que ha podido hacer la mitad que no son tuyos ha sido nada más y nada menos que Park Chanyeol.

Baekhyun tragó saliva.

-¿Y…? -repitió. Estaba empezando a tener calor, a sentir que el cuello de la camisa (arrugado, porque la prenda era la misma que había llevado el día anterior) le estaba apretando cada vez más la garganta.

-No sé, hyung. Lo último que sabemos de ti es que te dedicas a rehuir a nuestro jefe por los pasillos después de hundir tu dignidad delante de él, y ahora de repente nos enteramos de que los dos habéis estado, no sé, ¿colaborando? -replicó Sehun-. ¿A qué hora lo habéis estado haciendo, además? Nunca estáis juntos en horario de oficina.

Mentir no tenía sentido, especialmente cuando no había nada que ocultar en aquella parte de la verdad, así que Baekhyun optó por contestar con sinceridad.

-Teníamos trabajo que hacer durante las horas de oficina, así que nos reuníamos luego.

-¿Sí? ¿Cuándo?

-Por la tarde, por la noche…

La respuesta pretendía ser evasiva, pero, si Jongdae se dio cuenta, lo cierto fue que no le importó, porque soltó una carcajada de todas formas.

-¿Por la noche, Baek? Vaya, vaya, no me digas. ¿Y qué habéis estado haciendo? ¿Reuniros en citas secretas mientras el resto de la oficina no estaba? ¿Cenar a la luz de las velas en su despacho y hablar de los presupuestos? Qué romántico.

Las palabras de Jongdae trajeron consigo una oleada de recuerdos - Chanyeol y él riéndose, bebiendo café refrigerado sobre el suelo del despacho; los dos trabajando juntos, hablando de tonterías por encima de la pila de papeles que tenían que tener listos antes del fin de plazo. Chanyeol, sujetándolo por las caderas con una firmeza casi delicada mientras Baekhyun le rodeaba la cintura con las piernas, hundía el rostro en su cuello y susurraba su nombre contra su piel, sin apenas aire, sin apenas voz.

-Nos estábamos reuniendo para trabajar -dijo sin mucha convicción, cediendo ante el calor que lo sofocaba y desabrochándose los dos primeros botones de la camisa-. Deja de decir tonterías.

-Ah, pero piénsalo, Baekhyun. No sé por qué sigues engañándote a ti mismo, ni por qué niegas la maravillosa posibilidad de mejorar tu aburrida vida sexual y dar el braguetazo del siglo al mismo tiempo. ¡Es el hijo del presidente!

-¡Precisamente por eso!

-Pero si seguro que es de esos que te llevan el desayuno a la cama y te regalan cosas caras por tu cumpleaños -intervino Sehun-. ¿Qué más quieres? ¿Que sea el Rey de Inglaterra?

-Que no sea el hijo del jefe -Baekhyun se inclinó hacia delante en su silla, apoyando las manos sobre el escritorio y decidiendo dar por zanjada aquella conversación-. Ya os he dicho que Park Chanyeol y yo no tenemos nada, y que si colaboramos juntos fue por motivos estrictamente profesionales en los que…

-Uhm, hyung… ¿Eso que tienes en el cuello es un chupetón?

El joven se interrumpió en seco, llevándose un par de dedos al cuello. Recordó entonces por qué aquella mañana se había abotonado la camisa hasta arriba, a pesar del calor de más que siempre hacía en su oficina, y maldijo interiormente el momento en el que había sido tan despistado como para soltársela.

-¿Esto? No. No. Me he, ah, dado un golpe esta mañana al salir de la ducha.

-¿Y se te ha puesto así?

-Sí. ¿No lo ves?

-Pero si tienes más.

Baekhyun abrió la boca y la cerró, planteándose seriamente el decir que se había golpeado muchas veces aquella mañana, todas ellas en el cuello. O cerca de las clavículas, también. O en la cara interna de los muslos.

-No sé que es lo que estaréis pensando, pero os aseguro que…

-¿Te estás tirando al jefe?

La pregunta de Jongdae fue tan repentina y tan directa que Baekhyun no tuvo tiempo de hacer otra cosa que no fuera mirarlo con la boca abierta.

