EXO; Chanyeol/Baekhyun [En el café y en la guerra (todo vale) (4/4)]

Apr 06, 2015 00:54

Título: En el café y en la guerra (todo vale)
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun
Rating: PG-13-ish?
Palabras: 32.329
Summary: La definición de Baekhyun de "un buen día" consiste en conseguir un café gratis, conseguir un ascenso y encontrarse a un becario alto y guapo en el ascensor en la misma mañana. Su definición de "mala suerte" es... bueno, todo lo demás.
Advertencias: Le crack. Lo siento.


[Parte 3]

Una vez aprobados los presupuestos por el cliente, lo único que les quedaba por hacer para acabar las fases preliminares proyecto era lo más sencillo - recopilar todos los datos en un informe definitivo, preparar una presentación y realizar la exposición final. En cualquier otra campaña, aquel era el período en el que Baekhyun se relajaba y se dedicaba a sonreír mucho y pasearse por delante de la máquina de agua, para que el resto de trabajadores pudieran verlo y felicitarlo por el trabajo bien hecho. No obstante, y si bien Baekhyun sabía que aquella campaña había sido especialmente difícil y que, por lo tanto, se merecía los elogios, de lo único que había tenido ganas aquellos últimos días había sido de triplicar sus visitas al Starbucks y encerrarse en su despacho con el café más grande de toda la carta y una cantidad ilimitada de muffins.

-¿Qué es eso, hyung? -le había preguntado Sehun al verlo llegar un día con una bolsa llena de sándwiches en una mano y un vaso de plástico transparente relleno de algo muy amarillo y coronado con una espiral de nata blanca.

-Un frappuccino nuevo. Vainilla y caramelo con pudding, o algo así. Deberíais probarlo.

-¿Eso que hay flotando ahí dentro son trozos enteros de flan? -el becario le arrebató el vaso y, tras mostrárselo a Jongin, suspiró-. De verdad, no sé cómo te las apañas, pero siempre que traes algo de una cafetería haces que se me quiten las ganas de ir a mí. ¿A quién se le ha ocurrido meter flan en un café?

-No es flan: es pudding.

-Pero, hyung -intervino Jongin, al mismo tiempo que Baekhyun alargaba la mano para recuperar su vaso de las manos indignas de Sehun-. ¿No eras tú el que siempre había defendido los desayunos ligeros? Quiero decir, ¿dónde han quedado tus cappuccinos con edulcorante light?

-En el cajón de los despropósitos, junto al resto de mi vida.

Sehun y Jongin cruzaron una mirada confusa, pero Baekhyun los dejó atrás y se dirigió a su despacho, decidiendo ahorrarse las explicaciones. No quería tener que decir que hacía días que había mandado sus propósitos de comer de manera sana al infierno y que había regresado a sus hábitos alimenticios de su época de universidad - o, lo que era lo mismo, que ahora se dedicaba a pasar sus noches viendo los capítulos más lacrimógenos de su colección de dramas de dudosa calidad acompañado de pizza, Coca Cola y helado, y a ahogar sus penas en frappuccino con pudding - como medio para olvidarse de que hacía tres días (¡tres!) había discutido con Park Chanyeol en su despacho, y que ahora su jefe y él no hablaban y todo era un infierno.

Baekhyun no sabía si llamar a aquello mal laboral o mal de amores, pero en cualquier caso estaba seguro de que el exceso de azúcar era lo más parecido a una solución que tenía por el momento.

Al menos, el proyecto de Kandy Deluxe iba bien y, si todo seguía así, pronto se acabaría y él podría arrastrarse hasta el despacho del presidente Park y pedirle unas vacaciones. Había estado tan ocupado en conseguir aquel ascenso del demonio que se tenía acumulados prácticamente todos sus días de descanso reglados del año anterior: si decidía tomárselos todos juntos, nadie podría quitarle el derecho a dormitar durante un mes entero en algún hotel.

La idea, en principio, sonaba prometedora. Y él habría podido regodearse pensando en ella, de utilizar aquello para relajarse durante aquellas últimas semanas de trabajo, de no ser porque la empresa entera parecía haberse aliado en su contra.

-Vaya, te noto un poco alicaído, Baekhyun. ¿Estás bien? -le preguntó una de las recepcionistas al verlo pasar uno de aquellos días, cargando con un café gigante y una docena de croissants rellenos de chocolate.

-Estoy perfectamente. ¿Por qué? -había respondido él, dedicándole su sonrisa encantadora de siempre.

Normalmente, esa sonrisa en cuestión bastaba para hacer que el ochenta por ciento del personal femenino y el cincuenta del masculino se derritiese a sus pies, pero, en esa ocasión, la mujer no se lo tragó, y lo miró con algo parecido a la preocupación.

-Cuídate, ¿quieres? -le dijo.

Y Baekhyun habría considerado aquello un caso aislado, pero en los próximos días volvieron a hacerle la pregunta otra vez, y otra, y otra más; en los pasillos, en la sala de reuniones y en la cafetería.

-¿De verdad que todo está en orden, hyung? -quiso saber Jongin cuando acudió a su despacho a traerle fotocopias y se encontró a Baekhyun ojeando recomendaciones de podcasts de radio con cara de pena.

-¿Seguro que no necesitas un descanso? -le preguntó Luhan otro día, rubio y perfecto, después de que Chanyeol los hubiera convocado para su reunión de estrategia semanal y, en vez de intervenir (o protestar) como de costumbre, él se hubiera pasado la hora entera debatiéndose entre mirar la espalda de su jefe y prestarle toda su atención a una mancha de tinta azul que había en la mesa.

