EXO [Reminiscencia, Parte 1: Luz (de mi vida) (9/17) {Parte 1/2}]

Jan 12, 2015 20:42

Título: Reminiscencia
Parte: Primera, Luz (de mi vida)
AU: Reminiscencia!AU
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun, Kai/D.O, Suho/Chen
Rating: R
Palabras: 10.862
Summary: Baekhyun soñó. Soñó con las sirenas de las ambulancias, con el calor asfixiante sobre la piel. Soñó con un chico hecho de fuego, con un grito sobre el silencio; con otro hombre, de rostro muy joven y ojos muy cansados, leyendo la etiqueta que alguien le había colocado en el pie.
Y de repente, todo seguía pareciendo un sueño, pero él había abierto los ojos y estaba quieto, de pie, en el lugar en el que había empezado todo.
[Reminiscencia (del latín: reminiscentia)
-Acción de representarse u ofrecerse a la memoria el recuerdo de algo que pasó.
-Recuerdo vago e impreciso]


No eres un niño.

Estrellas en tus ojos, vacío en tu corazón.



Parte Primera - Capítulo 9

Debían de ser apenas las ocho de la mañana cuando Baekhyun cruzó a paso rápido los corredores quemados de la zona de servicio, llamando a la puerta de Luhan con insistencia.

-Necesito verte -pidió, y su voz sonó más como un ruego que otra cosa. Baekhyun había pretendido parecer resuelto, firme en la decisión que había tomado, pero llevaba la noche entera sin dormir y estaba agotado, con un cansancio distinto al que recordaba haber sentido estando vivo, pero exhausto de todas formas-. Ábreme, por favor.

El chico no sabía si Luhan dormía alguna vez, y temió que fuera demasiado pronto, que el otro Reminiscente estuviera descansando, con su tela de araña de cables apagada a su alrededor, y no pudiera escucharlo, pero la puerta a la sala de control se abrió de todas formas. Luhan estaba dentro, vestido con su ropa blanca, sentado en su silla blanca en mitad de su blanca habitación, y perfectamente despierto. Lo único de tono distinto allí eran sus ojos, oscuros, amistosos y brillantes, que lo siguieron cuando entró.

-Vas vestido para salir -comentó, al ver que Baekhyun llevaba un jersey de cuello alto y un abrigo-. ¿Qué es lo que vienes a pedirme? ¿Que vuelva a abrirte la puerta?

Algo dentro de Baekhyun se retorció, liberando de nuevo la culpa, por encima de la desesperación y el nerviosismo. Recordaba a Kyungsoo, diciéndole que estaba aprovechándose de Chanyeol, jugando la carta de su amistad para pedirle que se saltara las normas por él. Y quizá fuera lo mismo con Luhan - lo apreciaba sinceramente y le pedía ayuda porque la necesitaba, pero pedirle ayuda era lo único que hacía últimamente, y eso lo hacía sentirse como el egoísta que Suho y Kyungsoo obviamente pensaban que era.

-Tengo que salir -dijo, no obstante, porque a aquellas alturas no tenía tiempo para pensar en nada más-. Kyungsoo vendrá a buscarme para entrenar en poco más de una hora, y tengo que estar fuera antes de eso. Tengo que haber ido y vuelto antes.

No podía decir que se temía que Suho viniera a buscarlo aún más pronto, furioso y decepcionado. Si no lo había hecho ya era porque Chanyeol muy posiblemente hubiera pospuesto su propia conversación con su líder hasta primera hora de la mañana, pero si no estaba en pie ya no tardaría mucho más en despertarse e ir a hablar.

Podían faltar minutos hasta que vinieran a por él, y Baekhyun tenía que hacer algo. Llegar hasta Sehun antes de que llegasen las órdenes, el encierro y las prohibiciones. Advertirle de que ya no podría verlo más, y pedirle que tuviera cuidado, porque podía estar en peligro si Chanyeol tenía razón y lo que estaba ocurriendo no era normal.

-¿Por qué tanta prisa? -preguntó Luhan, arqueando las cejas en un gesto burlón que contrastó con su cara de ángel-. ¿Es que tienes una cita?

-No -Baekhyun carraspeó, incómodo-. Es solamente que… Es urgente, tengo que darme prisa. Quiero… despedirme.

-Eso es lo que siempre dices.

La risa de Luhan resonó, armoniosa y cristalina, en las paredes de la habitación. A Baekhyun siempre le había resultado extraño verlo reírse, hablar en alto cuando sus palabras normalmente eran pensamientos formándose por cuenta propia en su cabeza; moverse cuando parecía una especie de muñeco, una marioneta atrapada entre sus propios hilos, incrustados en la parte posterior de su cabeza, donde él no podía verlos.

