EXO; Chanyeol/Baekhyun [VtM!AU, Sweet Dreams (are made of this) (4/¿?) {Parte 1/3}]

Dec 08, 2014 21:28

Título: Sweet Dreams (are made of this)
AU: Vampire: the Masquerade!AU
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun
Rating: NC-17
Palabras: 19.096
Summary: La historia de un sueño que empezó con sangre y terminó con fuego. El cuento de un niño humano y un vampiro; de cómo todos, en el fondo, deseamos algo, y es ese mismo deseo el que puede conducirnos a nuestra propia perdición: Trasfondo de Chanyeol (humano) y Baekhyun (vampiro).
Notas: AU basado en Vampire: the Masquerade. Puede haber errores porque hace años que no juego.
Advertencias: Sangre, heridas, vampiros, etc. Gente muerta que no son los protagonistas. [Trigger warning para este capítulo (resaltar): Blood play? O algo así, hum]
Comentarios: Por fin está aquí el monstruo del averno con el que llevo peleándome dos semanas. Va subido en TRES partes omg what porque en un post no cabía.


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Chanyeol había despertado después del alba, con la cabeza palpitándole y las manos y los pies helados. Tendría que haber ido a trabajar, cruzar el distrito este y copiar manuscritos para los inquisidores, como todos los días, pero estaba demasiado triste, demasiado débil, se sentía demasiado solo.

Baekhyun solía preguntarle cada día, con aquella sonrisa falsamente dulce en los labios, si ya se había enamorado de él. Y la respuesta daba igual, siempre había dado lo mismo, porque, a pesar de todas las noches en las que había acudido a visitarlo, a pesar de sus conversaciones, de sus horas de silencio, del modo en el que sonreía desde el sofá cuando creía que no estaba mirando, el vampiro lo había atacado y había huido tan pronto como Chanyeol le había dado lo que quería.

“No soy humano,” le había dicho. Y era cierto que no lo era. Baekhyun podía tener muchos defectos, pero nunca le había mentido con respecto a eso.

-Al menos no me ha matado.

Y aquello parecía en un principio bueno, el estar absurdamente pálido y débil, pero vivo. Lo habría sido si Baekhyun hubiese vuelto, si hubiera aparecido en el umbral de su puerta al caer la noche, si se hubiera reído de él por ser un iluso y un idiota y hubiese tratado de provocarlo de nuevo, con palabras contra su oído y labios contra su piel, como hacía siempre. Como había hecho todos y cada uno de los días durante los últimos meses.

Pero pasó un día, y otro, y el sol se puso y volvió a salir y el vampiro desapareció tal y como había llegado - de repente, sin avisar y rompiéndolo todo a su paso. Haciendo que echara de menos su risa, su impertinencia, el brillo de aquellos ojos azules bajo sus pestañas negras. Todo lo que siempre había querido hasta el punto del dolor y lo que nunca había tenido ni habría podido tener.

“Eres cruel, Byun Baekhyun. Eres una criatura despreciable.”

Chanyeol tenía una vida, un trabajo, una rutina diurna que se extendía más allá de sus citas clandestinas con un vampiro en su buhardilla, y el chico no había tardado en obligarse a regresar a ella, en cubrirse la herida del cuello, que ya había comenzado a cicatrizar, y en regresar a la sede de la inquisición, con todos sus utensilios para copiar libros en una bolsa de cuero al hombro y su mejor intento de sonrisa animada en los labios.

-¡Ya estoy aquí! -exclamó tan pronto como llegó a la sala en la que solía trabajar, saludando al viejo encargado de la biblioteca con una mano y dejándose caer en su mesa de madera de siempre, junto a la ventana.

Su compañero de trabajo de siempre ya estaba allí, y lo observó con los ojos muy abiertos detrás de un flequillo marrón un tanto revuelto de más.

-¡Ah, Chanyeol! Me alegro de verte de vuelta. El padre Joseph estaba preocupado por ti; estaba a punto de enviar ya a alguien a buscarte.

-Estoy bien -el chico se forzó a reírse, se frotó con lo que pretendía ser aire despreocupado los vendajes del cuello-. He estado algo enfermo estos últimos días, Minseok, eso es todo.