No era como si, de todas formas, Chanyeol lo estuviese mirando a él. Desde que habían hablado por última vez, no lo miraba nunca.

-Estoy perfectamente -volvió a repetir él, y trató de creérselo. Consiguió hacerlo cuando Jongdae le preguntó qué tal estaba, cuando incluso el desalmado de Sehun vino a traerle un café. Lo hizo cuando el mismo Huang Zitao, en una de sus reuniones, lo dejó coger en brazos a su perra porque decía que “su princesa podía animar a todo el mundo”, aunque cuando el animalito en cuestión se lanzó encima de Jongin ladrando como el demonio en miniatura que era, Baekhyun ni siquiera consiguió reírse.

El instante de comprensión de que debía de tener un problema muy grave le llegó cuando el que lo detuvo en mitad de un pasillo fue Kyungsoo.

-Oye, no vas a morirte, ¿verdad? -le preguntó, y Baekhyun parpadeó.

-Uh. ¿No?

-Bien.

Baekhyun abrió la boca para preguntar si de verdad estaba lo veía tan mal como para venir a hablarse exclusivamente para ello pero, para cuando quiso hacerlo, Kyungsoo ya se había marchado pasillo abajo, así que no le quedó más remedio que volver a su despacho. Jongdae lo encontró allí horas después, revisando unos documentos en su ordenador sin ganas mientras mordisqueaba el que probablemente fuera su quinto sándwich del día.

-¿Hola, Baek? -saludó, tras haber llamado a la puerta por primera vez en años. Baekhyun no sabía si aquello era una buena o una mala señal-. ¿Cómo es que sigues todavía por aquí?

El reloj colgado en una de las paredes (con el que Baekhyun había tratado de cubrir una de las manchas de moho que habían empezado a salir por todas partes) marcaba las seis y media de la tarde, lo que quería decir que tendría que haberse marchado hacía una hora, pero tampoco es como si pudiera hacer mucho más en casa.

-Tengo cosas que acabar -murmuró. Y al ver que Jongdae había entrado a su despacho de todas formas, y que tenía la clara intención de sentarse en una de las sillas, suspiró y añadió-. Y cierra del todo la puerta, ¿quieres? La has dejado entreabierta.

-Bah -replicó Jongdae, ignorándolo-. Deja de quejarte por todo. ¿Estás bien?

-¿Por qué todos lleváis días haciéndome esa pregunta?

-Porque, amigo mío, tu estado normal es el de bolita de furia gritona, ¿entiendes? Nuestro Byun Baekhyun es el que se persona todas las mañanas en la oficina con un traje recién planchado y sube con nosotros en el ascensor hablándonos de los beneficios de empezar el día con un café light antes de entrar en la sala de reuniones como un torbellino y llevarnos la contraria a todos porque tú sabes hacerlo mejor -explicó Jongdae con una sonrisa enorme-. El Baekhyun de ahora es… Bueno, digamos que tiene unas ojeras del tamaño de un piano y se sienta en su despacho a comer donuts como una especie de alma en pena de la bollería industrial.

-No son donuts -protestó Baekhyun. En aquel instante de su vida, habría podido zamparse toda la sección de repostería de un centro comercial, pero el pensar siquiera en donuts le producía malestar.

-Ah, claro. Porque eso de desayunar café con donuts es cosa de Park Chanyeol, ¿no? -comentó Jongdae, casi como si le hubiera leído la mente-. Por si te lo preguntas, Baek, ahora él tampoco hace desayunitos de equipo por las mañanas. O, más bien, todos los demás seguimos desayunando juntos en la sala de reuniones, pero él no viene.

Baekhyun se mordió el labio. No había sabido aquello, no, pero el pensar en desayunos, y donuts, y Chanyeol le traía a la mente la imagen clara de los dos sentado en el suelo de su despacho, riéndose juntos, y, después de todo lo que había pasado, aquel era un recuerdo que le hacía daño.

-Estoy metido en un lío, Jongdae -susurró.

-¿Qué lío? ¿El lío en el que has conocido a alguien que te gusta y al que, por alguna razón estúpida, has rechazado?

-Eh, yo no lo he rechazado como tal -protestó Baekhyun de forma automática-. Sólo ignoré sus llamadas un poco, y después…

-Oh, vamos, Baek.

El chico cerró los ojos. Casi podía ver a Chanyeol saliendo de ese mismo despacho, cerrando la puerta de un golpe y dejándolo solo. Si pensaba en ello, lo peor de todo era que le había acabado haciendo daño a Chanyeol, cuando aquel idiota había sido siempre, siempre, más bueno con él de lo que él merecía.

-No se trata de Chanyeol -confesó-. Se trata de mí. El problema aquí es mi situación, ¿entiendes?

Jongdae arqueó las cejas.

-No -dijo sin más, y Baekhyun tomó aire.

-Me… gusta Chanyeol -susurró, y decirlo en alto, al mismo tiempo, le quitaba un peso de encima y le daba miedo por lo que implicaba, pero ya estaba hecho-. Me gusta mucho, pero él es el hijo del presidente, ¿entiendes? Y yo no.

-Por favor, Baekhyun. No estamos en una novela romántica del siglo XVIII. No es como si él se tuviera que casar con una rica heredera o algo así sólo por ser el hijo del dueño de tu empresa.