-Esta vez va en serio. Puede que no tenga más opciones.

Debía de haber algo apremiante en su tono, porque Luhan recuperó la seriedad.

-¿Qué es lo que ocurre? -preguntó-. No te habrás metido en problemas, ¿verdad? -Baekhyun se apresuró a negar con la cabeza, pero lo hizo de un modo tan brusco que Luhan se revolvió sobre su silla, con los cables brillando en plata tras él cuando se echó hacia delante sobre ella-. Si te has metido en líos, sabes que no puedo…

-Suho no me ha prohibido nada, y yo no me he metido en ningún lío -lo interrumpió el chico-. Lo único que necesito es que me dejes salir una vez más y que no le digas a nadie a dónde he ido.

-¿Estás seguro? ¿Quieres que te acompañe?

-¿Eh?

-Como la primera vez que saliste, cuando te guié a través del metro, ¿recuerdas? Mientras tenga un cierto consentimiento tuyo, aunque sea implícito, mi conciencia puede estar en sintonía con la tuya. Podría ayudar, si crees que puedes tener problemas. Estaría preparado para dar aviso a…

-No -las intenciones de Luhan posiblemente fueran buenas, pero Baekhyun sintió un escalofrío. Bastante extraña le resultaba ya la sensación de tener una presencia ajena en las capas superiores de su mente cada vez que tenía que hablar telepáticamente con él. No quería darle el permiso de entrar en su cabeza, ni de estar ahí cuando hablara con Sehun. Aquellas eran cosas que eran sólo suyas-. Ya te he dicho que está todo en orden; Suho te hubiera prohibido dejarme salir de pasar algo malo, ¿no crees? -los cables tras Luhan vibraron, y Baekhyun tomó aire-. Lo único que necesito es un poco de tiempo.

El otro chico suspiró.

-De acuerdo, pero sólo porque me caes bien.

-Gracias, Luhan.

-Pero quiero verte aquí en una hora.

Era tiempo de sobra, más de lo que habría podido esperar obtener, y Baekhyun asintió, agradecido.

-Estaré de vuelta pronto, no te preocupes por mí.

Luhan le sonrió.

-Mucha suerte.

--

Estaba nublado cuando Baekhyun llegó a la universidad, corriendo tan deprisa que, para cuando se detuvo frente al edificio principal del campus, estaba ya sin aliento. El enorme reloj que indicaba las horas desde la pared externa del piso más alto acababa de marcar las ocho y media y todos los estudiantes que tenían clase a primera hora estaban dentro ya, sentados dentro de sus respectivas aulas o corriendo hacia ellas a través de los pasillos, asustados de que el profesor de turno no los dejara entrar por llegar tarde.

Si tan sólo hubiera salido del hotel un poco antes…

Baekhyun había esperado poder llegar antes de que empezaran las clases de la mañana y sorprender a Sehun según estuviese entrando al edificio principal, llevándoselo a un lado de la marea de estudiantes para advertirle de que no podría verlo más por el momento, repetirle lo que había dicho Chanyeol y pedirle que tuviera cuidado. Su plan se había vuelto inviable al llegar allí tan tarde, pero el chico suponía que, igualmente, podía llevarlo a cabo dentro del aula, entrando como el fantasma que era aunque la clase hubiera empezado y rogándole a Sehun que le pidiera al profesor salir al pasillo un momento. Después, su trabajo estaría hecho y él podría volver a la base, agachando la cabeza ante lo que Suho tuviera que decirle.

No era lo que quería, y no pensaba ni con mucho rendirse así, pero era lo único que podía hacer por el momento, y no iba a dudar en arriesgarse a gritos y discusiones por ello.

La clase habitual de Sehun estaba en el segundo piso del edificio principal, atravesando el recibidor en el que había estado con Chanyeol, cuando habían ido al campus los dos juntos. La habitación seguía siendo igual de grande, silenciosa y desierta tras el inicio de las clases, gris y muerta en Reminiscencia. Baekhyun tardó un poco en darse cuenta, pero la pancarta monstruosa que había servido como homenaje a su persona después del accidente ya no estaba, y en la esquina que había ocupado estaban los corchos para anuncios de siempre, cubiertos de panfletos ofreciendo clases particulares y ofertas para conciertos en alguno de los bares del centro de la ciudad. El chico no sabía cómo sentirse al respecto, así que tras una pausa que duró un instante eterno echó a correr hacia las escaleras, más resuelto que nunca a seguir adelante con aquello, a hacer lo que pudiera aunque fuera poco.

No quería permitir que borrasen a Sehun de aquel mundo también, como lo habían borrado a él.

La lección en el aula C-203, en el segundo piso, ya había empezado cuando él llegó, y la voz del profesor de turno, explicando algo relacionado con la primera Revolución Industrial, cruzaba, con un soniquete ahogado, la madera de la puerta cerrada.

