Las alas de un esclavo (Destiel) 16/20 [Fanfiction]

Feb 04, 2014 21:08


Título: Las alas de un esclavo.
Autor: yukojudithzz
Spoilers: Hasta la 6 temporada, principalmente por los personajes pero no creo que se desvele ningún detalle importante.
Rating:NC-17
Warnings: AU/AR.
Fandom: SPN (Supernatural)
Pairing: Dean/Castiel (Destiel)
Summary: Ruby entra en la clínica y tiene el primer encuentro con Sam.
Disclaimer: No son míos y no gano nada con ellos.
Notas: Supongo que no había subido estos capítulos porque no tuve tiempo, porque hace ya unos meses que los subí en fanfiction pero quizás es porque mi lj lo tengo un poco olvidado.


Capítulo 15.

Capítulo 16.

Ruby no solía ponerse nerviosa pero supuso que aquella era la excepción, al fin y al cabo había mucho en juego y todo dependía de ella. Sentada en la sala de espera de un gran edificio con paredes blancas y muebles de diseño, ojeaba una revista sin prestarle ninguna atención a los artículos que repasaba con los ojos. Hacía un par de horas que le habían hecho el análisis de sangre, gracias a Gabe y a su amigo había pasado la prueba sin ningún problema y ahora esperaba su turno para la entrevista en persona con el humano.

Mentiría si dijese que no le estaba empezando a coger cariño a Dean, era bastante agradable, para ser de los buenos claro, aunque ahora ella parecía estar en el mismo bando, o al menos lo intentaba. Quizás por eso ahora estaba doblemente nerviosa, Dean y Cas dependían de ella y no podía permitirse el lujo de fastidiarlo todo. Dejó la revista sobre la mesita que había frente a ella y cruzó las piernas, apoyando ambas manos sobre su rodilla. Miró a su alrededor intentando ver algún signo de movimiento, pero el mundo a su alrededor parecía haberse detenido. Frente a ella una puerta semi-transparente daba directamente a la sala en la que otro demonio estaba siendo entrevistado ahora mismo, podía entrever las sombras de los seres que había en su interior y si se esforzaba mucho podía incluso escuchar el murmullo de sus voces proveniente del otro lado, pero le era imposible discernir lo que decían. Dejó escapar un suspiro soporífero y volvió a coger la revista. Un par de segundos después el sonido de unos pasos y la puerta de la sala abriéndose hicieron que la chica se sobresaltara. Soltó la revista, dejándola sobre el sofá y forzó una sonrisa que esperaba fuese convincente. Un demonio joven salió de la sala y caminó con la cabeza gacha y con gesto mustio hasta que Ruby lo perdió de vista por un largo pasillo que llevaba hasta la salida. Ella frunció el ceño y giró lentamente la cabeza hasta encontrarse con un hombre desconocido que la miraba con una sonrisa apática.
-Puede pasar.- dijo sencillamente, indicándole con un gesto de la mano que se acercase. Ruby entró en la sala y vio unas cuantas butacas, en una de ellas se encontraba sentado un chico joven demasiado grande para su asiento. Era Sam, no es que hubiese tenido la oportunidad de verle de cerca pero aquel hombre era inconfundible.- Siéntese por favor.- La chica hizo lo que le ordenaron y se sentó frente al humano, intentando parecer indiferente ante su presencia.- Bien, usted debe ser Ruby…-

-Ruby, a secas.- intervino la chica.- La verdad es que no entiendo porqué tengo que hacer una entrevista, se supone que lo que queréis de mí es mi sangre.- El humano sonrió pero permaneció en silencio mientras el otro hombre hablaba en su lugar.

-Verá señorita, si al final decidiéramos contratarla el proceso sería el siguiente. Usted vendría un par de veces por semana, le sacaríamos sangre y la almacenaríamos, con esa sangre le haremos transfusiones a nuestro cliente. Pero parece ser que…- el hombre miró a su cliente con algo de reparo, no muy seguro de si debía pronunciar las siguientes palabras, temiendo por su integridad física. Pero no fue necesario porque Sam fue quien habló.