-No, claro que no. Pero yo llevo aquí cinco años, y he trabajado hasta no poder más porque quiero ascender por mis propios medios. Pero, ¿qué ocurre si aparece el hijo del jefe y yo paso a salir con él? ¿Qué ocurre si acabamos estando juntos y a mí me ascienden precisamente por eso, porque somos pareja y el novio del señor Park Junior tiene que tener un buen puesto? ¿No es ese el famoso “braguetazo” del que Sehun, Jongin y tú siempre estáis hablando? Yo no quiero eso para mí.

-¿Y todo esto, eso de andar por los pasillos como un fantasma y esos atracones de bollería son por algo así? -preguntó Jongdae, incrédulo-. ¿Porque crees que en la oficina van a pensar que, si te ascienden estando con Chanyeol va a ser precisamente por Chanyeol?

-No es eso -respondió Baekhyun con suavidad, sabiendo de sobra que, tal y como había esperado, su amigo no podía entenderlo-. Mi trabajo es mi vida, Jongdae: este mundo es lo único a lo que he aspirado desde que entré a la universidad. Y no tiene que ver con lo que piensen los demás -concluyó, suspirando-. Más bien se trata de lo que pienso yo de mí mismo.

El reloj continuó sonando en la pared, un tic tac, tic tac constante, y Baekhyun esperó el veredicto de su amigo con una calma que no sentía.

-Baek, sé que eres exigente con lo que haces, pero no puedes condicionar tu vida a… -Jongdae comenzó a hablar con aquel tono serio, casi maternal, que solamente utilizaba para él, pero no tardó en verse forzado a interrumpirse. A aquella hora, se suponía que la oficina tendría que haber estado vacía pero en algún punto más allá del despacho de Baekhyun se oyó el sonido seco de algo similar a un portazo, y los dos hombres se quedaron callados de pronto-. ¿Qué ha sido eso?

-No lo sé. Espero que no sean ladrones.

En la cabeza de Baekhyun apareció de pronto la imagen de un hombre de negro, cruzando los pasillos de puntillas para colarse en el despacho de Chanyeol y robarles el proyecto terminado de Kandy Deluxe. La idea fue tan absurda que sintió ganas de reírse de sus propias palabras, pero Jongdae fue más rápido y resopló.

-No seas ridículo, Baek. Será alguien más que se ha quedado a hacer horas extra -frunciendo el ceño, su amigo empujó la puerta entreabierta y se asomó al exterior-. ¿Hola? ¿Hola? No parece haber nadie.

-Se habrán ido ya -murmuró Baekhyun, levantándose y asomándose también al exterior. Tal y como le había dicho Jongdae, el pasillo delante de su puerta estaba total y absolutamente desierto. Y el joven sabía que no tendría que haberse preocupado, y que aquel era un hecho casual, pero no pudo evitar sentirse extrañamente inquieto.

--

La mañana siguiente, Baekhyun llegó más temprano que nunca a su puesto de trabajo, con un café de caramelo en la mano y un bollo de crema en la otra. Tenían fecha final ya para la presentación final del proyecto delante del cliente, y eso quería decir que había que dar los últimos retoques, atar los cabos que quedaban sueltos, y que, teniendo en cuenta que él estaba resultando ser cualquier cosa menos productivo (por no hablar de que, si se quedaba en casa se pasaba la mayor parte del tiempo pensando en cosas en las que no tenía que pensar) todas las horas que pudiera dedicar a ello eran pocas.

En principio, había contado con unos cuarenta minutos de calma para dedicarse a su trabajo antes de que Sehun, Jongin y Jongdae hicieran su entrada triunfal en la oficina y se dedicaran a distraerlo, pero una media hora después de haberse puesto a revisar documentos, el teléfono encima de su mesa sonó, y él se lo llevó al oído sintiendo, de pronto, un extraño presentimiento.

-¿Sí?

“¿Señor Byun?” él conocía aquella voz, y tragó saliva al escucharla. Quien lo llamaba era la secretaria personal del señor Park. El señor Park padre. “¿Está disponible ahora mismo? ¿Podría subir inmediatamente al despacho del presidente? Le gustaría verlo lo antes posible, por un asunto urgente.”

Baekhyun tuvo que contenerse para no preguntar qué ocurría. Sabía que últimamente no había hecho nada muy malo, pero que su actitud durante todas aquellas semanas había sido cualquier cosa menos ejemplar. El Presidente Park no solía llamar a la gente a su despacho, y mucho menos así. ¿Es que lo que llevaba haciendo durante todo el proyecto de Kandy Deluxe había llegado a sus oídos? ¿Iban a regañarlo por primera vez en cinco años de carrera ejemplar? ¿Era eso?

-Dígale que ahora mismo voy.

Tras bloquear la pantalla de su ordenador, el joven se ajustó la corbata y se dirigió lo más rápido posible al ascensor. Mientras éste ascendía, observó su reflejo en la puerta metálica y trató de acicalarse un tanto, consciente de que puede que no tuviera un aspecto tan lamentable como el de los últimos días, pero que tampoco presentaba su imagen impecable habitual. Tendría que servir, pensó, una vez hubo llegado a su planta. Tendría que servir, porque la única otra opción que tenía era la de salir corriendo de allí.

-Buenos días -saludó al llegar, finalmente, al recibidor ante el despacho del presidente Park. La habitación era grande, lujosa, enmoquetada en rojo, y la secretaria a la que se había dirigido, sentada en una mesa diez veces más lujosa que la que él tenía en su despacho, le sonrió-. ¿El señor Presidente me había mandado llamar?