Baekhyun ya había comprobado antes que podía abrir puertas en Reminiscencia sin que se percataran de ello en el mundo real, que la magia de los planos superpuestos le permitía manipular su entorno sin que cambiara para los seres vivos que lo rodeaban, así que ni se molestó en ser discreto y entró al aula casi corriendo.

Tal y como esperaba, el profesor estaba hablando, escribiendo algo en la pizarra de espaldas a él mientras sus estudiantes tomaban notas, bostezaban, o escribían en sus teléfonos móviles por debajo de la mesa. Baekhyun sabía cuál era la clase, pero no tenía ni idea de dónde se sentaba Sehun, así que recorrió a todos los alumnos con los ojos, buscando un rostro familiar, un cabello claro que destacara entre la masa de marrón y negro.

Se quedó congelado junto a la puerta cuando localizó a los amigos con los que éste siempre iba, sentados en torno a un sitio vacío.

“¿No ha venido?” Baekhyun trató de no agobiarse y respirar con calma, intentando localizar la lista de asistencia sobre la mesa del profesor. El buen hombre, que seguía hablando de fábricas y grandes incendios en Londres, ajeno por completo al chico que prácticamente había empezado a correr hacia su mesa, la había dejado sin más sobre el escritorio, con los nombres de los estudiantes presentes marcados con un círculos y los de los ausentes con una cruz.

“Oh Sehun” aparecía en el último grupo, junto a un aspa tan grande que tapaba la mitad de los caracteres.

Tenía que haber venido a aquella clase, pero no estaba allí.

Y a Baekhyun todo aquello le daba mala espina.

-Puede que se haya puesto enfermo -murmuró en alto, tratando de ahogar las palabras del profesor para poder pensar mientras se acercaba, despacio, al sitio vacío, al fondo, en el que se suponía que se sentaba Sehun todas las mañanas. La ventana estaba cerca, y desde allí podían verse los jardines y las figuras diminutas de algunos estudiantes que no tenían clase, saliendo y entrando de los edificios, con el rostro hundido en bufandas de lana y las manos en los bolsillos-. Tal vez pueda comprobarlo, si no vive lejos. Tal vez pueda ir a su casa si es así.

Los minutos seguían corriendo, y Baekhyun era consciente de que le había prometido a Luhan no tardar más de una hora, pero no podía permitirse volver sin haber hecho lo posible para dejarlo todo en orden. No tenía ni idea de dónde podía vivir Sehun - no habían sido tan amigos cuando él había estado vivo - así que corrió hacia el departamento de administración y atención al estudiante del primer piso, colándose como una exhalación tras el mostrador en el que varias secretarias tramitaban diferentes documentos con monotonía.

El chico recordaba haber gestionado allí su matrícula al comenzar las clases, años atrás. Había tenido que rellenar los documentos dos veces, en formato físico y digital, y en su momento había puesto los ojos en blanco, riéndose con sus amigos en voz baja por los “métodos arcaicos” que utilizaban para archivar la información. En aquel momento, mientras cruzaba la habitación en busca de los enormes archivadores donde se almacenaba la información de los estudiantes y abría los cajones, uno tras otro, tratando de encontrar una ficha concreta, agradeció que los conservaran en un formato de datos que pudiera tocar.

No creía, viendo cómo había acabado guardando su teléfono móvil en el fondo de un cajón porque su pantalla sólo mostraba ruido, que la electrónica pudiera servirle de mucho en Reminiscencia de todas formas.

-¡Ajá! ¡Aquí te tengo! -murmuró, tras hacer fuerza para abrir uno de los pesados cajones del fondo y observando con una sonrisa de triunfo la hilera de fichas de estudiantes etiquetadas por orden alfabético. No tardó en encontrar la que necesitaba, una pequeña carpeta de cartón beige etiquetada con el nombre Oh Sehun, y tras hojear las páginas con dedos temblorosos, separó la que contenía los datos personales de las demás y se la guardó en el bolsillo del abrigo-. Acabemos con esto de una vez.

Una de las secretarias lanzó un bostezo enorme, estirándose y echando el cuerpo hacia atrás en un movimiento que hizo que uno de sus brazos atravesase limpiamente el estómago de Baekhyun mientras éste se dirigía a la salida. Antes se habría sentido asqueado y disgustado. Ahora simplemente dio un respingo.

-Lo siento. Por el robo de documentos confidenciales y demás -murmuró, ahogando una sonrisa antes de aferrar el pomo de la puerta de salida e inclinarse en una reverencia que, por supuesto, nadie pudo ver. A veces, ser completamente invisible tenía sus ventajas-. Feliz turno de trabajo, nos vemos.