Al igual que el propio Chanyeol, Kim Minseok había sido adoptado por los inquisidores siendo un niño después de que sus padres fueran asesinados por vampiros. Al contrario que él, no obstante, había decidido recibir entrenamiento de combate y formarse para cazarlos. Con tan sólo un par de años más que él, seguía siendo demasiado joven para salir en misiones junto a su maestro y sus hombres, pero estaba acabando su entrenamiento - estudios teóricos y prácticos, entre los que se incluía la copia de manuscritos para ejercitar la paciencia - y se moría de ganas de ser considerado un inquisidor en toda regla. Siempre estaba alerta, siempre extraía conclusiones de todo, y por eso Chanyeol se sintió un tanto incómodo al verlo observarle la herida con los labios apretados, como si una parte de él pudiera ver la piel más abajo, el cómo ésta parecía desgarrada por colmillos y no lastimada sin más.

-¿Qué te ha pasado en el cuello? -preguntó, y Chanyeol se forzó a sonreír otra vez.

-Me caí. Ya sabes, cuando estaba enfermo. Estaba algo débil, por la fiebre, no calculé bien a dónde estaba yendo.

Aquella debía de ser la excusa con menos fundamento del mundo entero, pero Chanyeol siempre había destacado por tropezarse hasta con sus propias piernas y Minseok, por suerte, decidió no hacer más preguntas.

-Deberías informar al Maestro de que estás bien -replicó sin más-. Le habrán dicho que has venido hoy, pero estaba preocupado por ti.

Chanyeol se sintió como un embustero, pero asintió con la cabeza.

-Claro.

Había estado cansado, débil, mientras había estado copiando, y no había podido evitar quedarse dormido. Había soñado con ojos azules, pelo negro, una risa burlona contra su oído y piel bajo sus dedos - ahora helada, ahora ardiente, siempre suave como el tacto de la seda - y se había despertado con el tintero ante él volcado, el cuerpo quemándole como si tuviera fiebre y los ojos de Minseok clavados en él.

-Deberías descansar -le había dicho-. Estabas delirando. Hablabas en sueños.

-¿Qué era lo que estaba diciendo?

-No lo sé. No he podido entenderlo. No lo sé.

Su Maestro había ido a verlo a la biblioteca poco después, alto y severo con su sotana negra, y Chanyeol se había sentido muy pequeño al disculparse, como un niño que hubiera hecho algo muy mal, pero el sacerdote le había deseado una pronta recuperación y no había mencionado las vendas en su cuello.

-Llevabas dos días sin venir -había dicho, más serio de lo normal pero sonriendo después de todo-. Tú nunca te pones enfermo, muchacho. Estábamos empezando a pensar que te había sucedido algo.

-Gripe. Alguna vez tenía que pasar, ¿no es cierto?

-Alguna vez.

Su cuerpo no había tardado en recuperarse de la pérdida de sangre, recobrando la fuerza poco a poco hasta que el cuello había dejado de dolerle y el color había retornado a sus mejillas, pero había algo en el modo en el que su Maestro fruncía el ceño cada vez que necesitaba buscar a Chanyeol para algo, en el segundo de más que tardaba Minseok en hundir los ojos de nuevo en su manuscrito cuando él entraba o salía que hacía al chico sentirse eternamente observado. Y no era sólo allí, no era sólo algo que pudiera sentir en la seguridad de los claustros del monasterio, mientras copiaba documentos en la biblioteca u observaba a los inquisidores entrenar - era un presentimiento constante, que se acentuaba y cambiaba cuando regresaba a casa al caer la noche, que seguía allí cuando se giraba de pronto, en mitad de la calle, o cuando se incorporaba de golpe en la cama, sin poder dormir.

Era como tener una miríada de ojos encima, siempre, en todo momento. Como estar detenido en el ojo de un huracán, mientras todo a su alrededor estaba en calma y el viento soplaba, inclemente, más allá.

Seguía cerrando los ojos y soñando con Baekhyun - Baekhyun mirando la sangre de rata con una mueca burlona, Baekhyun besándole el cuello con labios helados, Baekhyun lanzándose contra él, dispuesto a matar - pero cuando se despertaba, el mundo a su alrededor resultaba mucho más inquietante.

“¿Quién está siguiéndome? ¿Es él? ¿Qué es lo que quiere ahora?”

