PASO 2. ¿Seguridad? ¡Eso quiero verlo!
Y ahí estaba él.
Con el orgullo herido y las rodillas adoloridas al estar en cuclillas escondido tras la pared. Espiando la mansión del gran Arthur Kirkland.
Había pasado ya una semana desde que se convirtió, y de la forma más literal, en la burla del mundo. Todo, cortesía de ese malagradecido
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