No tenía nada más que hacer allí, y una nueva subida exprés hasta la clase de Sehun le confirmó que el otro chico seguía sin estar ahí, así que Baekhyun simplemente volvió a cruzar el recibidor y salió al exterior, tomando una bocanada de aire fresco antes de detenerse un segundo a sacar el folio que acababa de robar de administración del bolsillo.

Antes de que sus dedos pudieran rozar siquiera la tela de su abrigo, no obstante, algo entró en su campo de visión por el rabillo del ojo.

La figura de piel pálida de una persona que él conocía muy bien, con el cabello claro despeinado y las manos metidas en los bolsillos de un anorak oscuro, estaba unos cincuenta metros por delante de él. Y Baekhyun quiso gritar de júbilo, porque lo había encontrado sin tener que ir a buscarlo y porque parecía que estaba bien.

-¡Sehun! -llamó-. ¡Sehun, te estaba buscando!

El otro chico estaba lo suficientemente cerca como para haberlo escuchado gritar, pero no se movió ni reaccionó de modo alguno ante sus palabras. Estaba prácticamente de espaldas a él, hablando, por lo que parecía, con alguien, y el corazón se le disparó a Baekhyun en el pecho cuando, al apartarse Sehun levemente, pudo verle al otro hombre la cara.

Porque lo reconocía.

Porque no podía ser.

Porque allí, vestido con una cazadora de cuero negra y vaqueros oscuros, mirándolo directamente y sonriendo, estaba Jongdae.

-¿Qué…?

Las palabras de Chanyeol le volvieron a Baekhyun a la mente, haciéndolo sentirse como si la sangre hubiera dejado de circularle en las venas y todo estuviese mal, muy mal. La Rueda hace lo que quiere, pero esto no es normal. Hay cosas que no cuadran, todo esto podría ser alguna clase de trampa.

No sabía lo que estaba pasando, pero Jongdae estaba demasiado contento como para haber vuelto al campus por casualidad, y Sehun estaba hablando con él como si nada, ajeno al hecho de que era aquel mismo desgraciado quien había hablado con su amigo Yixing sobre lanzarlo desde la azotea de uno de los edificios de la universidad.

Tenía que hacer algo. Necesitaba…

“¡Luhan!” llamó mentalmente, rogando para que, por una vez en su vida, el Reminiscente de Mente pudiera escucharlo. Pero estaba muy lejos de la base, muy lejos del territorio en el que Luhan podía entrar a su mente de forma natural, y era él mismo quien había rechazado la oferta del otro chico de sintonizar sus conciencias. Y lo lamentó profundamente en aquel momento, igual que lamentó no haberle contado a Chanyeol a dónde estaba yendo, aunque fuera deslizando una nota por debajo de su puerta.

-¡Sehun, espera! -llamó otra vez, echando a correr hacia él. Por segunda vez, éste no reaccionó, y Baekhyun recordó con horror el momento en el que el mismo Sehun había bromeado, cuando habían empezado a hablar, diciendo que, tal y como había empezado a verlo un día, tal vez en otro momento dejaría de hacerlo. De repente. Como ahora-. ¡No sé qué le estás haciendo, pero para ya, Jongdae! -probó en su lugar, apretando los puños.

Como era de esperar, el muy idiota reaccionó sonriendo como si lo hubiera oído, pero lo ignoró completamente. Estaba materializado en el plano de los vivos, así que la mano de Baekhyun lo atravesó cuando intentó agarrarlo, correr hacia él para detenerlo como fuera.

-Sehun -dijo en su lugar-, ¿te importaría acompañarme un momento?

“¿Se conocen? ¿Han hablado antes? ¿Ha venido a verlo al mismo tiempo que estaba viniendo a verlo yo?”

La mente de Baekhyun era un auténtico caos, superponiendo una posibilidad a otra, vinculándolas y relacionándolas en un millón de hipótesis, ninguna de las cuales era buena. Suho y los suyos no habían hecho absolutamente nada con respecto a Sehun, así que el equipo de Jongdae debía de haber llegado hasta él primero. ¿Qué pasaba si se habían estado ganando su confianza? ¿Si lo atacaban, lo apresaban? ¿Si lo mataban?

Tenía que hacer algo, tenía que hacer algo, tenía que hacer…

-¿Acompañarte? ¿Ahora? -la voz de Sehun sacó a Baekhyun de su ensimismamiento-. He llegado tarde a primera hora, tendría que entrar a segunda.

-Falta un rato para eso, ¿no? -replicó Jongdae, hablándole en tono familiar como si fuera su amigo-. No quiero llevarte muy lejos, sólo detrás del campus.

-¿Al descampado? -Sehun no parecía precisamente ilusionado, pero Jongdae sonrió.

-Puede.