-Lo que intenta decir es que aunque eso de que me inyecten la sangre está bien necesito beberla directamente de ti.- Ruby se lo quedó mirando entre incrédula y divertida.- Sí, lo sé, es algo extraño pero supongo que siendo un demonio y con el historial que tienes creo que no te será tan difícil entenderlo. Sí, te hemos investigado, conocemos tus negocios, es importante saber los antecedentes de la persona cuya sangre vas a beber. Es necesario saber algo más de ti, si no hay feeling entre nosotros es bastante difícil que esta transacción se lleve a cabo.-

-Bueno, no suelo dejar que me chupen la sangre sin al menos una cena y unas flores antes.- dijo la chica sonriendo.- Mirad, esto no es de lo que habíamos hablado, el sobresueldo me va bien, quiero comprarme un coche nuevo porque últimamente no sé que me pasa que los pierdo todos. Pero ser tú biberón personal no me convence demasiado, estás ya muy crecidito para esas cosas.- Ruby le miró de arriba a abajo, la verdad es que para ser familia de Dean el chico estaba bastante bien y no parecía ser tan estúpido como su hermano mayor.

-Bueno tenemos otros can…- Sam, levantó una mano para indicar al otro hombre que se callase.

-Entiendo que al principio no te sientas a gusto con esa parte del trato pero es necesaria, además, puedo asegurarte que ninguno de los demonios de los que he bebido se ha quejado.- El humano omitió a aquellos que había matado por descuido y por su tremenda sed que parecía aumentar conforme se nutría, casa vez más, de aquella vitae demoníaca. Pero si aquella era la elegida para ser su alimento iba a asegurarse de tener mucho cuidado con ella, había algo en la muchacha que le gustaba, quizás era su naturalidad o la forma en que miraba al humano, de forma desafiante, como si no le importase que entre sus jefes se encontrase el mismísimo Lucifer.- ¿Sabes? Creo que tienes algo especial, aparte de que tus análisis son inmejorables creo que tú y yo podemos llevarnos bien así que ¿porque no ponemos una semana de prueba, nos vemos un par de veces, sin sangre de por medio, y vemos que tal va la cosa?-

Ruby dejó escapar una breve carcajada y se movió en su asiento, apoyándose contra el respaldo. - ¿Me estás pidiendo una cita?- Preguntó algo incrédula. En aquel momento la idea no le desagradaba, había cambiado de opinión respecto a lo de la patada en las pelotas.

-Estaba pensando en más de una, pero creo que para empezar no está mal ¿no crees?- el hombre a su lado tosió de forma incómoda sintiéndose fuera de lugar en aquella sala. Sam le miró con una sonrisa pícara y le dio una palmada en la espalda que hizo que el hombre se inclinase bruscamente hacia delante. - Creo que no será necesario hacer más entrevistas.- le dijo sin apartar la vista de la mujer, quien le miraba con algo de escepticismo.

-No he dicho que acepte.- dijo ella intentando parecer orgullosa, lo que en realidad no le resultaba tan difícil. Sam dejó escapar una leve carcajada y volvió a golpear, esta vez más suavemente, al hombre sentado a su lado.

-¿Qué debo hacer para que aceptes?- preguntó bastante interesado por la mujer, le resultaba intrigante y con carácter y aquello le gustaba. Ruby se levantó y le dirigió una sonrisa al humano, quien también se levantó.

-Tienes mi número, llámame, quizás decida cogerlo.- dijo girándose sin más y caminando hasta la puerta. Sam tardó unos segundos en reaccionar y seguirla hasta fuera de la sala, dejando al otro hombre sólo, sentado en su sillón.

-Espera. Mañana por la noche estoy libre, si te apetece ir a cenar conozco un restaurante italiano que te encantaría.- Sam miró a la chica con aquellos ojos de cachorrito, intentando convencerla, aquello siempre funcionaba, especialmente con las mujeres, ¿porqué iba a ser diferente aquella vez? Ruby puso los ojos en blanco y dejó escapar un suspiró.

-Supongo que no pararás hasta que diga que sí.-El humano negó con la cabeza y sonrió con sinceridad. -De acuerdo, mándame la dirección y nos vemos allí a las siete. No es necesario que vengas a buscarme.- Dijo girándose de repente y caminando por el largo pasillo, sin darse la vuelta para mirar al humano que la contemplaba con cara de satisfacción y algo de ilusión brillándole en los ojos.