Los días y las noches seguían sucediéndose los unos a los otros, y Minseok cada vez pasaba menos tiempo copiando con él y más al otro lado de la ventana de la biblioteca, en el patio en el centro del claustro, vestido de negro riguroso y con armas en las manos. Resultaba casi reconfortante, verlo entrenar - la manera en la que blandía espadas y dagas, lanzaba cuchillos y estacas como si hacerlo fuera sencillo era un entretenimiento destacado para sus horas libres de la tarde, que siempre habían pasado demasiado despacio.

-¿Cómo lo haces? -le preguntaba. Su amigo miraba a su instructor, el maestro de los dos, el Padre Joseph, y se encogía de hombros, relajado y satisfecho.

-Es lo que he hecho siempre, sólo se necesita entrenamiento. ¿Te gustaría probar?

Había algo de atractivo en las armas, en la manera en la que un objeto inerte de madera y metal te concedía fuerza, poder sobre otra criatura, humana o no. Chanyeol podría haber dicho que una parte de él, encerrada tras mil cadenas en algún lugar tras sus costillas, se habría sentido satisfecha teniendo aquel control, usándolo en la cara de criaturas como Baekhyun, como la mujer que, años atrás, había matado a todos salvo a él en su vieja casa, pero cuando parpadeaba y observaba de nuevo las espadas en las manos de Minseok, siempre tomaba la misma decisión y negaba con la cabeza, sacudiendo las manos y tropezando con sus propios pies al retroceder.

-No, no. No podría matar. No podría matar a algo que tuviera forma humana.

Era lo que decía siempre, y Minseok siempre respondía la misma cosa, riéndose entre dientes y con los ojos brillantes.

-Supongo que no todos estamos hechos para salir al campo de batalla.

Chanyeol siempre le había dado la razón, y aunque ahora lo seguía haciendo, sonriendo igual que antes, no podía ser sincero del todo. Y el padre Joseph, que no había dudado de él ni un instante, ni siquiera cuando el chico se había despedido de él con su tono más alegre y las páginas que había copiado para un vampiro escondidas bajo la ropa, fruncía el ceño ahora, observando los restos ya apenas visibles de heridas sobre su piel, como si no supiera muy bien qué hacer con él, ni cómo tratarlo.

Nunca lo había obligado a entrenar; nunca lo había forzado a utilizar la violencia si ese, decía, no era su camino, y, sin embargo, se los llevó a un lado una tarde, a Minseok y él, y le tendió un objeto de madera y metal sin decir ni una palabra.

-¿Qué es eso? -murmuró Chanyeol sin moverse, observando al sacerdote con los ojos muy abiertos.

-¿No lo ves? Una ballesta, muchacho. Una ballesta. Minseok te enseñará a utilizarla.

-¿Para qué quiero yo utilizar una ballesta? -el chico extendió los dedos y agarró el arma con gesto tentativo. Había visto a los inquisidores utilizar trastos como aquellos, y aquel en concreto parecía pesado e incómodo entre sus dedos. Dudaba poder manejarla bien, por mucho que Minseok le enseñara. Dudaba ser siquiera capaz de disparar aquella cosa sin convertirse en un peligro para quienes estuvieran a su alrededor-. No lo entiendo, Maestro.

-No pretendo que salgas a patrullar con nosotros, Chanyeol. Nunca has querido hacer trabajo de campo y lo apruebo, pero he decidido que tienes que saber defenderte.

-Guardo un cuchillo bajo la almohada -replicó el chico de modo casi instantáneo. Baekhyun lo había puesto ahí, de hecho, diciéndole prácticamente la misma cosa, enlazando los dedos con los suyos al obligarlo a aferrar la empuñadura, casi como lo haría un amante-. Soy perfectamente capaz de defenderme.

-Puede que un cuchillo no sea suficiente -respondió su Maestro-. Puedes hacer muchas cosas con un proyectil de ballesta bien disparado. Puedes matar a un ser humano, por ejemplo. Puedes incapacitar a un vampiro, paralizarlo si le atraviesas el corazón.

Chanyeol no pudo esconder el escalofrío que lo recorrió de la cabeza a los pies.

-¿Y para qué iba a querer yo hacer algo así? -murmuró, y el sacerdote negó con la cabeza-. Cualquiera de esas cosas. ¿Para qué?

-No lo sé, muchacho. No lo sé.

--

-¿Deberíamos arriesgar e invertir, entonces?

