Desde el tejado verde el frío se me metía más por todos sitios. Me cuidaba con los dedos helados y los ojos de agua las heriditas que me había provocado la idea antigua y la subida desde la ventana tan alta para mí, incluso habiendo pasado tantos años.
Tantos años. Tantos. Años.
Hacía mucho tiempo que no había días, meses, horas, momentos, tiempo ni
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