Capítulo XVI
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Liberé uno a uno los broches de la blanca y almidonada camisa. Nuit siguió el movimiento de mis dedos desde su posición hasta que ésta cayó al piso. Entonces se aproximó hasta mí y pude ver que en su mano derecha traía dedales con largas uñas metálicas. Garras. No sentí miedo, aunque el sentido común me gritase que lo tuviera. Veía en
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