La voz de Luhan, suave pero apremiante en el asiento a la izquierda al suyo, devolvió a Baekhyun a la realidad. Había cerrado los ojos un momento de más - lo suficiente para distraerse, maldecirse a sí mismo por su ineficiencia - pero no podía permitirse volver a descuidarse. No cuando estaba con su sire, y Lord Suho, y Lord Montgomery, y la mujer con perlas trenzadas en el cabello que ahora iba del brazo de Luhan a todas partes, sentados en el reservado tapizado en rojo de uno de los locales que su pequeño grupo solía frecuentar.

Él era el perfecto chiquillo, el perfecto vampiro. Más que nunca, era el ángel cantor y la Luz de la ciudad, y estaba dispuesto a demostrarlo.

Jamás, desde que lo habían creado, había dejado cabos sueltos. Jamás había cometido fallos.

-Parece una opción razonable, si -Lord Montgomery estaba contestando a su sire con toda la calma del mundo, con aquel tono característico de Ventrue parsimonioso que hacía que a Baekhyun siempre le hubieran parecido tediosos como clan-. La compañía en cuestión está destinando la mayoría de su capital a adquirir fábricas junto al río. La cantidad de materia prima que pueden procesar ahora mismo está muy por encima de nada de lo que puedan conseguir sus competidores. Si pasamos a controlar la empresa ahora mismo, si la expandimos, el monopolio dentro de la ciudad sería nuestro en cuestión de meses.

Baekhyun casi pudo sentir a Luhan sonreír.

-Me gusta.

Él mismo nunca se había sentido atraído en exceso por el mundo de los negocios, más allá de poseer en sus cuentas bancarias el dinero suficiente para tener varias propiedades seguras a lo largo de la ciudad, encargar ropa a medida dos o tres veces al mes y, en definitiva, vivir sin tener que preocuparse por nada, pero su sire era diferente. Le gustaba apostar, jugar y ganar, bailar en la cuerda floja, y transformarse en un hombre rico - en el hombre más rico - se había convertido en su nuevo objetivo.

Las noches de Luhan eran un remolino de tedio y de nuevas maneras de combatir ese tedio, así que aquello era de esperarse.

-¿Es conveniente? -intervino Lord Suho, mucho más comedido; la voz de la prudencia, como siempre-. Invertir en armas, quiero decir.

-El mundo está cambiando muy deprisa, Primogénito. Todo el mundo que vive en estos días necesita un arma. Quiere un arma, más que nunca.

-No lo sé, Luhan.

-Tú nunca sabes nada -el vampiro se inclinó hacia delante, vestido de blanco y rojo, con el pelo rubio cayéndole sobre los ojos oscuros-. Pero no hace falta saber, sino jugar. El mundo no se mueve por lo que es conveniente. El mundo se mueve por odio, por amor, por lujuria.

-¿No estamos nosotros por encima todo eso? Son emociones humanas -Suho frunció los labios, y Luhan simplemente sonrió.

-Precisamente porque son humanas podemos verlas y controlarlas. ¿No crees, Baekhyun? Estar un paso por delante.

El interpelado lo miró durante un instante, tratando de distinguir cualquier mínimo retazo de burla disuelto entre las palabras. Su sire parecía indiferente, apenas un tanto curioso, un padre intrigado por saber si su hijo más prometedor pensaba o no igual que él, pero si bien Luhan había llegado a lo más alto pareciendo sincero, no lo había hecho diciendo la verdad.

-¿Para qué quieres controlar el odio y el amor de nadie? -preguntó, con los labios curvándosele en su sonrisa de Elíseo más característica-. Pensé que ahora te divertía más jugar a las casitas que con las personas.

-Todo está relacionado, chiquillo -Luhan soltó una carcajada clara, limpia, lo observó con un ligero reproche en las pupilas, divertido, pero acusándolo sin palabras de ser demasiado impertinente-. Estoy invirtiendo en armas, después de todo, y las armas son cosa de humanos. ¿No te gustaría, a ti también? ¿Aportar un millón o dos?

Tal vez aquello habría resultado interesante, un nuevo método con el que distraerse y apartar de su mente los errores que no podía quitarse de la cabeza, pero aún así Baekhyun negó con la cabeza.

-Aburrido -susurró-. Tengo otras cosas que hacer.

-¿Como qué? -intervino la amiga de Luhan-. ¿Jugar con tu niño humano?

-No.