A Baekhyun le hubiera gustado cruzarse de brazos y gritar que no, meterse en un descampado con Jongdae definitivamente no era buena idea, pero Sehun no solamente era incapaz de verlo, sino que parecía considerablemente aburrido con su entorno, por lo que tras hacer una pausa se encogió de hombros y asintió.

-Más vale que sea divertido -comentó, y Baekhyun observó con horror cómo echaba a caminar junto a Jongdae con las manos en los bolsillos, alejándose de la zona segura y de él.

-¡Luhan! -gritó Baekhyun de nuevo, ahora en alto, echando a correr tras ellos con el corazón en la garganta. Jongdae, aparentemente inmerso en una conversación con Sehun, aprovechó uno de los momentos en los que el otro chico estaba hablando parar girar la cabeza hacia él y vocalizar un claro “tus amigos no pueden escucharte, ni siquiera él” -. ¡Maldita sea, Jongdae!

-Es Chen -replicó el otro chico, esta vez en voz alta.

Sehun, a su lado, lo miró con las cejas arqueadas.

-¿Eh? ¿Cómo? ¿Chen? ¿Qué es un Chen?

-Nada importante -respondió Jongdae, ladeando la cabeza una vez más para guiñarle a Baekhyun un ojo de un modo tan descarado que el chico le habría dado una patada en la espinilla de haber podido-. ¿Vienes?

No tardaron mucho en alcanzar una de las salidas traseras del campus, que desembocaba directamente en el descampado más allá. Había habido edificios allí, cuando Baekhyun había comenzado primer año, casas viejas en las que no había vivido prácticamente nadie. La universidad había acabado comprando los solares y había demolido las construcciones con la intención de ampliar el campus, pero, a pesar de que habían pasado años de aquello, aún no habían empezado a construir nada y todo lo que había allí era un descampado enorme, separado del resto de la ciudad por una valla de madera y metal que más de un estudiante ignoraba cuando quería un lugar tranquilo donde beber o fumar sin que nadie lo molestara. Baekhyun había sentido curiosidad por colarse allí muchos de los días en los que estaba aburrido en clase, pero, a la hora de la verdad, no lo había hecho nunca.

Aquella sería su primera vez, y no sabía si estaba preparado. Porque la opción razonable habría sido correr, y en lugar de eso tenía la sensación de estarse metiendo directamente en una trampa.

Jongdae, todo sonrisas, había levantado una de las tablas sueltas de la valla para ayudar a Sehun a pasar, y Baekhyun tragó saliva y lo siguió, repasando mentalmente sus entrenamientos, recordando lo que Kyungsoo le había enseñado en lo que respectaba a convocar su propia luz. Seguía sin ser un poder fuerte, pero podía convocar fogonazos a conciencia - ya había cegado a Jongdae una vez con aquello, quizás podría hacerlo en otra ocasión.

“¿Puede atacarme si está en ese plano? ¿Puedo atacarlo yo a él?”

-Ya estamos aquí -anunció Jongdae con voz cantarina, y Baekhyun, que había tenido que arrodillarse para pasar por el hueco de la valla y estaba poniéndose en pie sobre piernas temblorosas, miró a su alrededor.

El descampado era grande, inmenso, con un suelo irregular hecho de dunas de tierra revuelta y cubierto de basura. Había varias casetas de obra, edificios frágiles de plástico y metal en los que los obreros solían dejar sus utensilios, desperdigadas a lo largo de la superficie, formando un perímetro en torno a una superficie plana, en lo que ahora era el centro del solar. Seguía estando nublado, y hacía viento, y aquel lugar parecía el escenario de una película de terror, escondido en mitad de una ciudad eternamente atareada.

-No veo nada divertido aquí -comentó Sehun entonces, y Baekhyun se preguntó cómo podía estar parado en un lugar tan sospechoso y no sentirse, en apariencia, ni siquiera un poco nervioso. Jongdae, que parecía mucho menos amistoso e inocente que antes, esbozó una sonrisa peligrosa.

-Oh, pero la diversión está a punto de empezar.

Baekhyun llamó a Luhan mentalmente una vez más, a pesar de ser perfectamente consciente de que estaba demasiado lejos, totalmente incomunicado. No sabía en qué había estado pensando cuando se le había ocurrido hacer todo aquello por su cuenta, pero las otras veces en las que se había enfrentado a Jongdae había estado en obvia desventaja, y con Sehun ahí, en peligro, no podía permitirse echar a correr.

-¡Deja de jugar, Jongdae! -exclamó, apretando los puños, recorriendo la zona con los ojos para tratar de localizar algo que utilizar como arma llegado el caso.

Todo fue silencio absoluto durante un momento, mientras Jongdae sonreía como un gato y se encogía de hombros.