-¿Qué…? -comenzó-. Escucha un momento, yo…

-Puedo atestiguar que ese chupetón del tamaño de la China continental que tienes en el cuello no estaba ahí ayer -replicó Jongdae, señalando la marca que Baekhyun ya había dejado de intentar cubrirse con los dedos-. Así que, si tú mismo has dicho que te has estado quedando aquí con Chanyeol todos los días para acabar los presupuestos… -el hombre cruzó una mirada con Sehun, que por una vez en su vida sonreía.

-Se está tirando al jefe.

-Probablemente en la oficina.

-Vaya, hyung. No sabíamos que te fuesen esas cosas.

-¿Pero os queréis callar? -exclamó Baekhyun, lanzando una mirada alarmada a la puerta cerrada de su despacho. Estaba casi seguro que desde el exterior no podía escucharse nada, pero hablar de aquello lo ponía nervioso. No quería que nadie se enterara, y en aquel lugar todo el mundo terminaba sabiendo todo-. No es así. No fue así -añadió al ver que sus amigos parecían escépticos, y que no se marcharían hasta haberle sacado aquel secreto del todo-. Pasó sólo una vez, ¿entendéis? Sólo ayer. Estábamos cansados y acabábamos de terminar todo, y entonces pasó.

-¿Así que no estáis juntos? -preguntó Jongdae.

-No. No.

-Y lo que hicisteis fue, ¿qué? ¿Descargar tensiones y cada uno para su casa? ¿Por qué llevas entonces la ropa de ayer?

Baekhyun volvió a plantearse seriamente el mentir, pero estaba demasiado avergonzado como para pensar en nada convincente.

-Pensaba volver a casa -murmuró-. Pero cogimos el taxi juntos y, uh, terminé bajándome en su apartamento.

-Joder, Baek. ¿Cuántas veces…?

-Por favor, dejadme guardarme los detalles, ¿vale? -Baekhyun suspiró, apartándose el flequillo de la frente con una mano. Suponía que debería de haber tenido bastante ya con acostarse con su jefe una vez, pero no había podido evitar lanzarse encima de él en el taxi, y desde allí no había habido manera de separarlos aquella noche-. Ya ha sido suficiente hacer el caminito de la vergüenza esta mañana.

-Oh, dios mío.

Técnicamente, Baekhyun no había querido que nada saliera así - ni lo de la oficina, ni lo del apartamento, ni lo de la mañana siguiente - pero cuando Baekhyun se había despertado horas atrás, exactamente en la misma cama en la que había amanecido después de su borrachera terrible, pero ahora con Chanyeol durmiendo a su lado, envuelto en un lío de sábanas blancas y con un mano sobre su cintura, no había sabido qué hacer.

Y no es que tuviera nada en contra de Chanyeol en sí, porque el otro hombre había sido bueno con él, lo había tratado de un modo que todavía hacía que la piel le ardiera y se le encogiera el estómago; pero había parecido muy pacífico y muy joven ahí, cuando Baekhyun lo había mirado dormir, y de repente el joven se había dado cuenta de lo que había hecho, y había tenido tanto miedo de lo que implicaba que había salido de un brinco de la cama, había ido recogiendo su ropa del suelo de las diferentes habitaciones y, tras vestirse como había podido, se había escapado corriendo de allí.

-¿Te has ido sin hablar con él, es eso? -preguntó Jongin entonces, devolviéndolo a la realidad de golpe-. ¿Y qué es lo que vas a hacer ahora, hyung?

Baekhyun había contado con que Chanyeol pasaría aquel día reunido por todo lo que tenía que ver con la entrega de los presupuestos, y había sentido algo cercano al alivio al llegar a la oficina, pensando en que al menos dispondría de un día más. Pero las horas pasaban, y Chanyeol y él tendrían que verse irremediablemente, y Baekhyun comenzó a sentir los inicios del pánico, burbujeándole en el estómago.

-No lo sé, Jongin -respondió, y se dio cuenta al pronunciarlas de que sus palabras eran ciertas-. La verdad es que no lo sé.

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Baekhyun sabía por experiencia que, por mucho que lo intentara, no podía esconderse de Chanyeol para siempre, pero a pesar de todo jamás en su vida habría esperado encontrárselo sentado en una de las sillas de su despacho al día siguiente, trajeado, muy guapo, muy serio y con el móvil en la mano.