No importaba cuantos días o semanas hubiesen transcurrido, cada minuto que pasaba hacía que Dean se desesperase un poco más y un mes después estaba que se subía por las paredes. La primera vez que Ruby volvió de su cita con Sam, Dean la esperaba en casa de Castiel, sentado en el sofá, moviendo impacientemente las piernas y con una cerveza a medio beber en la mano, cuando el demonio traspasaba el umbral de la puerta el humano la acribillaba a preguntas que la chica no alcanzaba a responder. Pero cada semana aquello iba a peor, el número de cervezas comenzó a subir preocupantemente, sus preguntas cada vez eran más insistentes y si Ruby llegaba tarde, les esperaba una noche de gritos y discusiones. Más de una vez Dean estuvo a punto de seguir al demonio a una de aquellas citas, presentarse frente a su hermano y traerlo de vuelta sin siquiera darle oportunidad de replicar, pero Castiel siempre le recordaba lo exitoso que había sido su último plan kamikaze. Aquella discusión siempre acababa con un humano enfurruñado en una esquina de la sala, mirando al arcángel con cara de pocos amigos y con ganas de escapar de aquella casa sin pensar en las consecuencias que aquello pudiera acarrear.

Pero la situación de Sam no era lo único que hacía que los nervios de Dean caminasen por la cuerda floja. Su relación con Castiel estaba estancada, habían pasado cuatro semanas y nada había cambiado, o quizás sí, quizás esa era la razón por la que Dean estaba tan nervioso cada vez que se quedaban a solas en la misma habitación. Al principio pensó que aquello podía deberse a su inexperiencia con el sexo masculino pero Dean nunca había tenido problemas con el sexo, en ningún sentido, y aunque al principio había sido extraño mantener ese tipo de relación con un hombre, ángel o no, no le había dado demasiada importancia, sobretodo cuando se dio cuenta de lo bien que le hacía sentir.

El problema era otro, posiblemente mayor, y aunque se empeñaba en culpar a Gabe y a sus palabras en aquella charla que tuvieron, sabía perfectamente que el culpable era él mismo y arcángel de pelo pajizo se había encargado de recordárselo más de una vez durante sus múltiples visitas. Dean nunca se había planteado la posibilidad de tener una relación estable, con la vida que habían tenido, siempre de un lado para otro, sin quedarse más de un par de semanas en el mismo lugar, intentando no crear lazos con nadie, aquel tipo de vida nunca había ayudado a que Dean pensase en formar su propia familia. Él ya tenía una y ya era lo suficientemente difícil mantenerlos a todos con vida.

Pero ahora casi no tenía familia, ahora todo era distinto, ahora no tenía un padre al que proteger y que le protegiese, ahora sólo le quedaba Sam y ni siquiera estaba seguro de eso. Ahora tenía a Cas.

Cas, Castiel, el ángel del Señor, el arcángel, su amo. Ese era su problema. Cada vez que le miraba, incluso cuando estaba frustrado, hasta cuando intentaba estar enfadado con él, siempre le recorría un extraño escalofrío por la nuca y una sensación cálida le revolvía el estómago. Muchas veces sentía como sus manos temblaban cuando el ángel estaba cerca y evitaba levantarse del asiento porque sentía que sus piernas no eran capaces de soportar su propio peso, como si todo el universo se posase sobre sus hombros mientras alguien le susurraba al oído lo ciego que estaba.

Ciego y estúpido por no querer aceptar lo que era evidente. Se estaba enamorando.

Era difícil ignorar aquellos sentimientos pero Dean era un experto en ocultarlos, mostrar a los demás lo que se sentía era un signo de debilidad y los cazadores no podían permitirse ser débiles. El humano intentaba distraerse ayudando a Bobby y Chuck en su labor con el Colt, yendo a veces a casa del otro humano intentando huir de su amo, pero aquello era inútil ya que el ángel solía acompañarle y aunque no lo hiciese Dean no podía dejar de pensar en él. Últimamente sus pensamientos orbitaban alrededor de las dos personas más importantes de su vida en aquellos momentos, su hermano y su ángel.

Una tarde, después de su interrogatorio habitual a Ruby; Dean y Castiel habían ido a casa de Bobby para ayudarles con el Colt.

Dean estaba fundiendo el metal tal y como Bobby y Chuck le habían indicado mientras Castiel intentaba ayudarle, pero aunque las intenciones del ángel eran buenas lo único que hacía era estorbar al humano. Para Dean hacer ese tipo de cosas era algo inherente, estaba acostumbrado, aquello había sido su vida casi desde que podía recordar y para él era tan natural como respirar y era capaz de hacerlo con los ojos cerrados y una mano atada a la espalda, pero por lo que parecía era totalmente incapaz cuando tenía un ángel de ojos azules a menos de medio metro.