Mientras Baekhyun se esforzaba en concentrar su poder en su mano derecha, tratando de hacer ver que podía defenderse, aunque aquello fuese un farol.

Mientras, con total y absoluta calma, Sehun giraba sobre sus talones y lo miraba directamente con unos ojos muy aburridos y muy oscuros.

-Aquí no hay nadie jugando -dijo-, Baekhyun.

Los pensamientos del chico se detuvieron en seco, como si su cerebro acabara de estropearse y fuera incapaz de procesar información. Se suponía que Sehun no podía verlo. No lo había visto antes. Jongdae había engañado a Sehun para que lo acompañara, porque quería hacerle algo, y él los había seguido porque tenía que ayudar, porque Sehun era humano y estaba indefenso, porque…

“Como Reminiscente tu presencia aquí es valiosa,” había dicho Chanyeol.

Y no.

No podía ser.

No podía ser, no podía ser, pero era, porque Sehun estaba muy tranquilo, mirándolo de modo directo, como si fuera estúpido, y Jongdae parecía tan satisfecho como si le hubiera tocado la lotería.

Baekhyun no entendía lo que estaba pasando, pero aquellos dos definitivamente no estaban en bandos contrarios.

-¿Estás…? -comenzó a decir-. No puedes estar con ellos.

Sehun se encogió de hombros, y Baekhyun sintió náuseas.

-Sorpresa.

El silencio siguió creciendo en torno a él, se hizo grande, enorme, como unas manos que le rodearan la tráquea y no lo dejaran respirar. Sabía de sobra que tenía que decir algo, que habría tenido que gritar, protestar, acusar al otro chico de haberlo engañado, desahogarse y llamarlo mentiroso y traidor, pero se había quedado mudo.

En aquellas últimas semanas había muerto y se había encarnado en otro plano, había entrenado, sufrido, se había escapado de la base, había intentado luchar por lo que le parecía correcto, pero jamás, jamás, se había sentido tan traicionado.

-¿Qué es esto? -preguntó, concentrándose para sobreponerse al sentimiento de horror y vacío que se le estaba extendiendo como veneno en la sangre-. ¿Por qué?

-Tenía que hacerlo; no lo entenderías -el rostro de Sehun seguía siendo completamente inexpresivo-. Tenía una misión que cumplir y ya está hecho.

-¿Qué…?

-Ni siquiera ha supuesto un reto, ¿entiendes? Nuestro papel era el de alejarte del territorio de influencia de tus amigos, ganarnos tu confianza para arrastrarte, tarde o temprano, hasta aquí, y tú lo has hecho sencillo. Siempre quejándote del líder que no te comprendía y del profesor que te gruñe. Hablando de tu bando entero como si fuesen los niños que te caen mal en el patio del colegio. No sé si llegas a entender que aquí el único que no se toma esto en serio eres tú.

Jongdae le sonrió con las manos en los bolsillos.

-Aquí no puede escucharte nadie, ¿verdad? Pobre bebé.

Baekhyun tragó saliva, apretando los puños y mirando a su alrededor. Lo que había aprendido en sus sesiones de entrenamiento le bailoteaba en la mente, borroso, y no sabía qué hacer. Tal vez pudiera huir, si lograba distraer a Jongdae - y a Sehun - de alguna manera. A aquellas alturas, Chanyeol ya habría hablado con Suho; si pensaban que estaba en peligro, los Reminiscentes se habrían movilizado y estarían yendo a buscarlo. Luhan sabía a dónde había ido él; podría salvarse si llegaban a tiempo.

-¿Para qué queríais traerme aquí? -murmuró, intentando aclararse la mente, pensar en otras opciones-. ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora?

-Oh, te hemos preparado una reunión con alguien muy especial -Jongdae dio una palmada, manteniendo las manos juntas delante del pecho como la versión retorcida de un niño ilusionado. Baekhyun no creía haberlo visto nunca tan contento y aquello le dio tan mala espina que sintió a su propio cuerpo reaccionando de modo automático, con la respiración acelerándose y cada terminación nerviosa prácticamente vibrándole, a la espera-. Tengo unos amigos que llevan mucho tiempo esperando a conocerte. ¿No quieres saludarlos ahora que tienes la ocasión?

Antes de que Baekhyun pudiera protestar, la puerta de tablones desvencijados que cerraba la única salida directa del solar a la calle se abrió de golpe, y cuando el chico alzó los ojos, tragando saliva, pudo ver a tres figuras recortadas contra la luz del sol, intimidantes y vestidas, como Jongdae, con vaqueros oscuros y cazadoras de cuero negro.