-Ah, sí -la mujer se inclinó hacia delante parar murmurar algo en un interfono ante ella y, tras recibir una respuesta, le señaló la puerta de madera oscura tras su escritorio-. Pase, pase. Lo están esperando.

Baekhyun le dio las gracias y, tras dedicarle a la mujer un saludo, obedeció la orden y entró al despacho. Ya había estado allí antes - todos los trabajadores subían alguna vez, tarde o temprano - pero aquel lugar seguía pareciéndole igual de impresionante que cuando había estado allí por primera vez. La habitación era grande, espaciosa, con los techos altos y amplias ventanas en las paredes, y al otro lado se extendía la ciudad, llena de actividad y de vida.

-Baekhyun, buenos días.

-Señor.

El presidente Park, alto y perfectamente vestido, estaba detenido, de pie, frente a uno de los ventanales. Normalmente, era de personalidad afable y solía sonreír, pero en aquel momento estaba inusualmente serio.

-Me alegro de que hayas podido venir -dijo, como si aquello explicara algo, y Baekhyun tragó saliva. El peor escenario posible se reprodujo de mil maneras distintas en su cabeza y el joven se lo imaginó diciéndole que estaba muy enfadado con él, que había defraudado su confianza dejando su productividad laboral a un lado y dedicándose a inflarse a croissants, y empezó a prepararse para lo peor-. Tengo que hablar contigo de algo de suma importancia.

-¿Se trata del proyecto, señor? ¿De la campaña de Kandy Deluxe?

-En cierto sentido sí, pero no. Se trata, más bien, de mi hijo.

Baekhyun tragó saliva.

-¿Chanyeol? -preguntó, atónito, y vio que el presidente Park entornaba los ojos.

-Sí, en efecto. Chanyeol.

Atónito, Baekhyun empezó a preguntarse por qué el presidente de su empresa podría estar llamándolo para hablar de su hijo. Era cierto que Chanyeol y él no habían empezado con demasiado buen pie, pero si alguien hubiera querido llamarle la atención sobre eso, lo habría hecho antes. En sí, no había nada relacionado con su trabajo más reciente por lo que a él pudiera reprendérselo en cualquier cosa que tuviera que ver con Park Chanyeol.

A no ser… A no ser que aquello no tuviera que ver exactamente con el trabajo, pero sí con otras cosas que habían pasado entre ellos en la oficina.

“Por favor, por favor. Que alguien me diga que en despacho de Chanyeol no había cámaras de seguridad.”

A ninguno de los dos se le había ocurrido comprobarlo en el momento, y Baekhyun ni había pensado en ello hasta aquel instante. No creía que en los despachos hubiera cámaras - en el suyo no las había, después de todo - pero, ¿y si era así? ¿Si resultaba que en el departamento de seguridad habían revisado una hipotética cinta y en ella aparecía él montándoselo con el hijo del presidente? En la oficina, de noche y encima de la mesa. Baekhyun estaba seguro de que algo así le produciría la ruina laboral en unos veinte países distintos.

-¿Qué es lo que pasa con él? -preguntó, pensando que, si su jefe sacaba del cajón de su escritorio un sextape amateur de fornicio en la oficina, versión Park-Byun, él al menos podría lanzarse por uno de los ventanales y acabar deprisa con su sufrimiento. El presidente se giró para mirarlo con inusitada seriedad.

-Mi hijo ha decidido retirarse del proyecto de Kandy Deluxe. Dice que lo lamenta mucho, pero que cree que le queda grande.

Baekhyun se quedó sin aire durante lo que le pareció una eternidad. De entre todas las cosas, lo último que había esperado había sido precisamente aquello, y estaba casi seguro de que, entre todas las opciones posible, casi hubiera preferido la del sextape.

-¿Cómo que se retira? -susurró-. ¿Ahora? ¿Por qué? Pero si el proyecto ya está casi acabado, no entiendo…

-Todo lo que sé es que ha venido a verme esta mañana, antes de su reunión, y me ha dicho que el meeting con el cliente hoy sería lo último que haría. No me ha dado más explicaciones.

-Pero… -Baekhyun se esforzó por comprender, pero no entendía nada. Chanyeol le había hablado antes sobre presión familiar; se había quedado trabajando hasta la madrugada porque estaba comprometido a terminar aquel proyecto. No había ningún motivo para que lo dejase ahora. No cuando todo estaba acabado; no cuando estaban en la recta final.

-Yo tampoco entiendo exactamente por qué ahora, pero me ha dicho que no pretende cambiar de idea -explicó el señor Park.

-¿Y… Y qué es lo que tengo que ver yo con todo esto? -preguntó Baekhyun en voz baja. Tal vez su padre no lo supiera, pero Chanyeol no le hablaba ya. Por mucho que él intentase convencerlo, no estaba seguro de que Chanyeol escuchase.

-Tenemos poco tiempo y hay que tomar medidas. Pase lo que pase, y sean cuales sean los caprichos de mi hijo, no podemos permitirnos fallarle al cliente -el señor Park lo miró, fija, intensamente, pero Baekhyun seguía demasiado confuso como para entender qué estaba pasando-. Necesito un nuevo líder para este equipo, muchacho. Alguien con la capacidad de llevar todo esto a término; alguien que conozca al equipo y que pueda salir airoso ante el cliente. Y había pensado en ti.

-¿Qué?