-Cas, te agradezco que intentes ayudarme pero si no dejas de mover el molde voy a acabar derramando el metal en tu mano. Y puede que te recuperes mágicamente al segundo pero seguro que duele como mil demonios, así que por favor, déjame hacer esto solo.- dijo Dean, algo exasperado pero intentando no ser demasiado desagradable con su amo. Castiel dejó escapar un suspiro y le entregó el molde al humano quien lo posó sobre la mesa. Bobby dejó escapar un par de palabras ininteligibles desde la mesa de al lado mientras Chuck sonreía, cómplice, entretanto rociaba con agua bendita las balas que ya habían fundido, realizando alguna especie de ritual que Dean desconocía.

-Sólo intento ayudar.- dijo el ángel monótonamente. A veces Dean no sabía si aquello quería decir que Castiel no tenía sentimientos o que era incapaz de exteriorizarlos. Tampoco era quién para echarle nada en cara a su amo, al fin y al cabo Cas no estaba acostumbrado a tener sentimientos, no estaba en la naturaleza de los ángeles, pero Dean simplemente era demasiado cobarde para admitir en voz alta que para él Cas era mucho más que su amo.

Decidió ignorar aquella voz en su cabeza que le gritaba lo estúpido que era y seguir trabajando en las balas.

-Chicos, ¿estáis seguros de que esto va a funcionar? Ni siquiera tenemos las balas originales para compararlas con estas.- Preguntó el humano algo preocupado, intentando obviar aquel brillo de dolor en los ojos azules del arcángel.

-Sólo nos queda cruzar los dedos y esperar lo mejor. Chico, nos hemos basado en lo que hemos encontrado en los libros.- Dijo Bobby levantando un pesado y deslucido tomo y señalando la ilustración de una de las páginas amarillentas. - Sólo espero que tengamos la oportunidad de probarlas con alguno de esos cabrones de ojos negros antes de que se te ocurra otro de tus planes suicidas y no tengamos plan de escape.- Dean bufó mientras fruncía el ceño.

-Estoy cansado de que saquéis siempre el mismo tema. Sólo porque una vez la cagué no quiere decir que todos mis planes sean una mierda.- Dean dejó los utensilios sobre la mesa y lanzó los guantes al suelo mientras salía de la sala como una exhalación.

-Si no es capaz de aceptar una broma…- murmuró Bobby, recogiendo los guantes y ocupando el lugar de Dean en la otra mesa. Castiel miró a Chuck quien asintió y le sonrió.

-Será mejor que vayas a hablar con él.- dijo mientras le daba un par de palmadas tranquilizadoras en la espalda.- Pero no le presiones Cas, todo esto es demasiado para él. Intenta ser comprensible.- Castiel le sonrió mientras salía por la puerta siguiendo el mismo camino que su esclavo.

Meg no sabía nada y lo odiaba. Estaba totalmente convencida de que aquel grupo de santurrones se traía algo entre manos pero no sabía de qué se trataba. Lo que más le dolía es que Ruby estaba metida de lleno en aquella conspiración secreta y que había decidido mantener a Meg totalmente al margen. Cada semana veía como la otra chica salía de casa y desaparecía, y aunque más de una vez había intentado seguirla le había sido totalmente imposible. Fuese lo que fuese lo que Ruby hacía, era bastante evidente que no quería que nadie supiese de que se trataba y eso hacía que Meg tuviese aún más ganas de descubrirlo.

Cada noche, después de que Ruby abandonase su casa, Meg se dirigía al club y se encerraba en su despacho, abriendo su cajón favorito y jugueteando con aquel colgante al que ahora las balas del Colt le hacían compañía. Siempre que tenía ganas de arrancarle las entrañas a aquel despreciable humano manoseaba el ídolo dorado que tanto significaba para él. Aquello la tranquilizaba y la ayudaba a centrarse en su plan, había decidido que todavía no era el momento de acabar con aquellos seres, primero quería disfrutar torturándoles y puede que incluso hiciese al humano mirar mientras disfrutaba del cuerpo puro de su tan preciado ángel y corrompía su alma con cada caricia. Sólo pensar en todo lo que les tenía preparado hacía que el demonio sonriese malévolamente.

Entre el sonido de los gemidos ahogados que inundaban su local se escuchó el timbre agudo y algo molesto del teléfono de su oficina. Meg sabía perfectamente de quien se trataba así que se apresuró a descolgar el auricular.

-Tenemos un trabajo para ti.- Dijo la voz al otro lado de la linea.- Se está convirtiendo en una molestia. Debes eliminarla.-

CONTINUARÁ…
Capítulo 17.

fanwork: fanfic, pairing: destiel, fandom: spn, title: las alas de un esclavo

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