El poder de Baekhyun burbujeó en sus entrañas, acudiendo a su llamada de forma involuntaria, latiéndole tras la piel y esperando a ser usado, pero el chico no pudo moverse. Las figuras en la puerta estaban avanzando, acercándose hasta detenerse junto a Jongdae con la calma del cazador experimentado y, por mucho que quisiera correr, por mucho que deseara liberar toda la luz que podía acumular en una especie de fogonazo para tratar de escapar, lo único que podía sentir el chico eran los ojos del hombre más alto clavados en los suyos, con una frialdad que lo dejó paralizado, como una mosca atrapada en la tela, a punto de ser devorada por la araña.

Aquellos individuos, los tres, eran del bando de los Caídos - Reminiscentes que, como Jongdae, habían pasado a alimentarse de energía humana - pero no eran como él, ni como Yixing. Jongdae podía ser de gatillo fácil, burlón y hasta cruel en ocasiones, pero nunca parecía ir del todo en serio. Aquellos tres eran tan fuertes que incluso alguien con la inexperiencia de Baekhyun podía sentir su poder, listo para ser usado y saliendo de su cuerpo en oleadas, y estaban tan serios que el chico tuvo que contener el impulso de encogerse sobre sí mismo en el sitio, de hacerse pequeño para escapar de su campo de visión.

-Así que este es él -intervino el hombre alto, con la indiferencia del que hablara de algo rutinario, poco interesante. Era grande, más que Chanyeol, y cien veces más intimidante-. Es más pequeño de lo que esperaba.

-Es lo que siempre he pensado, líder, pero es el único Reminiscente de Luz que hay. Ya lo decía mi señora abuela: aprovecha todo lo que consigas, cualquier otra cosa podría ser peor. Al menos tiene dos brazos y dos piernas, podía haber sido cojo o…

El hombre a la derecha del individuo alto resopló.

-Por favor, Jongdae.

-Es Chen.

-Basta ya -el hombre alto apenas necesitó alzar la voz para que sus dos subordinados se callaran, y Baekhyun tuvo que morderse el labio para evitar que le temblara. Había escuchado muchas cosas sobre el líder de los Caídos (que había sido un Reminiscente antes, que había sido amigo de Chanyeol) pero nunca se lo había imaginado así. No rubio, alto y perfecto, como una estatua de hielo, con los ojos negros y fríos, ni mucho menos viniendo a verlo a él. Hasta al más débil de los Caídos era poderoso y él había caminado, día tras día, de cabeza a una trampa que había sido obvia para todos menos para él.

Tendría que haberse quedado en casa, se dijo, mirando una vez más a Sehun, que ni siquiera hizo el esfuerzo de mostrar una reacción al sentir sus ojos sobre él. Tendría que haberlo sabido, tendría que haber sospechado algo, al menos. Tendría que haber escuchado a Chanyeol, confiado en él a pesar de no haber creído poder fiarse de nadie más.

No sabía qué iba a ocurrir con él ahora, pero parecía más que claro que, fuera lo que fuese, se lo había buscado él solo.

-¿No vas a felicitarme por mi buen trabajo, al menos? -estaba diciendo entonces Jongdae, y el ligero deje impertinente en su tono le pareció a Baekhyun casi irreal entre todo lo que se le venía encima.

-Buen trabajo -el líder habló con la misma voz fría de antes, dirigiéndose primero a éste y luego a Sehun-. A los dos.

Baekhyun habría sentido ganas de vomitar de tener algo en el estómago. Aún así, intentó mantenerse firme, luchando para que no le temblara la voz.

-¿Qué es lo que queréis hacer conmigo?

La atención del líder de los Caídos volvió a centrarse en su persona.

-¿Contigo? -repitió, como si fuera obvio-. Ponerte a prueba, claro está.

-¿A prueba?

-Eres un Reminiscente especial, pero eso no quiere decir que seas útil.

Siendo honesto, el chico no tenía una gran confianza en su utilidad, y el estar parado y solo delante de un escuadrón enemigo al completo, todos ellos muy feroces y vestidos de cuero negro no lo estaba ayudando a tener fe en sí mismo, precisamente. La Rueda giraba como un espectro silencioso sobre sus cabezas, apenas visible bajo la luz solar de la mañana, y Baekhyun alzó el rostro hacia ella durante un instante antes de sentir movimiento a sus pies y enfocar toda su atención en el mundo real.

Los Caídos estaban formados delante de él, preparados y quietos, esperando la orden de un líder que no parecía muy dispuesto a darles órdenes, y fue al intentar avanzar cuando Baekhyun descubrió que allí estaba empezando a pasar algo. La arena bajo sus zapatos parecía moverse, sacudida por el temblor de algo parecido a un terremoto en miniatura, deslizándose bajo sus suelas como si su calzado la repeliera. No fue hasta pasado un rato cuando Baekhyun se percató de que el movimiento seguía un patrón, de que la arena del descampado estaba tomando formas, en montículos que crecían y crecían, formando algo parecido a dunas en un círculo a su alrededor.