Todos se giraron a mirarlo, curiosos, y Baekhyun se sintió extrañamente expuesto, como si una parte de él supiera que los otros estaban esperando, aguardando hasta verlo cometer un error. El vampiro había querido que todo se olvidase, había dejado de hablar de Chanyeol en los Elíseos tan pronto como el… incidente había ocurrido, pero la gente seguía queriendo saber. Dejarían aquella historia de lado tan pronto surgiera un rumor más interesante con el que entretenerse, pero por el momento seguían haciendo preguntas.

Y Baekhyun no quería responder, deseaba alejarse de aquello. Ni siquiera había ido a darle a Jongdae la copia de su famoso libro, que guardaba en su caja fuerte, dentro de su propia habitación, tras ventanas cubiertas y puertas cerradas. Lo último que necesitaba era ir a hablar con el maestro de los secretos y tratar de explicar por qué Park Chanyeol seguía vivo si ya había cumplido su propósito.

Por qué Baekhyun, en última instancia, había sido incapaz de matarlo. Por qué una parte de él, lo suficientemente fuerte y estúpida como para distraerlo en su vida diaria, quería regresar de nuevo al distrito este, entrar en la habitación en la que había pasado los últimos meses y susurrarle a Chanyeol al oído si ya se había enamorado de él sólo para verlo tratar de protestar.

-¿Ya no estás jugando con él? -la mujer vampiro, todavía curiosa, se inclinó hacia delante en su silla tapizada de rojo.  Era bonita, suave, con perlas trenzadas en una cascada de rizos rubios y un cuerpo menudo delicadamente envuelto en seda azul. Baekhyun había creído oírle mencionar a Luhan un par de veces que se llamaba Lucy, y el modo en el que estaba frunciendo sus labios rojos estaba empezando a irritarlo-. ¿Te has cansado? ¿Es territorio libre?

-No -repitió Baekhyun, una vez más. La sonrisa regresó con facilidad a sus labios, como siempre-. Simplemente estoy ocupado preparando mi nuevo número para el Elíseo. Es un concepto que no había probado antes, requiere práctica y consume mucho tiempo. No me quedan horas para emplearlas en… otras distracciones.

-¿Está solito, entonces? ¿Triste, sin nadie que lo entretenga?

-Probablemente ahora esté lo suficientemente entretenido pensando en mí, ¿no crees?

La mujer vampiro se rió, y Baekhyun no añadió nada más, pero la punzada de incertidumbre que sintió casi lo hizo atragantarse con el aire que no necesitaba respirar. Luhan se lo había dicho ya en una ocasión: atacar a la marioneta humana de turno de otro Vástago podía ser algo un tanto maleducado, pero no estaba prohibido. El Príncipe no lo consideraría como una agresión a su patrimonio personal ni él no había reclamado al humano para sí, si no lo había Vinculado por Sangre o no se alimentaba de él con regularidad.

Chanyeol no era algo suyo. No lo era, no, y Baekhyun se preguntó por un instante si el muy idiota seguiría guardando el cuchillo que le había dado debajo de la almohada, si las marcas de mordiscos en su cuello se habrían curado ya.

Podrían salvarle la vida, de estar abiertas. No es que a él le importara, lo que ocurriera con Chanyeol a partir de entonces, pero aquello podría permitirle vivir.

-¿Tienes un nuevo número, chiquillo? -estaba preguntando Luhan en ese instante, y el vampiro sonrió y se relajó, porque eso es lo que era él, el ángel del Elíseo, por encima de todo lo demás-. ¿Qué es lo que has estado preparando?

-Es secreto -replicó, pero un segundo después entornaba los ojos y hablaba en susurros de nuevas melodías, de una canción de desamor y tragedia, de un traje de escena de raso blanco y seda negra, de cómo creía (y sabía) que el día del estreno de aquel proyecto todas las miradas estarían clavadas en él.

-Mira quién está siendo vanidoso -lo regañó Luhan, pero siguió observándolo con queda curiosidad, una pizca de orgullo, quizás, hasta que el cielo comenzó a clarear y, disculpándose, se retiró a su refugio con Lucy del brazo.

-Estaré deseando saber de ti -le dijo la muchacha, mostrándole tan sólo la sombra de un colmillo al sonreír, y a Baekhyun no le gustó su tono, ni el modo en el que entornó los ojos al salir del reservado. Y de repente estaba allí, solo con dos Ventrue que habían empezado a despedirse, y se sentía molesto, enfadado, lleno de una tensión que no sabía cómo disipar.