Baekhyun se había imaginado muchas veces cómo sería aquel momento; cómo se sentiría en el instante en el que, por fin, el señor Park le otorgaría lo que era genuinamente suyo; en el que reconocería su talento y le daría, por fin, un proyecto. Lo había esperado de muchas maneras, pero nunca así.

-¿Aceptas el cargo, muchacho?

Y el joven asintió, porque en ningún caso podría haber hecho otra cosa, pero frunció el ceño mientras aceptaba la felicitación del presidente, apenas recordó despedirse al salir del despacho y pasar ante la secretaria, que lo miró con preocupación. Todo lo que podía recordar era a Chanyeol quedándose a hacer horas extra a diario, el portazo en mitad de su conversación con Jongdae y el modo en el que la puerta de su despacho se había quedado entreabierta.

“Ya tienes lo que estabas buscando, ¿no?” dijo una desagradable vocecilla en su cabeza. “Ya has conseguido lo que querías.”

--

Baekhyun jamás habría pensado que el día de la presentación final llegaría tan pronto.

Cuando había recibido el cargo, y había vuelto a su (ahora ex) despacho, toda su vida se había convertido en caos. Había muchas cosas por hacer, asuntos que arreglar, y si bien a él le hubiera gustado parar un segundo, cerrar los ojos y tratar de asimilar lo que había pasado, no había tenido tiempo ni de respirar.

Había sabido que la labor de líder de equipo era dura, había visto al desaparecido señor Lee desbordado de trabajo a diario y a Chanyeol haciendo horas extra hasta la madrugada, pero la carga que de repente había caído sobre sus hombros lo había dejado momentáneamente aturdido, y había tenido que hacer uso de toda su concentración para asistir a una reunión tras otra, discutir los detalles finales con el señor Huang - que parecía un tanto escéptico ante el hecho de que el anterior jefe de su proyecto hubiera causado baja de pronto - y coordinar a los demás miembros de su equipo, que se turnaban para mirarlo como si hubiera hecho algo muy feo (cosa posible) y como si estuvieran conteniéndose para darle un abrazo (cosa que, por otro lado, muy probablemente necesitara).

Sólo había visto a Chanyeol una vez, en el momento en el que habían realizado el cambio de despachos y su antiguo jefe se había quedado atrás para explicarle con un tono de voz muy neutro cómo había estado clasificando los documentos hasta entonces.

-Creo que así no tendrás problemas -le había dicho para finalizar lo que prácticamente había sido un monólogo, pero Baekhyun ni siquiera le había estado prestando atención.

-¿Por qué? -le preguntó, alzando los ojos hacia él-. ¿Por qué ahora? ¿Por qué así? ¿No se suponía que somos un equipo?

-¿Lo somos? ¿Tú crees? -había respondido Chanyeol, encogiéndose de hombros-. ¿O estoy entorpeciendo tu trabajo?

Baekhyun no había respondido, y para cuando había querido darse cuenta, Chanyeol se había apartado de él y se había marchado. A partir de ese momento, el joven se había vuelto a repetir mil veces más que el trabajo era su vida y se había dedicado al cien por cien a hacer que todo en aquel proyecto saliera bien. Suponía que, teniendo en cuenta que todo iba sobre ruedas y el informe final era más que bueno, tendría que haberse sentido al menos un poquito satisfecho, pero cuando llegaba a su casa y se tumbaba sobre la cama, cerrando los ojos y tratando de poner la mente en blanco para intentar dormir, lo único que sentía tras los párpados era el peso angustiante del vacío.

(Y no habría admitido jamás, para nadie, que en muchas de esas noches acababa incorporándose y aferrando el teléfono móvil que siempre ponía a cargar sobre la mesilla, abriendo su aplicación de mensajería y escribiendo frases que luego borraba y que nunca llegaba a mandar. Disculpas, y promesas, y más disculpas, que acababan dándole demasiado miedo y que desaparecían antes de poder encontrar el nombre de Park Chanyeol en su lista de contactos.)

Luego, un nuevo día empezaba. Y la presentación final estaba cada vez más cerca, y él se encerraba en su nuevo y flamante despacho, oculto tras una montaña de papeles y tratando de no pensar en lo que había estado a punto de hacer la noche anterior, o en lo idiota que podía llegar a ser, o bien por querer hacerlo o bien por parar antes de pulsar el botón de enviar.

Pero lo que estaba hecho estaba hecho, y había que entregar el trabajo, y quedarse en la oficina para acabar los informes hasta el anochecer y, antes de poder darse cuenta, el día de la presentación que supondría su ascenso al estrellato laboral había llegado, y Jongdae estaba entrando a su despacho con un collar de perro rosa en una mano.

-¡Buenos días por la mañana! -exclamó, con un tono tan despreocupado que Baekhyun, que se sentía mucho más nervioso de lo que había estado en años, por no hablar de extrañamente alicaído, sintió el impulso de estrellarle el informe de seiscientas páginas que tenían que presentar en plena cara-. ¿Qué tal te va? ¿Ilusionado?

-¿Me has traído la muestra del producto para la presentación?

-Uh, Baek, ¿por qué ese tono tan seco? Pero, sí -Jongdae se plantó delante de su escritorio y realizó algo parecido a una historiada reverencia, dejando sobre el escritorio el pequeño collar rosa que había traído-. Aquí tiene usted, mi ilustrísimo señor Byun: la joya de la corona de la colección de Kandy Deluxe este año. Diseño ergonómico, cuero de primera calidad, hebillas de oro de primera ley y veinte brillantes engastados a lo largo de toda su estructura. Un trabajo maestro que hará a tu chihuahua sentirse como una auténtica princesa.