-Chanyeol -susurró él, al ver que el otro hombre lo miraba. Le hubiera gustado volver a su política anterior de referirse a él como señor Park, pero aquellas palabras le sonaron extrañas en las cuerdas vocales al tratar de pronunciarlas-. ¿Qué haces aquí?

-Tenía que venir a verte, teniendo en cuenta que, no sé, quería hablar contigo y ni me has cogido el teléfono ni has respondido a lo que te he escrito durante dos días.

Baekhyun no había pretendido que aquello pasara así, pero cuando el primer mensaje de Chanyeol había llegado - lleno de emoticonos felices y de signos de exclamación - sabía que habría tenido que contestar, pero tras minutos de observar la pantalla con expresión horrorizada y los dedos agarrotados en torno al móvil, había acabado perdiendo el valor y no haciendo nada. La cosa había ido a más, con mensajes que habían ido perdiendo en emoticonos y ganando en sequedad, y para cuando habían empezado las llamadas, el chico había puesto el móvil en silencio y lo había guardado debajo de la almohada.

-Tengo el teléfono estropeado -mintió, porque era más fácil que decir que había entrado en pánico con el primer mensaje, y que había terminado ignorando todos los demás porque no podía explicar por qué no había respondido a los mensajes más antiguos-. A veces las llamadas no entran, y…

-¿Ah, sí? -sin dejar de mirarlo a los ojos, Chanyeol pulsó una tecla en la pantalla de su propio móvil. Al instante siguiente, algo comenzó a vibrar en el bolsillo de la americana de Baekhyun-. Qué curioso. Parece que ya se ha arreglado, mira.

-Escúchame -comenzó Baekhyun, maldiciendo su hábito de llevar el teléfono a todas partes y queriendo decir algo, pero sin saber el qué-. Lo de la otra noche fue muy, uh, agradable, pero yo no soy del tipo de personas que…

-¿Que qué? Así que es eso, ¿no? ¿Ahora es cuando me dices que todo lo que pasó fue un error por tu parte? -el joven no respondió, y Chanyeol debió de tomar su falta de palabras por una respuesta afirmativa, porque suspiró y se levantó de la silla-. ¿Tú no eres del tipo de personas que…?

Baekhyun tragó saliva.

-No lo entenderías.

-¿No? ¿Y por qué no pruebas a explicármelo? -Chanyeol se había acercado a él y lo miraba desde arriba, con el ceño muy fruncido y las manos enlazadas a la espalda. Estaba esperando una respuesta, y chasqueó la lengua al no obtener ninguna-. Eres cruel, ¿sabes? No sé si es que eres incapaz de aclararte las ideas o si esto es alguna clase de… castigo estúpido porque el líder de equipo aquí soy yo en lugar de ti, pero lo único que puedo ver aquí es cómo te dedicas a ponerme la zancadilla primero y a tenderme la mano después, una vez, y otra, y otra. ¿Te parece divertido retrasar el trabajo de todos por tus berrinches? ¿Te lo has pasado muy bien dándome falsas esperanzas y dedicándote a ignorarme después cuando es, no sé, obvio que yo siento algo por ti?

Baekhyun se sintió como si acabasen de tirarle a la cara un jarro de agua fría.

-Chanyeol… -comenzó a decir, prácticamente a rogar, pero las protestas se le murieron en la garganta cuando vio que su jefe se acercaba a donde él estaba. Por un momento, creyó que Chanyeol se detendría junto a él, que lo zarandearía por los hombros, que lo besaría, algo, pero su jefe simplemente pasó de largo en su camino a la puerta.

-Dijiste que lo que gritaste en el bar era lo que querías de mí, ¿no? Y supongo que eso era lo único -se giró a decirle con la mano apoyada en el picaporte-. Bueno, pues ya lo has conseguido. Supongo que estarás contento.

-¿Qué? ¡No…! -protestó Baekhyun, pero antes de tener tiempo para pronunciar una tercera palabra, Chanyeol ya había salido de su despacho, cerrando la puerta tras de sí con tal fuerza que los goznes crujieron y dejándolo a él allí, solo, confuso y con unas repentinas ganas de escapar corriendo fuera de aquel lugar.
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rating: pg-13, fic: short fics/drabbles, !one-shot, fandom: exo, pairing: chanyeol/baekhyun

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