-Tal vez deberías ir -comentó Lord Montgomery, acercándose a él con una copa de sangre aún tibia entre los dedos y hablando casi con lástima. Como si sintiera lástima de él-. Al distrito este.

Los ojos de Baekhyun viajaron de un vampiro a otro; desde la ridícula expresión de compasión de Lord Montgomery hasta el ceño fruncido de Lord Suho. Juzgando, siempre juzgando, como si por ser más joven fuese un niño al que pudieran regañar.

-Dejad que Lucy y sus amigos hagan todo lo que quieran -murmuró, robándole la copa al viejo Ventrue de entre los dedos-. En algún momento se cansarán de jugar. Yo estoy bien así.

Ninguno de los otros dos Vástagos dijo nada, y Baekhyun apuró la sangre de la copa hasta la última gota, la apoyó contra la mesa de madera y salió a paso lento de la habitación.

Le daba igual lo que dijeran los demás. Le daba igual no poder matar a Park Chanyeol.

Lo que parecía más relevante era que el juego - su juego - se le estaba yendo de las manos. Y no sabía cómo, pero todo aquel fiasco era algo que tenía que encauzar.

--

Las noches seguían sucediéndose las unas a las otras, y Chanyeol estaba cada vez más convencido de estar perdiendo la cabeza.

Sus días se habían vuelto rutinarios, con las mañanas copiando documentos, las tardes con Minseok en el claustro, con los ojos clavados en las dianas montadas al otro lado del patio y los dedos en el disparador de la ballesta, presionando el gatillo una y otra vez. La mera idea de atacar a alguien con aquella cosa seguía produciéndole escalofríos, pero el sonido de las saetas al cortar el aire, el chasquido seco de madera al clavarse contra madera, lo ayudaba a tranquilizarse un tanto cuando caía la noche y él regresaba a su buhardilla con el arma plegada bajo el abrigo y los ojos entornados tratando de distinguir algo entre las sombras.

Si antes había tenido el presentimiento de que lo seguían, tenue, constante e indefinido, ahora estaba seguro de que había alguien tras sus pasos. Lo sentía, los ojos clavados en él desde lugares a los que la luz de las lámparas de gas no llegaba, podía escuchar el susurro del terciopelo y la seda cuando se detenía abruptamente tras girar una esquina y la figura tras él dejaba de moverse una centésima de segundo después. Había dudado, antes; había creído que lo perseguía una amenaza sin nombre, alguna clase de monstruo anónimo que simplemente estaba esperando el momento justo para acabar con él.

Había abierto los ojos una noche, sin embargo, todavía pensando que estaba en mitad de alguna clase de sueño, y había creído ver - había visto - a una figura menuda, una criatura hecha de tonos vivos de negro, blanco y azul, observándolo desde el otro lado de la habitación.

Lo había visto más veces desde entonces, a Byun Baekhyun. Había aprendido a buscarlo por el rabillo del ojo cuando volvía a casa de noche, a quedarse muy quieto cuando se despertaba de madrugada y el vampiro estaba claramente allí, con los ojos azules prácticamente convertidos en acero puro en la penumbra.

Resultaba desquiciante, sentirlo observarlo de lejos. Era aún peor notarlo acercarse, con las suelas duras de sus botas apenas haciendo ruido contra el suelo de madera, escuchar el sonido de la seda al plegarse cuando se agachaba, sentirlo rozarle la mejilla con dos dedos enguantados, quedarse quieto como un muerto mientras éstos bajaban hasta detenerse sobre el pulso en su garganta.

“¿Vas a matarme esta vez?” preguntaba sin palabras una vez tras otra. “¿Es eso lo que quieres? ¿Acabar lo que empezaste mientras estoy dormido? ¿Es así como va a terminar esta historia?”

Baekhyun nunca lo mataba, sin embargo. No hacía absolutamente nada salvo observarlo con sus ojos de zorro y rozarle la piel como si estuviera pensando en algo. Se quedaba allí un rato y luego volvía a sus sombras, al mundo de tinieblas del que había salido, dejando a Chanyeol atrás, con cualquier pensamiento coherente reducido a cenizas y el fantasma de sus dedos quemándole la piel.