-Encantador -Baekhyun aferró el pequeño collar por los pelos. En las últimas semanas, había visto decenas de modelos de Kandy Deluxe, pero ninguno tan ostentoso como aquel. No podía negar que era un trabajo de calidad, y, como líder de la campaña de producto que era, debería haber regañado a Jongdae por estarse poco menos que mofando de la marca que tenían que vender, pero en lugar de eso se quedó mirando aquella cosa de cuero rosa, mordiéndose el labio, y recordando que Chanyeol se había reído mucho en su momento y había dicho que el producto era feo-. ¿Cuánto se supone que vale esto? -murmuró.

-Tú deberías saberlo, ¿no? Hiciste la campaña de precios. Pero si quieres puedo decírtelo: ese modelo en cuestión, en won, es algo así como once millones, y…

-¿Y de verdad lo vale?

-¿Este engendro? No -Jongdae le dedicó una sonrisa que fue sólo en parte burlona-. Pero tú no deberías estar cuestionándote algo así, ¿no? Esta campaña nos ha dado mil quebraderos de cabeza, pero tiene un prestigio impresionante. Sólo necesitas acabar esta presentación y, ¡boom! Las puertas al estrellato de la gestión de proyectos se habrán abierto para ti de la mano de los collares con brillitos para perro. Llevas tratando de conseguir esto durante cinco años, Baekhyun. Disfrútalo.

El joven asintió, rozando con suavidad uno de los diamantes engastados en el diseño del collar. Tendría que estar disfrutando. Debería estar disfrutando. Había trabajado mucho para todo aquello, y su trabajo siempre había sido lo más importante.

-¿Cuándo es la reunión? -preguntó.

-En treinta minutos tenemos el ensayo. El cliente llegará veinte minutos después.

-Bien.

Con su misión ya cumplida, Jongdae no tardó mucho más en salir por la puerta, y al verse solo, Baekhyun trató de concentrarse, levantándose y repasando mentalmente los datos que tendría que enumerar en su presentación e ignorando conscientemente el collar de cuero rosa y diamantes, abandonado en su mesa junto a su taza de café del día - espresso, solo y sin azúcar, sin apenas probar.

--

Baekhyun se sentía raro.

Estaba de pie en la sala de reuniones, ensayando la presentación final, con su equipo sentado ante él, el collar de perro en una mano, el mando del proyector en la otra y el PowerPoint definitivo detrás de él. Era donde se había visto en la universidad, donde había querido verse al entrar en el mundo de la empresa, y ahora que lo tenía se sentía raro.

-Las notas de esta diapositiva están mal, Sehun -murmuró, señalando lo que había escrito bajo la pantalla del ordenador portátil que debía de servirle de guía para presentar, delante de él. Todas las notas que le había pasado a su becario, habían sido claras, escuetas y concisas, pero lo que había allí era un texto lleno de mayúsculas, signos de exclamación y emoticonos.

-¿Ah? ¿Qué? -el interpelado bajó su teléfono móvil por primera vez desde que hubo llegado allí y se dirigió a echar un vistazo en la pantalla del ordenador con el aire indiferente del que le está haciendo un favor-. Ah, eso. Se me ha debido de olvidar hacer el cambio: son las notas de Chanyeol.

-Ya sé qué son -murmuró Baekhyun. Una parte de él quiso borrarlas, sustituirlas por las suyas propias, que se sabía de memoria, pero no pudo-. No pasa nada.

-¿Todo en orden, hyung?

-Claro que sí.

No había razón para que no lo estuviera, y Baekhyun tomó aire y se puso a recitar su presentación, ensayando tal y como tenía que hacerlo, recitando los datos y los puntos de importancia dentro de la campaña tal y como lo haría en veinte minutos delante de su cliente. Aquello era importante, aquello tenía relevancia, y estaban todos allí: Luhan, y Kyungsoo, y Jongdae; Jongin y Sehun. Y él, que se había pasado la mayor parte de aquel proyecto sentado en la mesa donde estaban los otros, viendo a Chanyeol hacer lo que estaba haciendo él, y que ahora estaba allí, liderando.

-Para la campaña de precios… -comenzó a decir, con el colgante canino rosa todavía en la mano derecha y cambiando de diapositiva con la izquierda-. Nuestra política principal ha consistido en la reducción de…

La que apareció era la dispositiva que estaba mal, la que Sehun se había olvidado de cambiar, y las notas de Chanyeol aparecieron ahí, grandes y negras, en lugar de las suyas propias. El joven tragó saliva.

-¿Baekhyun?

Al escuchar a Luhan decir su nombre, el interpelado abrió los ojos y comprendió, con algo parecido a una oleada de fatalidad, que se había quedado callado en mitad de su presentación.

-¿Estás bien, hyung? -preguntó, a su vez, Jongin, pero él no respondió. En lugar de ello clavó los ojos en los gráficos en el PowerPoint, en la pantalla, en el cuadro de texto que indicaba que el collar que tenía en la mano valía diez millones de won; en las estúpidas notas de Chanyeol a pie de página.

Aquel era su objetivo. Su objetivo. Aquel era…

-Esto no vale nada -susurró, comprendiendo.

-¿El qué? ¿El collar?

-No, yo… Tengo que irme.

