Esta mañana me he despertado muy temprano por culpa de una pesadilla. No recuerdo el principio y es una pena, porque es uno de esos sueños míos de superproducción. El caso es que en ella estoy con otras dos personas (una casi juraría que era Inma, una compañera de Filología inglesa con la que fui a Aberdeen -pero a la que no me unía ninguna amistad
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Ocurre que Javier el del sueño está de profesor de español en la Universidad de Makerere en Uganda, y nos ha invitado (a bodonisans y a mí) a visitarlo. Es una ocasión única poder conocer el Lago Victoria -la zona donde ocurre Memorias de África sin ir más lejos- no mediante agencia de viajes sino con un amigo que ya conoce la región (y que además, en efecto, ha conseguido un pasaporte diplomático). Con todo, yo reconozco que un viaje así, tal y como está el mundo (más las enfermedades exóticas: yo soy un hipocondriaco ortodoxo), me da algo de miedo (amén de pereza estar un mes entero poníendome vacunas), etc... Algo de eso hay. Sólo que, hay también otros niveles más personales (creo que tampoco es un secreto que Javier Serrano estuvo a punto de ser jesuíta, de ahí el infierno y el aire clerical de sueño) que están presentes pero que no puedo contar.
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