Y Chanyeol quería. Quería abrir los ojos y agarrarlo por la muñeca, mantenerlo quieto y gritarle que parara de jugar. Presionarle contra el cuello la parte roma del cuchillo que aún guardaba bajo la almohada y obligar a Baekhyun a marcharse por donde había venido, esta vez para siempre. Quería escucharlo reírse de nuevo, hablarle en voz baja de los suyos y su mundo, de sus trajes de escena y sus canciones, de su príncipe, su creador y su clan. Quería ceder a un instinto más primario y atraparlo entre su cuerpo y el colchón, hacerlo quedarse allí desde el anochecer hasta la aurora, descubrir por sí mismo si la piel bajo toda aquella ropa a medida era tan suave como en sus sueños, si respondería bajo sus dedos como lo haría la de un ser humano normal.

Un ser humano vivo.

-¿Se puede saber qué es lo que estás haciendo? -acabó gritando una noche, detenido con los ojos muy abiertos en mitad de una calle desierta. Había niebla a su alrededor, como la había habido durante la última semana, y todo lo que estaba a más de dos metros de él tenía un aspecto casi fantasmal-. Sabes que sé que estás ahí, ¿no? ¿Quieres parar de una vez?

No había habido respuesta, pero, al aguzar el oído, Chanyeol había creído escuchar el sonido de pasos alejándose. Hubiera podido reconocer la cadencia, el sonido de botas contra los adoquines, en cualquier parte, y no pudo evitar llamar a Baekhyun a gritos, total y absolutamente en vano.

--

-¡Oh, por la Sangre, Baekhyun, has estado sublime esta noche!

El vampiro sonrió, inclinándose en una historiada reverencia antes de descender del escenario que el clan Toreador había reclamado para sí en aquel Elíseo.

Había otros que habían actuado, sí, pero él había salido a escena en último lugar, y si bien algunos de los demás habían demostrado talento, no había ningún otro número que pudiera compararse al suyo. Ni siquiera el Príncipe, cuyo nuevo protegido había actuado al principio de la noche, había tenido nada que objetar, y se había limitado a aplaudirle junto al resto.

-En ocasiones como esta me haces sentir orgulloso, chiquillo -comentó Luhan, apartándose un paso para darle acceso a Baekhyun al corrillo en el que estaban todos sus colaboradores, observándolo con sus mejores galas y los ojos muy brillantes-. ¿Cómo se te ha ocurrido esa presentación, si puede saberse?

Baekhyun se rió con dulzura, ladeó la cabeza en un gesto casi angelical. Iba cubierto desde el cuello a los pies con una capa blanca, totalmente nívea. Nadie que no lo conociera hubiera sido capaz de pensar que podría ser otra cosa que un pobre niño inocente.

-¿No es un clásico? -preguntó a su vez, encogiéndose de hombros y poniendo los brazos en jarras. La capa se abrió con el movimiento y, bajo la barrera inicial de tejido blanco, la ropa de Baekhyun era todo cuero y seda negra-. ¿Recordáis a Odette y Odile, en el estreno en el Bolshói? ¿Todos esos cuentos en los que existe un reflejo retorcido de uno mismo al otro lado del espejo? Todo el mundo te mira y cree que eres una cosa, que no supones peligro ­-el vampiro sonrió-, cuando en el fondo eres otra muy distinta.

Luhan aplaudió una vez, dos.

-Muy propio de ti -murmuró, y Baekhyun asintió con la cabeza-. Nuestro ángel caído, la Luz de nuestra ciudad.

-Me halagas.

Una mirada a su alrededor le bastó para captar la mirada cómplice entre su sire y Lord Montgomery, el reproche tras los ojos de Lord Suho.

“¿Tanto te disgusta mi estilo de vida, Primogénito?” quiso decir. Algo en él siempre se había preguntado qué harían los vampiros como él, los vampiros honrados, si los buenos niños de la calaña de Lord Suho también guardarían secretos. Qué habían escuchado sobre ellos los que traficaban con rumores, como Jongdae; si tendrían trapos sucios como todos los demás.

-¿Qué tal los negocios? ¿Siguen por buen camino? -terminó diciendo, cambiando el tema tras hacer una pausa para que una de las Arpías del Elíseo lo felicitara por su número exquisito, por su canción de amor y de traición, cantada vestido de blanco y negro desde una cuna de flores muertas. A todos les había gustado su actuación, por supuesto, pero su sire y sus amigos parecían más preocupados por las armas que por la música, y no iba a ser él (el pobre, pobrecito Baekhyun, que siempre tenía que ser el centro de atención en todas partes, según el mismo Luhan) quien los apartara de su línea de conversación-. Un pajarito me ha dicho que todo va viento en popa, ¿no?