Sintiendo que se ahogaba y que, por tanto, no podía quedarse ni un instante más allí dentro, Baekhyun echó a correr hacia la puerta, abriéndola con dedos temblorosos.

-¿Pero a dónde vas? -oyó preguntar a Jongdae, a través de la neblina en su cabeza y de los latidos irregulares de su corazón-. ¡Pero no te lleves el collar, que no lo tenemos asegurado contra accidentes!

Baekhyun estaba demasiado alterado como para hacer caso, demasiado resuelto como para detenerse en aquel instante, así que siguió corriendo, a través de pasillos enmoquetados, con sus mejores traje y corbata, sin aire siquiera para disculparse con los compañeros de trabajo a los que esquivaba para adelantar, que estaban dedicándose a mirarlo como si se hubiera vuelto loco.

Pero él tenía que darse prisa. Había sido un idiota, y tenía que arreglar todo aquello, pero apenas le quedaba tiempo y necesitaba, necesitaba, conseguirlo.

La puerta de lo que había sido su despacho hasta hacía unos días no tardó mucho en aparecer ante él, y Baekhyun la abrió de un golpe, sin llamar.

-¡Park Chanyeol! -gritó.

-Uhm, ¿señor Byun?

Baekhyun se detuvo en seco, tomando aire. Aquella habitación seguía igual que siempre - pequeña, sin ventanas y con mucho moho - pero quien lo estaba mirando, pillada en el acto de pasar un enorme plumero por una de las estanterías, no era Chanyeol, sino una de las señoras de la limpieza, bajita y un tanto rechoncha.

-Uh, ¿Chanyeol no está? -preguntó Baekhyun, sintiéndose muy idiota. Había esperado hacer una entrada triunfal y al llegar se había encontrado con… eso. Aquella pobre mujer debía de pensar que estaba desquiciado.

-El señor Park ha salido un momento, mientras yo limpiaba aquí -la mujer habló en tono dudoso-. Creo que ha dicho que iba a beber agua.

El rostro de Baekhyun se iluminó en una sonrisa que sólo duró un segundo.

-¡Muchas gracias, señora! -exclamó antes de dar media vuelta y salir corriendo de allí, localizando mentalmente la máquina de agua de aquella planta y rogando para que a Chanyeol no se le hubiera ocurrido pasearse hacia otra distinta y aquella estúpida carrera hubiese pasado a no servir para nada.

Por suerte, la máquina de agua en cuestión no estaba mucho más allá, y al doblar la última esquina, Baekhyun vio a una figura alta y con las mangas de la camisa arremangadas sirviéndose un vaso.

-¡Park Chanyeol! -volvió a gritar, y el hombre alzó la cabeza, parpadeando, dejando el vaso en la bandeja de la máquina y pasando a observarlo como quien hubiera visto algo muy raro.

-¿Baekhyun? -murmuró, ladeando la cabeza cuando el joven se detuvo frente a él, inclinándose hacia delante para tratar de recuperar el aliento-. ¿Qué haces aquí? ¿No tenías una reunión?

-Sí -Baekhyun luchó por recuperar el aliento, por enderezarse y parecer medianamente solemne-. Pero yo solo, no. Tú también vienes.

En cuanto lo hubo escuchado, Chanyeol frunció los labios.

-Escúchame…

-No -lo interrumpió Baekhyun-. Escúchame tú, porque tengo mucho que decirte y poco tiempo, ¿de acuerdo? La presentación debe de ser… en unos diez minutos, y si no voy ya me puedo despedir de mi carrera.

Chanyeol pareció dudoso, pero finalmente asintió.

-¿Qué es lo que quieres?

-Sé que… Estoy seguro al noventa por ciento de que esa súbita manía de salir del equipo sin avisar a nadie fue porque escuchaste cierta conversación privada mía con Jongdae -comenzó entonces Baekhyun-. Y déjame que te diga que escuchar conversaciones ajenas es de muy mala educación… aunque supongo que puedo perdonártelo porque si alguien se ha portado mal aquí he sido yo. Contigo.

Chanyeol ladeó la cabeza, serio y atento pero sin intervenir, y Baekhyun tomó aire, porque era ahora o nunca, ahora o nunca, y se lo estaba jugando todo, pero tenía que hacerlo.

-Chanyeol -murmuró, luchando por mirarlo a los ojos-. Tú me… Tú me gustas. Mucho. Pero supongo que estaba demasiado centrado en dedicarme a ser un imbécil como para darme cuenta, y no sé si ahora será tarde, pero quiero arreglarlo. No tendría que haberme puesto en tu contra al principio, y lo siento. No tendría que haberte esquivado después, y lo siento también. Pero lo peor de todo es que… No-no tendría que haber ignorado tus mensajes después de que tú y yo… Quiero decir, nada en esa noche fue un error, y no quiero que lo pienses.

Baekhyun necesitaba que Chanyeol dijera algo, alguna cosa, cualquier cosa, así que siguió, casi asustado, el modo en el que el otro hombre se hundió una mano en el pelo.

-¿Qué es lo que quieres, Baekhyun? ¿Por qué ahora?

-Llevo desde que saliste del equipo pensándolo -contestó él con rapidez-. Pero desde que te fuiste nada es igual. Se… Se supone que el trabajo es lo que más me importa, y que ascender es lo que quería, y he ascendido, pero… No es lo mismo si no estás tú. Entiéndeme: llegas y te nombran jefe de repente, llenas las notas de emoticonos, te vas a un concierto en vez de trabajar… Pero también te ríes conmigo, y me compras café y, me llevas a casa cuando estoy borracho, supongo, y yo he tenido todo eso y he estado a punto de cambiarte por… la versión de Sissi Emperatriz de los collares para perro.