-¿Qué estáis haciendo? -demandó, hablando con un valor que no sentía. El montículo más próximo a él estaba temblando, como si estuviese siendo sacudido desde el interior por algo, y Baekhyun habría echado a correr en aquel mismo instante de no estar rodeado por dunas similares, que se ondeaban y palpitaban a un pulso constante, acercándose más y más, cerrándole cualquier vía de escape.

Fue al volverse hacia la que tenía más cerca cuando vio los ojos, verdosos e irisados como los de una serpiente.

-¿Qué te pasa? ¿Es que no lo sabes? -la voz de Jongdae llegó ahogada desde el otro lado de las dunas, que ahora se cernían sobre él, fusionándose en una única ola de arena, como una tsunami rojizo que fuera a venírsele encima, plagado de más y más pares de ojos, que parpadeaban y lo miraban con algo cercano a un perverso interés-. Los líderes de los Caídos siempre han tenido potestad para controlar a los monstruos a varios cientos de metros a su alrededor, y nuestro Kris no iba a ser menos. ¿Cómo pensabas que íbamos a probarte? ¿Invitándote a tomar el té?

-Cálmate, Jongdae -replicó la calmada voz del líder, y Baekhyun tembló, buscando la fuerza en su interior y sintiéndola acudir en su auxilio. La arena continuó mutando, cerrándose a un metro por encima de su cabeza como una cúpula pulsante, una prisión con vida propia hecha de grava y ojos de reptil que pareció sisear a su alrededor cuando la luz comenzó a brillar bajo la piel pálida de sus dedos.

-Atrás -musitó Baekhyun-. Atrás.

Todo aquello parecía sacado de una pesadilla, uno de esos sueños horribles que a veces lo habían asaltado en mitad de la noche, y de los que siempre despertaba acurrucado sobre sí mismo, conteniendo el impulso de llamar a su madre a voces y empapado en sudor. Le habría gustado haber despertado entonces, abrir los ojos en un lugar conocido, aunque fuera su habitación del hotel y el día que lo esperara fueran horas y horas de entrenamiento con Kyungsoo, pero la adrenalina y el miedo que le inflamaban las venas eran muy reales, igual que su cárcel de arena y las decenas de ojos que lo observaban desde el suelo, el techo, las paredes, entornándose ante la luz que brotaba de su mano. A lo que fuera que fuesen aquellas cosas no les gustaba la luz, y Baekhyun se preguntó si podrían ser cegados, si abrirían el círculo que habían cerrado a su alrededor si conseguía que su poder brillara con la suficiente fuerza.

Ya pensaría lo que haría después con Jongdae, Kris y los otros dos, pero por el momento necesitaba salir de allí.

-¡Abrid paso! -exclamó, concentrando todo su poder en la mano derecha, tal y como le había enseñado Kyungsoo (tendría que darle las gracias luego, si sobrevivía) y proyectándolo al exterior con toda la fuerza que fue capaz de reunir.

La energía salió de su interior con la fuerza de una marea, tiñéndolo todo de luz, luz blanca, la luz más potente que había producido nunca, y los ojos de la pared de arena se entornaron, girando sobre sí mismos, siseando con algo cercano al odio.

Durante un instante, Baekhyun creyó que aquel muro vivo caería y se sintió como un héroe, como el ser más poderoso del planeta y el Reminiscente que todos parecían creer que iba a ser. Luego, el fogonazo de luz se apagó, dejándolo tan exhausto que tuvo que luchar por no caer al suelo de rodillas, y ni siquiera necesitó mirar al frente para que todas sus fantasías de desvanecieran de un plumazo.

La oscuridad a su alrededor era absoluta, y los siseos habían subido en volumen. El muro no había caído, aquellas cosas seguían ahí, y además ahora estaban furiosas.

-¡Dejadme salir de aquí! -gritó, incapaz de esconder la histeria en su voz-. ¡No podéis dejar que me maten! ¡Dejadme salir de aquí!

Hubo un instante de silencio. El sonido de una risa ahogada al otro lado de la pared, el ruido atronador de la suela de sus botas al deslizarse sobre la grava en el suelo. El inhalar y exhalar de su respiración, irregular y superficial; la calma antes de la tormenta.

El tiempo pareció detenerse, cuando los susurros se acallaron de un golpe.

Luego, todo explotó a su alrededor y la pared de arena se le vino encima.

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[Capítulo 8]   [Capítulo 9, parte 2]

!multi-chaptered, pairing: chanyeol/baekhyun, rating: r, pairing: suho/chen, au: reminiscencia, pairing: kai/kyungsoo, fandom: exo, fic: reminiscencia

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