-No podemos quejarnos -fue su propio sire quien contestó, con los brazos cruzados, la pose tranquila-. Ya te lo dije, todo el mundo parece desear una pistola en su vida últimamente. Corren tiempos difíciles.

-Ya -a espaldas de Baekhyun, la Arpía que acababa de felicitarlo lanzó una carcajada un tanto estridente, reunida en un corrillo cerca del suyo con un grupo de Vástagos elegantemente vestidos. El vampiro suspiró, sintiendo cómo la mueca burlona se transformaba de modo casi automático en sus labios en una expresión de desagrado y dispuesto a quejarse a Luhan por el ruido, cuando vio que la mujer lo había estado mirando directamente mientras se reía-. ¿Qué pasa? -murmuró.

-¿Eh?

-Se estaba riendo de mí. Lady Sheridan.

-¿Qué?

-No, no es nada.

Baekhyun volvió a suspirar y se concentró en Luhan, ante él, que estaba discutiendo con el resto de su grupo y unas cuantas caras conocidas del Elíseo todo sobre los nuevos modelos de armas de fuego. Revólveres con mejores tambores, pistolas que podían disparar más lejos; toda una clase de cosas que a Baekhyun no le interesaban, y que le hacían preguntarse cómo demonios lo hacían los vampiros que las discutían para no caer en letargo profundo en mitad de aquellas reuniones.

-Creemos que podemos producirlas en masa -estaba diciendo Luhan-. Mi querido Lord Montgomery ha atestiguado que es posible, y con su inestimable ayuda y la de nuestra Lucy, pronto podremos controlar la mayor fábrica de toda la ciudad. ¿No querríais invertir, invertir con nosotros?

-Parece una línea de negocio fiable -intervino un antiguo.

Baekhyun contuvo el impulso de poner los ojos en blanco delante de su sire y se colocó bien la capa sobre los hombros, más que dispuesto a abandonar a su creador y a sus amigos con sus negocios, y a centrarse en alguno de los otros asistentes a la recepción que no convirtiera sus preguntas de cortesía en una conversación eterna sobre cadenas de montaje y depósitos de pólvora. Luhan levantó la cabeza, solo en el centro de un círculo de Vástagos muy interesados en escuchar todo lo que estaba diciendo y le hizo un gesto con la mano, comprendiendo sus intenciones y despidiéndose de él.

Fue entonces cuando Baekhyun se dio cuenta de una cosa.

-¿Lucy no ha venido?

Sus palabras interrumpieron a su sire en mitad de una frase especialmente llena de tecnicismos, y el otro vampiro lo miró, con el ceño delicadamente fruncido.

-No ha estado aquí hoy. Tenía otras cosas que hacer.

-¿Qué es más interesante que verme a mí? -Baekhyun hizo un mohín, bajando los ojos en un gesto que hizo que más de un antiguo sonriese y Lord Suho hiciera amago de negar con la cabeza, pareciendo muy exasperado con él y su necesidad constante de saberse el centro de todas las miradas. Habría podido entretenerse humillándolo un poquito, quizás, si no fuera por el hecho de que, al alzar la vista, la mujer vampiro que se había reído antes seguía observándolo directamente, pálida y burlona dentro de su escotado vestido rojo.

“Qué es más interesante, en efecto. Me pregunto si…”

Baekhyun permaneció donde estaba un momento, parado en mitad de la habitación mientras el resto de vampiros se movían de un lado a otro. Era lunes, aquel día; noche del lunes, la noche del estreno de su nuevo número.

-Vamos a averiguarlo -murmuró, cerrando los puños bajo la capa y dedicándoles su mejor sonrisa al grupo de Arpías delante de sí, acercándose como si acabara de verlas.

Él era la estrella de la noche, después de todo. Cualquiera de los presentes habría estado más que dispuesto a vender parte de lo que le quedaba de alma para poder decir que había podido llegar a hablar con él.

Una pizca de información, comparada con eso, no podía ser en ningún caso un precio demasiado alto.
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[Capítulo III] [Capítulo IV, parte 2]

!multi-chaptered, fic: short fics/drabbles, au: vampire the masquerade, fandom: exo, rating: nc-17, pairing: chanyeol/baekhyun

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