-¿Y?

-La presentación es en, ¿qué? Cinco minutos. Y, o vienes conmigo, o no quiero estar allí.

Por primera vez, Chanyeol sonrió.

-¿Estar allí? ¿Como qué? ¿Tu segundo al mando? -preguntó, y Baekhyun negó con la cabeza.

-Como líder de equipo -clarificó.

-¿Sí? ¿Y no será perjudicial eso para tu carrera? -inquirió Chanyeol, aunque ya parecía más burlón que enfadado-. ¿Qué es lo que va a pensar el resto, si delegas?

Encogiéndose de hombros, Baekhyun sonrió.

-Me da igual lo que piensen de mí los demás -declaró-. Lo que importa es la opinión que yo tenga de mí mismo.

--

Por lo que parecía, el único que se sorprendió verdaderamente al ver aparecer en la sala de reuniones a Chanyeol fue Huang Zitao.

-¿Pero no había dejado usted la campaña, señor Park? -había preguntado al verlo venir, pero Baekhyun había acudido a salvar la situación y le había dedicado a su cliente su sonrisa más deslumbrante.

-El señor Park tuvo que abandonar el equipo porque estaba indispuesto, pero todo vuelve a estar ya en orden. Tiene usted a su disposición al equipo al completo.

A partir de ahí, todo había ido como la seda, y no sólo era que la presentación hubiese salido bien, sino que Baekhyun estaba seguro de que aquel proyecto había sido uno de los más sólidos que su equipo había firmado desde que él había entrado a trabajar a aquella empresa.

-Todo esta tan bien trabajado, y los argumentos son tan sólidos -los había felicitado el cliente, inclinando las gafas de sol que llevaba (en interior, por dios) para mirarlos con la sonrisa más sincera que Baekhyun lo había visto esbozar nunca-. No hay párrafo que no esté perfectamente contrastado.

-A lo mejor eso es porque alguien se pasó toda la duración de este proyecto intentando sacar errores de todo lo que yo decía -se susurró Chanyeol a Baekhyun al oído una vez los dos hubieron acompañado a Huang Zitao y sus directivos a la puerta, y todo el equipo de Kandy Deluxe se hubo marchado en su coche negro. Agradecido, el cliente le había regalado a Baekhyun el colgante rosa de los diez millones, y aquello era una propina de valor considerable, pero el joven no sabía qué iba a hacer con algo tan feo.

-Bueno, ha sido para bien, ¿no? Formamos un buen equipo, tú y yo.

-Sí.

Los dos se quedaron quietos, solos junto a la entrada, y fue entonces cuando Baekhyun recordó algo que lo hizo girarse hacia Chanyeol, mordiéndose el labio. Al final de su vergonzante carrera por los pasillos, había terminado confesándole a Chanyeol un par de cosas - cosas que incluían una declaración de sus propios sentimientos, a la que el otro hombre no había contestado.

-Oye, Chanyeol -comenzó, sin saber muy bien cómo abordar el tema en cuestión-. Verás, uh, había pensado que, ya que hemos acabado el proyecto por fin podíamos, no sé, ¿ir a cenar o algo así?

Su tono de voz fue bajando mientras hablaba, hasta convertirse en una especie de quejido agudo, pero cuando el joven se giró hacia él, vio que Chanyeol sonreía. Sonreía. Se carcajeaba de su vergüenza.

-Vaya, Baek, ¿me estás pidiendo una cita? -le preguntó, divertido, y Baekhyun se sintió trabarse.

-Bueno, sí, había pensado que…

-Y encima una cena. Uh-uh. ¿No vas demasiado deprisa?

A juzgar por la carcajada que soltó Chanyeol, Baekhyun debía de estar mirándolo con la boca abierta.

-¿Cómo que deprisa? Pero si…

-Ah, no sé, no sé, estoy ofendido contigo. Primero me odias, luego te escondes de mí, más tarde gritas obscenidades sobre mí en mitad de un bar y al final acabas pasando la noche conmigo para decirme a los dos días que todo el asunto fue, ¿cómo era? Agradable -Baekhyun intentó hablar, pero Chanyeol volvió a interrumpirlo-. Debería mandarte a paseo, pero como por algún extraño motivo me gustas, estoy dispuesto a darte una oportunidad. Lo cual no quiere decir que no vayas a tener que trabajártelo, porque eso es lo que vas a necesitar hacer: esforzarte por conquistarme.

Baekhyun abrió la boca. La cerró. Chanyeol parecía tan enormemente satisfecho consigo mismo que en otra ocasión le habría pegado, pero en ese momento no le importó.

-¿Y qué es lo que quieres? -preguntó, arqueando una ceja-. ¿No puedo sobornarte con un collar de perro rosa con diamantes?

-Creo que no -replicó Chanyeol con una carcajada-, pero siempre puedes invitarme a un café.

-¿Sólo a un café?

-El café es relevante, ya sabes -Chanyeol le encogió de hombros, le tendió una mano. Y Baekhyun la aceptó, porque no podría haber hecho otra cosa-. Ya sabes lo que dicen, ¿no? En el café y en la guerra todo vale.

[Parte 3]

rating: pg-13, fic: short fics/drabbles, !one-shot, fandom: exo, pairing: chanyeol/baekhyun

Previous post Next post
Up