Marta

Feb 29, 2008 13:54


Desde el tejado verde el frío se me metía más por todos sitios. Me cuidaba con los dedos helados y los ojos de agua las heriditas que me había provocado la idea antigua y la subida desde la ventana tan alta para mí, incluso habiendo pasado tantos años.
Tantos años. Tantos. Años.
Hacía mucho tiempo que no había días, meses, horas, momentos, tiempo ni tan siquiera.

Recordé a Marta soplando, nubes azules y creando, nubes azules, cuando el tejado no era verde, ni frío, sino rojo como tomates rallados y rojo como mi corazón en otro tiempo, momento, hora, mes, año.

Me mordí con el frío el agua de los ojos, los abrí bien, estancados sin embargo, ajenos a toda lucha, mojados siempre.
Hice una lista de las cosas que encontrábamos en ese tejado, da igual, en el que fuera. Poemas de colores, azules, puntitos blancos que se expandían más allá de nuestro territorio gigante.

Y ahora el tejado verde, tan frío, las nubes grises, mis ojos que se caen llenos de agua y de tormenta, mis manos ensangrentadas pero nunca rojas.



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